CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 64
A mi parecer el viaje de Eve junto a su familia se había extendido más de lo previsto, pero luego de tres días más finalmente estaban en la ciudad y para eso se realizaría una cena familiar en la casa Rogers donde todos estábamos invitados.
Mientras conducía sentía la emoción e ilusión de ver a mi sobrina y por otro lado, me preguntaba que sucedería con la presencia de Ashley. La última vez estaba fuera del país y no me importaba, pero me preocupaba que pudiera arruinar la noche.
Suspiré tocando la puerta, esperando que abrieran y para mí sorpresa me recibió el menor de los Rogers.
—Buenas noches. —me saludó con una leve sonrisa. —Pasa.
—Gracias. —pasé con cierta duda en mi expresión, algo impropio en mí.
—No te preocupes, ella no está. No habrá ningún escándalo. —avisó en tono bajo y disimulado.
—Eso es una gran noticia. —sonreí con el mismo disimulo para encontrarme con casi todos.
Para los que nos vieron, lo ignoré como habitualmente lo hacía y me dirigí para saludar a tía Sam que me recibió con una sonrisa y un cálido abrazo.
—Bienvenida Lily. —se separó para mirarme. —Ha pasado tiempo desde que estuviste aquí, pero sabes que estás en tu casa. —me sonrió acomodando mi cabello, como una madre.
—Lo sé, muchas gracias.
Pasé a saludar adecuadamente a los demás y observar que también estaba Vanessa platicando muy animadamente con Selena, supuse que ya se sabía de su relación y no quise molestar. Observé a mis padres con la bebé en brazos y corrí hacia ellos.
—Hola mamá, papá. —los saludé rápidamente para intentar tomar a la niña. —Hola Amy. —le sonreí, pero mi madre la alejó como una niña que no quiere prestar algo. —Mamá.
—Está pasando tiempo con nosotros. —respondió como una niña.
—Ustedes la tuvieron en sus dias de descanso. —me quejé. —Papá.
—Tiene razón. —me apoyó y en ese mismo momento la niña me sonrió levantando una de sus manitos.
—Lo ven, ella me adora. —la tomé para alejarme un poco de ellos, e ir a saludar a Eve que cargaba a Lucas.
—Lily, que bueno verte de nuevo. —me abrazó. —Aunque suene extraño, Amy te extrañó, cada día parecía esperar a alguien y creo que eras tú.
—¿Bromeas? —sonreí, sintiendo ternura al imaginarlo.
—Solo mira esa sonrisa, ahora está tan brillante. También extrañó a Ryan. —confesó, liberando un suspiro.
—Y nosotros también la extrañamos. —acaricié su manito.
Entre algunas pláticas nos sentamos para cenar, y pude observar claramente que el número se había reducido considerable ya que estábamos solo tres familias.
—Lily, escuché que en el tiempo que estuviste a cargo fuiste muy estricta en la empresa, ¿Es cierto? No he tenido la oportunidad de ir a comprobarlo por mi misma. —habló tía Sam, que estaba sentada a mi lado.
—No sé cuan estricta fui, pero si me gusta mantener el orden. Es así como me acostumbré a trabajar. —sonreí.
—Claro, el orden es el código de todo abogado. —asentí en concordancia para continuar comiendo.
—Ese carácter lo heredó de mi. —agregó mi madre con orgullo.
—Estamos de acuerdo, cariño. —siguió mi padre y negué, mirando disimuladamente a Ryan que hizo lo mismo. —Tambien estará a cargo del juicio, creo que todos los saben.
—Lo supimos... —respondió Selena para beber de su jugo. —Más aún, luego de que lo anunciara a la prensa como una loca. —me señaló para molestarme.
—Eso se llama estrategia. —me defendí, evitando reír.
—Eres buena en lo que haces, pero recuerda alimentarte bien. —sentenció lo último y sonreí divertida.
La cena continuó entre pláticas hasta que la pequeña Amy comenzó a inquietarse y Eve no podía calmarla.
—¿Que sucede mi pequeña? —preguntó, con preocupación.
—Dejame un momento. —pidió su madre, al ver que Eve no podía hacer mucho. Aún así, la bebé estaba igual de inquieta.
La miré, sin saber que acción tomar y me miró.
—¿Quieres intentarlo? —preguntó la mayor y las miré a ambas.
—¿Puedo? —asintió y la tomé con cuidado para hablarle con cariño. —¿Que sucede niña traviesa? —dije en tono bajo, haciendo que se pusiera de pie y poder mirar sus ojitos.
Quizá era mi impresión, pero sentí que estaba mirando a mi hermano, su mirada de preocupación hacia mi, en compañía de algunas lágrimas me recordaban tanto a él.
—Todo está bien. —respondí, como acto automático y la preocupación se disipó de su rostro al igual que las lágrimas. Acto seguido me sonrió con amplitud y un sentimiento muy extraño llegó a mí.
—Miren eso, Lily será una buena madre. —escuché a Alexia, sacándome de ese pequeño trance.
—¿Que? —la miré, sin comprender a lo que se refería.
—Los niños siempre saben, Selena es la prueba de ello. Cuando era niña era como un imán con Sam y como puedes ver, es una excelente madre.
—Dato curioso. —sonreí un poco incómoda.
—Mamá, no la presiones. Lily no busca una vida cotidiana como nosotras. —agregó su hija.
—Es cierto, por el momento estoy enfocada en mi profesión. Aún tengo mucho por aprender y crecer. Sin mencionar el dichoso juicio. —asentí ante mis propias palabras.
—Un momento, ¿No pretendes casarte? —preguntó mi madre, y negué inmediatamente. —Hija, a tu edad ya me había casado con tu padre. Bueno, todas las presentes.
—Ustedes, son historias diferentes. Y no incluyas a todas porque Vanessa tiene mi edad y no está casada. —la señalé mientras llevaba un bocado a la boca. Y escuché un "oye" casi inentendible.
—Debes perpetrar el apellido, puedes no casarte, pero quiero nietos. —me señaló mi padre y suspiré con pesadez.
—¿No te basta con Amy? —me miró, dando a entender su postura y tuve que quejarme. —Papá soy tu única hija y la menor, ¿Como puedes decir eso? Deberías rogar para que eso jamás suceda, no me presiones.
—Es verdad, déjenla, recuerden que también pensaba así y luego fui madre a su edad. —me apoyó tía Sam. —Estas cosas no se apresuran, no importa la permanencia del apellido sino el amor. Por favor. —me sonrió como una cómplice y podía imaginar sus pensamientos, lo que provocó que me incomodara aún más.
—Gracias. —le sonreí para seguir jugando con Amy.
—Su objetivo es su profesión y no tengo dudas de que lo conseguirá, pero...
—Nada, papá. —lo interrumpí.
—Dejenla, es mejor que sea dedicada en su trabajo. Es lo Mejor para todos —agregó Eve para molestarme y negué con una sonrisa.
—Si, pero ser abogado es complicado. Hace unos meses se fue de la ciudad por algo importante. —habló con toda confianza y miré a mi amiga que sonrió con picardía.
—¿Viaje? —preguntó el señor Rogers y habló sin pensar. —Ryan también viajó por un asunto. Claro, no quiere decir que fue en el mismo momento. —intentó remediarlo, pero todos estaban en silencio, meditando aquellas palabras.
Entonces sentí todas las miradas sobre nosotros, hasta que Ryan se levantó y mentalmente grité, “¡no huyas, cobarde!”
A la única que miré fue a Vanessa que parecía atar los cabos sueltos y soltar unas palabras sin pensar.
—Que coincidencia, ¿Habrán estado...
—¿En qué piensas? —interrumpí. —No sabía que Ryan también hizo un viaje.
—Pero...
—Nada.
—Esto...
—Nadie pidió tu opinión, además, ¿Quién te invitó? Es una cena familiar. —comencé con nuestra discusión para desviar la atención.
—Soy de la familia. —replicó.
—Así es, no molestes a mi cuñada. —agregó Selena y sonreí al igual que mi amiga, quien con la mirada decía “ya hablaremos luego”, salvandome de la situación.
—Bueno, nada más que agregar. —sentencié con una sonrisa, notando que había dejado a mi padre con la palabra en la boca.
Algunos continuaron comiendo hasta que Ryan bajó con Max en brazos, el segundo reía sin control hasta que me vió.
—¡Lily! ¡Lily! —me llamó bajándose y correr hacia mi para mirar a Amy.
—Hola Max, dile hola a tu prima Amy. —le sonreí y así lo hizo.
Por un momento me divertí con ambos niños, olvidando a los demás hasta que Amy bostezó con evidente sueño y se la entregué a Eve, pero Max subió para sentarse en mis piernas.
