CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 57
Sería una semana desde la presentación de la demanda y mi agenda estaba más que ocupada, mientras esperaba el llamado del juicio.
—Bien, esto es lo que necesito y esto... —seleccioné algunos documentos, colocándolos a un lado para luego observar el móvil y asimilar qué, no había recibido la llamada y tampoco la información que había pedido. —Es la primera vez que tarda tanto.
Me balancee en mi asiento para intentar relajarme un poco, sin animo de continuar. La verdad era que me sentía demasiado agotada y por un momento recordé vagamente la última noche que vi a Ryan; ambos estabamos tan ocupados que no tuvimos la oportunidad de vernos de nuevo.
Cuando bajé al estacionamiento sentí una extraña sensación de que alguien me observaba, miré a los alrededores para quitarme esa idea, pero no era suficiente y no podía quedarme con la duda.
Me dirigí a la sala de vigilancia para estar segura y allí lo encontré.
—Rebobina cinco segundos... —pedí al encargado del control. —Justo ahí.
Detuvo la imagen que dejaba ver a alguien salir del lugar para subir a un automóvil color negro.
—¿Hay registros de entrada de alguien, a una hora antes?
Otro buscó los registros y negó.
—No, entrada y tampoco salida. Esa persona no está vinculada a la empresa, perdone nuestro descuido. —se disculpó.
—Desde ahora, aumenten la seguridad. Le mencionaré al señor Rogers sobre esto, y así coloque más personal.
Salí de allí para subir a mi automóvil y pensar qué, quizás él había llegado a un punto de locura para hacer tal cosa, de otro modo no entendía su plan. Conduje hasta la casa de los Rogers donde debía estar mi jefe, no era mi intención molestarlo, pero la situación lo ameritaba.
—Lily... —su esposa se sorprendió para luego sonreír y darme paso.
—Hola tía Sam, ¿Como has estado? —la abracé.
—Increiblemente, regresando a mi vida de ama de casa. —rió un poco divertida.
Me confundí un poco ante sus palabras, y aunque tuviera curiosidad no pregunté ya qué a quien había ido a buscar se hizo presente.
—Lily. —me miró.
—Siento venir hasta aquí, pero necesito mencionarle algo importante. No le quitaré mucho tiempo.
—Está bien, podemos...
—¡Lily, Lily! —para mi sorpresa Max apreció, y corrió hacia mí.
—Max. —lo esperé para abrazarlo.
—Quedate. —me pidió con una sonrisa.
—Lo siento pequeño, pero estoy aquí por trabajo, ¿Sabes lo que significa? —él negó un poco ofendido. —Significa que trataré algo con tu abuelo y luego me iré. —reí por su expresión.
—Ya que mi nieto lo colocó así, quedate a cenar con nostros y luego trataremos el tema. —dijo, el señor Rogers.
—No quiero causar problemas. —negué.
—¿Que dices? Eres de la familia... —tia Sam me abrazó, impidiendo que me vaya y continuar en tono bajo. —Más ahora.
Aquello lo dijo con una sonrisa cómplice y supe a lo que se refería, claramente hacía mención a la posible relación que tenía con su hijo, aunque eso no fuera exactamente así.
—¿Quieres que utilice una orden en esto? —siguió mi jefe con una sonrisa y reí divertida.
En ese momento Ryan bajó las escaleras, parecía haber tomado una ducha y lo primero que hizo fue mirarme.
—Buenas noches. —me saludó y se lo devolví con un asentimiento.
—Papá... —Max se quejó con él.
—¿No quiere cenar con nosotros? —se sorprendió ante la expresión de su hijo, luego me miró y lo señaló. —¿Harás llorar a Max?
—¿Que? —me confundí.
—Max llorará en caso de no quedarte. —lo miró con un asentimiento y el niño comenzó a fingir su llanto.
—¿Es en serio Ryan? Ya madura. —me quejé, olvidando la presencia de sus padres.
—Es la voluntad de Max. —sonrió divertido.
—Está bien, pero deja de utilizar al niño o te pondré en tu lugar. —lo señalé y miré a los mayores. —Está bien.
Ellos sonrieron, indicándonos pasar al comedor y miré a los otros dos que chocaron sus cinco.
