CAPÍTULO 100
CAPÍTULO 100
La cena marchaba bien, en un clima armonioso y alegre por haber superado el juicio. Todo parecía regresar a la normalidad, pero ¿Realmente era posible?
—¡Al fin estamos todos! —exclamó Selena totalmente animada al ver a todos juntos en la mesa.
Max estaba en mis piernas, como si fuese lo más normal del mundo y no me molestaba, pero sus ojitos se cerraban por el agotamiento del día.
—Lo llevaré a la cama. —Ryan intentó tomarlo.
—Podría despertarse, dime dónde está y lo llevaré. —dije en tono bajo para no despertarlo.
—Bien, sígueme.
Ambos nos levantamos y Vanessa tenía que hacer su acto.
—Ustedes, regresen pronto. —nos miró con picardía y no pude evitar mi sonrisa.
Subimos hasta la habitación, aquella que le perteneció a Ryan de pequeño y dejé a Max en la cama, depositando un beso en su frente y apreciar su rostro angelical.
—Descansa pequeño. —susurré arropandolo.
Al salir de la habitación mi corazón comenzó a inquietarse por algo que tenía en mente. Ryan salió y seguidamente cerré la puerta para detenerlo en el pasillo. Lo miré a los ojos y así hacer una pregunta importante.
—Ryan, ¿Crees que nos merecemos una oportunidad? —lo miré, esperando su respuesta con atención mientras tomaba mis manos.
—¿Aún tienes dudas? Claro que lo merecemos, y es lo que quiero. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. —sonrió con sinceridad, pero le devolví una con tristeza.
—¿Seguirás pensando lo mismo al finalizar la noche? —no aparté la mirada.
—No cambiará, aunque me golpees. —rió levemente y el recuerdo que tanto había reprimido se hizo presente.
A los catorce años, me encontraba en mi habitación, sumida en un mar de lágrimas después de que Jeremy me instara a olvidar a Ryan por un tiempo. Su consejo resonaba en mi mente, exigiéndome centrarme en mi recuperación en lugar de aferrarme a un futuro incierto con él. Una verdad insoportable.
Un golpeteo en la puerta interrumpió mi desconsuelo, y en un acceso de ira lancé un oso de peluche con furia.
—¡Vete, no quiero hablar contigo! ¡Tonto! —mi voz temblaba de rabia.
La puerta se abrió lentamente, pero no era la persona que esperaba.
—¿Ryan? —mi sorpresa era palpable.
—¿Puedo pasar? —su voz era apenas un susurro.
—Entra. —respondí, con la mirada clavada en el suelo.
Ryan se acercó y me devolvió el oso que había arrojado, y en un gesto infantil lo abracé con desesperación, aferrándome a él como si fuera mi única tabla de salvación, mientras él tomaba asiento en una silla junto a mi cama.
—¿Cómo te sientes? —su voz era un murmullo cargado de preocupación.
—Bien... —murmuré tímidamente, incapaz de articular mis pensamientos. —La doctora dice que me recuperaré pronto, debo pensar en cosas positivas y en el futuro.
—Lo sé, Jeremy me lo ha dicho. —sus palabras resonaron en mi mente, provocando un nudo en mi garganta.
—Ryan...
—Sé lo que estás pensando. —interrumpió con seriedad.
—Yo... Quisiera...
—Deja de soñar, Lily. Concéntrate en recuperarte, no me incluyas en tus planes. Debes pensar en ti misma, no en mí. No te engañes. —su tono era firme, implacable.
—Esta es mi vida, no puedes prohibirme soñar con mi propia felicidad.
—No es felicidad, es obsesión. Comprende que lo que imaginas nunca se hará realidad. Tú y yo somos totalmente incompatibles, y jamás seré parte de tus ilusiones.
—¿Sabes? —las lágrimas amenazaban con desbordarse. —¿Sabes que fui secuestrada? ¡Viví un infierno y tú no sientes compasión por mí! —mi voz se quebraba con cada palabra.
