CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 50
Desperté por el insistente llamado a la puerta, observando a mi alrededor para notar qué, me había quedado dormida mientras miraba la televisión.
—¿Quién insiste tanto? —me molesté observando la hora. —Son las 11 p.m. Sea quien sea lo golpearé.
Aquello lo dije de mala gana dirigiéndome a la puerta.
—Debí imaginarlo. —negué para luego bostezar por el cansancio. —¿Que quieres?
—Llevo tocando la puerta hace diez minutos.
—Hmmm, me quedé dormida en el sillón. —me recargué en la puerta, luchando contra el sueño aún sin darle paso.
—¿Puedo pasar? —señaló.
—No, me iré a dormir. Para lo que sea que hayas venido, no me interesa. —intenté cerrar la puerta, pero me detuvo.
—Es una pregunta importante.
—Dilo rápido, recuerda que tengo vecinos.
—Entonces... —entró y cerró la puerta tras de sí. —¿En qué sentido dijiste que aún no terminaste con ese tipo?
Fue cuando abrí de golpe los ojos para rebuscar en mi memoria algo que se relacionara a lo dicho. Al haber dormido mis neuronas no se encontraban en su mejor momento.
—¿Cual tipo? —fruncí el ceño.
—Xavier Reed. —respondió con paciencia.
—Él... ¿Quién es? —pregunté para molestarlo hasta que suspiró con impaciencia y reí levemente. —Ya recordé, ¿Por qué lo preguntas? No es de tu incumbencia.
—No importa, solo dímelo.
Suspiré con resignación al saber que no se iría hasta que respondiera su pregunta.
—Ya te dije que es mi exnovio... No puedo creer que especialmente tú estés justo aquí preguntando por esto. —intenté sentarme cuando me tomó de la cintura para acercarme a él.
—Quiero saber. —sus palabras sonaron similar a una sentencia y su rostro se tensaba por mi silencio. En ese silencio no pude evitar llevar mi mano a su pecho que emitía el sonido frenético de su corazón, tanto que podía escucharlo y sentirlo, ¿Estaba molesto?
—Ninguna de la que imagines. Entre él y yo, ya no hay esa clase de sentimientos, ¿Satisfecho? —intenté alejarme.
—Entonces, ¿De que clase? —frunció el ceño.
—¿Son celos? —lo miré directamente, sin intención de apartarlo hasta que respondiera.
—No respondas con una pregunta.
—Solo responde, si es así, no tiene sentido esa pregunta. Ya lo aclaré. —liberé un suspiro.
—Para mi no es suficiente... —me abrazó para esconder su rostro en mi cuello, provocando un cosquilleo en esa zona.
—¿Por qué? —pregunté, en un susurro curioso. Él no respondió y se aferró más. —Ryan...
—¿Sientes algo por mi? —su voz sonó temerosa, o quizá así la escuché por el hecho de que estaba presionando contra mi cuello.
—¿A que viene eso? —evité su pregunta y su mirada al separarse.
—Responde. —acarició mi rostro.
—Al igual que con Xavier, no tenemos esa clase de sentimientos. —finalmente me solté para poder sentarme.
—Quieres decir que soy igual a ese tipo...
—Tú lo dijiste, no yo.
—Diste a entender eso... —hice una mueca de desagrado. —¿Solo es sexo?
—Si, solo es sexo. —lo miré. —¿Feliz?
—¿Me das la razón para que me vea como un idiota? —se molestó.
—Si esa es la perspectiva de ti mismo, no es mi culpa. —levanté la voz.
—No puedo creer que vaya decir esto, pero... Echo de menos a la chica que expresaba todo lo que sentía.
—Que sorpresa, ¿Olvidaste que tu mismo la asesinaste? Hablar de sentimientos es ilógico.
Hubo un momento de silencio, algo muy incómodo y que me arrepentía de haberlo dicho.
—¿No hay ningún tipo de sentimiento? —bajó la mirada y su tono de voz.
—No, porque sé que tu no puedes sentir nada. —imité su acción, aquello que podía ser tomado como arrepentimiento, pero tampoco había lugar para eso.
—Entonces... —no supe en qué momento se acercó tanto para reclamar mis labios de un modo salvaje e insaciable. —no te molestará tener solo sexo esta noche. —murmuró sobre mis labios.
No respondí a sus palabras, pero si a sus acciones cuando me levantó para llevarme a la habitación.
Una vez más cedí al peligroso juego del deseo que se desataba sin razón, aquella noche sus labios y manos recorrieron mi cuerpo con lentitud, como si se tratara de una tortura mientras rasguñaba parte de su espalda. Él parecía no agotarse y en mi caso no quería ceder.
—Mañana... —lo detuve entre jadeos, colocando mis manos temblorosas sobre su pecho —Mañana hay que trabajar.
