CAPÍTULO 102
CAPÍTULO 102
Al día siguiente desperté con pesadez, pedí el desayuno al cuarto y tomé una ducha. Comencé a desayunar y no pude evitar tomar un chocolate que habían sido llevados como postre, tomé uno y apunto de llevarlo a la boca, me detuve con lágrimas en los ojos.
—Maldito Ryan. —murmuré con desgana, dejando el dulce en su lugar y respirar profundo para recuperarme.
Aquel sería un día importante y no podía dejar que nadie me viera vulnerable.
Al terminar me cambié con algo adecuado para la ocasión, me coloqué maquillaje y podía decir que estaba espléndida ante la mirada de cualquiera, sin mencionar mi expresión indiferente que no podía faltar.
Al bajar encontré un automóvil gris con chofer, quien bajó de inmediato para abrirme la puerta y pude subir.
—El señor Dimarco pidió que siguiera sus instrucciones. —habló el hombre, con la mirada al frente.
—Lo sé, y también sé que sabes a donde llevarme. —respondí con la mirada parcialmente observando las calles.
—No se preocupe. —asintió.
El trayecto no fue largo, pero si silencioso aunque no me molestaba en lo más mínimo y si no fuera por ese “asunto” no habría dejado el hotel.
Al llegar pude identificar a Xavier, observando lo que había sido su restaurante y era lo único que continuaba siendo de su propiedad, pero claramente no podría levantarlo sin ayuda y no sería yo quien lo haría.
El automóvil se estacionó cerca, produciendo su curiosidad y el chófer se bajó para abrirme la puerta.
—Buenos días. —saludé con una leve sonrisa ante su mirada de horror. —¿Soy un fantasma? —me acerqué un poco.
—No, pero...
—Entonces. —interrumpí con tranquilidad. —¿Por qué esa expresión?
—Eres una maldita, ¿Que es lo que quieres?
—Aprendiste a ser directo. —caminé un poco para tener una vista panorámica del restaurante clausurado. —Quiero lo que me corresponde. —volví a mirarlo y él negó repetidas veces.
—No puedes, es lo único que tengo... —se acercó intentando implorar. —¡No puedes!
—No estás en posición de decir nada. —saqué un papel para entregarlo. —Este es el contrato que firmamos, mi inversión no era algo tan simple y lo sabías, ésto quebró y no me diste lo que corresponde, por esa razón, se me transfiere automáticamente la propiedad.
Él rompió con rapidez el contrato para tirarmelo.
—Ya no existe contrato, largate.
—¿Eres idiota? Era una copia. —miré a una calle y luego a él.
—¿Para qué quieres este restaurante? ¿Lo pondrás en funcionamiento? ¿Para qué? Tú misma dijiste que no debías involucrarte en estas cosas. —habló con rapidez.
—Tienes razón, pero ya lo vendí. Aunque... —señalé en dirección a la calle donde se acercaban máquinas demoledoras. —Quieren la propiedad limpia, y debo encargarme.
—Ya basta, por favor. Lo siento. —dijo, con debilidad, realmente derrotado.
—¿Realmente crees que una disculpa y una súplica cambiará algo? Déjame decirte que no, debiste pensar en eso antes de pensar que era una idiota y causar tantos problemas. —respondí, sin cambiar la expresión de mi rostro.
—Maldigo el día en que te conocí. —susurró, pero lo escuché claramente.
—Mejor maldice tu avaricia y el día en qué decidiste planear todo para tener mi dinero, porque deberías aceptar que todo fue por interés y aquí tienes las consecuencias. Fuiste por una mujer aparentemente débil, pero ¿A quien tienes delante ahora mismo?
Él no respondió, solo bajó la mirada, aceptando que ya no podría enfrentarme.
—Buena suerte en tu nueva vida, Xavier. —dije como ultimas palabras dirigidas hacia él, para después girar y mirar al chófer, a quien asentí con seguridad y dió la orden para que las maquinas hicieran su trabajo.
Observé el lugar en completa destrucción, deshaciéndome de parte de mi pasado para fortalecer mi carácter y así regresar al hotel.
Durante días rechacé la invitación tanto de Micaela como de Lucio para ir a cenar a su casa y habían pasado más de diez días en los que sentí totalmente sin energías en la oscuridad de aquella habitación de hotel.
Terminaba de ducharme cuando mi móvil sonó en señal de una llamada y solo la tomé porque era de Lucio.
