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CAPÍTULO 108

CAPÍTULO 108:
LILY

Al llegar a Londres tomamos un taxi hasta el edificio donde una sonrisa se dibujó en mi rostro.

—Hmmm... —me detuve en la entrada.

—¿Hmmm? —Ryan me miró un poco confundido.

—Debes ver a Max. —sonreí ante su mirada. —Si quieres tener tantos hijos conmigo, no descuides al que ya tienes. —me acerqué para besarlo y correspondió al instante.

—Jamas lo haría. —se separó para mirarme a los ojos. —Iré a casa ahora, y deberíamos pensar cuando dar la noticia ¿Te parece?

—Me parece. —asentí. —Tambien llamaré a mis padres para hablar de algo.

—Está bien, también debo hablar con ellos.

Me besó una vez más para luego irse rumbo a casa de sus padres. Al subir a mi departamento liberé otro suspiro, asimilando que ya no vería a los Dimarco y eso me entristecía, porque implicaba cortar cualquier contacto posible.

En mi habitación tomé lo que me había dado Lucio, tiempo atrás y lo observé un momento.

—Una vida por otra. —repetí sus palabras para luego sonreír. —No me imagino ningún escenario posible para llegar a ese extremo.

Cerré mi mano con el proyectil en ella y luego dejarlo en su lugar, como un tesoro guardado al igual que la llave de la caja.

Tomé el móvil para marcar a mi padre y esperé que respondiera después de unos segundos.

“¿Hija?”

Se escuchaba muy preocupado y me sentía mal por eso.

—Hola papá, primero que nada estoy bien. Segundo, siento haberlos preocupado. —hablé con tranquilidad para que supieran que estaba bien.

“¿Donde estas?”

—Estoy en mi departamento, acabo de regresar.

“Iremos a verte de inmediato.”

—Está bien. —despegué el móvil del oído para ver que había colgado, ¿Estaba molesto? Era muy posible, pero esperaba que no me regañara de nuevo.

Los esperé pacientemente mientras preparaba la cena, y luego de unos treinta minutos tocaron la puerta. Al abrir, lo primero que recibí fue un abrazo inesperado por parte de mi padre.

—Hija, ¿Donde estuviste? —preguntó aún sin soltarme.

—Papá. —sonreí por su actitud, mirando a mi madre que sonreía. —Estuve en Italia. —respondí cuando pude soltarme y abracé a mi madre.

—¿Italia? ¿Qué estuviste haciendo en Italia? —preguntó mi madre, sentándose en el sillón e hice lo mismo en el individual, uniendo mis manos para que no vieran el anillo.

—Si, tenía que ocuparme de algo importante. —desvié la mirada, sin intenciones de dar más explicaciones.

—¿Eso tenía que ver con Lucio Dimarco? —preguntó mi padre, y no debía sorprenderme sus especulaciones.

—No papá, no tiene nada que ver con él, al menos no del modo en que piensas. —suspiré casi inaudible. —Tenía otro asunto, fue por eso que me fui y estuve incomunicada porque también sentía culpa por Ryan.

—Entonces, ¿Por qué lo hiciste? —siguió mi madre. —Huiste porque te sentías culpable.

Lejos de ofenderme o molestarme, sonreí porque parecía que hasta parecían molestos por el sufrimiento de Ryan.

—Tienen razón. —me levanté, dirigiéndome a la cocina para ver la cocción de la comida. —Me fui porque me sentía culpable, y sabía que si nos viéramos de nuevo lo lastimaría más. No quería eso, no quería que sufriera y tampoco quería seguir sufriendo por eso. —los miré parcialmente, ellos me observaban comprendiendo mis palabras y parecían aliviarse.

—Entonces, ¿Que harás ahora?

—Estoy de regreso, ¿Se quedan a cenar? —busqué los platos al recibir su confirmación. Mientras mi madre me ayudaba a servir se quedó en shock viendo algo en particular.

—Lily. —miró mi mano y luego a mi padre. —¡Adam!

—¿Que? —se levantó de su lugar para acercarse, sin comprender su actitud.

—Su mano, ¡mira su mano!. —se cubrió los labios y sonreí.

—¿Que tiene? ¿Te lastimaste? —me miró preocupado y negué, sin ocultar mi ánimo.

Lentamente levanté para mostrarla abierta y que vieran el anillo que brillaba tanto como mi sonrisa.

—¿Qué? —sonrió. —¿Cómo? ¿Cuando? ¡¿Con quién?!

—¿Con quien crees, papá? —reí, y me miraron confundidos. —Okay, okay, les explicaré.

Ambos tomaron asiento, pero con la comida servida, lista para cenar.

—Regresé porque Ryan fue a buscarme, y me pidió matrimonio. —miré mi anillo. —Llegó una noche donde estaba lloviendo y al día siguiente me pidió matrimonio. Cuando llegamos se fue con Max, pero dijo que luego hablará con ustedes.

—¡¿Que importamos nosotros?! —exclamó mi madre. —¡Te pidieron matrimonio!

—Tiene razón, ¡Mi hija se casará! —agregó mi padre al borde de las lágrimas y reí divertida.

—Papá, mamá... —ambos tomaron mi mano para apreciar el anillo.

—Es rosa, es muy peculiar y se ve excelente contigo. —mi madre me abrazó. —Estoy tan feliz, cariño.

—Juramos no interferir jamás en tu vida, está más que demostrado que Ryan es el indicado para tí. —siguió mi padre con un suspiro contenedor.

