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Capítulo 12

Al día siguiente le había mencionado a mamá sobre la cena. Estaba complacida de que David, el padre de Graham, hubiera aceptado venir a la casa. Sin embargo, me sentía nerviosa. Después de lo que Graham me había contado sobre sus padres, me sentí incómoda. No estaba segura si su madre asistiría, pero era claro que a David eso no le importaría. Mamá pasó horas cocinando, limpiando, e incluso sacó su mejor vajilla. No entendía por qué le daba tanta importancia, pero luego me di cuenta de que no era por mí, era por qué ansiaba reencontrarse con su exnovio de la universidad.

Pasé toda la mañana encerrada en mi cuarto, miré las paredes de color violeta y pensé. Me recosté en la cama y miré la intensa luz de la lámpara. ¿Debía ponerme algo elegante o algo casual? Me pregunté. Por un lado, vestirme casual me resultaba más cómodo. Sin embargo, hablábamos de una cena formal. Ya había visto a mamá preparar platos que solo hacía cuando papá planeaba cenas de trabajo. Lo tenía decidido.

Me había sumido tanto en mis pensamientos que prácticamente me olvidé de Sammy. Tenía entendido que no asistiría a la cena, era su forma de ser leal a Jamie. «Si supiera que su amigo era un estúpido mentiroso», pensé. No es que ya no habláramos, Jamie y yo. Si lo hacíamos, pero ahora debía reservarme cosas con él, y no nos veíamos cara a cara, era incómodo. Me había dicho que no quería perderme como su amiga, que era mucho más importante para él de lo que yo imaginaba. Estuvo de acuerdo en que se comportó como un idiota y que ya no se iba a entrometer en mi relación con Graham. Seguía enviándome mensajes del teléfono de Sarah para no perder contacto. Me preguntaba cuando conseguiría uno propio. Aunque ahora no me importaba como antes. Creo.

Volví a la realidad. Los invitados llegarían pronto, así que, debía ponerme manos a la obra y empezar a arreglarme. Llegué a mi closet y entre toda aquella ropa había un lindo vestido negro con mangas largas, no era de tipo ceñido, más bien algo suelto. No había escote alguno, pero apenas llegaba a los muslos. Era muy lindo y casi no lo usaba. Luego fui por un par de tacones negros que solo usaba en ocasiones especiales, un par de Burberry que mi padre me había regalado luego de regresar de uno de sus viajes.

—¡Evelyn! —gritó mi madre desde la puerta—. Todo está casi listo. ¿Podrías prepararte?

—Claro —respondí.

Tomé el vestido y los tacones y los acomodé en mi cama. Empecé a desvestirme y me fui directo al baño. El agua caliente me relajó un poco, esta noche no iba a ser mala. Graham estaría aquí, y mamá no estaría tan enfocada en nosotros. Salí del baño luego de unos minutos. Después de secarme fui a la cómoda y saqué ropa interior que iba a juego con mi vestido. Me encantaba combinar todo. Antes de ponerme el vestido, tomé el rizador de pelo y le hice ondas a mi cabello para que cayera en cascada sobre mi espalda. Me miré al espejo y en realidad me veía muy bien.

Toc, toc, toc. Tocaron a la puerta.

—Espero que ya estés lista —dijo mi madre.

—Solo dame unos minutos.

—Tienes diez.

Mi madre a veces podía ser un poco... Saben a lo que me refiero.

Terminé de arreglarme; me puse el vestido, los tacones y me maquillé solo un poco. Quería lucir natural. Además, el cabello hacía que me viera radiante.

Cuando bajé, Graham ya estaba esperando en la sala de estar, mientras su padre charlaba con mi madre de lo más animado en la cocina. Lo veía distraído mirando las fotografías, no se cansaba de verlas. Estaba usando una camisa blanca y una corbata negra. Jeans negros y Converse. Su cabello negro estaba desordenado, tal como me gustaba. Se veía muy atractivo, y mi corazón empezó a latir con una rapidez que me sobrepasaba.

—¿Cuál es tu favorita? —pregunté, haciendo que volteara a verme.

