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No sabía

Pese a su pronta recuperación, de nuevo lo noté decaído, temí que otra vez se estuviera enfermando, quise asegurarme, así que en cuanto llegue del trabajo ni hola le dije, fui directo por el termómetro que estaba en el baño.

Cuando regrese él ya estaba sentado en la mesa, con la mirada perdida, parecía que no noto que ya estaba ahí, me puse detrás de él y le pique las costillas, solo así reaccionó.

—Pero que...

—Arriba las manos—hice que las alzara, fue sencillo ponerle el termómetro debajo de su axila porque traía una camisa sin mangas, él en automático bajo de nuevo los brazos y lo sostuvo.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —no contesté, espere el pitido del termómetro, sonó segundos después, se lo quite y mire cuánto marcaba.

—36.5... estás bien.

—Marck ¿qué se supone que haces? —repitió

—Estaba checando cuánto tenías de temperatura.

—¿Por? —pregunto extrañado.

—Porque otra vez te he visto decaído y pensé que a lo mejor estabas enfermándote de nuevo, aún no me creo que te hayas aliviado, así como así—él me sonrió de forma tranquilizadora,

—Mi cuerpo es muy resistente, así que no te preocupes de aquí que vuelva a enfermarme va a pasar mucho tiempo. Ya siéntate, que se te va a enfriar la sopa—yo lo obedecí, pero no le quite los ojos de encima fijándome en todo momento la menor señal de enfermedad—empieza a incomodarme que me estés mirando—dejo de comer y alzo la mirada.

—Es que no estás siendo tú—volvió a sonreír.

—Soy yo, pero en una versión más tranquila.

—Eso es imposible tratándose de ti, ¿Te paso algo?

—Es una cosa estúpida—dijo restándole importancia.

—Puedes decirme lo que quieras —me observo un momento como evaluando si valía la pena, el suspiro.

—El próximo domingo será mi cumpleaños—yo lo mire asombrado.

—¿En serio? No lo sabía.

—Ya te había dicho—me quede pensando.

—Si me lo dijiste en una de nuestras pláticas nocturnas, temo decirte que a la mitad de ellas ya estoy en el quinto sueño.

—Siempre lo he sospechado, ¡pero aquella vez hasta me contestaste! — le sonreí.

—Lo siento, soy medio olvidadizo.

—¿Y nunca lo viste en mi perfil de face?

—No ando espiando a la gente Alan.

—Eso me da un alivio, hay fotos de la prepa que preferiría que no vieras—saque mi celular—¿Qué haces?

—Me has dado una razón para revisar tu perfil—le sonreí con maldad, él me arrebato el celular.

—Quedamos que no usaríamos el cel en la mesa a menos de que fuera necesario.

—¡Nunca quedamos en eso! —le reclamé.

—Cuando acabes de comer te lo devuelvo.

—El mayor se supone que soy yo —chille haciendo un mohín, él me sonrió—¿por qué te tiene así tú cumpleaños? —indague retomando el asunto de antes, el suspiro de nuevo.

—No sé por qué mi familia tiene la costumbre de festejar en grande los 25, cuando mis hermanos los cumplieron a cada uno les hicieron una fiesta en el rancho de un tío, me imaginaba como sería mi fiesta cuando llegara a esa edad, pero ahora—él hizo una mueca—como sabes en este momento no soy santo de su devoción de mi madre y respecto a mis hermanos... —era bastante triste verlo de esa manera.

—Lo vamos a festejar en grande, aunque sea aquí Alan, no te desanimes para eso me tienes a mí—la mirada viéndome bastante asombrado.

—¿A ti?

—¡Claro! Soy tu mejor amigo en este momento, así que yo me encargo de que sea un día especial—sonrió de una forma más amplia.

—Con que lo pases conmigo será suficiente —su celular sonó con un repetido gatito que identifique de la película de Monster inc.—es mi hermana.

—¿Qué tono es ese? — pregunté divertido.