—Es el indicado, eso lo sé... —sonreí con timidez. —pero me pregunto si yo seré la indicada para él.

—Claro que si, extrañamos a la antigua Lily, la tierna y amorosa, pero si eso significa que tu actitud decaerá a esos pensamientos, no la queremos de regreso. Por favor, continúa siendo la segura e imponente, estamos orgullos de ti. —concluyó, produciendo un sentimiento abrazador por sus palabras. Esas palabras que había esperando mucho por escuchar, y que sea de aquel modo, tan sincero.

—Papá. —me emocioné, abrazándolo con fuerza, deseando que mi hermano escuchara aquello.

La noche pasó tranquila entre pláticas y risas por algunas cosas, entre esas “cosas”, mi madre buscando catálogos de vestidos de novia.

—Estos son muy bonitos, parecerás una princesa. —me mostró uno con piedras, pero negué.

—Es demasiado, quisiera algo sencillo. Además, quisiera hacerle ese encargue a Vanessa, luego hablaré con ella. —sonreí, una vez más. No podía ocultar aquella sonrisa tonta al pensar que me casaría con Ryan.

—Entiendo, pero déjame el resto a mí, ¿Si? —me pidió casi en un suplicio e hice una mueca para que supiera que lo pensaría.

—Por cierto, ¿Ya lanzaron el producto? —miré a mi padre que negó casi al instante.

—Lo anunciamos oficialmente, pero queríamos que estuvieras presente. Tú lo recuperaste, así que es lo justo y creo que tú hermano querría que estuvieras en ese momento tan importante. —asentí levemente. —Pensabamos hacerlo este fin de semana, y hacer un evento similar al primero que estuviste hace meses.

—¿Por qué? Ese era un evento anual. —fruncí el ceño.

—Lo era, pero quiero presentarte formalmente como mi sucesora. —intenté decir algo, pero continuó hablando. —Tranquila, no tienes que asumir de inmediato, aún estoy en actividad, pero es un buen momento. Que todos sepan quién eres realmente, por favor.

Lo pensé un momento, no quería la presión y las miradas encima de mi persona, pero trabajar bajo presión era una de mis habilidades y servía para callar bocas.

—Está bien, como quieras. —sonreí. —Sin embargo, debes tener en cuenta qué llegado el momento haremos una división con Amy. Saben que le corresponde gran parte de la herencia.

—Lo sabemos, y tenemos en cuenta. No te preocupes. —Respondió mi madre con una sonrisa.

Para cuando se fueron liberé un suspiro que aliviaba muchas cosas que había considerado pesadas. Tomé una ducha y me recosté, observando el móvil hasta que le marqué a Ryan.

“Buenas noches prometida.”

Cerré los ojos con fuerza al escuchar la última palabra, acompañado de una sonrisa.

—Buenas noches. —giré en mi lugar para tomar el oso que tenía y abrazarlo. —¿Todo bien?

“Todo bien...”

Confirmó.

“Max se acaba de dormir y preguntó por tí.”

—¿Y que le dijiste? Espero que nada que pueda afectar su salud mental. Hay que tener cuidado con él. —me preocupé, recordando que hacía poco se había separado de su madre.

“Cariño, le di la noticia que estuvo esperando. Su deseo se hará realidad.”

—¿Cual deseo?

“Ese que intentó decirte en la cena familiar.”

—Entonces, si escuchaste. —me senté.

“Claro que escuché, pero interrumpí para que no te sintieras presionada.”

Hasta podía imaginarlo que sonreía.

—¿Y quien dice que no me siento así ahora?

“Bueno, puede ser, pero las situaciones son completamente diferentes. Ahora mismo eres mi prometida.”

—Ryan... —me quejé.

“¿Que harás mañana?”

—Mañana intentaré hablar con Vanessa y también con tu padre. —recordé al último con un poco de vergüenza.

“¿Pedirás mi mano formalmente? Que nervios.”

Rió, contagiándome.

—No es eso, le debo una disculpa, después de todo aún tenemos un contrato.

“Eso... Bueno,  no creo que tenga problema. En lugar de eso podemos acordar una fecha para el matrimonio.”

—No creo que podamos hacer algo, estas cosas llevan tiempo para ser organizada. Además, mi padre me avisó del lanzamiento y un evento, tampoco puedo decirle a Vanessa sin más para lo prepare sin tiempo. El resto si lo dejaré  a mi madre. —expresé, asimilando que posiblemente llevé más tiempo de lo que él creía.

“Eso lo sé, y el punto lo discutiremos después, por ahora nos tomaremos una semana para el lanzamiento entre otras cosas.”

—Es lo más lógico, ahora me iré a dormir.

“Bien, que descanses y sueñes conmigo, mi prometida.”

—Que cursi. —reí. —También sueña conmigo.

“Como siempre. Ahora, cuelga primero.”

—No caeré en ese juego. Nos vemos. —colgué sin mucho rodeo y al hacerlo caí en la cama para patalear como una niña feliz. —Calma Lily.

Mensaje

Yo: Mi Vanessa Adorada!!!!!!!!!! Nos vemos mañana??????? Di que si, por favor.

Vanessa: No.

Yo: 🙄... Te estaré esperando después del mediodía 😐 ✓✓

Sabía que estaba molesta y la entendía, pero también estaba segura de que se olvidaría de todo cuando le contara de mi compromiso.












*Suspenso*

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