—¡Wow! —Lucía sorprendido—. ¡Estás hermosa! —Se acercó a mi tomándome por la cintura.

—Y tú —le rodeé el cuello con mis brazos—, luces muy atractivo. —Sonreí.

Nos miramos el uno al otro por lo que pareció una eternidad. Luego me besó. No solíamos hacerlo en casa, pero no creía que a mamá le fuera a importar, al menos no hoy. Cuando nos separamos en busca de aire, me aferré a él abrazándolo. Olía magnífico, podía perderme en su aroma.

—Te extrañé —susurré.

—Yo también —dijo besando mi cuello.

Nos separamos y fuimos al sofá. Me senté junto a él, lo más cerca que pude, y tomé su mano. Hablamos por un rato. Me contó que luego de que llegara a casa anoche, sus padres empezaron a discutir. Él no tenía idea del motivo, pero había escuchado que se iban a divorciar. También me dijo que su madre había decidido irse de viaje, esta vez sola, por lo que había dejado a David solo con él y las gemelas. Notaba que había algo de resentimiento hacia su madre, pero no quise ir más allá.

De repente mi madre y David entraron a la sala de estar. Este último tenía una sonrisa genuina en su rostro, podía observar que se sentía a gusto. Por otro lado, mi madre lucia diferente. Podía ver que estaba feliz, y hace mucho que no lo era.

—Evelyn —dijo David—, viéndolas ahora en la misma habitación, puedo ver lo parecidas que son.

—Gracias. —Sonreí.

—La cena está lista —dijo mi madre—. ¿Por qué no pasamos al comedor?

—¡Estupendo! —exclamó David.

Me aferré a la mano de Graham y justo cuando pasábamos al comedor el timbre sonó. «¿Quién podría ser?» Me pregunté. Dejé a Graham para que se acomodara y fui a la puerta principal. Cuando la abrí, un par de ojos cafés me miraron con sorpresa y... algo más.—¿Qué haces aquí? —pregunté.

— Yo... Mm... Sam me pidió ayuda con algo —respondió Jamie. Sus ojos no se despegaban de los míos—. Te ves... increíble —susurró casi en silencio.

—Yo... esto... ¿Gracias? —«¿Qué estoy haciendo?» Me pregunté— Pasa adelante.

—¿Vas a salir con él? —preguntó.

—No —respondí. Lo llevé hasta las escaleras—. De hecho..., es una cena. Su padre está aquí.

—Ya. —Miró hacia el suelo—. Iré con Sammy —dijo subiendo las escaleras.

Regresé al comedor sintiéndome incómoda ante la presencia de Jamie. Sé que no debería de importarme, pero estábamos empezando a superar esto y la verdad era que me estaba agradando poder hablar con él nuevamente.

Graham me miró y frunció el ceño al verme. ¿Acaso lucía aturdida? Mamá estaba sirviendo los espárragos y su pavo a la naranja. Tomé mi lugar junto a Graham y este agarró mi mano por debajo de la mesa. Me miró y yo fingí una sonrisa.

—Entonces, Evelyn. —Presté atención a David—. Tu madre me dijo que eres una excelente estudiante. Ya pensaste en alguna carrera, ¿verdad?

—Eh, sí. Me gusta la medicina.

—Evelyn tiene oportunidad de asistir a Georgetown —dijo mi madre con orgullo.

—Eso es asombroso —dijo David—. Graham aún no decide a qué universidad ir.

—No es tan importante ahora —espetó mi novio.

—Por supuesto que es importante —soltó mi madre—. ¿No hay alguna carrera que te interese?

—Bueno, Mara, aún no he pensado en alguna. Supongo que lo sabré en su momento.

—Tienes razón —dijo mi madre.

Con esto terminó la aburrida charla sobre profesiones y universidades. Mientras comíamos, mamá y David continuaron hablando de sus días en la universidad, y los inolvidables momentos que habían vivido juntos. Para mí era algo muy raro, se trataba del padre de mi novio, y aquí estábamos, hablando de su relación en la universidad. Aún no le decía a Graham que la persona que había venido era Jamie. Sabía que este último no era su persona favorita. De hecho, lo evitaba siempre que podía.