—De tal padre, tal hijo. —murmuré para mí misma.
La cena marchó con tranquilidad, y debía decir que estaba deliciosa, las comidas de mi madre y tía Sam siempre serían mis preferidas.
—Entonces, te ocuparás del caso. —la mujer me miró.
—Si, haré mi mayor esfuerzo para que todo salga según lo planeado. Ya que hay intereses compartidos. —hice referencia a la sociedad.
—Estoy segura de que lo harás, no tengo conocimientos legales, pero tus padres son excepcionales, ¿Será en conjunto?
—No, como asesora legal lo haré sola. Tengo la confianza suficiente para hacerlo. —sonreí levemente.
—Sé que sí, y te apoyo. Confío en tí, Lily. —me animó con una sonrisa y por un momento me embargó un sentimiento cálido. Era de las primeras personas que no me juzgaba y colocaba su confianza en mí.
Al terminar la cena, tía Sam se llevó a Max para que durmiera y sólo quedé con los dos hombres para platicar de la situación.
—No daré vueltas al asunto. —hablé mientras tomaba mi tablet de mi bolso y mostrarle el vídeo de las cámaras de seguridad. —Alguien sin registro ingresó hoy a la empresa, sugiero aumentar las medidas de seguridad porque no sabemos cómo se filtraron o robaron los datos de producto. Esta persona puede trabajar para Walker o no, pero también puede intentar algo en contra de Rogers Empire.
Ambos me miraron, sorprendidos por la información.
—Esto sirve como prueba ante cualquier caso, y estoy segura de poder encontrar a esta persona.
—¿Sabes quién es?
Hice una mueca para dejar mi respuesta a su criterio y ambos quedaron pensativos.
—Eso era todo, ahora me retiro. —me levanté.
—¿Se lo dijiste a tu padre? —preguntó el señor Rogers y negué de inmediato.
—Creo que debería saberlo, pero primero decidí decírselo a usted.
—Está bien, me encargaré de decírselo. Ve con cuidado. —me acompañó hasta la puerta.
—Justamente es por eso que no se lo dije. —mencioné en tono bajo. —Sé lo que pensará, ¿Podría ser cauteloso al decírselo?
—No te preocupes.
A la distancia vi a Ryan que continuaba pensativo y esperaba que eso no le causara preocupación y bajo rendimiento en su trabajo. Eso era lo que menos necesitábamos.
Conduje hasta mi departamento y suspirar con agotamiento, consideraba tomarme el día siguiente para descansar. Lo que menos necesitaba era lidiar con cosas extras, debía comenzar a prepararme y reunir todas las pruebas suficientes para el caso.
Tomé una relajante ducha cuando tocaron la puerta de un modo extraño.
—¿Que es esto? ¿Una película de terror? —bufé dirigiéndome para abrir, pero me detuve un momento.
Dudé hasta que lo disipee negando rápidamente y finalmente abrir, para encontrarme con un Ryan un tanto preocupado.
—¿Sucedió algo? —me confundí. Como respuesta me abrazó repentinamente mientras cerraba la puerta.
—No puedes quedarte sola, me quedaré contigo. —se separó para mirarme y no pude evitar sonreír por su actitud.
—¿Estás preocupado por mí?
—Sabes la respuesta, ¿Para qué preguntar? —frunció el ceño.
—Me es difícil de creer. —coloqué las manos en su pecho para intentar alejarlo, pero era imposible. —No puedes quedarte aquí.
—Max quedó con mis padres y ellos están de acuerdo en que me quede contigo esta noche. No te dejaré sola.
—Espera... —analicé un momento hasta que reaccioné. —¿Les dijiste que vendrías aquí?
—Lo saben, ¿Para que ocultarlo? —encogió los hombros.
—No es el caso... —me silenció con un beso.
—Además, te extrañé. —confesó, mirándome a los ojos, acercándose para besarme con más intensidad.
Sus palabras me sorprendían cada día más, él jamás había sido de muchas palabras y me costaba creer que se expresaba de tantas maneras conmigo.
Para cuando reaccioné estábamos en el sillón, disfrutando de sus caricias a lo largo de mi cuello y sonreí complaciente.
