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CAPÍTULO 105

CAPÍTULO  105:
Lily


Lo observé un momento, sin responder y sin creer que estuviera ahí. Me quedé en mi lugar mientras se acercaba a paso lento y temeroso.

—Espera... —retrocedí. —¿Que haces aquí?

—Vine por ti... Ya no puedo más, Lily. —sus palabras sonaban dolidas al igual que el quebranto en su voz. —Ya no puedo más. —repitió, quedándose en su lugar, siendo totalmente cubierto por la lluvia que provocaba el temblor en mi cuerpo.

—Ryan. —mencioné con arrepentimiento.

—No quiero una condena si no es contigo, ¿Es demasiado pedir? Puedes gritarme, golpearme, maldecirme, y todo lo que quieras, pero no te alejes de mi. Aunque sería lo correcto, luego de que yo mismo te alejara de mí hace años atrás. 

Me miró directamente, de un modo que parecía hacer sufrir cada centímetro de mi cuerpo y alma, pero mucho más, el corazón que comenzaba a oprimirse como no tenía idea.

—Lo siento, pero esa es tu condena. —repetí en un susurro, sin poder controlar lo que verdaderamente sentía.

—Es lo lógico, pero... —entonces lo interrumpí.

—Y también me condené al enamorarme de ti nuevamente. —confesé, rompiendo en llanto, liberando el nudo en mi garganta que ya no podía contener. —Estamos destinados a odiarnos, distanciarnos, y ser completos desconocidos, pero al final siempre volveremos a los brazos del otro, esa es nuestra verdadera condena y me costó entenderlo.

Fue en ese momento que apresuró sus pasos y me abrazó de un modo protector,  cálido y fuerte haciendo que respondiera al instante, permitiéndome demostrar un poco de lo que sentía. Permitiéndome desatar sin pena los latidos frenéticos de mi corazón que hacía tiempo eran dedicados a él y así acompañarlos con la caída de la lluvia. Podría considerarse como una postal de enamorados y lo era, pero también comenzaba a helarnos el cuerpo y lo sentía por el temblor de sus brazos.

—Una condena entre tus brazos. —susurró. —Estoy dispuesto a aceptarla.

Sonreí levemente hasta que se separó para mirarme.

—Te... —coloqué un dedo sobre sus labios, para impedir que hablara.

—Esto es tan cursi que debería provocarme algo, pero... —subí mis manos hasta su cuello y así mirarlo a los ojos. —Te amo Ryan.

Lo besé. Lo besé de un modo que comprendiera mis palabras y aceptara mis sentimientos tal cual eran. Él correspondió del mismo modo, haciéndome saber que lo comprendía y luego de unos segundos se separó para mirarme y luego a los alrededores.

—No es el fin del mundo, ¿Cierto? —me sonrió y fruncí el ceño.

—Eres un tonto, te odio. —intenté separarme, pero me lo impidió.

—Tambien te amo Lily, más de lo que puedas imaginar. —me abrazó con fuerza y cerré los ojos, sin intención de moverme. —Deberíamos irnos o pescaremos un resfriado.

—Si. —finalmente nos separamos, pero tomó mi mano para caminar de ese modo. —¿Dónde te quedas? —pregunté después de un momento.

—En ningún lado, llegué hace poco. —liberó un suspiro.

—¿Como me encontraste? —lo miré mientras caminábamos y sonrió.

—¿Te parece hablarlo mañana?

—No me gustan tener dudas, pero lo dejaré pasar por hoy. —llegamos al hotel y subimos ante la mirada del personal, que claramente no dirían nada por temor a Dimarco.

—Es una suite. —observó la habitación. —¿Estuviste aquí todo este tiempo?

Asentí y señalé el baño.

—Me daré una ducha primero, espera aquí.

Sin esperar respuesta entré, largando el agua caliente con fuerza para que me quitara el frío de la lluvia, aunque mi interior se sintiera tan cálido porque Ryan estuviera allí.

Al salir entró él y me senté en un sillón para observar hacía la ventana y la lluvia que parecía no tener intenciones de parar.

