CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 31
Al llegar a la habitación observé el espacio, era suficiente pero el problema era la cama, espaciosa y notablemente para una pareja.
—Podemos compartirla, de todos modos no sucederá nada. —dejó su maleta a un lado.
—¿Bromeas? —fruncí el ceño.
—¿Quieres que suceda? —sonrió de lado, la repentina pregunta me dejó sin respuesta. —Si, estoy bromeando. Puedes ocuparla, usaré el sillón.
—Bien. —me acerqué al ventanal para observar la ciudad.
Las luces comenzaban a presentarse poco a poco, dando un ambiente muy agradable acompañado con algunos relámpagos que se aproximaban en aviso de una pronta tormenta. Entre el viaje y otras cosas, prácticamente se nos había pasado el día.
—¿Damos un paseo? —llamó mi atención, haciendo que me sobresaltara.
—¿Por qué lo haríamos? —cuestioné, cruzando los brazos.
—¿Para no pasar toda la noche en está habitación? No pretendo salir de aquí, además, el encuentro será mañana, calculo que a mediodía. —señaló la puerta, invitándome a salir.
—Aún me pregunto que hacemos aquí, debíamos venir mañana. —me encaminé a paso moderado.
—Porque el viaje es largo, agotador y no había vuelos disponibles. También, porque dijiste que era importante y no debíamos perder la oportunidad. —subimos en el elevador.
—Sé lo que dije, no me lo recuerdes. —me molesté y sonrió burlón.
Salimos del hotel sin rumbo, caminando de un lado a otro como turistas despistados en una ciudad desconocida, pero lo cierto era que me quería alejar de él.
—Deberiamos cenar. —señaló un local de comida rápida.
—No, creo que debemos regresar —extendí mi mano para sentir las primeras gotas. —Estamos a dos calles, si nos apresuramos no nos mojaremos.
Me adelanté a caminar, creí que no me seguía y no me importaba, pero al cruzar la primera calle comenzó a llover con fuerza, empapándome completamente.
—¿Que haces? Camina. —me tomó del brazo para llevarme con él y detenernos al abrigo de una tienda. —toma. —se quitó su chaqueta para colocarla sobre mis hombros.
—De todos modos ya estoy mojada. —intenté quitármela.
—No es por eso, en realidad se ve más de lo que debería, ¿No crees? —me miró de pies a cabeza.
—No es cierto. —me apené, colocándome la chaqueta y mirar alrededor donde algunos hombres me observaban. —Vamonos.
Sin importar la intensidad de la lluvia regresamos a la habitación donde lo primero que hice fue tomar una ducha tibia, lamentandome por mi descuido y así colocarme mi ropa de dormir. Al salir lo encontré con el torso descubierto lo cual decidí ignorar para secarme el cabello con una toalla.
Al no poder hacer más que dejarlo húmedo tiré la toalla a un lado, en una silla para acercarme al ventanal y observar como la ciudad era cubierta por tal tormenta que había ganado fuerza.
—Hasta parece peligrosa. —susurré para mi misma, bajando la mirada.
De niña me gustaba la lluvia pero luego se convirtió en mi clima menos favorito debido a lo que me producía.
Al escuchar la puerta del baño giré para mirarlo, también llevaba su ropa de dormir pero aún con el torso descubierto como si quisiera mostrar lo que tenía. También secaba su cabello con una toalla, haciendolo parecer alguien extremadamente atractivo y sexy en sus movimientos.
—¿Que? —me miró y regresé a mi postura.
—Nada.
—¿Pedimos algo de comer?
—No tengo hambre, pide para ti. —suspiré por lo bajo
—Tampoco tengo esa clase de apetito. —dijo, en un tono muy particular.
Evité responder, disipando las ideas que me generaba tan solo escucharlo.
Lo sentí acercarse a paso lento, pero no esperaba que apoyara su cuerpo contra el mío mientras aspiraba cerca de mi cuello.
—¿Puedes...
Quedé en silencio, cerrando los ojos con fuerza cuando tomó mis manos, aprisionadolas con las suyas.
—Dime. —susurró en mi oído, con aquella voz sensual que me hacía temblar internamente.
—¿Puedes alejarte un poco? —soné lo más normal posible.
—¿Solo un poco? —emitió una leve risa. —Aquí hay una línea muy delgada, me alejo completamente o no lo hago, no existe un poco. Decide Lily, ya no puedes huir de algo que tú misma comenzaste.