—Mis hermanos y yo le decimos Boo, voy a contestarle—asentí con la cabeza, él se levantó y se fue a la habitación.

Aproveche para tomar de vuelta mi celular y hacer lo que me impidió Alan, me metí a su perfil y busque las fotos, sonreí, había bastantes de las cuales avergonzarse, en la que más me fijé fue de cuando se graduó de la universidad, su madre no se veía precisamente feliz con esa cara me daban las ganas de nunca tener que conocerla daba un poco de miedo, en cambio, su papá se veía un señor muy amable no pude terminar de husmear por qué el regreso.

—Te dije que no lo tomaras hasta que acabarás de comer—de nuevo me lo arrebato.

—Que pantalones los tuyos—ignore el exceso de confianza, ya que quería saber que le había dicho su hermana—¿Todo bien?

—¿Sobre qué?

—Con tu hermana, nunca te habla—el regresó a su lugar.

—Me hablo para invitarme a comer.

—¿A tu casa?

—No, digamos que no soy el único que tiene problemas con mi madre, nos invitó a los 4 a que fuéramos a un restaurante.

—Ves, no la pasarás mal en tu cumple.

—¿Qué ya no me vas a festejar? —a veces hacía gestos y un tono de voz que lo hacía ver como un niño pequeño, lo cual me ocasionaba demasiada ternura.

—Está bien, al día siguiente festejaremos.

—Pero si a ellos es cuando los veré después.

—Ah.... No me habías dicho como estaba el asunto, entonces el próximo domingo ¿verdad?

—No vayas a olvidarlo.

—Como podría olvidar tu cumpleaños—me levanté un poco de la silla para alcanzarlo y sacudirle el pelo, después de esa plática regreso un poco más su ánimo.

Cuando terminamos de cenar me devolvió mi celular, a discreción puse un recordatorio de su cumpleaños, dudaba mucho que una fecha así se me olvidará, pero conocía mi mente, alguna vez casi fue motivo de que terminara con Aim por olvidar una fecha importante.

El resto de la semana pensé cuál sería el mejor regalo que darle, pero no se me ocurría nada aunque ya conocía lo suficiente a Alan para saber que le gustaba. Quizás podría darle una bocina, la suya ya hacía sonar la música como rito satánico o tal vez algún artículo de cocina parecía ser qué cocinar era una de sus actividades favoritas... y así continuo mi lista mental sin llegar a una conclusión.

El fin de semana me fui a quedar con Aim para ayudarle un poco respecto a su alimentación, ya que se encontraba saturada.

Estaba por terminar la maestría y le habían llegado nuevos proyectos del trabajo, ese fin lo dedicaría a ponerse al corriente así que como buen prometido fui a cocinarle.

El domingo desperté antes que ella, la dejé descansar, me levanté en silencio y me fui a sentar al sillón que había en su habitación, me puse a revisar mi celular cuando una notificación me llegó, baje la barra para ver qué era, decía: "Alan García cumple años hoy, ¡felicítalo!" quedé en blanco, me fui a mi calendario que estaba marcado hasta la semana siguiente, me metí a su perfil de Facebook donde ya tenía algunas felicitaciones ¿Acaso me equivoqué en la fecha? En las prisas de revisar se me resbaló el celular cayendo al suelo, eso hizo que se despertara Aim, ella se medió incorporo y me miro con los ojos más cerrados que abiertos.

—¿Qué pasa Marck?

—Perdona nena, no quería despertarte.

—Está bien, ya debería levantarme.

—Mi vida ¿qué día es hoy? —me miró confundida.

—¿Domingo? —contestó un poco dudosa.

—No, no, el número—ella se quedó pensando un momento.

—Es 19 ¿Acaso se movió la fecha en tu celular?.

—No, bueno, si, bueno, no, bueno, es que me acabo de dar cuenta que según yo tenía que entregar un documento hasta la próxima semana, pero resulta que era hoy.

