CAPÍTULO 49
Había salido con Vanessa con la intención de distraerme, pero no esperaba que se la pasara observando su móvil y sonriendo como adolescente enamorada.
—¿Es una broma? —cuestioné de mala gana al ver que se perdía en el aparato.
—Lo siento, lo siento... —rió dejándolo de lado. —Es solo que estamos fortaleciendo la relación.
—Fortalecer su relación no debe significar fracturar la nuestra. —murmuré.
—Y la nuestra no debe hacerlo con mi situación sentimental. —respondió de inmediato, en modo de reproche.
—No dije eso, todo lo contrario. —me levanté, pidiendo la cuenta.
—Espera...
—En lugar de estar aquí solo ve con él. —pagué con seriedad aunque no estuviera molesta, pero debía admitir que quería a mi amiga y no a la enamorada que tenía delante.
—Está bien. Vayamos a otro lugar. —tomó mi brazo al salir del lugar.
—No, solo quería distraerme. Tengo trabajo que hacer y lo haré ahora.
—¡Lily! —se quejó. —es domingo.
—Lo sé, por eso ve con tu amado novio y yo iré con mi amado...
—¿Hombre? —me miró con picardía.
—Trabajo. —completé con expresión incrédula por su insinuación, creyendo que era absurdo debido a los últimos problemas con Ryan. —Nos vemos.
Caminé hasta tomar un taxi y regresar a mi departamento donde solo me tumbé en el sillón mientras tomaba una llamada.
—Dije que no. —hablé en cuanto respondí.
“Eres una abogada, actua como tal.”
Luego de eso colgué y lo ignoré por completo en las siguientes diez llamada hasta que dejó de insistir.
—Hora de preparar la cena. —me levanté para cocinar algo rico y que me hiciera olvidar toda la rutina que tendría al día siguiente.
Cuando comencé a comer recordé los momentos en que comencé mi relación con Xavier y me enseñó a cocinar, en aquellos tiempos parecía tan dulce que era imposible imaginar lo que haría luego. Suponía que era bueno engañando y también yo, al engañarme a mí misma. Hasta recordaba la primera vez que dijo “Ti amo” en su idioma, provocando que sientiera cierta melancolía por aquellos tiempos.
Tomé el móvil para ver el mensaje que había enviado y suspirar, despejando aquellos recuerdos y concentrarme solo en el último que compartimos.
—Al parecer, no te quedó claro... —fruncí el ceño, dejando el aparato de lado y continuar comiendo.
Al día siguiente estaba en mi oficina, revisando algunos documentos cuando alguien irrumpió en mi lugar de trabajo, y la concentración que había conseguido.
—¿Que demonios quieres? —cuestioné de mal humor, viendo que llevaba unos documentos.
—Ignoraste todas mis llamadas, la única opción era venir aquí. —los colocó en el escritorio.
—¿Y que te hace pensar que atenderé tu pedido? Como puedes ver, también tengo mucho trabajo. —señalé mis propios documentos.
—Eres una niña mimada. —expresó con molestia y lo miré mal. —No te llamaba por el acuerdo con quién tuvimos la reunión. Necesito tu asesoría para otros acuerdos que me propusieron.
—Quieres mi ayuda despues de ofenderme, ¿Es así? —me incliné en mi asiento.
—No, fui amable y me colgaste. Te ofendí luego de que fueras grosera, estamos en igualdad de condiciones.
—In parità il mio sedere
[En igualdad mi trasero]
—Eso también.
Me sorprendí por que haya comprendido aquello. Él sonrió con arrogancia y habló.
—Comprendo muchas cosas en específico de diferentes idiomas, más cuando se trata de cuerpo y en especial si es el tuyo. —su tono se volvió sensual haciendo que me levantara de mi asiento y tomara algún documento para revisar e ignorar lo dicho. —Analiza bien, pero que sea rápido.
—Imposible. No me presiones, además ¿Quién te crees para darme órdenes? —fruncí el ceño sin apartar la vista de lo que estaba leyendo.
—Soy tu jefe.
Entonces lo miré y estaba sentado en mi asiento.
—No, tu padre dejó en claro ese punto. No eres mi jefe y levantate de mi escritorio.
—Soy el segundo al mando, y aún tienes mi caso, así que soy tu jefe por dos. —sonrió. —Y esta oficina, este asiento y todo lo que ves aquí es mío.
—Si, ésta enorme oficina que al parecer quieres compensar alguna complejidad con ella. —dije sin pensar.
—Sabes que no es cierto.
—Si, como digas. —acepté para que guardara silencio y continué con lo mío.
Caminé de un lado a otro verificando que la mayoría de las cosas estuvieran en orden y en favor de ambas partes, y lo estaban.
Intenté tomar otro documento, pero Ryan los presionó para acercarlos a él y provocar mi fastidio.
—Deja de jugar, estoy ocupada. —me acerqué para tomarlos, pero me tomó de la mano haciendo que cayera sobre él.
—¿Alguna vez tuviste una aventura de oficina? —susurró a centímetros de mis labios. Entonces recordé lo que Vanessa dijo tiempo atrás, sintiendo la contracción de mi estómago por la situación. —Dicen que es de las mejores. —dijo, acercándose a mi cuello y depositar besos cortos.
—Esto es malo, recuerda donde estamos. —intenté alejarme sin éxito, ya que había tomado mi cintura.
—Nadie ha entrado a mi oficina sin permiso, jamás. —acarició mis labios con los suyos. —Te extraño.