Mi apetito se había ido al traste. Apenas si había tocado algo de mi plato.

—¿Te pasa algo? —preguntó Graham.

—La verdad no tengo hambre —susurré.

—Apenas si tocaste la cena —dijo él.

—Lo sé, pero no me siento bien. —Mi madre me miró confundida—. Creo que subiré un momento. Discúlpenme.

—Iré con ella —ofreció Graham.

—De acuerdo —dijo mi madre. En sus ojos percibí una advertencia.

Subimos las escaleras. Se iba a enfadar, lo sabía. Una vez más arruinaba algo especial por culpa de Jamie. Cuando pasamos por la habitación de Sammy, la puerta se encontraba abierta. Graham miró y vio a Jamie sentado en el suelo junto a Sam sosteniendo una maqueta. Este le devolvió la mirada y luego me miró a mí. Tuve que tirar del brazo de Graham para que me siguiera a mi habitación. De inmediato lo noté tenso. Cuando cerré la puerta y me volví para mirarlo, él estaba frunciendo el ceño.

—¿Qué hace él aquí?

—No sabía que iba a venir.

—Sé que le gustas, Evelyn. —declaró mirándome a los ojos. Él lo sabía—. No soy ningún imbécil. He notado como te mira, y como se comporta a tu alrededor.

Me acerqué a él. Era la primera vez que lo veía enojado. Tomé sus manos y estaban calientes.

—Es solo Jamie —dije abrazándolo

—Entiendo que sea tu mejor amigo, créeme que lo entiendo. Es solo que...

—Shhh... detente. —Lo hice callar—. Estoy enamorada de ti.

—¿Lo estás? —preguntó dudoso.

Lo besé, esta vez sin reservas. Lo besé como si el fuego me consumiera. Necesitaba que dejara de dudar, que me creyera cuando le decía que solo lo quería a él en mi vida. Sus manos se fueron a mi cintura y sus labios se movieron con destreza sobre los míos. Caminé hasta llevarnos a la cama, y me senté a horcajadas sobre él. Era nueva en este tipo de cosas, no sabía si era lo correcto, pero definitivamente se sentía bien.

—¿Aun dudas de mí? —susurré sobre sus labios.

—No podría ni aunque quisiera. —Rio. Me encantaba oírlo reír. Sus manos fueron directo a mis muslos y sentí un leve escalofrío que recorrió toda mi piel.

De repente tocaron la puerta, y nuestro momento había desaparecido. Rápidamente me levanté. Podía ser mi madre, y este tipo de cosas no se me estaba permitido. Graham se puso de pie y se colocó detrás de mí. Abrí la puerta y Jamie estaba de pie esperando.

—Esto tiene que ser una broma —espetó Graham, sentándose en la cama.

—¿Qué pasa? —le pregunté a Jamie.

—Tu madre quería saber si estabas bien. —No me miró a mí, sino a Graham—. Pero ya veo que lo estás. —Oía el sarcasmo en su voz.

—Sí, lo estoy.

—¿Sabe que estás aquí a solas con él? —inquirió.

—Jamie, basta. Eso no te incumbe —protesté—. Pensé que habías venido por Sam.

—Es solo que... —se puso las manos en la cabeza—intento no pensar en lo que estás haciendo aquí con él.

—¡Detente! —Esto me estaba volviendo loca—. Pensé que ya no te ibas a entrometer en mi relación.

—Lo intento.

—¿Por qué no lo intentas más fuerte? —La voz de Graham resonó detrás de mí.

—Vuelve con Sammy —dije, viendo las miradas asesinas que se estaban dando Jamie y Graham. Cerré la puerta.

Me volví para mirarlo y podía ver que estaba furioso. Se paseaba de un lado a otro abriendo y cerrando los puños. Nunca lo había visto tan enojado. Lo entendía. Si fuera al revés, yo estuviera hecha un mar de celos. Tenía que parar esto, Jamie no podía seguir así.

