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CAPÍTULO 86

CAPÍTULO 86


Al despertarme estaba sola, no solo en la cama sino en la habitación y eso me molestó.

—Quizas debía trabajar temprano. —murmuré tomando una ducha.

Me cambié, me peiné y salí de la habitación para encontrarme con el desayuno listo.

—¿Y esto? —me sorprendí.

—Para ti. —apareció de algún lado besando mi mejilla. —Ahora debo irme a trabajar.

—¿Que? ¿No desayunarás conmigo? —lo tomé del brazo para que no se moviera.

—Me encantaría, pero voy tarde y aún debo pasar por mi casa para cambiarme. —sonrió pellizcando mi mejilla. —Te ves muy tierna de este modo.

—¿Que? —entonces lo solté para sentarme y comenzar a comer.

—Estaré esperando tu puntuación. —se acercó para besarme y quitarme la frutilla que había llevado a la boca, dejándome sin palabras.

—Maldito Ryan. —murmuré luego de escuchar la puerta y desayunar como se debía.

Debía admitir que era de los mejores desayunos que había probado, pero le faltaba algo.

Mensaje

Yo: 5/10

Ryan: Eres cruel.

Yo: 🙄

Ryan: la próxima te haré compañía. Sé que necesito estar presente para que sea perfecto ❤️

Yo: Maldito y arrogante Ryan 😐

Ryan: Maldito y sexy Ryan 😋 ✓✓

—Maldito Ryan. Te quedas ignorado. —dejé el móvil para encender el portátil, pero sonó en señal de una llamada. —¿Diga?

“Buenos días querida Lily.”

Separé el móvil de mi oído para ver que se trataba de Eve.

—Buenos días.

“¿Tienes tiempo?”

—Depende. —presioné algunas teclas para leer algunos archivos.

“Ven a ver a Amy, y tengo algo importante para ti.”

—Está bien. —cerré el aparato para levantarme enseguida.

No tuvo que insistir mucho, pero realmente necesitaba ver a mi sobrina ya que habia pasado tiempo debido a la ocupación.

Mientras conducía reproducí una canción italiana que me gustaba, moví los dedos sobre el volante al compás de la música siendo invadida por algunos recuerdos de la misma procedencia. Aquella era una de las canciones predilectas de Dimarco.

Al llegar toqué la puerta para ser recibida por una Eve un tanto despeinada, pero con una sonrisa en su rostro.

—¡Lily! —me abrazó como pudo, ya que llevaba a Lucas en brazos.

—Hola mamá Eve. —la señalé completa, haciendo alusión a su aspecto.

—Lo sé, soy un desastre, pero es la vida de una madre. —pasamos hasta la sala donde Amy estaba en una cuna.

—Y que lo digas... —sonreí acercándome a la bebé que dormía. —Hola Amy. —susurré besando su frente.

—Se acaba de dormir, no despertara en una hora. —rió. —Pero el pequeño Lucas, no hace lo mismo. —lo miró y el niño sonrió.

—Es un pequeño travieso. —me acerqué para tomarlo en brazos y su madre suspiró.

—No te quitaré mucho tiempo, iré por algo en la habitación.

Subió las escaleras para dejarme con el niño que jugaba con sus manitos, me balancee lentamente hasta que comenzó a acomodarse y parecía que quedaría dormido en cualquier momento.

—¿Por qué los niños pequeños tienen tanta energía? —susurré acariciando su mejilla mientras bostezaba.

Eve bajó con cuidado al ver que su hijo estaba pronto a dormirse y no quería molestarlo, pero me sorprendió que llevara una caja en sus manos. Le hice una seña con la cabeza y respondió del mismo modo, dando a entender que me lo explicaría cuando Lucas se durmiera. Afortunadamente no tardó en suceder y lo coloqué en su cuna para sentarnos en la sala.

—¿Entonces?

—Esa caja la encontré en casa de nuestros hermanos. —bajó la mirada. —Como sabes, luego de lo sucedido desocupamos la casa, las cosas de Jeremy la llevaron tus padres, y las de Amy yo y mis padres. Ayer estuve limpiando la casa y había olvidado  que tenía esta caja, supongo que le pertenecía a tu hermano porque caso contrario tendría la llave.

—¿Necesita una llave? —me sorprendí.

—Si, pude llevarla a algún lugar para que la abrieran, pero supuse que tú sabrías de que se trata.

Entonces recordé mi cumpleaños número dieciocho. En ese entonces ya me sentía mucho mejor y era “la misma de siempre” excepto por mi hermano que estaba cada vez más atareado con sus estudios y algunos trabajos, teniendo como consecuencia la poca atención a su hermana menor.

—¡Feliz cumpleaños! —exclamó en cuanto abrí la puerta principal e intenté cerrarla de nuevo, pero lo impidió.

—Tonto. —lo insulté dejándolo pasar.

—¿Ahora que te sucede?  —me siguió a la sala.

—¿Tanto te cuesta llamar de vez en cuando? —cuestioné indignada. —Soy tu única hermana.

—Nunca dije lo contrario, pero acepto tu berrinche infantil. —rió. —Vamos, hermanita la vida de un adulto no es fácil.

—Acepto tu disculpa. Dame mi obsequio y puedes continuar con tu vida de adulto. —me crucé de brazos. —Y espero que no sea un oso porque ya crecí, estoy con un pié en la adultez.

—Solo son dieciocho, eres una niña pequeña. —continuó para molestarme. —Bien, toma.

Extendió una pequeña caja color rosa que tomé con cierta confusión.

—Abrela.

La abrí con lentitud para encontrarme con una llave plateada dentro.

—¿Y esto? ¿Me obsequias una casa o un automóvil? Porque te recuerdo que no sé conducir y no pretendo vivir sola, aún. —la observé de un lado a otro.

—Claro que no, torpe. Esa llave es muy importante.

—¿Y que se supone que abre? —lo miré con atención.

—¿Recuerdas que de pequeña me obligabas a jugar contigo? —asentí con una leve sonrisa. —Buscabamos tesoros, que en realidad eran dulces. Esto es similar, aunque ya no eres una niña para hacer tal cosa, por eso la llave abre una caja muy importante que la tendré conmigo y un día te la entregaré. Te aseguro que tendrá muchos tesoros. —me sonrió inclinándose un poco para pellizcar mi mejilla con fuerza.

—Auch... —me quejé.

—¿Te gusta?

—Si, gracias. —entonces, sonrió con amplitud para abrazarme.

—Perdón por estar ausente, pronto comenzarás la universidad y sabrás lo que se siente. Sin embargo, podrás pedirme ayuda sin importar qué.


—¿Lily? —escuché a Eve y reaccioné de aquel recuerdo. —¿Te encuentras bien?

—Si, solo recordaba algo. Creo que tengo la llave.

—Es lo que imaginé. —sonrió. —Luego me dices que hay.

—Bien, ahora me voy.

Me acompañó a la puerta, y en cuanto la abrió encontramos a Selena con la mano levantada, a punto de tocarla.

—Hola. —nos miró a ambas. —De haberlo sabido venía antes.

—Voy de salida. —avisé con una leve sonrisa. —Debemos reunirnos en otro momento.

—Bien.

—¿Algo que quieras preguntarme? —su pregunta me sorprendió, supongo que notó la sorpresa en mi rostro al verla ya que recordé la confesión de Ryan.

—No. —negué de inmediato.

—Supongo que Ryan te lo contó, pero no te preocupes en ese momento era lesbiana y jamás lo miré como otra cosa que no fuera un hermano. Y ahora, estoy felizmente casada. —mostró su anillo con felicidad.

—Lo sé... —fue cuando reaccioné a sus palabras. —¿Ustedes? —las señalé y Eve rió.

—Claro que sabemos sobre ustedes, hubo un gran escándalo y no pasó desapercibido por mis primos, y se lo conté a Selena. —confesó Eve. —No preguntamos nada porque sabíamos que era una situación complicada.

—Genial. —negué con un poco de incomodidad. —Realmente me da gusto que Benjamín no sea el chismoso.

Poco después me despedí y regresé a mi departamento para dejar la caja en mi habitación, preguntándome qué sería lo que tenía dentro. Busqué la llave, pero me sentía insegura. Temía encontrar algo que me derrumbara de nuevo por ausencia de mi hermano y solo pude dejarla de lado para abrirla en otro momento.




Vamos bien, pero la melancolía y los recuerdos continúan ahí.

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