—¿Tienes hambre? —pregunté en tono bajo, mientras colocaba sus codos sobre la mesa para sentarme como todo un niño bueno. No pude evitar sentir ternura por la dulzura que emanaba.
—No. —negó, con una sonrisa.
—Comió mucho antes y se fue a dormir. —avisó su abuela extendiendo sus brazos. —¿Quieres venir conmigo?
—No. —repitió, provocando la risa de la mayoría, incluida la de su padre.
—¿Por qué no? —cuestionó, indignada.
—Lily, juega conmigo. —se bajó para halarme del brazo.
—No me ignores. —siguió su abuela para después quejarse con su esposo—Tom, me ignoró.
—Está bien, calma. —me levanté para seguirlo, claramente luego del permiso de los presentes que ya habían terminado de comer.
Salimos al patio trasero donde tomó un balón para patearlo hacia mí, no podia negarme a jugar con él. Max se había convertido en mi segunda debilidad.
—¿Te gusta el fútbol? —le pregunté mientras jugaba.
—Si.
—¿Te gustaría jugar cuando seas grande? —él asintió feliz. —pero ya no querrás jugar conmigo, deja de crecer Max, adoro lo adorable que eres. —me acerqué para pellizcar su mejilla, entonces me abrazó.
—Desearía que... —parecía temer.
—¿Que deseas? —me arrodillé a su altura para mirarlo.
—Mamá.
—¿Madre? —divagué con la mirada. —Tu madre no está aquí, ¿Quieres a tu madre? —él negó señalándome.
—Tú.
—Desearías que yo... —lo miré con atención, pero fuimos interrupidos por alguien más.
—¿Que sucede aquí? ¿Puedo jugar con ustedes? —preguntó su padre, acercándose.
—¡Si! —exclamó feliz para continuar jugando.
La insinuación de sus palabras rondaron mi cabeza esperando que Ryan no haya escuchado. Aquello me hacía sentir mal, adoraba a Max, pero él ya tenía una madre y no podía sustituirla porque lo deseara.
—Lily, atrapa. —escuché a Ryan cuando el balón pasó hasta caer en la piscina y corrí para tomar a Max que hacía lo mismo para tomar su balón. —Te distrajiste.
—Eso creo, lo siento Max. —lo miré con una leve sonrisa. —Pero tu padre la sacará ahora, ¿Si?
—Así es, papá siempre se encarga. —mencionó con una sonrisa, caminado hasta el otro lado para poder sacar el juguete y entregarlo —Aquí tienes campeón.
Cuando Max se alejó un poco me miró con intensidad, como si me dijera algo y a la vez, como si pidiera algo. Algo que no podría dárselo por el lugar en el que nos encontrábamos.
—¿Que? —no pude evitar sonreír.
—¿Realmente piensas ser madre soltera? —inclinó levemente la cabeza para que no pudiera evadir su mirada. —¿Que hay de malo conmigo?
Como acto automático solo expresé un “¿Eh?” para luego reaccionar.
—Solo lo dije para que mi padre no dijera más al respecto. Y aléjate, nos están viendo. —lo empujé disimuladamente con un brazo, ambos volteando a otro lado para reir levemente.
—¿Cuanto más crees que lo podremos ocultar? —murmuró con disimulo.
—Lo suficiente, hasta que ya no exista nada. —respondí del mismo modo.
—Esas palabras tienen mucho significado, pero sé a lo que te refieres. Y mi respuesta es, no. —volvió a mirarme. —No creo que las llamas que existen entre nosotros se apaguen pronto.
—¿Llamas? Creo que vuelas demasiado alto. —negué. —Ya tendremos tiempo de verlo.
—Sabes que las cosas entre nosotros ya no son como antes, y pretendo ver a futuro. —mencionó observando hacia la casa. Lo imité y pude ver que los demás platicaban mientras nos observaban con curiosidad, en especial mis padres.
—¿Futuro? —acomodé mi cabello. —Claro, solo debes pensar en el futuro de Max. No lo olvides.
Él no respondió, solo observó a su hijo mientras se acercaba para abrazarlo y hablar algunas cosas. Su falta de respuesta me hizo dudar acerca de lo que realmente pensaba, o a qué se refería exactamente con “futuro”. Aunque no lo comprendiera, no podía negar que cualquier perspectiva de hombre arrogante desaparecía cuando se mostraban con su hijo, convirtiéndolo en un hombre maravilloso ante mis ojos.
Simplemente me encanta este capítulo *suspira*
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