—Mis hermanas sufrieron lo mismo, no te victimices. Eve arriesgó su vida por salvarte y perdió a su bebé.
Lo último resonó en mi mente, como un tortuoso eco, incesante e impiadoso. Algo que me hacía pararme al borde del precipicio, sintiéndome culpable por algo que no sabía en lo absoluto.
—¿Por qué me haces esto? —pregunté entre sollozos y lágrimas desgarradoras.
—Porque no quiero que tengas expectativas conmigo, no quiero que te aferres a mí ni a una ilusión. No deseo ser tu salvador.
—No... —negué con desesperación.
—No quiero acercarme a ti por lástima. Puedes ser más fuerte que esto, Lily. No esperes que te rescate con palabras vacías. La vida es cruel. Aprende desde ya.
—¿Nunca te arrepentirás? —su silencio fue la respuesta. —¿Siempre sentirás lo mismo? —nuevamente, el silencio reinó. —Solo quería tu apoyo, no ser salvada...
—Eres solo una niña mimada. No esperes que te tienda la mano de la manera en que lo haces, o nos arrastrarás a ambos al abismo.
Sin darme tiempo a responder se levantó, dejándome sola. Sola y dolida por sus palabras, aquellas que me apuñalaron sin piedad, empujándome al abismo en el que pedí a gritos que me ayudara, que me tendiera una mano, pero ya tenía su respuesta. No quería que fuese mi salvación, solo que me ayudara a seguir adelante, quería su compañía y amistad porque sabía que el amor no era como lo imaginaba. Quería que me alejara del abismo en el que estaba, pero en su lugar, me empujó sin piedad luego de apuñalarme repetidas veces.
Ese mismo dolor que deseaba que él sintiera en carne propia.
Regresé a la realidad para observarlo y ver que sus ojos guardaban la ilusión de sus palabras, la misma ilusión que alguna vez sentí por él y la que mi hermano me recordó en su carta.
—Vamos abajo. —dije, para besarlo con intensidad.
Bajamos mientras todos nos miraban como si fuéramos la pareja del momento, incluyendo a mis padres. Tomamos nuestros lugares y por un momento me alejé del tiempo, perdiéndome en mis pensamientos hasta que liberé un suspiro pesado.
La noche continuó hasta que quedamos solo ambas familias, incluyendo a Eve que pretendía quedarse unos días en casa de sus padres.
—Tambien deberíamos irnos. —mencionó mi padre con una sonrisa.
—Es cierto, se hace tarde. —concordó mi madre y moví la bebida de mi copa ante la mirada de Ryan, quien llevaba rato haciéndolo, como si algo en mi le extrañara.
—¿Por qué la prisa? Aún falta el postre. —me levanté llamando la atención de los presentes, y así levantar mi copa en señal de un brindis. —Al iniciar la noche brindamos por mí, pero no soy la única protagonista. Un brindis por Ryan... —sonreí mirándolo. —Quien ha perdido una gran cantidad de dinero en una estúpida inversión sin futuro y que pudo haber llevado a la quiebra a la empresa de su padre. Un brindis por Ryan, que no es tan brillante como lo imaginan y que prácticamente se arrodilló para implorar mi ayuda. ¡A tu salud, flamante heredero!
Le sonreí una vez más para beber de un solo sorbo toda la bebida y observan a los presentes que habían borrado sus sonrisas, sin comprender lo que pasaba, más aún el mencionado que parecía haber visto un fantasma dirigiendo la mirada hacia su padre.
—Lily. —habló Eve, totalmente confundida y la miré. —¿Que significa esto?
Solté un suspiro liberador por haber expuesto el secreto de Ryan ante su familia y que su imagen de hijo ideal cayera. Sin responder salí de la casa para tomar mi automóvil y conducir a algún lugar solitario
Eran altas horas de la noche y la brisa era demasiada fría para alguien que solo llevaba un blusa, aún así permanecí inmutable, esperando que ese acto congelara cada parte de mí que en ese momento detestaba.
