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Siempre a mí (capítulo especial)


Llegamos del funeral casi en la noche, una persona de la iglesia había organizado una comida después del sepelio, donde estuve rodeado de muchos abrazos que intentaban darme una muestra de apoyo, me estaba cansando de estar rodeado de tanta compasión.

En un descuido de Sergio me salí de la casa apenas llegamos, no quería estar con él no sabía a qué me enfrentaría, no quería oírlo preguntarme como estaba o que intentará consolarme.

Me senté en la banqueta a unas cuadras de donde vivíamos cuando un grupito de 4 chavos se me acercaron, sabía que no tenían tan buena fama en la colonia y aunque por un momento me dio miedo intenté disimularlo.

—¿Eres el hijo de Saraí? ¿verdad? —me preguntó el que se veía mas grande.

Mi mamá era conocida ya que solía venderle productos de catálogo a los vecinos y por que tanto Sergio como yo habíamos pertenecido al coro de la iglesia, no respondí con palabras solo asentí con la cabeza.

—Lamentamos tu pérdida—me dijo otro más.

—¿Qué haces aquí? —curioseo el tercero.

No tenía una respuesta exacta.

—No te preocupes, te entiendo, también mi jefecita se me fue cuando estaba bien chamaco mas que tú—volvió a hablar el mayor—mira mi recomendación es que te distraigas, vamos camino al billar ¿Nos acompañas?

Sabía que debía decir que no, pero tenía razón, necesitaba alejarme de todo lo que me recordara a lo que estaba viviendo, rodearme de personas que no sintieran lástima por mí y temieran que en cualquier momento me pusiera a llorar, hasta ese momento no había derramado una sola lágrima.

—Bueno, esta bien—accedí.

De esa manera es que comencé a juntarme con ellos, era muchísimo más chico que todos y mas sin embargo no me trataron como alguien que necesitarán cuidar como los del coro, era refrescante eso.

Con el pasar de los días dejé de esforzarme por la escuela, aunque logré mantenerme durante el tiempo que mi madre estuvo enferma, esta vez ya no me importaba, a veces faltaba y apenas cumplía con las tareas, claro está que a Sergio no le pasó desapercibido, pese a estar trabajando casi todo el día, además de que ya era usual que no apareciera hasta ya noche.

—Te están llevando por mal camino—me enfrentó un día mi hermano.

—¿Quiénes?—intenté hacerme el desatendido.

—No te hagas, se con quien has estado últimamente. Son una pandilla Marck.

—No son ninguna pandilla solo es un grupo de personas.—justifiqué, a decir verdad hasta este momento no sabía si realmente hacían algo malo, solo había estado con ellos jugando en el billar.

—Son muchísimo más grandes que tú.

—No más que los del coro—me defendí, en parte tenia razón.

—No es lo mismo—había dejado sin argumentos a Sergio —Mamá estaría muy preocupada.

Era la primera vez que la mencionaba y me cayó en el hígado que fuera de esa manera.

—¡Para su suerte ya esta muerta! —exclamé alterado.

Dicho eso volví a salirme, sintiéndome sumamente molesto, acabé con los del barrio, fue la primera vez que tomé alcohol y descubrí un efecto relajante que desconocía.

Pensé que mi hermano había dejado el tema por la paz hasta que un día que si fui a la prepa lo vi en la salida, me enojó verlo, me acerqué a él.

—¿Enserio hasta este extremo llegaste? —pregunté casi gritándole.

—No vine para vigilarte, el abogado de mamá llamó, tenemos que ir a la notaría.

—¿Abogado? —estaba confundido no entendía nada, ni si quiera sabía que tuviera uno o que lo necesitara.

—Al parecer dejo testamento—sin decir más comenzó a caminar hacia la parada, yo seguí pensando en eso, vivíamos al día y rentábamos la casa ¿Qué pudo haber dejado?

Fue un largo camino hasta la notaría, entre el tránsito, el hecho de que tuvimos que trasbordar mas de una vez y la espera entre cada camión. Hacía demasiado tiempo que no estaba tanto rato con Sergio y no había percibido lo incómodo que se había vuelto.

Cuando era niño y podíamos pasar tiempo juntos me divertía, siempre se le ocurría algo a que jugar, lo que mas me gustaba hacer con él era inventar historias cuando me iba a dejar a la escuela con cualquier cosa que viéramos en el camino creábamos un cuento.

También nos gustaba adivinar la vida de las personas que veíamos, mi tiempo favorito era estar con él, ahora eso parecía un recuerdo muy lejano.

Apenas y preste atención cuando estuvimos frente al abogado, lo que más logre captar es que de algún modo mi madre había conseguido un crédito para un departamento y al fallecer había quedado cubierto.

Salimos de la notaría posiblemente sintiéndonos ambos confundidos.

—¿Quieres pasar a comer algo?

Asentí como respuesta, no había comido nada desde la mañana y ya el estómago me exigía comida.

Fuimos a comer a una fonda, mi hermano también parecía incómodo, pero aun así trató de hacer conversación

—La zona se ve mejor, hay más transporte, creo que es un buen cambio—comentó, sabía que en realidad lo que le alegraba era tener una razón para alejarme de mis nuevas "amistades".

—Se podría vender—sugerí, no me animaba a mudarme, había vivido casi 16 años ahí, todos mis recuerdos estaban en esa vieja casa.

—Por algo mamá lo compró, además sería una preocupación menos ya no tener que pagar renta.

Sabía que esa debía ser razón suficiente, Sergio se partía el lomo para cubrir los gastos y aunque intenté empezar a trabajar poco antes de que mamá se enfermara, nunca me lo permitió. Era más que lógico que la decisión ya estuviera tomada tampoco es que pudiera tener mucha voz y voto, así que empezamos la mudanza.

No nos habíamos atrevido a entrar al cuarto de mamá, era un lugar que pasaba de largo, Sergio se encargó de vaciarlo y deshacerse de lo innecesario, en menos de un mes empezamos a vivir en el nuevo departamento, era muchísimo más pequeño y solo había una habitación, más sin embargo a mi hermano poco parecía importarle, parecía entusiasmado porque el cambio me sentara de forma positiva, en cuanto acabé el ciclo escolar me cambió a una preparatoria mas cercana.

Pero el cambio no fue beneficioso, en la escuela encontré gente que como a mi tenían más interés en tomar e ir a fiestas.

Podía decir que al contrario empeoré, dejo de importarme si pasaba de año, o si Sergio se quedaba esperándome cada noche, lo único que quería hacer era olvidar y dejar de sentir algo, lo que conseguía cada que bebía.

Eventualmente encontré también cierto desahogo en estar con diferentes personas, sin ningún compromiso más que pasarla bien, no quería a nadie más en mi vida, al fin y al cabo, todos se acabarían yendo y yo ya no quería volver a sufrir la partida de nadie, con la de mi papá y mi madre había sido suficiente. 

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