—¿Aún lo puedes entregar?

—Si, pero necesito ir a mi departamento—qué hábil me había vuelto con las justificaciones, me levante para cambiarme.

—Mmm entonces te vas—me acerqué a ella y le bese la frente.

—Perdona, te dije que hoy te cocinaría.

—Será para la próxima, gracias por quedarte conmigo.

—Para eso estoy, mi vida—pase mi mano por su cabeza, me miro extrañada, yo me detuve dándome cuenta que ese no era un gesto común que tuviera con ella—tu pelo es muy suave, me encanta—me le acerque y la bese, con eso me miro con más normalidad.

—Espero la próxima semana vernos.

—Tú solo concéntrate en tu estudio y trabajo, yo me encargo de extrañarte—me sonrió, se puso de pie y me abrazo, me despedí de ella y me fui no sin antes pedirle comida a su departamento.

Todo el camino me fui torturando, pensando que había dejado solo a Alan cuando le había prometido que estaría ahí, que le haría un gran festejo, pero qué idiota soy cómo es que me confundí de fechas.

¿Qué podía conseguir en domingo? Quizás un globo podría ser una buena opción.

Busque en internet tiendas cerca de mí, todas ya estaban cerrando, solo una indicaba que cerraría pronto, como si estuviera en Rápidos y furiosos maneje hacia allí. Llegué casi 5 min. antes de la hora de cierre que indicaba, me baje corriendo del carro y me acerque al aparador, lo único que pudieron ofrecerme fue un arreglo que no recogieron, no sé que me causaba más conflicto si el globo que decía: ¡Felicidades por tu graduación! O que estaba compuesto por unos muy bonitos girasoles, nunca considere darle flores a un chico, pero dada mi situación no tuve otra opción, lo acabe comprando.

Mi siguiente destino fue el súper para completar el arreglo, compre botanas, dulces y un six de cerveza, lo acomode lo mejor que pude. Caí en cuenta que pese haber pasado toda la semana pensando en su regalo aún no se me ocurría nada, para mi suerte me cruce con una tienda donde vi una lámpara de lava, recordé que Alan llevaba tiempo queriendo una así que eso elegí como su regalo.

Intenté apresurarme para no llegar más tarde, pero entre que estaba a una distancia considerable y el tráfico me dio casi la noche, cuando entre al departamento me encontré con Alan, todo desparramado en el sillón con una rebanada de pizza en la panza viendo la tele o más bien la tele viéndolo a él, parecía todo un don jubilado, lo patee ligeramente para que despertara él abrió los ojos intentando enfocar.

—¿Marck? —él se sentó—creí que ibas a llegar mañana en la noche.

—No me hables con tanta tranquilidad ¡me fui en tu cumpleaños! —le dije sintiéndome alterado por su calma, Alan sonrió.

—Tranquilo hombre, no tenemos mucho de conocernos, es normal.

—¡Te prometí estar contigo!

—No te preocupes en serio, es normal que se te haya olvidado—eso me hizo ofenderme.

—¡No sé me olvidó tu cumpleaños! —deje lo que traía en las manos sobre el sillón y saque mi celular enseñándole el calendario—lo que pasó es que se me confundieron los días— miro la pantalla y sonrió.

—Lo pusiste el 26 ¿De dónde me ves cara de Leo? Está bien Marck no te preocupes mejor dime qué me trajiste—miraba con curiosidad la canastita que había dejado a un lado de él, la tome y se la entregue en sus manos, me senté a su lado—¿de qué me gradué? —pregunto después de notar lo que decía el globo.

—De los 24—fue lo único que se me ocurrió para justificarlo, él se rio.

—Vaya, nunca lo había visto de esa forma.

—Lo siento, Alan, te dije que haría especial este día y te falle—me sonrió ampliamente.

—Estás aquí, no me fallaste.

—Pero...— intenté objetar algo, pero él me interrumpió.—Te lo dije, mientras estés conmigo no importa nada más—el palmeo mi rodilla con eso empecé a sentirme más tranquilo—también te lo paso porque conseguiste mis chocolates favoritos—la sonrisa se me borró del rostro—es broma hombre, gracias, Marck, no necesito nada más que esto—volví a sonreír luego miré a mi alrededor y me di cuenta de la ausencia de mi regalo.

—Se me olvidó una cosa.

—¿El qué? —no le contesté, me levanté y salí del departamento.

Baje corriendo al auto, había dejado la lámpara en el asiento del copiloto, también note el detalle de que había olvidado envolverlo, vi un folleto del súper no era lo más bonito, pero servía para causar expectativa como pude medio lo envolví y regrese al departamento él seguía sentado en la sala admirando las flores, trate de ignorar ese detalle, me ponía de nervios, cuando me acerqué a él, alzó la mirada.

—Pareces Speedy González—comentó riéndose, ya era un apodo que comúnmente me decía, me senté de nuevo junto a él.

—Deje tu regalo en el auto—le entregue la caja mal envuelta, sonrió.

—¿Apenas lo envolviste? — agaché la mirada apenado.

—Lo siento Alan, te juro que estuve pensando en tu regalo desde que me dijiste.

—Te angustias demasiado ¡mira! ¡Las manzanas rojas están de oferta! —comentó emocionado.

—¿En serio te estás fijando en eso en vez de tu regalo? —él rio.

—Perdona, últimamente me es inevitable ver los descuentos—regreso su atención a la caja, quito el periódico con facilidad, ya que solo estaba sobrepuesto, pude darme cuenta de que había hecho una buena elección dada la sonrisa que tenía en su rostro—desde cuando quería una—expresó emocionado.

—Lo sé, cada quincena dices lo mismo y nunca la compras así que decidí hacerte el favor,

—Muchas gracias, Marck ¿Quieres pizza? —apenas empecé a darme cuenta de que dada las prisas ni siquiera desayune, agarre una rebanada, casi de un bocado me la acabe—creo que tendremos que pedir otra al paso que vas.

—No comí—admití.

—Aún se podría considerar como la comida.

—Desde ayer— agregué.

—¡Marck! Tú y tu necedad de hacer eso—me regaño.

—Es que recién me desperté, me percaté de mi fallo y me puse a correr por toda la ciudad y...—me callé de golpe dándome cuenta de todo el esfuerzo que hice por él, sentí que me ponía rojo, qué estupidez, Alan me sonrió enternecido.

—Te lo pasaré esta vez por qué fue por una buena causa—él apagó la tele por la flojera de buscar algo que ver.

—Alan—él me volteo a ver.

—¿Qué?

—¿No te llevas con tus hermanos? — pregunté.

—¿Por qué tu repentina curiosidad? —me alce de hombros.

—Solo me dieron ganas de saber—él exhaló un poco antes de responder.

—A recientes fechas—al ver mi cara de confusión se dispuso a explicar—a quién solía ser más cercano es al mayor, Gustavo, pero desde que entre a la prepa... La verdad es que me aislé de todos, incluyendo mi familia, me enfoque mucho en mis conflictos personales y pues con el tiempo esa brecha se hizo más grande, luego él se mudó y ya casi ni hablamos, aunque iba con frecuencia a la casa, respecto los otros que son Leo y Andrés buenos ellos están muy en su mundo, y bueno a Mariana le llevo bastantes años.

—Trata de disfrutar —le aconsejé.

—¿Qué hay de ti? —no esperaba que me devolviera la pregunta, pero él había sido sincero conmigo, así que por qué no yo serlo.

—Creo que podría decir que él es más como una figura paterna, me lleva muchos años, así que es lógico, recuerdo que de chico me llevaba muy bien con él, creo que cuando más empezamos a alejarnos fue cuando mi mamá se enfermó, después ... Fue mi culpa que él decidiera irse y sigue siendo por mí que no se ha vuelto a acercar—ese tema aún dolía, así que me levanté de golpe, Alan se sobresaltó.