Bajé la mirada, mis latidos se aceleraron al segundo de escuchar mi nombre de sus labios, más aún con ese tono tan particular.
Mi cuerpo reaccionaba al roce de su piel desnuda que me abrazaba con fuerza, pero no agresividad.
Al estar a mis espaldas no podía ver su expresión y viceversa, solo podía sentir su cuerpo pegarse más si eso era posible acompañado de sus latidos que golpeaban mi hombro. Con la cercanía podía sentir el calor que emanaba y nuestras pieles parecían quemarse con cada roce.
—Vamos. —depositó un corto beso en mi cuello haciendo que sucumbiera.
Fue en ese entonces que le cedí el completo control a mis deseos siendo consciente de que solo sería una noche, una muy necesaria para finalmente librarnos de la tensión que existía entre nosotros. Esa era mi lógica.
Como pude me solté de su agarre para girar y enfrentarlo sin palabras, su mirada penetrante parecía surcar mi interior sin que diera permiso aunque eso no me intimidara.
Su cabello húmedo daban una imagen única y atractiva, invitándome a enredar mis manos en él.
Y sus labios, parecían estar a la expectativa de algo que deseaba.
Sin aviso me acerqué para besarlo de un modo que ambos estábamos esperando, tomándolo por sorpresa y la quietud de sus labios era la prueba hasta que finalmente respondió.
Sus manos se posaron en mi cintura para acercarme más mientras hacia lo mismo con mis manos en su cuello, la incesante lluvia comenzó a golpear el cristal de la ventana haciendo que él reaccionara rápido, cerrando las persianas sin despegarse de mis labios.
Una de sus manos surcó mi espalda por debajo de mi blusa, sintiendose como un metal encendido provocando a la chispa del deseo.
Su lengua juguetona pedía permiso a mis labios pero, con el mismo juego se lo impedí obligándolo a que me levantara en sus brazos y justo en el impulso consiguió lo que quería. Entré besos llenos de pasión y caricias envolventes sobre mis muslos se dirigió a la cama donde me depositó sin apartar sus labios de los míos. Sus manos subían y bajaban por mi muslo en un juego envolvente y candente, deduciendo lo que realmente quería.
Se separó de mi rostro para dirigirse a su nuevo cometido, mi cuello, sobre el cual aspiró profundamente antes de comenzar a besarlo con sensualidad dejando pequeñas mordidas a su paso. Una de sus manos juguetonas dejó mi pierna para comenzar a subir con lentitud, sentía su pasó lento hasta adentrarse en mi prenda inferior.
Al sentir que había llegado a mi parte sensible, aún sobre la última prenda, me removí intentado detenerlo pero ejerció fuerza tanto en sus besos en mi cuello como sobre su cuerpo para evitar que me moviera.
—Espera un momento... —me detuve al sentir su juego, frotando levemente esa parte prohibida.
Dejó mi cuello por un momento para regresar a mis labios donde me dió la movilidad suficiente para posar mis manos sobre su pecho. El deseo de acariciar su torso descubierto fue perdido por su juego en mi intimidad que comenzaba a traspasar la última prenda.
—Solo disfrútalo. —susurró, mirándome a los ojos y en el mínimo movimiento tomó mis manos para aprisionarlas sobre mi cabeza, solo con una de las suyas.
Entre besos, sus dedos retomaron su juego peligroso adentrándose donde no debían, con movimientos que invitaban a seguirlos en una danza involuntaria.
Ladeé mi cabeza a un costado, mordiendo mi labio inferior para impedir que se encaparan sonidos de notable placer. Él sonrió levemente, regresando a mi cuello como si fuese la comida más deseable y continuar con sus besos para que aumentara mi estimulación.
Sus movimientos fueron aumentando de velocidad provocando que apretara el agarre de nuestras manos hasta llegar a mi punto máximo, liberando un suspiro que había contenido por varios minutos.
Finalmente liberó mis manos y la otra comenzó a ascender lentamente, sintiendo la humedad a su paso. Las detuvo a ambas sobre mis hombros, para tomarlos y levantarme con cuidado, invitándome a sentarme un poco. Así tuvo la libertad suficiente para quitarme la blusa sin ningún problema mientras lo abrazaba, aferrándome a su cuello para sentarme sobre sus piernas y ser quien se deleitaba con su hombro y zonas descubiertas. Lo escuché suspirar complaciente cerca de mi oído subiendo y bajando sus manos a lo largo de mi espalda, y detenerlas en mis glúteos para presionarlos cuando lo mordí levemente.
