CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 39
Mi primer día de trabajo en la flamante Rogers Empire comenzaba y con él mi actitud profesional, algo que debia mantener y dar una buena impresión ya que no conocía a nadie con excepción al señor Rogers.
—Buenos días, y bienvenida. —mencionó a mi espaladas, mientras esperaba el elevador.
—Buenos días. —sonreí levemente.
—Te mostraré tu oficina y no quiero que la rechaces, por favor.
No supe a qué se refería exactamente, pero ambos subimos y me dirigió a una gran oficina.
—¿Por qué tan grande? —me sorprendí.
—Originalmente era de Ryan. —fruncí el ceño al escuchar su nombre. —Pero como sabes pasa más tiempo atendiendo la sociedad, más ahora. Por eso ésta oficina ha estado desocupada hace tiempo.
—Estoy segura de que le molestará. —me acerqué al escritorio.
—Claro que no, fue él quien insistió en entregarte esto.
—¿Que? —me sorprendí.
—Lo que oíste, estamos de acuerdo que trabajarás mucho y directamente conmigo. —señaló al final del pasillo que se veía a través de las persianas. —Es mi oficina, cuando te llame por favor preséntate.
—Entiendo.
—Y ahora... —asintió a una mujer mayor que cargaba una pila de documentos y los dejó sobre el escritorio. —Sé que eres dedicada, por favor, revisa estos documentos para comenzar.
—Está bien.
—¿Todo en orden o necesitas acomodarte? —me preguntó, después de un momento.
—No, es asi como me gusta trabajar, directamente al caso. —sonreí levemente.
—Muy bien. Nos veremos luego, comienza con calma. —me sonrió por última vez y salió.
Allí recorrí con la mirada el lugar y me sorprendía que el mismo Ryan haya sugerido cederme su propia oficina. No me molestaba, pero tampoco se lo agradecería o daría algo a cambio, no pretendía involucrarme más con él.
Tomé asiento notando la comodidad del mismo y así comenzar a trabajar durante varias horas. Revisaba un documento importante cuando me sobresalté al ver que la puerta se abrió repentinamente.
—Y creía que el día marchaba demasiado bueno. —volví la mirada al documento.
—Lo sé, ahora es perfecto. —se acercó para arrebatarme lo que tenía en la mano. Entonces lo miré.
—¿Que demonios haces?
—Cuidado, ahora estás en mi territorio. —mencionó sin mirarme.
—¿Tú territorio? —sonreí. —¿Que clase de animal eres? —se los arrebaté de nuevo.
—Tú lo sabes, no necesitas más palabras. Con las cosas que hicimos es más que suficiente. —respondió con tono seductor y con clara intención de seducirme.
—Por favor. —evité reír con arrogancia y continuar con mi trabajo, pero nuevamente fui interrumpida cuando colocó ambas manos sobre el escritorio.
—Luego nos debemos una plática.
—Si no es sobre trabajo, no me importa. —respondí sin apartar la vista de mi quehacer.
—¿Ryan?
Escuché la voz de su padre y miré en su dirección, estaba en la puerta que tampoco había escuchado, pero esperaba que fuera él que no haya escuchado nuestras palabras.
—¿Que haces aquí? —entró y continué con lo mío.
—Solo vine a ver cómo van las cosas y que la nueva no se relaje demasiado. —sonrió
—Eso no pasará, en realidad creo que la estás molestando. —me miró. —¿Verdad?
—Está bien, supongo que tiene razón. No es exactamente mi lugar... —él sonrió. —Pero, trabajaré para cerrarle la boca.
—Bien, me gusta esa actitud y Ryan no me mires así. —mencionó y sonreí —Recuerda que en estos momentos está trabajando para mí y tú trabajas con su padre, por cierto ¿Que haces aquí?
—Tenía algo que hablar contigo.
—Si es sobre negocios sería bueno que Lily nos acompañara para dar su opinión. —me miró.
—Como quieras.
—Se los agradezco, pero tengo mucho trabajo y preferiría limitarme solo a lo legal. —Desvié la mirada. —No creo que la falta de mi opinion lleve a Ryan a la quiebra, ¿No?
—Claro que no, a su edad es uno de los mejores negociantes que conozco. —colocó una mano en el hombro de su hijo. —vamos.
El menor me miró con una leve sonrisa, aunque sabía que intentaba reprimir su verdadera expresión qué seguramente sería una amenazadora por casi delatar su mal trato en el negocio y una vez más, me sentí triunfal. Así, se aplacó mi ánimo de los últimos días.
—Primer día, fuera. —murmuré para mí misma mientras tomaba mis cosas para salir de la oficina, mientras el reloj marcaba casi las 6 p.m.
Llegué a mi departamento sin energías para nada y solo tenía para comer una pizza que había comprado al pasar.
Mientras cenaba tomé el móvil, sin ganas de utilizarlo, pero observé un momento el contacto de mi amiga. Desde la última vez no había dado ningún tipo de señal y realmente la extrañaba, pero ¿Que podía hacer? Ni siquiera quería tratar conmigo misma en ese momento.
