Te Vi Llegar
En efecto, los días posteriores estuvieron igual que siempre, quizás un leve cambio fue que últimamente Alan pasaba más tiempo con el celular, como mensajeándose con alguien, aunque me causaba curiosidad respetaba su vida privada así que nunca le pregunté al respecto.
El jueves encontramos una miniserie que, aunque quisimos evitarlo, acabamos maratoneando, no considerando los posibles resultados de eso. Abrí los ojos en la mañana siguiente sintiéndolos casi pegados, apenas y habíamos dormido quizá unas 4 horas, por lo cual me sorprendí de que me desperté antes de que sonara la alarma, Alan seguía durmiendo, tomé mi celular para ver cuánto tiempo extra tenía, pero no encendió, lo que me hizo sentir cierto pánico. Palme al bulto que tenía aun lado, este solo emitió sonidos en señal de protesta.
—Alan—seguí palmeándolo, esperando que reaccionara—Alan—insistí.
—¿Qué? —gruñó por fin una palabra.
—No enciende mi celular.
—Lastima, murió. Déjame dormir—el me dio la espalda, tomé mi reloj que había dejado sobre la mesita de la noche, cuando vi la hora fue suficiente para que los ojos se me abrieran por completo, tome mi almohada y la deje caer sobre Alan, acto seguido me levanté corriendo y empecé a vestirme.
—¡Marck! —me reclamó aún sin si quiera moverse.
—¡Tenemos 10 minutos para salir! —grité, eso fue suficiente para que acabara de reaccionar se sentó de forma abrupta y tomo su celular comprobando la hora, comenzó a soltar todas las groserías que se le vinieron a la mente mientras se levantaba.
—¿A eso te referías con que no encendía tu celular?
—Si, seguro se descargó en la noche, por eso no sonó la alarma— respondí tratando de meter los dos pies en la misma pierna del pantalón.
—Deberíamos considerar poner doble alarma—propusó, también teniendo dificultades con la ropa.
—Cuando lo hicimos te quejaste de que te acabaron retumbando los pensamientos—no dijo nada ante eso.
—Por suerte lo que quedo de comida es fácil de empacar—él ya había logrado estar casi vestido, yo aún estaba subiéndome los pantalones y tratando de abrocharme la camisa.
—¿Acabaste? —le pregunté al verlo.
—Algo así, voy a preparar el lunch—salió de la habitación.
Cuando me iba a sentar en la cama para ponerme los calcetines me di cuenta que había dejado la corbata, aún con el pantalón desabrochado, la camisa abierta y los zapatos en mano, me fui a alcanzarlo.
—Te faltó la corba...—me quede a media palabra al verlo inmóvil a mitad del pasillo mirando hacia la puerta, pase mi mirada de él hacia lo que estaba contemplando y me quede estupefacto tal como la persona que estaba parada en la entrada, que por la forma que nos observaba, pude darme cuenta que estaba malinterpretando lo que sus ojos veían, yo aún seguía con todo desabrochado y suponía que Alan se encontraba en la misma situación.
—¡Sergio! —exclamé muy sorprendido por su repentina aparición—¿Qué haces...? ¿Por qué no me avisaste?
Ninguno reaccionaba no fue hasta que el celular de Alan sonó que recordamos la premura,
—Marck, tenemos que irnos—me apresuró Alan volteando hacia a mí, asentí, le di la corbata y regresé para poder ponerme los zapatos.
Para cuando salí él ya había desaparecido, Sergio seguía parado en la entrada aun con las maletas en mano, si esperaba una explicación en ese momento no podría dársela, sobre la mesa había un tóper, lo tomé y pase junto a mi hermano, medio sonreí y como oriental agaché mi cabeza por todo saludo y hui, en el camino me encontré a Cata subiendo, pero dado que iba corriendo solo pude saludarla igual que a Sergio.
No pude concentrarme en toda la jornada, me hubiera gustado poder aclarar la situación y no dejarlo tanto tiempo con una idea equivocada.
Intenté salir temprano para llegar antes que Alan, no podía dejar que el solo enfrentará la situación, al final mi intento se vio frustrado, casi acabe saliendo más tarde, me apresuré a llegar. Cuando estaba a unas calles me pareció ver a Alan sentando afuera de la tiendita no podía ser él, aunque no era tan común ver al alguien de traje sentado en la calle. Llegue al edificio y deje el carro, camine hacia la tiendita y en efecto si era Alan que estaba comiendo una papas.
—¿Qué haces ahí?
—Esperando que llegaras, no quería llegar con tu hermano después de ese encuentro, no quiero saber que habrá pasado por su mente.
—Traté de salir antes, no lo logré—le dije como disculpándome.
—Está bien, don Toño me dejo quedarme a aquí y me dio unos dulces —me enseño unos cuantos que había metido a la bolsa del saco.
—Tu eres capaz de hablar hasta con el perro.
—De hecho, me hizo compañía uno, pero se fue detrás de un carro.