—Sorprendente. —susurré, separándome para mirarlo. —Definitivamente no eres el mismo que habitualmente asiste a reuniones.
Mientras hablaba, bajaba lentamente mis manos por su torso disfrutando la firmeza de sus músculos hasta llegar al comienzo de su pantalón, sintiendo como se contraía al paso de mis caricias. El placer que sentía con tal solo verlo así, casi rendido era algo que no tenía precio y probablemente no lo cambiaría, ¿No era el mismo que dijo qué jamás me había visto como mujer?
Entre caricias juguetonas subió sus manos para desprender y quitar mi ropa interior, sin ningún esfuerzo para asi concentrarse en las nuevas areas descubiertas, haciendo que me inclinara hacia atrás. Un jadeo se escapó, incontrolable, por las sensaciones producidas provocando que presionara con fuerza sus brazos mientras sentía el inminente crecimiento de su virilidad.
Nuevamente me depósito en la cama, dejando mis manos en completa libertad mientras sus besos bajaban lentamente, dejando un camino humedo, desde mis pechos hasta mi abdomen, provocando la contraccion de mi vientre ante el estimulante camino que producía hasta el inicio de la última prenda que tenía.
Bajé la mirada para encontrarme con la suya, provocadora, dando a entender lo que haría pero lo detuve tomándolo del rostro para besarlo. No estaba preparada para eso.
Con lentitud comencé a bajar mis manos hasta el comienzo de su pantalón para desprenderlo, pero me detuvo.
—Espera... —tomó mis manos entre las suyas para alejarlas de allí. —No habrá vuelta atrás, ni lugar para arrepentimientos.
Mis latidos se aceleraron aún más cuando escuché su voz jadeante, seductora e incitadora.
Me solté de su agarré para regresar al comienzo, tomando la prenda y acercarlo a mí mientras la desprendía.
—Ya te lo dije, el arrepentimiento no es para mi.
Entonces sonrió cerrando los ojos para nuevamente tomar mis manos y besarlas con suavidad.
—Me gusta ésta Lily, me gusta demasiado. —confesó, mirándome a los ojos.
Evité sorprenderme, solo me limité a sonreír mientras se acercaba para besarme muy diferente a momentos antes. Lo hacía con suvidad y dulzura, algo que jamás esperé de él. Al mismo tiempo descendió sus manos para despojarme de mis ultimas prendas y de las suyas, las únicas que nos impedían tener completo contacto.
—Solo... —intenté hablar mientras tomaba su posición.
—No te preocupes. Te aseguro que no te arrepentirás. —sonrió con sensualidad, uniendo nuestros labios para darnos total permiso al igual que nuestros cuerpos.
No era una inexperta en el tema y tampoco en la práctica, pero debía admitir que dolió un poco ya que había pasado tiempo de la última vez. Me sentía como la primera vez y lo era, era la primera vez con él y probablemente la última, por ese motivo no podía detenerlo y tampoco contenerme. Solo me limité a presionar sus fuertes brazos y deslizar mis manos hasta su espalda donde lo abracé con fuerza, evitando rasguñarlo.
Increíblemente sentí que entendía mis pensamientos, con sus movimientos lentos al comienzo, sabiendo que se contenía con gran esfuerzo y lo notaba en su expresión rígida, liberando suspiros contenibles. Se mantuvo así por unos momentos hasta que lo reclamé en un beso lleno de deseo, dando a entender que podía hacerlo a su manera y así lo hizo.
Sus movimientos aumentaron de velocidad provocando un placer indescriptible hasta ese momento.
Sus embestidas ganaron fuerza llevándome a un punto de placer desconocido y al punto de perder la razón, haciendo que rasguñara su espalda y comenzara a gemir sin control.
Su resistencia era asombrosa, tanto que mi cuerpo se contrajo varias veces y no supe cuánto tiempo llevábamos haciéndolo pero se ganaba el título de, la mejor experiencia.
El bonus extra eran los sonidos varoniles que liberaba cerca de mi rostro haciendo que el deseo aumentara cada vez más, entonces supe qué, claramente tendríamos una larga noche.
Como que subió mucho la temperatura... *Cof cof* ¡Adiós!
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