No pasó mucho cuando sentí que alguien se acercaba con prisa, y del mismo modo tomó de mi brazo, aplicando fuerza.
—¿Que significa todo esto?
Permanecí en silencio, sin expresión alguna y solo después de unos segundos de disfrutar su frustración, respondí.
—No esperes que te rescate con palabras vacías. La vida es cruel.... —repetí sus palabras para cambiar la última. —Ya deberías saberlo. —me solté de un tirón.
—¿Lo planeaste? ¿Todo esto? —parecía costarle articular las palabras.
—No guardo rencor, pero al planearlo, estoy segura de que no esperaba que las cosas tomaran este rumbo. —fruncí levemente el ceño. —Aunque debo admitir que sentí una satisfacción momentánea al revelar tu secreto y ver caer al poderoso Ryan Rogers, aquel que una vez me hizo sufrir. Aunque, al final, recuperaste todo gracias a mí, por lo que la caída no fue tan dura.
—Eso es lo que menos me importa, estoy hablando de nosotros. —su rostro se tensó, dificultando mi respiración aunque tratara de disimularlo.
—¿Crees que mis lágrimas fueron gratuitas? Cada una de ellas tenía un precio, por cada lágrima derramada por ti. Todo en la vida regresa, dando vueltas y vueltas. ¿Quién hubiera imaginado que terminarías enamorándote de mí? —mantuve mi expresión impasible. —Así que, no hice nada. Las cosas simplemente sucedieron, te consumiste al enamorarte de mí, después de todo lo que pasamos juntos. Esa es tu condena, el dolor que sientes ahora es el mismo que yo sentí en su momento.
Suspiré, entrelazando mis manos y frotándolas discretamente.
—No hice nada. Las circunstancias nos llevaron a este punto, donde te enamoraste de mí sin darte cuenta. Entonces pensé, Ryan está entre mis manos y no lo sabe, tampoco sé qué hacer.
Él cerró los ojos con fuerza, tratando de contener la furia que ardía en su interior. En ese momento, mi corazón se contrajo como si hubiera recibido un golpe certero, haciendo temblar todo mi ser.
—Entonces, ¿no significo nada para ti, cuando tú eras mi todo? —bajó la mirada. —Te convertiste en mi mundo.
—¿Y tú? ¿Qué hiciste cuando lo eras todo para mí? —no obtuve respuesta. —¿Qué hiciste, Ryan? Nunca pedí que me salvaras o protegieras, solo quería tu compañía y amistad. ¿Por qué tenía que pagar por todo, en el secuestro, cuando Eve perdió a su bebé, cuando Selena anunció su compromiso? ¿Que, si luego no sucedía lo que soñaba? En algún momento crecería y comprendería que no eras para mí, pero ¿Por qué siempre fui la que pagaba el precio?
—Lo entiendo ahora, lo entiendo. —me detuvo con dolor, al borde de quebrarse, sus ojos lo confirmaban. —Fui cruel, pero te amo, Lily. ¿No lo ves?
Inesperadamente, las lágrimas brotaron de sus ojos, provocándome un nudo en la garganta. Llevé una mano a su rostro para secarlas y me acerqué, susurrando.
—¿Ahora comprendes lo que sentí en su momento? —no hubo respuesta. —Ahora sabes lo que es llorar por amor. Sabes lo que se siente cuando la persona que amas te empuja al abismo y ahora también sabes lo que es estar solo. ¿Sigues deseando un futuro juntos, pasar el resto de tu vida conmigo?
No pude esperar su respuesta y apresuré mis pasos hacia mi automóvil, mientras contenía la respiración porque de no hacerlo, sabía que no podría contenerme.
Nota: para el siguiente capítulo reproducir la canción “Adrenaline” de Aaila, versión italiana.
El recuerdo más reprimido ha sido revelado, y es a esto lo que Lily llamaba “perfección”. Algo tan doloroso que lo hace ver perfecto *cae un rayo*
¿Alguien está llorando? *Tira pañuelitos*
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