Solo puse los ojos en blanco, aunque me agradaba que pudiera ser tan amigable.
—Vamos, no te ves bien de vagabundo—le extendí mi mano para ayudarlo a levantarse —enfrentemos a mi hermano.
—Si lo dices de esa forma tomando mi mano siento que vas a oficializar lo nuestro —yo lo solté de golpe, él se rio.
—Eres un tonto—me sonrió.
—Come una papa—no bien dijo eso cuando ya la estaba metiendo a mi boca.
—Gracias, no quería—me quejé mientras la masticaba.
—Abriste la boca.
—Es algo mecánico —seguimos conversando mientras caminábamos hacia el departamento.
Cuando entramos mi hermano estaba sentado en el sillón mirando la tele en cuanto nos escuchó la apagó y nos miró fijamente, era obvio que había estado esperando todo el día.
—¿Y Cata? —pregunté, antes de nada.
—Se fue con Aim ¿No te dijo?
—No he cargado mi celular desde anoche—me miro extrañado mi hermano, pero era evidente que lo que le interesaba saber era acerca de lo que pasó en la mañana ya que movía sus ojos de Alan a mi—No es lo que parece— el arrugó la nariz tal como cuando estaba a punto de regañarme, se levantó y fue hacia nosotros.
—¿Enserio vas a utilizar ese argumento?
—Es que en serio, no es lo que piensas —Alan había dejado de estar a un lado y poco a poco había empezado a esconderse tras de mí.
—¿Voy a creer eso después de como los encontré? ¿Y ahora está él aquí?
—Él vive aquí —señalé, la cara de mi hermano se contrajo aún más.
—¿En qué momento empezaste una relación abierta? —enserio que Sergio tenía una mente muy volátil.
—¡No es así la cosa! Él es mi roomie—expliqué.
—¿Roomie? —preguntó aun dudando.
—Si así es, nos encontraste así porque se nos hizo tarde y andábamos contra reloj.
—Ah —su expresión me hacía sentir que no estaba del todo convencido—con que es así, vaya susto que me llevé.
—Te lo hubieras ahorrado si me hubieras avisado—reproché.
—Quería sorprenderte, aunque el sorprendido acabe siendo yo.
—Tú que sacas conclusiones demasiado rápido.
—Si tú lo hubieras visto desde mi perspectiva, también te hubieras mal viajado, en fin, soy Sergio —se presentó extendiendo su mano hacia Alan, él se la estrechó.
—Alan—sorprendente lo que podía ocasionar mi hermano, jamás lo había visto tan tímido.
—Bueno, compre unas gorditas, años sin comer unas, siéntese—nos invitó, yo acabe en el piso porque apenas y cabían dos en el sillón.
—Creo que te excediste —comenté al ver la mesita de centro repleta de comida
—¿Has olvidado cuanto cómo?
—¿Aun conservas el apetito?
—Claro, anden sírvanse.
Mi hermano había agarrado un acento medio chistoso, ya tenía viviendo fuera del país más de 6 años, él estaba contando como le iba con el negocio. Mientras lo escuchaba tome una gordita, Alan estaba por tomar el botecito de salsa verde, pero lo detuve.
—Esta picosa—le advertí—mejor toma la roja, esa pica menos— tomé su plato y le puse la salsa—¿Así está bien o quieres más?
—Tengo manos Marck—masculló, me quitó su plato, así como la salsa.
—¿No comes picante?
—No mucho—respondió aun con timidez.
—Como extrañaba el chile, no es lo mismo lo que venden allá y las tortillas, no se como Cata a vivido tantos años sin ellas. ¿Y hace cuanto vive aquí? —preguntó de repente, me quedé pensativo.
—¿Que habrá sido? — me giré a ver a Alan—¿Desde abril?
—Si... Mas o menos—confirmó.
—Ah, son bastantes meses ¿Y cómo se conocieron?
—Es quien organiza la boda.
—¿Enserio? Vaya ¿Sueles ser tan cercano con tus clientes? —Alan sonrió.
—Si durmiera con mis clientes, por muy mal que se oiga, ya me hubiera vuelto costal de boxeo —yo me reí al menos empezaba a sentirse más relajado—no es común qué el novio sea quien este al pendiente de eso—Sergio me miró buscando una explicación.
—Me hecho cargo yo, ya que Aim había estado con lo de la maestría y ahorita ha estado saturada con el trabajo.
—Ah...—de nuevo su expresión sonó extraña, pero no comentó nada— ¿Y cómo es que acabaste aquí?
—Pues tuve unos problemas en mi casa y de no ser por Marck estaría viviendo debajo de un puente.
—No seas exagerado Alan.
—Bueno... Pudo haber sido uno de mis destinos.
—También pensé en que puede ser el próximo inquilino cuando me casé —le comenté a Sergio.
—Ah si ese era un tema del cual quería conversar.
—Espero no tengas problema.
—Es tu departamento Marck.
—Mamá lo dejo a ambos —mi hermano me miro asombrado, era la primera vez que la mencionaba frente a él.
