CAPÍTULO 70
CAPÍTULO 70
Un nuevo día comenzaba y con él un horrible dolor de cabeza, suponía que albergaba las preocupaciones y tensiones de hace tiempo desde que toda una lluvia de problemáticas arribó en la vida cotidiana.
—Solo es otro día como Lily Walker. —mencioné, deslizando las piernas hasta que mis pies tocaron la alfombra.
Me levanté con pocas ganas y me metí a la ducha, dejando que el agua se deslizara por mi cuerpo, esperando que me brindara un poco de relajación.
Al salir me cepillé los dientes y el cabello, evitando mirar mi reflejo en el espejo ya que sabía que cargaba una expresión de agotamiento.
Al finalizar mi desayuno comencé a revisar algunos documentos para el juicio que cada vez estaba más y más cerca. Necesitaba concentración, pero nunca la conseguía cuando la quería y en su mayoría se debía a la interrupción de alguien más, como lo fue en ese momento.
—¿Quién puede ser tan inoportuno? —cuestioné mientras caminaba para abrir la puerta. —Debí imaginarlo.
—¿Molesto? —preguntó, con tranquilidad.
—En caso de ser afirmativo, ¿Te irás? —fingí una sonrisa y él dibujó la suya.
—Puedo hacerlo, no quería inoportunar. —señaló el pasillo, me extrañé por su actitud y al no recibir respuesta comenzó a caminar, pero lo detuve.
—Ryan... —lo tomé de la mano, haciendo que me mirara y lo solté de inmediato. —¿Algo anda mal?
—No puedo ver a mi hijo, ¿Crees que eso está bien? —liberó un suspiro pesado y supe de su estado.
—Pasa, hablemos un poco.
Lo dejé pasar y noté su andar apagado, cualquiera lo notaría más aún cuando se desplomó en el sillón. Eso daba la impresión de que tampoco había dormido en la noche.
—¿No pudiste dormir? —me senté a su lado. Él no respondió, solo negó con la cabeza y suspiré con paciencia. —Está bien, dime qué te preocupa. Seré tu psicóloga por un momento.
—No quiero que seas mi psicóloga, pero si quiero que me contengas. —tomó mi mano. —¿Es egoísta de mi parte?
—¿Egoísta? Hmmm... —pensé un momento. —No, sólo estás pasando por un mal momento. Te lo permitiré porque entiendo por lo que estás pasando.
Aquella situación, sus palabras y las mias parecían una ironía. Parecían una broma o un plan demasiado cruel, planeado por alguien en particular, pero lejos de pensar así decidí hacer lo que me pidió. Decidí contenerlo.
Presioné su mano para halarlo con algo de fuerza hacia mi y así, poder abrazarlo con la misma fuerza.
—Tengo miedo, Lily... —me sorprendió, ocultando su rostro, incapaz de mirarme. —Tengo miedo de perder a Max, o que la resolución no me favorezcan. Él es la razón por la que sigo de pie, entre tantos errores y tropiezos. Siento que es lo único que hice bien y de lo que no me arrepiento. —confesó con calma, pero con evidente temor.
En otro momento, en otras circunstancias y quizás, dos meses atrás le habría dicho, o señalado su debilidad, pero no. Debía comprender que eso no era debilidad, era temor y conocía perfectamente ese sentimiento. Conocía ambos sentimientos y sabía identificarlos como tal.
No supe cómo responder, aquella era una confesión sincera que me producía un sentimiento doloroso, después de todo era su hijo de quién hablaba.
—¿Por qué temes? No hay razón... —hice una breve pausa. —Tú... Tú no hiciste nada malo, lo comprendes ¿Cierto? A pesar de las cosas que pueden existir, la maldad e incomprensión humana, aún confío en la justicia. Y creo que no hay razón para que no te den la custodia, sea como sea debes ser tú.
No respondió, solo se aferró más al abrazo y en su silencio, continué.
—Recuerda que tienes una excelente abogada, y en caso de no ser suficiente, me tienes a mí. Te puedo asegurar que Max se quedará contigo, sin importar que. —dije en tono bajo, con tranquilidad y a la vez, con seguridad.
—¿Es una promesa? —se separó para mirarme.
—Las promesas no son para mí, solo te pido confianza. —sonreí, tomando su rostro y así depositar un corto beso en sus labios.
—Es suficiente para mí. —me devolvió el beso, con más intensidad, pero se detuvo. Ambos sabíamos que no era el momento.
—¿Que dijo mi madre? No pude hablar con ella después de la audiencia. —nos separamos para acomodarnos en nuestros lugares.
—Pedirá que el amante de Ashley no sea aceptado como testigo en la próxima audiencia, y... Como escuchaste, solo podremos verlo una sola vez en estos dos días, treinta minutos para ser específico.