—¿Si? —el desánimo era evidente.
“Hola Lily, no preguntaré cómo estás porque con tu tono de voz puedo saberlo...”
Suspiré ante su deducción y escuché lo mismo del otro lado.
“Ven a cenar con nosotros, no aceparemos un no por respuesta y André te está esperando abajo.”
Me acerqué a la ventana para observar hacia la calle y en efecto, allí estaba el automóvil.
—Siempre consigues lo que quieres. —me resigné.
“Casi siempre. Te estaremos esperando.”
Al colgar observé todos los mensajes y llamadas que no había respondido, todos eran de mis padres y Vanessa, pero ninguno de Ryan, suponía que se había rendido y sonreí con tristeza.
Lo dejé de lado para buscar ropa cómoda y bajar.
—Buenas noches André. —llamé su atención y me miró.
—Buenas noches señorita. —sonrió abriendo la puerta para que subiera.
—Lamento que Lucio te haga hacer estas cosas. —mencioné cuando subió.
—No se preocupe, es un placer. Además, es un respiro a lo cotidiano.
—¿Hay enemigos? —intenté animarme teniendo una plática poco común.
—Siempre los hay, pero ninguno a la altura del señor Dimarco. No hay nada de que preocuparse.
En ese momento recordé el juicio que había llevado en nombre de su familia.
Había llegado el día del esperado juicio, donde me preparaba para enfrentar a Sebastián Sharp y su poderosa farmacéutica ApexBio en la sala del tribunal. Con determinación y una estrategia meticulosa, me dispuse a exponer la verdad oculta detrás de los oscuros secretos de la empresa y su propietario.
—Presentaré las pruebas conseguidas y estudiadas por un laboratorio de confianza, para revelar que algunos fármacos utilizados por ApexBio no eran seguros, de hecho, eran riesgosos para la vida por el simple hecho de que no eran fármacos. Tampoco estaban comprobados, pero el testeo lo confirma que sí. —giré para mirar al acusado. —¿Por qué? Simplemente para transportar drogas a diferentes puntos del país y luego se expandiría en el mundo.
—¡Objecion su señoría! La abogada no puede acusar de traficante a mi cliente, ¡Eso es difamación! —exclamó su abogado y mantuve mi postura.
—No hablo sin fundamentos. Las pruebas están aquí. —le entregué la documentación al juez para que la revisara y la aceptó como prueba clave para el caso.
—Abogada, ¿Tiene un testigo para aportar al caso? —me miró desde su lugar y asentí. —Que pase el testigo. —ordenó con seriedad y una mujer ingresó a paso lento.
Tomó su lugar y juramento para dar dar el testimonio correspondiente mediante una interrogación de mi parte.
—¿Puede decirnos que relación tuvo con ApexBio?
—Hace meses con mi novio... —habló con lentitud. —Escuchamos sobre una farmacéutica que pagaba bien por probar sus medicamentos y decidimos hacerlo. También podíamos mejorar nuestra salud, pero sus efectos eran tan extraños que pocas veces estábamos conscientes.
—En más detalle, ¿Dice que el fármaco les produjo más dolor que bienestar? —la miré con seriedad y asintió.
—Él tenía un problema en la rodilla y yo, dolor de cabeza. Nuestra condición mejoraba unos minutos para después quedar inconscientes, poco a poco perdimos parte de la movilidad. —agregó.
—¿Puede decirnos donde está su pareja ahora mismo?
—Muerto, por sobredosis... —comenzó a llorar y mi rival se levantó.
—Su señoría, el testimonio es irrelevante. La testigo es una drogadicta, no sabe lo que dice y no puede culpar de todo a mí cliente.
—Para más información pediremos opinión profesional sobre los análisis de los sujetos de prueba. —señalé a los científicos para que pasaran al estrado y dieran su declaración.
—Lo escucho. —habló en juez.
—Según los análisis correspondientes, los fármacos desarrollados por ApexBio son de suma peligrosidad para la salud de la sociedad. El resultado de muchas pruebas determina una gran cantidad de alucinógenos que producen desorientación, inconsciencia y pérdida de las movilidades de las extremidades. Llevando al paciente a un estado de trance de forma inconsciente, deteriorando la salud de manera rápida, es lo que está sucediendo con la testigo reciente. Ella no tiene más de veintidós años y aparenta más de treinta y cinco, lo que asumimos lo perjudicial de los farmacos.
