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CAPÍTULO 74

CAPÍTULO 74

Los días pasaron, la rutina debía regresar, y mi atención estaba puesta solo en mi trabajo. Era lo único que me importaba.

—Señorita Walker, llegó esto para usted. —la secretaria me extendió un sobre, lo tomé sin mirarlo e hice una seña para que se retirara.

Continué con mi trabajo en la computadora y solo al finalizar tomé lo que había llegado.

—Más fotografías... —pasé una tras otra pensado en lo que quería lograr con aquello, muy lejos de pensarlo como una amenaza. —Si logro probar que está involucrado, pasará mucho tiempo en prisión., pero sería un desperdicio.

Las guardé en mi bolso, recibiendo una llamada que estaba esperando y con la cual había acordado encontrarnos en una cafetería cercana. Salí diez minutos antes de la hora del almuerzo para tener tiempo suficiente y en cuanto llegué allí lo encontré.

—Señorita Walker. —me sonrió levemente y le devolví el gesto, aquel hombre no cambiaba su aspecto desde que lo había conocido.

—Algún día me gustaría saludarlo por su nombre y no como “el informante”. —tomé asiento para hacer mi pedido.

—Señorita, esos términos fueron aclarados. Tendrá mis servicios mientras no sepa mi identidad. —bebió de su té, tan característico de su procedencia.

En mi caso pedí una rebanada de pastel con una taza de café.

—Hay cosas que me causan curiosidad, pero conozco los limites y depende de mí la seguridad de mi persona. —sonreí.

—Muy sabio de su parte.

—¿Tiene lo que le pedí?

—Absolutamente todo. —deslizó los documentos hasta mi lugar donde pude tomarlo. —Por otro lado, el señor Dimarco le envió un mensaje...

—¿Un mensaje? —lo miré, con expectativa.

—Dijo qué, no debe preocuparse y ante cualquier problema puede considerar y estar tranquila, tiene su apoyo.

—¿Hace cuánto lo viste? —bebí de mi café.

—Este fin de semana. —asentí ante su respuesta. —Y una cosa más, dada la información correspondiente, le aconsejo que tenga cuidado con ese hombre. Parece ser alguien peligroso.

—¿Peligroso? No... Él solo quiere venganza, pero no tiene el valor. Se oculta detrás de personas que tienen poderío y así, hacer sus famosas jugadas. Además, perro que ladra no muerde. Solo está jugando al escondite, pero agradezco su preocupación.

—Siempre tuvo un buen juicio con las personas, espero que tenga razón. —se puso de pie. —Ahora me retiro.

—Que le vaya bien, y salude a Dimarco de mi parte.

—Así será...

En cuanto quedé sola probé el pastel, disfrutándolo como un postre exquisito que necesitaba para que el azúcar subiera en mi sangre y me diera la hiperactividad que necesitaba. A la vez, deseaba que así me sientiera al conseguir mis cometidos.
Las fotografías que recibía y que también habían recibido mis padres era algo que mantenía fuera de discusión, no pretendía regresar con ellos para intentar explicar lo que ya había dado a entender. Sin embargo, sentía que estaba pasando algo por alto.

—Entonces les enviaron fotografías. —dijo, mi amiga luego de que contara las ultimas cosas. —Entiendo, Benjamín dijo que Ryan también tenía un sobre sospechoso cuando fue a verlo. Pero, renunciar a todo ¿No fue demasiado? Lily, mira mi vida sin tarjetas de crédito ¡Es horrible! —exageró lo último.

—Ya que lo mencionas, olvidé devolverlas o romperlas ahí mismo para generar más impacto.

Mi amiga no respondió, pero estaba a muy poco de convertirse en una caricatura con una clásica gota de sudor en su frente.

—Solo estoy bromeando. —la moví por el hombro para que reaccionara. —De todos modos, llevo años sin utilizarla y mírate , te ves de maravilla.

—Debes estar bromeando. ¡Soy un desastre! Cada día es una batalla por conseguir clientes, hoy en día nadie busca una diseñadora desconocida. Solo van a una tienda de marca para escoger lo que más le gusta. —parecía al borde del colapso.

—No, hay muchas personas que elegirían tu trabajo, personas como yo. —me señalé.

—Pero no me compras nada. —quedó pensativa y reír por su expresión.

—Cuando me regresen los ánimos y quiera consentirme iré a comprarte. Lo prometo.

—Eres la mejor. —me abrazó, hasta que hice que me soltara.

—Ahora, a lo que me interesa, dices que Ryan, ¿también recibió un sobre?

—Si, pero no fue reciente. —pensó un momento, como si rebobinara la información. —Fue ese día que tuvo la pelea con ese tipo.

—¿Ese día? —quedé pensativa y parecía que algo no conectaba en todo aquello. —El de los sobres es Xavier.

—¿Ese idiota? —cuestionó, sorprendida y asentí. —Con ese rostro creí que no era bueno en nada, pero lo subestimé, al parecer sabe intimidar a la gente.