—Eres un aprovechado. —negué, cerrando los ojos al sentir sus labios reclamar los míos. Con deseo y desespero pedía más contacto y proximidad, algo que era imposible por el lugar en el que estabamos o eso pensaba hasta que sentí su mano acariciar mi espalda por debajo de la ropa.
Por un momento me dejé llevar por la sensación placentera que me provocaba, sentadome en una posición más cómoda para ambos hasta que tocaron la puerta.
Me separé con rapidez, acomodando mi ropa mientras mi acompañante dibujaba una sonrisa aunque liberara un suspiro frustrado.
—¿Si? —tomé los documentos, adquiriendo mi postura habitual.
—¿Ryan? —el señor Rogers lo miró con sorpresa y luego a mí.
—Vino para que revisara unos documentos. —señalé los que tenía en la mano.
—Creí que hoy tenían una reunión.
—No, se canceló para la próxima semana. —respondió, acomodándose en el asiento y colocar los codos sobre el escritorio.
—¿Y no pudiste esperar otro momento? Ahora mismo Lily está muy ocupada. —desvió la mirada un poco molesto.
—Son importantes.
—¿Por qué lo dejas sentarse en tu escritorio? —me miró.
—Eso es porque dijo que todo esto le pertenece, ésta oficina y también insiste que es mi jefe. —lo acusé con un leve sonrisa.
—¿Que clase de juegos hacen los jóvenes? —lo escuché murmurar para luego mirar a su hijo. —Atiendan esos documentos en otro momento y también, otros asuntos. Por favor separen la vida profesional de la personal.
—No es lo que piensa. —se detuvo antes de abrir la puerta.
—Tambien fui joven, Lily. —me miró con una leve sonrisa y me apené.
—Era por eso... —señalé a Ryan luego de que su padre se fuera. —acomoda tu corbata y largate de aquí.
—¿Y los documentos? —se levantó del asiento, dándome mi lugar.
—Los estaba revisando, pero me interrumpiste y desconcentraste. —tomé los de la empresa.
—¿Te desconcentré? —se acercó a mi rostro para robarme un beso. —¿Eso significa que comienzas a sentir algo por mi?
—No puedo sentir algo que ya está muerto. —resté importancia.
—Eres cruel.
—¿Hasta que hora trabajarás? Puedo ir a la empresa y revisar esto en una hora, así no habrá más inconvenientes. —lo miré.
—Saldré a las 6 de la tarde.
—Estaré allí a las 5, no quiero que luego aparezcas por aquí. —busqué algo en el ordenador.
—Como quiera, señorita Walker. Nos vemos en la tarde.
Para cuando se retiró me dejé descansar en el asiento, pensado que si su padre no hubiese tocado la puerta nosotros habriamos llegado más lejos. ¿Como podía despertar esa parte de mi en cuestión de segundos?
—La culpa es de Vanessa y sus ideas raras. —murmuré volviendo al trabajo.
Las horas pasaron más rápido de lo esperado, pero solo quería descansar. Suspiré con fastidio subiendo a mi automóvil y conducir hasta la empresa de mi padre, donde esperaba no encontrarlo.
Para mi suerte, subí sin cruzar a nadie hasta que llegué a la oficina de aquel hombre arrogante.
—¿Ya no golpeas? —me miró con una leve sonrisa.
—Solo te devuelvo la cortesía.
—Lo tendré en cuenta. —deslizó unos documentos por encima del escritorio. —Puedes revisarlos con tranquilidad, también tengo trabajo. —volvió su atención a lo que tenía en la mano.
Sin ninguna oposición comencé a revisarlos y descartar la mayoría por faltas legales que alguien más no vería fácilmente, pero los problemas estaban ahí.
—Todo listo. —los uní para dejarlos en su escritorio.
—Bien, Puedes irte.
—¿Y esto? —tomé un faltante. —¿Una posible inversión con...? —quedé en silencio para mirarlo sin comprender.
—¿Que? —no respondí. —Tambien quiero experimentar las inversiones, pero sé que dirás que será un fracaso teniendo en cuenta el último.
—No exactamente, puedes probar suerte con quien quieras... —cerré el documento. —menos con este tipo.
—¿Por qué? Invertir en una nueva linea de restaurantes suena bien. —se inclinó en su asiento para mirarme, a la espera de mi respuesta ¿Era una broma?
—No me opondría, pero este tipo... —desvié la mirada.
—¿Lo conoces?
—¿No lo recuerdas?
—¿Debería?
—Es Xavier, mi exnovio y no pretendo involucrarme en tus asuntos. Sin embargo, es mi deber decirte que este hombre no es confiable y al considerar su propuesta también debes considerar que me convertiré en tu enemiga. —fui lo más directa posible.
—¿Que fue eso tan malo que te hizo? —liberó un suspiro para luego sonreír.
—No hablaré de eso, solo diré que aún no termino con él. —dejé el documento. —¿Quieres hacerlo? Adelante, no te detendré. Solo te informé lo que debes saber. Ahora me voy.
Comenzaba a comprender el juego de Xavier, la pregunta era ¿Quién le había dado valor y la idea de dicho juego? Y, ¿Hasta dónde llegaría?
Limité mis pensamientos a esas preguntas mientras regresaba a mi departamento, con la idea de querer descansar.
Por un lado Ryan se pone candente en cualquier lugar... *Toma juguito*
Y por otro, Xavier comienza a presentarse. *Suspenso*
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