—Lo mismo que sucedió con Francesco Martini, su señoría. Él no tenía problemas de salud, pero ingirió gran cantidad de manera inconsciente, todo por descubrir los secretos del acusado. Quien no tuvo más opción que presentarlo como una muerte natural, como lo mostraban los documentos, pero con aprobación de su prometida tenemos nuevos resultados, encontrando en su cuerpo alucinógenos que terminaban de desaparecer, ¿Alguien más se pregunta cuánta cantidad pudieron utilizar para que luego de mucho tiempo aún se lo encuentre en su cuerpo? Todo esto va en contra de la ciencia, la naturaleza humana y la vida de la misma, provocando númerosas muertes sin precedentes, pero que hoy son expuestos ante la justicia para que no quede impune.
Expuse mis pruebas y argumentos con seguridad para que no tuviera que arrepentirme luego y tener una posición consolidada ante el enemigo, que prácticamente lo dejé sin réplica. Les sería muy difícil responder y refutar todas las pruebas presentadas.
Regresé a mi lugar a la espera del contrataque, teniendo al bufete Milano en una posición incierta por no decir que me habían abandonado completamente, por temor a Sebastián y de no ser por la testigo también estaría en un aprieto. La miré con seriedad y era increíble que esa testigo me había costado la última visita a mi hermano.
Meditando mis propios pensamientos creía que la verdadera cara de la farmacéutica y su dueño, estaban siendo expuestas, un potencial traficante disfrazado de empresario respetado.
El veredicto final se acercaba, y con cada palabra pronunciada en la sala del tribunal, el destino de Sebastián Sharp y ApexBio pendía en un delicado equilibrio. La victoria parecía estar al alcance, brillando como una luz en la oscuridad, lista para iluminar el camino hacia la justicia.
La tensión en el ambiente era palpable, cada mirada, cada gesto, cargado de significado en el clímax de la batalla legal que determinaría el destino de los culpables.
El testigo clave había expuesto las prácticas corruptas de la farmacéutica y la implicación directa de Sharp en la manipulación de medicamentos con drogas ilegales. Las pruebas presentadas eran contundentes, irrefutables, y la audiencia aguardaba con expectación el veredicto que pondría fin a la impunidad y la injusticia.
Fue un breve momento en el que me sentí orgullosa de mí misma, del modo en que me erguí frente al jurado, presentando el caso con elocuencia y convicción. Cada palabra pronunciada resonaba con la fuerza de la verdad, cada argumento respaldado por la evidencia incuestionable que había sido revelada durante el juicio. La justicia estaba a punto de ser servida, y no había espacio para la duda o la ambigüedad.
El momento culminante llegó cuando Sebastián Sharp fue llamado al estrado para enfrentar su destino. Con la mirada fija en él, le hice frente con determinación, acorralado por la evidencia abrumadora en su contra, intentó desviar la atención y justificar sus acciones, pero sus palabras vacías se desvanecieron en el aire. La máscara de respetabilidad se desmoronaba, revelando al verdadero rostro del hombre detrás de la farmacéutica, un depredador disfrazado de benefactor.
La sala del tribunal se sumió en un silencio tenso, roto solo por el veredicto final que resonaría con la fuerza de la justicia restaurada. Con cada argumento presentado, cada testimonio escuchado, la balanza de la ley se inclinaba inexorablemente a favor de la verdad y la rectitud.
Y entonces, llegó el momento esperado. El veredicto fue pronunciado, la sentencia dictada. Sebastián Sharp y ApexBio fueron declarados culpables de sus crímenes, condenados por sus acciones despiadadas y su búsqueda desenfrenada de poder y ganancias a costa de la vida y la salud de otros.
La farmacéutica fue clausurada, sin posibilidades de que pudiera funcionar de nuevo, Sebastián debían pagar una deuda millonaria a todos los afectados, además de cumplir con una condena de prisión por muchos años y solo quedaba decir que había cumplido mi promesa con Micaela y la familia Dimarco de revelar la verdad, sin derramar sangre.
—Me vengaré. —susurró cuando era llevado por las autoridades, dibujando una sonrisa como si ya tuviera un plan.
En ese momento no sabía que podía hacer, y confiaba en la protección que me brindaba Lucio, pero no significaba que eso implicaría a mi familia en Londres.
Recuerdos y más recuerdos... Pero, la venganza de Lily al estilo mafioso *come palomitas*
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro