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CAPÍTULO 113

CAPÍTULO 113


Las dos semanas pasaron volando y estaba a un día de contraer matrimonio, estaba tan nerviosa que no lo creía. Movía mis pies sin control hasta que alguien liberó un suspiro de impaciencia.

—Lily, estamos en un spa para que puedas relajarte y que mañana no tengas una ojeras de mapache. —mencionó mi amiga, recostándose para que le dieran un masaje. —Relajate.

—No puedo. —suspiré.

—Solo es una boda, no es el fin del mundo. —habló en tono relajado mientras recibía el masaje.

—Lo dices así, pero te irás a París en una semana, ¿Como debo sentirme? —me recosté para que me colocaran pepinillos en los ojos y comenzaran a masajear mis pies.

—¿Feliz? Cumpliré mis sueños y tu estarás felizmente casada con el hombre que amas. —parecía más dormida que despierta y suspiré.

Tenía razón, no debía hacerle caso a mis nervios y debía estar feliz por ambas, era cierto que se iría luego de mi boda por haber recibido una oferta muy importante y que no podía rechazar. Solo podía estar feliz.

—Además. —volvió a llamar mi atención. —Te visitaré continuamente, no te librarás fácilmente de mí y también quiero que me visites.

Entonces reí satisfecha y tranquila, esperando que fuera así. Sin darme cuenta comencé a relajarme hasta quedar dormida y solo lo noté al despertar.

—Que maravilloso masaje. —dijo mi amiga, despertando al igual que yo.

—Super maravilloso. —sonreí

Aquel día fue solo nuestro, lo pasamos juntas para evitar que Ryan me viera y también como despedida de soltera poco común.

—Mañana serás mujer casada mi pequeña Lily. —me abrazó.

—Te juro que aún no me lo creo. —sonreí bebiendo un té relajante.

—Tampoco yo, siempre creí que me casaría primero, pero Benjamín no parece estar interesado en la formalidad. —hizo una mueca de disgusto y reí divertida.

—¿Por qué no se lo pides tú? —bromeé, pero se quedó pensativa un momento.

—¿Crees que sea buena idea? —tomó mis manos.

—Sinceramente me gusta lo tradicional, y eso significa que sea él quien lo pida, pero al ver que no lo hace... —encogí los hombros. —Ademas, no veo razón para que te rechace, ¿No?

—Claro que no, ¿Donde encontrará otra mujer tan hermosa y perfecta? —se señaló con orgullo.

—Esa es la actitud, me gusta. —también la señalé.

—¿Sabes? Estuve recordando cuando éramos niñas, donde la pequeña Lily perseguía a Ryan para molestarlo. —rió burlándose.

—Lo recuerdo, y realmente era para molestarlo, pero él pensó que estaba obsesionada con él o algo así. —negué haciendo una mueca.

—Lo sé, pero ¡Mañana se casarán! —festejó tirando papelitos que no sabía de donde los había sacado, pero allí estaba ella, haciendo desorden como siempre.

—Quizas por esto Benjamín no te propone matrimonio. —reí.

—¿Dices que debo ser ordenada? —se detuvo

—Dentro de lo posible.

La noche pasó para nosotras, durmiendo temprano para que al día siguiente estuviéramos bien frescas.

Me encontraba en pleno preparativo con personas maquillandome y peinando mi cabello, mientras intentaba controlar mi corazón emocionado.

—Vanessa, ¿Como me tranquilizo? —pregunté con los ojos cerrados.

—Solo respira. —respondió con tranquilidad.

—¿Que es eso? —respiré profundo, aunque no funcionara.

—Cariño, estás igual a mí cuando me casé con tu padre. —mencionó mi madre del otro lado y decidí escucharla.

—¿No podías respirar de los nervios? —pregunté.

—No, y tu padre tampoco, Sam tuvo que tranquilizarlo. —rió y la siguió mi pronta suegra.

—Es cierto, el punto es que todos nos ponemos nerviosos en un momento como éste y eso incluye al novio. Por eso, intenta ser considerada, calmate y él pensará lo mismo, de ese modo ambos estarán lo más tranquilos posible. —agregó y suspiré.

—Estoy tranquila, pero mi tonto corazón no está igual. —confesé, llevando una mano a mí pecho y verificar mis propias palabras.

—Es completamente normal. —dijeron las tres al  mismo tiempo y reí, liberando un poco de tensión.

El momento había llegado y me observaba al espejo con el maravilloso vestido que había hecho mi amiga.

—Es perfecto. —liberé un suspiro y luego miré a mi madre que parecía muy emocionada. —Mamá.

—Mi bebé se casará. —se cubrió los labios y reí, evitando llorar junto a ella.

—No te atrevas a llorar. —me señaló mi amiga, aún cuando ella misma estaba al borde de las lágrimas. —Llamaré a tu padre. —dijo con voz quebradiza mientras salía de la habitación.

—Te deseo mucha, mucha, mucha felicidad Lily. —me abrazó y correspondí con fuerza.

—Gracias. —asentí.

—Me iré  ahora, ya llegará tú padre. Solo respira, ¿Si? —asentí ante su pedido y quedé sola.

Cerré los ojos por un momento esperando no desmayar por los nervios y esperando que todo saliera bien.

—Hija. —miré hacia la puerta donde mi padre se quedó totalmente sorprendido al verme.

—¿Me veo bien? —pregunté con temor y él negó.

—Te ves increíble, eres una princesa. —se acercó para tomar mis manos y notar que estaban temblorosas. —¿Por qué estás así? Te casarás con el hombre que amas, deberías estar ansiosa por llegar al altar, no nerviosa. —intentó calmarme y negué.

—Temo desmayarme en cualquier momento, siento que no llegaré al altar. Papá, te pido que no me sueltes hasta llegar con él. —pedí con preocupación y él sonrió.

—Claro que no te soltaré, puedes estar segura. Te llevaré y te entregaré con la seguridad de que serás muy feliz, solo pido eso, que seas totalmente feliz.

—Graciaa papá. —me limpié el rostro por algunas lágrimas que amenazaban con escaparse.

—¿Lista? —asentí y él extendió su brazo para que lo tomara. Así lo hice, lo tomé con un poco de fuerza para aplacar el nervisismo y salimos.

El festejo se realizaría en un salón donde nos casaríamos y luego sería la cena.

La música comenzó a sonar y me detuve antes de entrar, respiré profundo y pudimos avanzar a paso lento. Los invitados se pusieron de pie para darme la bienvenida y lo único que hice fue mirar a Ryan al final de la sala, él me sonrió y pude tranquilizarme.

Al llegar con él me recibió, tomó mi mano y besó mi frente, e increíblemente, con aquel simple acto disipó cualquier rastro de nerviosismo.

—Hagamos esto. —susurró para mirar al sacerdote y que diera inicio a la ceremonia.

Escuchamos con atención cada una de sus palabras hasta que nos miró directamente.

—Lily Walker, ¿tomas a Ryan Rogers  como tú esposo? Para tenerlo y para sostenerlo, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Como así también, ¿prometes amarlo y respetarlo todos los días de tú vida?

Pensé unos segundos hasta que finalmente asentí y respondí.

—Si, quiero.

—Ryan Rogers, ¿tomas a Lily Walker como tú esposa? Para tenerla y para sostenerla, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Como así también, ¿prometes amarla y respetarla todos los días de tú vida?

—Claro que quiero. —confirmó con una sonrisa.

—Si hay alguien que se oponga a ésta unión, que hable ahora o calle para siempre... —el silencio inundó el lugar y prosiguió con una sonrisa. —Por el poder que se me otorga, los declaro, marido y mujer. Puede besar a la novia.

Sonreí con amplitud al escuchar lo último y asimilar que nadie podría separarnos.

Él me miró, tomándome con seguridad y sin pena para besarme de un modo que reafirmara aquellas palabras. Correspondí del mismo modo, sin importarme que los demás estuvieran presentes, y al separarnos, me miró con una sonrisa.

—Bienvenida, Lily Rogers. —susurró sobre mis labios, produciendo un temblor en todo mi cuerpo al llevar su apellido.

—Suena bonito. —respondí del mismo modo para después mirar a los presentes que se acercaban a saludar.

El resto del festejo marchó tranquilo, dentro de lo posible, excepto por algunas copas de más en la pareja que aún no se comprometía y eso parecía frustarle a ambos, pero nos regalaban momentos divertidos.








Y dieron el si... *Comienza a llorar de emoción*

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