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Capítulo 13

Después de hablar con Carter me sentí mejor. Y todo mejoró cuando estuve con Graham.

Él se sentía mejor. Estaba animado y amable, como siempre lo había sido. Eso me daba algo de paz. Fuimos a nuestras clases y todo el día transcurrió con normalidad, solo que no vimos a Emma por ningún lado. Carter y yo estábamos un poco preocupadas, por lo que al salir de clases, decidimos llamarla para ver si le pasaba algo.

Nos sentamos en nuestra mesa habitual y mientras esperábamos a los chicos, marcamos al teléfono de Emma.

Al tercer timbre respondió con una voz como se hubiera acabado de despertar.

—¿Qué pasa? —preguntó y escuchamos como bostezaba.

—¿Dónde estás? —pregunté.

—Estoy con Ben. —Rio—. Le dije a mi madre que estaría con Carter.

—¿Qué? ¿Estás loca? —espetó Carter enojada.

—Son casi las dos de la tarde, Emma.

Ya lo sé, mamá. —Se burló de nosotras—. No me apetecía ir al colegio.

—Y supongo que Ben no te insistió para que vinieras —dijo Carter.

—No lo metas en esto —protestó enojándose.

—Por supuesto que lo metemos. Tú no eres así, has cambiado y, ¿ahora faltas a clases y mientes? —estallé.

—Ustedes no entienden nada —dijo—. Él me ama.

—Te manipula —dijo Carter con irritación—. ¿Cómo es que no te das cuenta?

—No quiero seguir escuchándolas —espetó—. Iré a dormir otro rato.

Y así, sin más nada qué decir, Emma nos colgó. Ya no sabíamos qué hacer con ella. Pero no podíamos seguir metiéndonos e intentando ayudarla si ella no aceptaba nuestra ayuda. Pronto se daría cuenta de que Ben solo jugó con ella, y nosotras ya no seríamos capaz de ayudarla, sino estar ahí para recoger los pedazos de su corazón ingenuo.

Era nuestra amiga. Pero todo esto estaba fuera de nuestro alcance.

Carter se encogió de hombros. Por lo que sabía y conocía, ella no era de las que peleaba por las causas perdidas. Y yo ya no podía hacer más por Emma.

Esperamos a los chicos en silencio ¿Qué más podíamos decir? Cuando los vimos, estos estaban concentrados en una charla. La verdad era que Graham y Lucas se llevaban muy bien, mejor de lo que imaginaba. Entonces nos vieron, y ambos fruncieron el ceño al ver nuestras caras largas.

—Es Emma, ¿cierto? —preguntó Lucas sentándose junto Carter.

—Creo que la hemos perdido —dijo Carter.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Graham confundido.

—La llamamos porque hoy no vino, y nos dijo que estaba con Ben —dije yo.

—Le mintió a su madre. Cuando le reclamamos que había cambiado y que Ben la manipulaba, se molestó y nos colgó —terminó Carter.

—Si no quiso escucharlas a ustedes, que son sus mejores amigas, entonces no escuchará a nadie —añadió Lucas, quien tomó la mano de Carter.

—No tiene sentido que hablemos de ella —resopló Carter.

—De acuerdo, chicas —soltó Graham—. Ya basta de caras largas. Les tengo una propuesta. —Sonrió y besó mi mejilla.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó Lucas.

—Oye, hermano. —Rio Graham—. La idea era que las chicas preguntaran —se burló.

—¡Vete al diablo! —carcajeó Lucas.

Todos nos reímos y esperamos a que Graham continuara con lo que tenía en mente.

—Vayamos al lago. Ya sé que ninguna de las dos tiene nada importante en clases, así que recojan sus cosas.

—¡Esa es una idea genial! —secundó Lucas. Carter y yo nos miramos—. Oh, vamos cariño. Solo es una clase.

—¿Tú qué dices? —me preguntó mi amiga.

—Bueno... —Graham me miró y en sus ojos había una súplica—. Yo digo que está bien. —Sonreí.

—De acuerdo —aceptó Carter—. ¿Y tienes alguna idea de cómo vamos a trasladarnos allá, genio? —le preguntó a Graham.

—Por supuesto. —Se levantó de su asiento, sacó su billetera y extrajo algo de ella—. Tengo licencia de conducir y... —Hizo una pausa dejándonos en suspenso—, tengo un auto.