—¿En que piensas? —preguntó, después de varios minutos, sentándose a mí lado y llevando una toalla a mí cabeza para secarme el cabello.

—Simplemente en nada. —lo miré, deteniendo sus manos. —Quizas, ya no busco nada.

—Entiendo. —acomodó el cabello que me caía por el rostro. —De nuevo estamos solos en una habitación de hotel, con la lluvia afuera y ambos sin intenciones de decir otra cosa.

—Pero ya no es igual. Ryan, nada será igual, ¿No lo crees?

—Lo creo. —me miró un momento, con la duda reflejada en su rostro.

—¿Quieres preguntarme algo?

—¿Me perdonaste? ¿Por todo lo que te hice sufrir?

—Te perdoné. —respondí sin titubeos. —Lo que sucedió en la cena fue mi forma de dejar el pasado atrás y perdonarte, pero irme fue mi manera de huir de ti. No quería que sufrieras más y tampoco quería aceptar mis sentimientos, pero viniste a buscarme. —me acerqué para abrazarlo, ocultando mi rostro en su cuello. —¿Me perdonas?

—¿Quien soy para perdonarte? —susurró. —Incluso aceptaría cualquier otra tortura que estés dispuesta a hacer. Lo aceptaría todo por tí.

—Aún así no sabes muchas cosas de mí, no me conoces como crees.

—Entonces dímelo. —intentó separme, pero me aferré aún más.

—Mañana. Esto también lo dejaremos para mañana. —me senté sobre sus piernas. —Ahora solo quiero dormir.

—Está bien. —se levantó conmigo encima, enredando las piernas en su cintura, pero no de un modo incitador. En realidad me sentía como una niña asustada, pensado que al soltarlo desaparecería.

—No me sueltes. —pedí, cerrando los ojos con fuerza, mientras en mi mente se convertía en un suplicio.

—No lo haré, jamás. —nos recostamos y me abrazó para que estuviéramos juntos.

—¿Y Max? —pregunté después de mucho rato.

—Con mis padres. —besó mi frente. —No te preocupes y descansa.

Me sentía somnolienta y no por agotamiento, era por haberme liberado de muchas cosas que me oprimían en lo profundo de mi persona. Finalmente me sentía tranquila conmigo misma y Ryan compensaba lo que sentía.

Al día siguiente comenzaba a removerme con lentitud y lo primero que encontré al abrir los ojos fue a Ryan, observándome como si fuese algún tipo de maravilla.

—¿Que haces? —por la vergüenza me cubrí el rostro con las cobijas.

—Te admiro, eres tan hermosa y cuando duermes pareces un ángel. —con lentitud deslizó la ropa para mirarme de nuevo.

—No soy un ángel. —contradije, sentándome y frotar mis ojos. Desvié la mirada hacia la ventana, notando que era un dia soleado y agradable. —Ryan...

Giré, pero al hacerlo me encontré con sus labios que comenzaban a devorarme lentamente. Nuevamente me recostó y se colocó encima, aunque se mostrara bastante calmado. Cuando coloqué las manos sobre su pecho supe que estaba haciendo un gran esfuerzo para no ser el mismo hombre fogoso de siempre y se lo agradecía, pero lo detuve un momento.

—No puedo evitarlo. —dijo sobre mis labios.

—Deja que tome una ducha primero. —pedí, intentando levantarme de nuevo.

—¿Vamos juntos? —negué con la cabeza. —¿Por qué no?

—Porque es vergonzoso. —sonreí y él rió.

—Entonces no irás a ningún lado.

—Lo haré. —me miró un momento hasta que suspiró con resignación.

—Está bien, pero ésta noche no te escaparás. —regresó a su lugar y pude levantarme con una sonrisa.

Tomé una ducha tibia mientras pensaba en algunas, entre ellas, como debía decirle que me involucré con la mafia.




¡Y el reencuentro! *Cae un rayo*

También se acerca el momento de la verdad, Lily= Mafia muajajaja

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