CAPÍTULO 115
CAPÍTULO 115
Un año más tarde recibíamos a Eve en nuestra casa y con ella a los dos niños que cumplirían dos años.
—¿Seguros que podrán cuidarlos? Tres niños no será fácil. —nos miró con preocupación.
—¿Por quién nos tomas? Claro que podremos cuidarlos, no te preocupes. Además, Max es muy obediente, no sucederá nada. —respondí con orgullo y Ryan asintió.
—Cuidaremos perfectamente a Lucas y Amy, no se preocupen. —agregó mirando a su cuñado que liberó un suspiro y no supe si era de alivio o preocupación.
—Solo será una cena, regresaremos de inmediato. —dijo mientras dejaba algunas cosas. —Aquí están los pañales, ropa ante cualquier inconveniente, juguetes y algunos biberones. Si sucede cualquier cosa nos llaman de inmediato. —nos señaló y los acompañé a la puerta.
—Que les vaya bien. —los despedí y Eve me miró inquisitivamente, reteniendo su queja al haber sido echada.
Al regresar a la sala Max movía un juguete para entretener a Amy, y Ryan sostenía a Lucas que intentaba caminar por cuenta propia.
—Los niños crecen tan rápido. —me senté en el sillón para observarlos. —Recuerdo claramente lo pequeña que era Amy, y mirala ahora, pronto comenzará a caminar junto a su hermano.
—La verdad es que crecen muy rápido, solo mira a Max, en un año y hasta se ve un niño totalmente maduro. —sonrió.
—No le digas así, él es un niño muy adorable, ¿Verdad Max? —tomé mis mejillas para besarlo. —No dejes de ser tan lindo.
—Creceré. —respondió, aún jugando con Amy.
—Eres malo. —hice una mueca y miré a Ryan que negaba con una sonrisa. —¿Que es lo gracioso?
—Lo mimas demasiado. —se refirió a Max, pero él no lo notó.
—No pedí tu opinión. —respondí totalmente ofendida y mirar a Max que se cubría la nariz.
—Amy se hizo. —la señaló.
—Muy bien, manos a la obra, maravillosa tía. —mi esposo me animó y lo miré mal. —¿Pretendes que la cambie? Acordamos en ocuparnos uno cada uno.
—Lo sé... —negué levantando a la niña para llevarla a una habitación. —Vamos Amy, hora de cambiarse.
—¿Sabes cómo hacerlo? —se acercó en compañía de los niños, llevándome lo necesario.
—Claro que sé, Eve me lo enseñó un par de veces, y también lo hice. —lo miré.
—Bien. —salió un momento mientras hacía lo mío, hablándole dulcemente mientras ella sonreía divertida. —Eres tan hermosa.
Al bajar me miró mientras asentía con una expresión sorprendida.
—Objetivo cumplido. —levantó los pulgares.
—Que poca fe me tenías. —reí comenzando a jugar con los niños que curiosamente se entretenían más conmigo.
Minutos después cenamos y en ningún momento se escuchó algún llanto, solo risa y algunos gritos por estar jugando. Cuando los menores bostezaron, los tomamos para que pudieran dormir y Max se acercó para sentarse a mí lado, descansando su cabeza en mi brazo, aún teniendo a Amy.
—¿Que sucede? —pregunté en tono bajo y me miró, aunque parecía dudar. —Vamos, dime.
—Quiero un hermanito. —luego de dejarme sorprendida y sin palabras, volvió a su posición y miré a Ryan. Quien claramente había escuchado, pero fingía que no.
No respondí y solo esperamos a que los buscarán. Sus padres no tardaron en llegar y en cuanto lo hicieron se sorprendieron por la tranquilidad del lugar.
—Oh vaya, sinceramente no creí que les fuera tan bien. —mencionó Eve, tomando a Lucas y Kevin a Amy.
—Mi princesa duerme como un ángel. —la admiró dormir y sonreí.
—¿Como se sintieron? —siguió Eve. —¿Preparados? Sinceramente, creo que Max merece una hermanita.
—¡Si! —exclamó él, totalmente emocionado y feliz por la idea.
—Como si fuera fácil. —murmuré para mí misma.