*****

Fuimos a casa luego de que Lucas y Graham chocaran los cinco. En realidad no me parecía una mala idea. Todos recogimos nuestras cosas y regresamos a casa. Le había dicho a Graham que regresaría sola para que él pudiera ir por el auto y buscara cosas para una fogata. Carter se fue con Lucas, este abrazándola y riendo con ella.

Cuando llegué a casa aún era temprano, mamá no estaba y Sam estaba en la escuela. No iba a tener problemas por salir. Fui a mi cuarto y tomé un par de cosas; crema para peinar, algo de maquillaje, cepillo para pelo, toalla y algo de ropa limpia. Me puse mi traje de baño negro con lunares, una camisa de algodón y unos shorts. Con mis zapatillas deportivas ya estaba lista.

Tomé mis cosas y baje a la cocina buscando algo que comer. Entonces un texto me interrumpió.

G: Estaré en cinco minutos.

Graham estaba cerca. Tomé pan, tomate, lechuga, jamón y queso y preparé unos sándwiches para comer cuando llegáramos. Los metí en un envase y cuando estaba metiendo lo que sobraba en la nevera, tocaron un claxon. Puse todo en su lugar con rapidez, dejé una nota a mamá y salí a encontrarme con Graham.

Cuando lo vi dentro de esa camioneta negra con sus lentes de aviador, y una camisa negra que se ceñía a su pecho, apenas si podía creer que era él. Sabía que sus padres tenían dinero, y me refiero a que su casa era hermosa y grande, pero jamás pensé que los padres de Graham pudieran permitirse una camioneta para su hijo. Era una de esos tipos todoterreno, fácilmente cabíamos los cuatro.

—¿Vas a subir? —Sonrió.

Me acerqué y abrí la puerta del acompañante y me senté junto a él. Cerré la puerta y antes de que pisara el acelerador le di un profundo beso.

—¡Vaya! —suspiró.

—¿Por qué nunca mencionaste que tenías un auto? —pregunté abrochándome el cinturón.

—No lo creí necesario. —Se encogió de hombros.

Puso el auto en marcha y condujo a través de la calle dirigiéndonos a casa de Carter. Pude ver las tiendas y los árboles al pasar. Nunca me imaginé que un día así pudiera llegar. Graham había hecho que mis preocupaciones por Emma pasaran a un segundo nivel, y tal vez se podía decir que sonaba como una mala amiga, pero la verdad es que me sentía feliz al lado de Graham.

Mientras conducía tomé su mano y sus ojos se desviaron de la carretera para mirarme por un segundo.

—¿Pensaste a qué universidad iras? —pregunté. Esta era una información que quería desde que mi madre había sacado el tema.

—¿Sigues pensando en ir a Georgetown? —me respondió con otra pregunta, mientras su mirada seguía fija en la carretera.

—Sí. Sé que son casi dieciséis horas de viaje, pero no me haría mal alejarme de este lugar —respondí

—Creo que puedo entenderte. —Siguió conduciendo—. Apliqué para la American University.

—Espera... esa no está a... —me interrumpió.

—Una hora de Georgetown. —Sonrió mientras conducía.

—¿Por qué no me lo dijiste? —inquirí golpeándolo suavemente en brazo.

Él se empezó a reír otra vez. —Si te lo decía no iba a ser una sorpresa.

—Eres un tonto —le dije.

Él continuó riendo y yo encendí la radio. Estaba sonando una canción de The Fray que hacía mucho no escuchaba. Era uno de los pocos grupos alternativos que de verdad me gustaban. Vienna era una de esas canciones que te hacían pensar en muchas cosas. There's really no way to reach me. 'Cause I'm already gone. Esta era una de las líneas que me llevaron a pensar en Jamie. No sabía si tenía algún plan para la universidad. Siempre había hablado de que le gustaba California, el sol y la playa. Ahora no tenía idea de lo que quería hacer.

—¿Evelyn? —Era Graham.

—¿Sí?

—¿Te encuentras bien? —preguntó y oí un atisbo de preocupación.

—Perfectamente. —Le di un beso en la mejilla.