Graham no me miraba, se sentó en la cama y cerró los ojos. Sabía que estaba intentando ocultar su enojo. Respiraba hondo y contaba del uno al diez. Me acerqué despacio y cuando estuve en el espacio entre sus piernas, suavemente acaricié su rostro.

Sus manos seguían siendo un par de rocas. Las alisé para luego entrelazar sus dedos con los míos. No era justo hacerlo sentir de ese modo. Él no merecía que Jamie siempre estuviera allí, fastidiando todo.

Lo abracé. Lo abracé tan fuerte como pude. Sus brazos reaccionaron y me abrazaron de vuelta. Lo sentí cálido y más calmado. Él era para mí, él era el indicado.

—Tú eres todo lo que necesito —dije, enterrando mi cara en su cuello—. Tú y nada más.

—Sé que es tu mejor amigo —dijo, tratando de sonar apacible—. Pero en serio lo odio.

Y así permanecimos por un rato, calmándonos el uno al otro.

Cuando salimos de la habitación, Jamie ya se había marchado. ¿Qué si me sentí mejor luego de que se fuera? Absolutamente. Sam había cerrado su puerta y no dejaba que nadie entrara. En lo que saliera sabía que iba a montar un numerito. David y mi madre habían terminado ya su cena y ahora estaban en la sala de estar tomándose una copa de vino. Ella casi nunca bebía.

Nosotros nos dirigimos a la cocina. Graham se sentó en uno de los taburetes y esperó apoyando sus codos en la isla de granito. Busqué en el refrigerador y sí, esto iba a calmar todos mis nervios. Tomé un plato y coloqué un pedazo de pastel del chocolate. Se veía delicioso. Graham me miró y arqueó una ceja mirándome con diversión. Fui por una cucharilla y me senté a su lado. Di la primera probada, y en realidad estaba magnífico.

—¿Quieres un poco? —le pregunté con una sonrisa burlona.

—Claro —dijo, y antes de que pudiera responderle con algún sarcasmo me besó.

Me reí y él rio también. — ¿Cuál es el veredicto? —pregunté.

—No sabría decirte. —Una sonrisa ladeada—. Creo que necesitaré probar una vez más.

*****

Esa misma noche, cuando todos estaban durmiendo, yo aún pensaba en Graham. No podía dormir, ya había pasado casi dos horas intentándolo y no podía. Miré mi teléfono, 2:30 a.m. Tenía que hablar con alguien. Fui a mi lista de contactos y llamé a Carter.

—¿Estás despierta? —pregunté

—Claro, veo televisión ¿Qué tal estuvo todo?

—Bueno, todo empezó bien... —esperé un momento— hasta que Jamie apareció aquí.

—¡No te creo! —exclamó Carter—. ¿Qué quería?

—Sam le dijo que viniera para que lo ayudara con su proyecto. —Suspiré

—Tu hermanito a veces puede resultar una molestia —dijo sin reservarse nada.

—Exacto. —Hice una pausa—. Graham se enfureció. Tenías que haberlo visto.

Me acomodé poniéndome boca abajo en la cama.

—No es para menos. ¿Qué te dijo cuando vio a Jamie allí?

Respiré hondo.

—Ahí es cuando todo se pone raro. Graham sabe que Jamie siente cosas por mí.

—Espera un momento ¿Que sabe qué? —Por la forma en la que formuló su pregunta sabía que estaba en shock.

—Como escuchaste. Le dije que estaba enamorada de él y que Jamie no significaba nada para mí.

—¿Es cierto? ¿No significa nada para ti? —preguntó.

—Al menos no como antes —dije—. Luego cuando nos estábamos besando, Jamie tocó la puerta.

—Me he perdido —dijo Carter confundida—. ¿Cuál puerta?

—La de mi habitación —listo, lo había dicho.

—¿Estabas con Graham en tu habitación y la señora que controla tu vida no se opuso?

—Mi madre estaba de lo más enfrascada conversando con el padre de Graham. En fin, cuando Jamie nos interrumpió Graham se puso peor. Si no fuera porque se estaba controlando, te aseguro que le habría partido la cara a Jamie.