Estaba limpiando la cocina cuando escuché la puerta, me extrañé ya que no esperaba a nadie. Me dirigí para abrirla y encontrarme con él.
—Buenas noches. —me miró.
—¿Que haces aquí? —fruncí levemente el ceño, con confusion y sin ánimos de molestarme.
—Nunca me saludas. —sonrió pasando y cerrando la puerta.
—Ryan... —no pude continuar al sentir sus brazos rodeándome y envolviéndome en él.
Estaba tan agotada que dejé que me abrazara y así sentirme contenida por un momento, aunque no lo demostrara para mis afueras.
—Benjamin me comentó que Vanessa está molesta contigo. —dijo en tono bajo, no respondí, pero lo abracé como respuesta.
—No quiero hablar de eso. —murmuré lo suficientemente entendible.
—Claro, porque también estás molesta conmigo.
No respondí, y se separó, para mirarme a los ojos.
—No lo estoy. —intenté soltarme sin éxito.
—Quiero explicarte como son las cosas realmente, para que no hayan confusiones.
—No tienes que hacerlo, sé perfectamente cómo son las cosas. Y que bueno que hayas venido porque quiero discutir de algo contigo, tu padre puede descubrir en cualquier momento la pérdida que causaste.
Se sorprendió por lo dicho, pero seguidamente se relajó para acercarse a mi rostro y depositar un beso en mis labios, uno suave, uno que no quería responder.
—¿Escuchaste lo que dije?
—Si. —suspiró sobre mis labios. —Pero confío en tus habilidades para manejar esta situación.
—¿En serio? —finalmente me alejé, para poder sentarme en el sillón y él a mi lado. —Hoy no parecías el mismo, en la oficina siempre eres el mismo arrogante e indiferente, y no es que me importe...
—Lily. —cubrió mis labios con el pulgar. —No quieres explicaciones, pero siento que es un reclamo y no me molesta. Solo vine aquí para verte y saber cómo estas. No quiero saber nada referido al trabajo o lo demás, ¿Entiendes lo que digo?
—Me cuesta, pero si. Lo entiendo. —desvié la mirada.
—Entonces dime, ¿Como te sientes? —habló con suavidad, algo que me costó entender y tuve que controlar mi verdadera respuesta.
—Estoy bien, no moriré por estas cosas. Solo son situaciones y etapas que todos pasamos en la vida, ¿No? —volví a mirarlo. —Ahora quiero preguntarte algo.
—Te escucho. —tomó mi mano para halarme hacia él y abrazarme, dejando que descansara mi cabeza en su pecho.
—Eres el único que puede responderme esto directamente.
—Dime que... —pidió en tono bajo mientras acariciaba mi cabello.
—¿Crees que aún soy una niña mimada? ¿Crees que soy arrogante? —cerré los ojos, para evitar sentirme vulnerable. —Dimelo como Ryan Rogers, el chico que no le importaba decirme las cosas como eran. Por favor, solo necesito esa sinceridad.
Con su mano desocupada intentó tomar mi rostro para que lo mirara, pero se lo impedí. Tomé su mano para bajarla y quedar en esa posición.
—Dimelo, necesito escucharlo.
—Con sinceridad te diré, ¿Eres mimada? Lo eres. —cerré los ojos. —¿Eres arrogante? También lo eres, eres ambas cosas y a la vez ninguna.
—¿A qué te refieres? —me confundí.
—Lily siempre fue mimada, pero creció. Nunca fue arrogante, pero aprendió a serlo. —entonces lo miré. —Ahora eres adulta, y te acomodas a las situaciones, no eres ninguna de las dos cuando demuestras tu profesionalidad, pero si con quienes confías, así es Lily. Sin embargo, conmigo solo mostraste tu arrogancia y lo entiendo.
—¿Realmente me ves de ese modo? —asintió con una leve sonrisa. Esperaba una respuesta más cruda, una que me permitiera agachar la cabeza y redimirme con mis decisiones recientes, no esperaba esa respuesta.
—En resumen, así eres tú, una mezcla de una adulta infantil, pero no significa que esté mal. Sólo eres firme en tus decisiones, y los demás debemos comprender que no siempre estarás en acuerdo con nosotros. Simplemente eso. —acarició mi mejilla, acercándose lentamente. Cerré los ojos esperando el contacto de sus labios, pero los abrí al sentir que besó mi mejilla. —Debería irme.
Aquello lo dijo en un susurro, no era incitador sino en un tono bajo, con la intención de no perturbarme.
—Está bien. —respondí del mismo modo.
—Nos veremos en cualquier momento. —asentí levemente. La cercanía era la misma y ninguno desviaba la mirada de los ojos del otro.
—Te acompaño a la puerta. —dije, finalmente para cortar el contacto visual y la diminuta brecha que nos separaba.
Ryan deja de interesarse en el trabajo???? *Lo observa con atención*
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