Cuando llegamos a la casa Carter, Lucas ya estaba con ella. Ambos se quedaron con ojos como platos al ver la camioneta. Los saludé y le hice señas para que subieran al auto. Carter se había puesto pantaloncillos con una camisa sin mangas, pero como estaba suponiendo Lucas le había puesto su camisa encima para tapar sus hombros del sol. Él era muy tierno.

—¿Cómo es que nunca sacaste a este bebé a pasear? —preguntó Lucas, subiendo al asiento trasero.

—Es verdad. Es un delito esconderlo —profirió Carter.

—Yo dije lo mismo. —Reí.

—Es que estaba esperando a la chica especial —dijo entre risas—. Me refiero al auto. —Soltó una carcajada y yo lo golpeé.

—De acuerdo, de acuerdo. —Puso en marcha el motor—. El lago nos espera, así que vamos por él.

El viaje estuvo lleno de chistes malos. Graham y Lucas no tenían ni idea de cómo contar un chiste y eso hacía que Carter y yo nos burláramos de ellos. Conversamos un poco sobre los planes a futuro y fue entonces cuando Lucas menciono que él iría a Seattle. Allí tenía unos primos con los cuales se quedaría mientras encontraba un trabajo y un lugar para quedarse.

En el momento que dijo Seattle, mis ojos se desviaron a Carter, solamente que ella parecía no estar afectada, quizás lo sabía y ya lo habían hablado.

Nota mental: hablar con Carter.

Cuando llegamos al lago, se veía tan pacífico que apenas lo pude creer. La temperatura no estaba tan mal para ser Portland. ¡Al fin un atisbo de verano! Por lo general suele ser muy frío, pero hoy era un poco más cálido. Bajamos del auto y Carter y yo caminamos por el muelle mientras los chicos sacaban las cosas. El agua realmente se veía atractiva, así que, nos quitamos los zapatos, nos sentamos y sumergimos los pies en el agua.

—¿Cómo lo estás llevando? —pregunté mirando al horizonte.

—Es algo difícil, pero creo que puede funcionar —dijo ella.

—¿Ya tienen un plan?

—Aún no, pero lo hemos estado hablando —suspiró—. Dice que no quiere perderme y le creo.

—¿Estás enamorada de él? —La miré y ella me devolvió la mirada.

—Creo que sí.

De repente escuchamos a los chicos llamándonos. Nos volvimos y suspiramos. Graham se había quedado en unos pantalones cortos y sin camisa. Era la primera vez que lo veía sin camisa. Se notaba que trabajaba en su cuerpo porque los cuadritos de chocolate blanco no mentían para nada.

Nos levantamos y fuimos directo a ellos. Mientras nos acercábamos pudimos ver algo que no habíamos visto antes. ¿En qué momento llegaron las carpas al auto? Los chicos habían montado dos carpas alrededor de un círculo de piedras donde encenderían una fogata.

Había hecho bien en traer ropa extra y me imaginaba que con lo maniática que era Carter, esta también traía ropa y sus cosas personales.

Cuando llegamos a ellos, miramos todo lo que había en una mesita plegable; malvaviscos, agua, hielo y comida.

—¿No vamos a volver? —pregunté.

—Nop —dijo Graham negando con la cabeza y mostrándome una sonrisa—. Es hora de una aventura.

—¡¿Qué?! —Veía a Carter un poco nerviosa.

—No te preocupes, cariño. Le enviamos un mensaje a tu madre del teléfono de Evelyn. Ella cree que pasaran la noche estudiando. —La abrazó.

—¿Qué hay de mi coartada? Le dejé una nota diciéndole a mi madre que saldría contigo —le dije a Graham.

—Le diremos que luego de eso fuiste a casa de Carter a estudiar. —Sonrió—. Ahora, ¿por qué no se quitan la ropa y vamos a nadar?

Miré a Carter y me encogí de hombros. Ya no tenía caso preocuparnos. Además, Graham tenía razón, algo de diversión y aventura no nos iba a hacer mal. Me quité la camisa y los shorts. Tomé la mano de Graham y corrimos al agua dejando a Carter y a Lucas detrás.

El agua estaba un poco fría, pero no tanto. Nadé hasta llegar a Graham quien me tomó por la cintura. Enrosqué mis piernas en su cadera y lo besé. Este sonrío sobre mis labios y yo también lo hice.

—Gracias por esto —le susurré.

—Haría esto y mucho más por ti. —Ante la intensidad de su mirada le creí.

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