—Aunque no lo creas es bueno en muchas cosas, y mucho más en engañar. Su problema es conmigo,  pero no comprendo el porqué de Ryan.

—¿Celos?

—Eso quedó atrás. —moví una mano sin interés. —Ahora tengo curiosidad. Aunque, no puedo preguntárselo.

—¿Por qué no?

—Porque terminamos, y creo que de las peores formas.

—¡¿Que?! —exageró en su pregunta.

—Lo que oíste.

—¡¿Eso por qué?!

—Por obvias razones, y deja de gritar.

—¿Y cuáles son esas “obvias razones”?

—Sentimientos, él se dejó llevar mucho por ellos. Incluso se confesó muchas veces y en ninguna respondí, dijo que se cansó de intentarlo.

—No puede ser. —cubrió sus labios con una mano. —¿Y tu no lo quieres?

—Querer y amar son cosas diferentes. —desvié la mirada, sintiendo un vacío en mi interior. —Y no quiero ninguno.

—¿Duele? —no pude responder. —si duele es porque sientes lo mismo.

—Pasará.

—Lily...

—Mirame, estoy mejor que nunca. —interrumpí con una leve sonrisa. —Solo necesito regresar a mi versión imponente.

—Pero... ¿Quién está contigo mientras eres así de imponente? —me miró con pena.

—No me mires así, tú lo estás y es suficiente.

—Lo estoy, pero no es lo mismo. Lily, necesitas a alguien que te ame y acabas de rechazar esa oportunidad.

—Sinceramente, no había oportunidad. Solo nos dejamos llevar por el placer y así quedará.

—Cuando hablas así tienes la cabeza de un coco... —golpeó la mesa. —Dura, dura.

—Entonces debería aprender a dar de cabezazos, quizá me vaya mejor ¿No lo crees?

—Eres... —negó riendo. —hablo en serio, no puedes decir eso, discutiste con tus padres por él. Incluso lloraste hasta días atrás, lo mismo sucedió cuando te embriagaste y aceptaste tus sentimientos.

—Eso fue causado por el alcohol, no estaba totalmente consciente y lo primero, pues, fue por la conmoción del golpe. Solo eso.

—Definitivamente nadie puede contigo, ¿Quieres que le pregunte a Ryan? Sabes que puedo ser cautelosa.

—Sé perfectamente que no lo eres. —borró su sonrisa y dibujé la mía. —No importa, en este momento es lo que menos me importa. Lo dejaremos allí, la verdad saldrá a la luz con el tiempo.

—Bien, me iré ahora porque me asustas cuando hablas así. —se levantó dirigiéndose a la puerta.

—Saluda Benjamín de mi parte.

Por la tarde salí para comprar helado para llevar, pero no esperaba encontrarme con tres personas, uno de ellos corrió hacia mi provocando el enfado de otro.

—Lily. —me abrazó y sonreí.

—Max, ¿Que haces? —cuestionó su madre, mientras su padre se acercaba.

El niño no respondió, solo se aferró a mí, como si temiera algo.

—¿Max? —me arrodillé para mirarlo. —¿Todo bien? —Él negó con ojos cristalinos.

—Quiedo irme contigo.

Sus palabras me produjeron dolor y un sentimiento compadeciente, ¿Como le explicaría que ya no estaría en su vida? Ya no podía estar con él como antes.

Miré a su padre sin comprender, esperando alguna respuesta a su actitud temerosa, pero él desvió la mirada.

—Max, ven conmigo. —Ashley lo tomó a pesar de su negación y luego me miró. —¿Te gusta lo que ves? Esto es lo que sucede al fin y al cabo con las amantes, terminan solas y la familia se reconstruye. Creo que la audiencia no será necesaria porque estamos mejor que nunca. —sonrió mirando a Ryan y no tuve más opción que responder como se merecía.

—Lo único que puedo ver es a un niño asustado y dolido, ¿Que le hicieron? —me acerqué. —Tambien veo a una pareja que parece estar obligada a compartir un momento, y pesar de estar con su hijo, parece una tortura ¿Eso es lo que me quieres mostrar, Ashley? Porque no veo nada que pueda ser envidiable.

Ella borró su sonrisa y Ryan levantó a Max, que lo abrazó para descansar sobre su hombro.

—Solo cumplen un dictámen. Puede que el juicio no se cancele como lo tienes planeado, y puede que ninguno de los dos gane en esto, solo piénsalo.

Sonreí con arrogancia para salir de allí, pero no me sentía victoriosa sino todo lo contrario, me preocupaba la actitud de Max. Sentí su miedo, aunque no supe identificar hacía quien y verlos a los tres, como una familia por obligación era tan molesto. Y no me refería a la pareja en específica sino a Max, quien era obligado a eso.




¿Alguien se pregunta quien es Dimarco? *Toma juguito*

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