—¿Trabajar? —tomó una para colocarla en su cuello. —¿A quien le importa? —cuestionó, con evidente sudor en su rostro.
No comprendía su actitud, estaba agotada, pero no podía negarme al placer y las sensaciones que me producía, tan indescriptible en palabras.
Aquella noche no hubo descanso, suponía que solo había dormido veinte minutos antes de que el despertador sonara.
—Hmmm... —me quejé intentando abrir los ojos, girando en mi lugar para encontrar a alguien a mi lado.
—Es hora de trabajar.
Me froté los ojos para mirar bien y era Ryan, quien ya estaba vestido y parecia que también listo para irse.
No dije nada, sólo deslicé las piernas hasta que mis pies tocaron la alfombra, pero me sentía sin fuerzas y el temblor lo comprobaban.
—Maldición. —murmuré para mí misma cerrando los ojos con paciencia y al abrirlos lo encontré arrodillado delante de mi.
—¿Estás agotada? —no respondí. —¿Necesitas ayuda?
—No. —desvié la mirada. —¿Por qué...
—Querida Lily, hora sabes lo que es tener solo sexo. —besó mi labios de manera fugaz y salir de la habitación. Acto seguido escuché la puerta principal.
—Lo hizo apropósito. —froté mi cabello con paciencia para levantarme con mucho esfuerzo.
Llegaba tarde y tampoco había desayunado, lo que hacía rugir mi estómago mientras luchaba contra el agotamiento físico.
Caminé por el estacionamiento hasta que vi al señor Rogers caminar en mi dirección.
—Hora de irnos. —dijo al pasar, haciendo que girara de inmediato.
—¿A donde?
—Habrá pruebas del producto.
—¿Es necesaria mi presencia?
—Como abogada no, pero estuviste a cargo ese tiempo. Debes ver el resultado de tu trabajo. —me sonrió.
Asentí ante su repuesta, dirigiéndome a mi automóvil mientras en mi mente decía, “¿Y quien quiere verlo?”.
Al llegar fuimos directamente a observar las pruebas mientras evitaba bostezar con mucho esfuerzo, ignorando completamente lo que hablaban los mayores y obviamente, ignoraba a Ryan de quién sentía la mirada por momentos.
—Lily, ¿Te sientes bien? —me preguntó mi padre antes de comenzar una breve reunión.
—Si, solo es agotamiento. Anoche tuve insomnio. —bostecé.
—Deberías de cuidarte más.
Asentí mientras la secretaria llegaba con una taza de café para mi, era la primera vez que pedía algo como eso en una reunión, y sentía que al no tomarlo no sobreviviría.
Para mí fortuna fue rápido, pero no esperaba tener otra con mi padre y Ryan, donde tratarían sobre la última reunión y el posible acuerdo.
—Mi opinión no ha cambiado. —adelanté.
—¿Puedes revisar sus condiciones?
—No, y como lo dije la última vez, no firmaré nada. Si tu estás de acuerdo y satisfecho con sus condiciones, adelante. También debes consultar a tu propio asesor, no olvides eso. —lo miré con seriedad.
—Para eso estás aquí. —me sonrió para que accediera y negué de inmediato.
—Me niego a asesorarte como tú hija y como asesora de tu socio, mis honorarios son muy costosos. —desvié la mirada.
—¿Como trata Tom contigo? —bufó ofendido.
—Nos llevamos muy bien. —respondí sin mirarlo.
—Lamento interrumpir la discusión de padre e hija, pero ¿Trataremos el tema? —habló Ryan.
—Adelante, no los molestaré. —me levanté para retirarme. —Que tengan buen día.
En el estacionamiento bostecé de manera prolongada mientras abría la puerta del automóvil cuando alguien me tomó de la cintura, pegándose a mí.
—¿Que es esto? —cuestioné alarmada.
—¿Despues de anoche aún tienes energía para molestarte? —susurró cerca de mi oído.
—Deja de jugar. —lo empujé para que se separara. —Alguien puede vernos.
—¿Y qué? Solo es sexo. —sonrió.
—¿Y crees que es lo más normal del mundo? —expresé con molestia, intentando no molestarme en exceso. —Comienzas a actuar como un verdadero idiota.
—Creí que ya lo era.
—Tú lo dijiste, no yo. —subí al automóvil cerrando la puerta, pero tocó la ventanilla. —¿Que? Esto parece un acoso, deja de actuar así.
—Tu padre me pidió que te entregara esto. —eran los documentos del acuerdo. —¿Creíste que vine por ti? —sonrió con arrogancia.
—Te aborrezco. —solté de mala gana para finalmente retirarme de ahí.
No sé si reír o llorar por su relación. *Se va corriendo*
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