—Lo iba a tener bien merecido.

—¡Carter! —exclamé.

—¿Qué? Se lo merece luego de haberte hecho pasar por tantas incomodidades.

—No quiero que lleguen a esos extremos —dije con cansancio.

Pues si Jamie no deja su estúpido juego, Graham tendrá derecho de darle una buena paliza. Y yo estaré en primera fila para disfrutarlo.

—Eres imposible —dije.

—Y tú eres una crédula —dijo riéndose—. Mejor ruega para que Jamie se aleje de ti.

—Sabes, creo que mejor dormiré. Descansa bebé.

—Mañana debo contarte algo, así que, descansa tú también.

Con esto me colgó.

Me metí entre las sabanas y cerré los ojos. Mañana sería diferente. Todo iba a ser diferente.

*****

Al día siguiente todo seguía normal, excepto que mamá no paraba de sonreír en el desayuno y Sam no me dirigía la palabra. Tampoco quise darle importancia a sus caprichos. Si estaba enojado porque Jamie se había ido antes de lo que esperaba, pues iba a tener que hablar con él. Me rehusaba a participar en sus numeritos.

Le había dicho a Graham que no pasara por mí como lo hacía cada día. Carter venía a recogerme, y estaba algo ansiosa por eso que debía contarme. Cuando nos encontramos, la notaba un poco nerviosa.

—¡Oye! Ya dime qué te pasa —espeté.

—Lucas quiere presentarme a sus padres —dijo mirando al suelo.

—¿Hay algo malo con eso? Pensé que lo de ustedes era serio.

—Y lo es —respondió—. Es solo que me aterra. Yo ni siquiera le he mencionado esto a mi madre.

—¿Aún no le dices a tu mamá que tienes novio? —pregunté. Ahora sí me había sorprendido.

—No he encontrado el momento. Y con todo esto de la boda de Mariana no he querido mencionarlo.

—Pues no tendrías un mejor momento. Le puedes decir que lo llevaras a la boda. —Sonreí.

—Solo tengo un último problema —dijo.

—¿Cuál?

—Alec viene a la boda.

—Recuerdas lo que estábamos hablando anoche, como me decías que Jamie se merecía una paliza. Bueno, Alec también se merece una por haberte dejado.

—No es lo mismo, nosotros no teníamos nada —replicó.

—Te ilusionó y creo que eso es peor. Así que, iras con Lucas a la boda y le demostraras a Alec que ya lo superaste.

Si tan solo siguiera yo los mismos consejos que les daba a mis amigas.

Casi no llevaba un control de los meses que iban pasando, solo sabía que el verano estaba por comenzar. Los exámenes finales también estaban cerca y con ellos, mi camino a la universidad se abría paso en mi cabeza. Estábamos en mayo, la brisa fresca chocaba con mi cara y se sentía bien. No hablaba con Graham aun sobre el tema, pero eventualmente tendría que hacerlo. Ya teníamos tres meses juntos y estos se parecían más bien a tres años.

Cuando pisamos la entrada de la escuela, le pregunté a Carter:

—Sigues pensando ir a Georgetown, ¿verdad?

—Claro. Espero que tú también —dijo ella—. Podemos compartir un cuarto en la residencia de la universidad.

—Eso estaría genial.

Siempre me había imaginado viviendo con Carter. Ella era tan ordenada y cuidadosa con todo. A las dos nos gustaba estudiar, así que no tendríamos ningún problema.

—Ahí está Lucas —vi como sus ojos se iluminaban—. Iré a saludarlo.

Lucas se había cambiado de escuela solo por Carter. Eso la enamoró mucho más.

—De acuerdo. Yo buscaré a Graham. Nos vemos en matemáticas.

Me dirigí a los casilleros para dejar algunos de mis libros y allí estaba él, con una amplia sonrisa esperándome. Caminé con rapidez hasta llegar a él y plantar un beso en sus suaves labios.

—Estás animada hoy. —Sonrió una vez más.

—Solo me alegro de verte —dije.

—Yo también me alegro de verte. —Y después de eso me besó.


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