—¿Solo pasa esto por tu mente? —pregunté para que se detuviera.
—Sabes que no, podría hacer muchas otras cosas, pero sé que no lo quieres. —colocó sus manos a los costados para mirarme e impedir que me liberara.
—¿Que significa?
—Eso significa que no irías a un paseo conmigo, no irías a un parque de diversiones, tampoco a una cena normal o un viaje convencional. —quitó un mechón de cabello de mi rostro. —¿Me equivoco?
—No. —susurré.
—Es una pena, me habría gustado equivocarme, pero por otro lado demuestra que te conozco más de lo que crees. —sonrió, y devolví el gesto de manera sincera.
Asimilé que tenía razón en todo lo que dijo, no se equivocaba conmigo y quizás era cruel de mi parte, pero no podía darme esa clase de lujo en un momento tan crucial para mí profesión. Por otro lado, el hecho de conocerme tan bien en ciertos aspectos provocaba un desorden inusual en mi interior.
—¿Sabes algo? —tomé su mano para entrelazarla con la mía. —Creo que aún te falta mucho para conocerme completamente.
—¿Es lo que crees? —dejó escapar una risa, mientras depositaba besos cortos en mi rostro.
Por un momento comencé a reír por el cosquilleo que provocaba, pero al escuchar la puerta ambos quedamos en la misma posición como estatuas.
—¿Esperas a alguien? —preguntó en tono bajo.
—No, ¿Y tú? —pregunté automáticamente.
—No, esta es tu casa.
—Es cierto. —evité reír.
Me levanté para observar de quien se trataba y me alarme al ver a esa persona.
—Es mi madre. —avisé halandolo. —Ocultate.
—¿Donde?
—En la habitación, rápido. —lo empujé, cerrando la puerta.
Respiré profundo para aparentar normalidad y así poder abrir.
—¿Mamá? —fingí sorpresa, dejando que pasara.
—Lily, ¿Estás bien? —me revisó y supe la razón de su visita.
—Mamá, estoy bien. No te preocupes, veo que tío Tom les avisó.
—Si, y no puedes quedarte sola. Prepara tus maletas, nos iremos a la casa. —se dirigió a la habitación y tuve que detenerla.
—Mamá, agradezco tu preocupación, pero estoy bien. Por favor. —la halé hasta el sillón para que se sentara.
—No, no está bien. Lily, tenemos miedo y...
—Mamá. —tomé su rostro. —Mirame, estoy bien. Ya crecí.
—Jamás nos perdonaríamos...
—Dejame crecer, dejame crecer. —repetí con paciencia.
No la culpaba por como se sentía, después de todo su temor continuaba ahí y parecía que su trauma era peor que el mío, creyendo que algo malo podría sucederme de nuevo. Ese era su miedo, impidiendo que asimilarán la realidad y que habían pasado muchos años de aquello.
—Ve con cuidado, estaré bien. —la despedí después de mucho rato de plática contenedora.
Cuando se retiró fui a la habitación, creyendo que Ryan ya debía estar durmiendo, pero lo encontré observando un oso de peluche muy importante para mí. Al igual que una fotografía.
Aclaré la garganta para que notara mi presencia y tomé el portarretrato para dejarlo en uno de los cajones de la cómoda, era raro tenerlo fuera, solo cuando necesitaba recordar algunas cosas.
—No quise tomarlo sin permiso.
—Está bien. —me senté a su lado.
—¿Tus padres aún temen por tu seguridad? —me miró.
—Siempre.
—No los culpo. —suspiró, mostrando el oso. —¿Y este amigo?
—A veces me ayuda a dormir. —sonreí por su expresión.
—Ya veo, pero lo lamento por él. Hoy es mi turno. —lo dejó en su lugar para recostarse. —¿Dormimos?
—¿No intentarás nada? —me acomodé en mi lugar.
—Tu madre se preocupó por ti y vino aquí, honraré eso y dejaré que duermas segura. —sonrió con serenidad, halandome para que me recostara sobre su pecho donde pude escuchar sus latidos, intentando calmarse.
—Que amable. —liberé un suspiro de alivio y poco a poco fui cerrando los ojos para quedar completamente dormida.
¡Lo adorable que es Max!
Y ¡Casi atrapados!
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