—Y yo te lo deje a ti, sé que tomaras la mejor decisión.
—Ya está, ya tienes techo—le dije poniendo mi mano sobre su rodilla Alan se movió ligeramente yo hice como que me limpiaba con él.
—Ahí había servilletas—masculló.
Mi hermano fue quien llevó la conversación preguntándole acerca de los detalles de la boda, al menos estaba siendo bastante tranquilo, a veces tenía una forma de hablar que intimidaba a las personas. Cuando ya estábamos terminando de comer Cata le hablo a mi hermano para decirle que las alcanzáramos para cenar.
—¿Aim no te ha hablado? —me cuestionó Sergio extrañado, eso hizo recordarme que no había puesto a cargar el celular.
—Sigo con el cel muerto.
—¿Y no se preocupa de que estes incomunicado?
—No es como que todo el santo día estemos hablando, ella esta ocupada con sus cosas—Sergio no dijo más.
—Mañana queremos ir a la ruta del vino—me anunció mi hermano.
—¿Cuándo se irán?
—Tenemos el vuelo en la noche del domingo.
—¿Dónde se van a aquedar?
—El plan es hospedarnos allá, Cata ya lo habló con Aim y no tiene problema, bueno deberíamos empezar a irnos, de veras—mi hermano miró a Alan como si de repente se acordara de que estaba ahí—¿No quieres venir Alan?
—Gracias por invitarme, pero trabajo mañana, además, mi economía no se encuentra en su mejor momento.
—Ya será para la otra, bueno Marck ya hay que irnos para no hacerlas esperar, voy al baño—el se levantó y se fue hacia allí.
—Me sudan las manos—confesó Alan—la última vez que me sudaron así fue cuando presenté mi examen profesional—me reí.
—¿Te pone de nervios mi hermano?
—Tiene una presencia fuerte.
—La verdad lo note bastante tranquilo a como suele ser—Alan se sacudió como si un escalofrío le recorriera.
—No deseo saber cómo es normalmente—volví a reírme—¿Tienes ropa con Aim? —me preguntó de repente.
—Si, algo debo tener—respondí un poco confundido con el cambio de tema.
—¿Es ropa clara?
—¿Por qué preguntas?
—Porque si usas los colores que sueles ponerte te vas a asar.
—Que más da.
—Llévate la camisa que usaste cuando fuimos a la peña.
—Esta sucia.
—Entonces ven—Alan se puso de pie y fue a la habitación, no me quedó de otra que seguirlo para cuando entre ya había sacado unas camisas.
—¿Me vas a prestar ropa?
—Todos los colores que tienes están muy obscuros te vas a asar como pollo, esta está bien—me enseñó una amarilla con estampado de pequeños aguacates.
—Entre asarme como pollo o parecer uno... no sé qué prefiero la verdad.
—No te viene mal un cambio de estilo, pruébatela yo digo que si te queda viene amplia
—No debí comer la cuarta gordita—Alan rio.
—Mas que nada lo digo por la espalda, sonso—me quite la camisa del trabajo y el me ayudo a ponerme la que me prestaría en ese momento entro mi hermano.
—Todo sigue como lo recuerdo—se quedó un momento viendo como Alan literal me vestía, pero no dijo nada, el me soltó y yo me quite la camisa que me había probado.
—Me queda.
—¿Vas a usar eso? —cuestionó mi hermano mostrándose bastante curioso.
—Alan dice que me voy a asar como pollo si uso los colores de siempre, así que me volveré uno.
—¡No esta tan amarillo Marck! Es tono mostaza.
—Pollo con diarrea entonces seré—hice que ambos rieran.
—No le vendría mal un cambio de imagen—comentó mi hermano.
—Está en buenas manos.
—Ya me obligo usar un traje rojo ¡Rojo! —recalqué.
—Ni te quejes que te salve el pellejo.
—Ya sé, pero ¡Rojo!
—¿Y por qué? —preguntó mi hermano.
—Por la graduación de Aim—expliqué.
—A este se le había olvidado—añadió Alan.
—¡No lo olvide! Solo se me confundieron las fechas—me defendí, Sergio solo negó con la cabeza, sonriendo.
—Siendo como siempre Marcksiano—Alan casi se carcajea alcanzo a taparse la boca con la mano.
—Atrévete a reír... Pequeño Alan —eso fue suficiente para que recuperara la seriedad.
—Bueno ya está, llévate esa amarilla y también esta otra—señaló una camisa verde que estaba sobre la cama al menos esa solo tenía líneas blancas muy delgadas.
—Si ya estas lo mejor es que nos vayamos.
—Déjame lo ayudo con el desastre de la comida—mi hermano asintió y entre los tres dejamos limpio.
—Ahora si partamos—dijo Sergio quien ya iba saliendo del departamento, yo antes de irme me despedí de Alan.
—Nos vemos el lunes.
—Diviértete—le sacudí el cabello y salí tras mi hermano.
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