—¿Por qué él temor? Creí que querías ser madre. —agregó Kevin y no supe por qué lo decía, hasta que miró a su esposa. —Eve lo mencionó.
—Que chismosa. —me quejé y encogió los hombros.
—Ustedes sabrán. —siguió para luego retirarse y dejarnos a los tres.
—Max, ¿Quieres un hermanito? —le preguntó Ryan, arrodillándose a su altura para hablar.
—Si. —respondió de inmediato.
—Entonces...
Giré los ojos sin saber lo que pretendía hacer y subí a la habitación para tomar una ducha, y luego ir a la cama.
—¿Ya se durmió? —le pregunté en cuanto entró y asintió quitándose la camisa.
—Lo hizo, estaba agotado tanto jugar con sus primos. —sonrió mirándome. —Sería fantástico que pudiera jugar así con un hermanito, ¿No lo crees?
—Si, también lo creo, pero ahora no tengo tiempo. Solo quiero dormir. —me acomodé dándole la espalda y escuchar la puerta del baño.
Comenzaba a quedarme dormida cuando sentí su mano colocarse en mi vientre, mientras depositaba besos en mi cuello.
—Tengamos un bebé. —pidió en un susurro y abrí parcialmente los ojos para suspirar.
—No te daré nada. —me acomodé para finalmente dormir.
Él no insistió, tampoco molestó y sabía la razón, ambos sabíamos la “razon”.
Un par de días después regresaba del trabajo, totalmente agotada y lo que menos quería era preparar la cena, pero ese era el trabajo lógico de una ama de casa y debía hacerlo. Al entrar encontré a Max sentado en el sillón, cargando una mochila y una maleta a su lado.
—Hola cariño, ¿Que haces? —me acerqué a él.
—Espero a papá. —sonrió.
—¿Donde está? —solo señaló escaleras arriba y supuse que estaba en la habitación. —¿Ya comiste? ¿Tienes hambre? —me senté a su lado.
—No, comeré con mis abuelos.
—¿Irás con tus abuelos? —asintió. —No lo sabía, no me dijeron nada. —sonreí sin ganas.
—Lily, al fin llegas. —mi esposo llamó mi atención desde las escaleras. —¿Puedes venir un momento?
Asentí subiendo a la habitación y encontrarme un par de maletas, y no sabía que me sorprendía más.
—Ryan, ¿Que sucede? —fruncí el ceño.
—Toma una ducha, vístete, llevaremos a Max con mis padres y luego nosotros haremos un corto viaje. —besó mis labios.
—¿Viaje? —cuestioné.
—Si, ya hablé con tu padre y se hará cargo de todo por una semana. No te preocupes.
—¿Que no me preocupe? Hasta parece que estamos huyendo de algo. —negué sin comprender. Él no respondió y suspiré con paciencia. —No he empacado.
—Lo hice por ti, solo toma una ducha, por favor. —me abrazó.
—Todo esto es muy raro.
—¿Raro? Me lastimas. —rió levemente y se acercó a mi oído. —Empaqué toda la ropa interior que me gusta quitarte.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escucharlo y sin mirarlo me dirigí al baño, ya podía interpretar sus intenciones para tal viaje.
Dos horas después estábamos en un vuelo rumbo a Paris, a una de las ciudades más románticas del mundo y en la cual vivía mi amiga con su prometido, porque si, finalmente Benjamín le propuso matrimonio.
—Sé que estás pensando en ella, pero este viaje es para nosotros. Luego podrás verla. —tomó mi mano.
—¿Es un secuestro? —sonreí ante la idea.
—Estás en lo correcto, y te secuestraré por varios días. —se acercó para besarme levemente.
—Imagino tus intenciones perversas. —desvié la mirada.
—No veo que te niegues, de otro modo estarías gritando como una loca. —rió en tono bajo.
—Maldito esposo arrogante...
No pude contener mi risa y al llegar tomamos un taxi hasta un hotel que tenía una vista excelente, dando a la torre Eiffel.
Ha pasado un año, y Lily no quiere un bebé *se sienta para observar*
Próxima actualización hasta el final ... *Tira papelitos*
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