—No debería preocuparte, tus padres lo cuidaran bien. Solo serán dos días, debes estar fuerte y mantener la postura para la próxima.
—Lo sé, pero siempre está conmigo. No quiero que sienta mi ausencia. —frunció levemente el ceño.
—Calma. Y eso me recuerda, jamás pierdas la calma en una audiencia, juicio o cualquier cuestión en la que una autoridad legal esté presente. Siempre será utilizado en tu contra, por favor, recuerda eso.
—Tu madre me dijo lo mismo, y no te preocupes, no caeré en la próxima.
—Tampoco lo hagas en estos dos días, pase lo que pase. —repetí para que comprendiera.
—Lo entiendo, lo entiendo. —suspiró y me quedó mirando un momento.
—¿Que sucede? —divagué con la mirada, intentando imaginar lo que quería.
—Visitaré a Max mañana, pero quiero saber cómo está y a la vez que también se sienta contenido. No hay mejor persona que tú...
Mis labios quedaron en una evidente forma en la que daría una réplica, pero me contuve.
—Esto no pasaba por mi mente. —fruncí el ceño. —Adoro a Max, pero soy abogada y debo respetar las leyes que quiero que se cumplan.
—En ningún momento dijeron que no podía visitarlo alguien más, tú no tienes restricciones. Por favor. —tomó mis manos en forma de súplica. —Por favor.
Mientras tocaba la puerta de los Rogers no podía creer que había accedido a su pedido, pero su argumento fue muy convincente.
—Lily. —fue la mayor quien abrió la puerta y se sorprendió al verme.
—Buenos días. —saludé con una leve sonrisa. —¿Es un mal momento? —dudé.
—No claro que no, solo que me sorprendiste. Por favor, pasa. —me dió lugar para que ingresara a la casa y lo primero que observé fue a Max jugando en la sala. —Cariño, mira quién vino a visitarte.
—¡Lily! —sonrió y corrió hacia mi.
—¿Como estás? —lo tomé en brazos. —¿Todo bien? —él negó.
—Etraño a papá.
—¿Extrañas a tu padre? —asintió y sonreí para responder en tono bajo. —Él también te extraña, y dijo que pronto estará contigo.
Sus ojos se iluminaron al escuchar y sonrió feliz. Lo bajé para que continuara jugando y miré a su abuela.
—¿Te envió Ryan? —sonrió y negué de inmediato.
—No me gusta ese término, me pidió que viniera. —ella rió por mi aclaración y asintió.
—Perfecto. Siéntate, platiquemos un momento. —tomó su lugar y yo en un sillón delante. —Olivia me comentó como será todo el procedimiento, ¿Crees que se puede complicar de algún modo, para Ryan?
—No hay razón, o en caso de serlo consideraré en llamar a un especialista en estos casos. No puedo tomarlo por qué no es mi especialidad, pero conozco los procedimientos, y hago mi propio seguimiento perspectivo. —acomodé mi cabello.
—Aún cuando tienes un juicio en puerta. —suspiró. —Entonces... Su relación está tomando un rumbo formal.
—Relación... —murmuré para mí misma, evitando ser escuchada. —Sinceramente en este momento me preocupa Max, él no merece ningún tipo de maltrato y apoyo a Ryan porque vi de cerca su trato.
—Estoy segura de que sí, pero es curioso ¿Por qué o hasta cuando lo negarán? Lo que hay entre ustedes es invisible para quienes no quieran verlo.
—O... Para los que descartaron esa posibilidad hace muchos años. Personalmente, ahora mismo mi carrera atravesará un momento muy complejo y formalizar una relación queda en segundo plano. —intenté explicar, sin sonar grosera.
—¿Segundo plano? Bien, eso solo significa que lo estás considerando. —sonrió con esperanza y felicidad, hasta se parecía a Vanessa con ese tema.
—Creo que ya debería irme. —reí con nervios, mientras me levantaba y saludaba a Max.
—Regresa con cuidado. —me acompañó hasta la puerta. —Y no te preocupes, lo último que haré es incomodarte o presionarte con el tema. Solo te diré algo...
La pausa que hizo me provocó un escalofrío, similar a cuando recibiría una amenaza por parte de una suegra.
—Para Ryan no eres un segundo plano, así que no temas. —me abrazó
¿Que quiso decir con eso? Por un segundo pensé que el mismo Ryan se había sincerado con sus padres acerca de sus sentimientos, pero esa idea se esfumó al instante. No podía formular una respuesta adecuada y otra pregunta surgió, ¿Por qué esa familia siempre generaba más dudas que respuestas? ¿Era una tradición o simplemente su marca personal? No lo comprendía, y creía que no lo comprendería en un futuro.
¿Comenzamos una mini maratón? Wiiii... *Tira papelitos*
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