—¿Y ahora que Marck?

—Acabo de recordar que olvide lo más importante en este día—salí de nuevo corriendo, aparte de querer evitar más preguntas, se me vino a la mente el detalle de que no compre un pastel ¿qué es un cumpleaños sin uno?

Después de que me bajé los cinco pisos en una velocidad récord me detuve a recuperar un poco el aliento, ese día había estado demasiado acelerado en definitiva. Gracias a la pausa caí en cuenta ¿dónde iba a conseguir un pastel a las casi 7 de la noche en esos barrios olvidados del señor?

Podría tomar el auto e ir por uno, pero no quería dejar más tiempo solo a Alan, así que decidí ir a la tienda y lo único que se me ocurrió fue comprar pingüinos y submarinos algo podría hacer con eso, regrese al departamento, Alan seguía tirado y yo me metí corriendo a la cocina escondiendo la bolsa.

—Marck, solo te falta echarte el gritito ¿acaso te pico las pompis el diablo o qué? —lo voltee a ver confundido y riéndome a la vez.

—¿Qué frase es esa Alan? — él también se rio.

—Es algo que nos decía mi madre— se paró y comenzó a acercarse.

—Alto ahí, no vengas a la cocina—le pedí.

—¿Por qué?

—Solo quédate ahí donde estás—me giré y comencé a amontonar los pastelitos sobre un plato, no era lo más bonito, pero como dicen la intención es lo que cuenta, me fijé de otro detalle, también me había olvidado las velas ¡este bendito Alzheimer prematuro! Agarré unos cerillos y los puse a falta de, me volteé y empecé a cantar.

—Esta son las mañanitas que cantab...—me detuve al ver a Alan, él estaba como estatua en una postura extraña, me gano la carcajada—¿Qué rayos?

—Me dijiste que me quedara ahí donde estuviera—respondió con una risa mientras regresaba a la normalidad.

—Pero no en modo tieso—seguí riéndome, provocando que los cerillos se apagaran—Ay lo siento—le entregue su "pastel" y fui a la cocina por más, regrese con Alan, quite los que se apagaron y coloque los nuevos.

—¿Crees que sea válido si son cerillos?

—¿Cómo?

—Mi papá dice que las velas del pastel son como las uvas en año nuevo, es tu oportunidad de pedir algo que deseas para el nuevo año de vida que empiezas.

—Supongo que si lo pides con toda tu fe tu deseo se hará realidad, así sean simples cerillos, perdona, también olvide las velas—él me sonrió.

—Me agrada, salir de lo convencional, ya enciéndelos que quiero comer—dijo ansioso, yo lo obedecí, el cerro sus ojos y soplo, por su gesto en la cara me dio curiosidad saber que había pedido.

—¿Cuál fue tu deseo?

—Se supone que si lo cuentas se invalida, este deseo es especial, así que no te diré—noté su determinación, así que no insistí.

Nos sentamos en la sala y comenzamos a comer, aunque yo me sentía mal por mi improvisado pastel, Alan estaba feliz comiéndolo.

Al final del día lo noté muchísimo más animado que los días anteriores, así que al fin me sentí tranquilo, pese a que le falle logré mi cometido de hacer especial este día, jamás volvería a olvidar otro 19 de julio.

Al día siguiente, después de que llegue del trabajo, me sentí extraño ante la ausencia de Alan, ya me había acostumbrado demasiado a él, en definitiva, algo se me debía ocurrir para que él pudiera seguir en mi vida aun después de casarme.

Pensé en quizás pedir algo de comida, fui al refri a sacar una cerveza y me encontré con algunos toppers, los examine, resulto que Alan me había dejado preparada la cena ¿en qué momento lo habrá hecho? Saqué los trastes y me dispuse a comer.

Ya para la noche se me antojaron unas papas, así que fui a la tienda, cuando venía regresando vi a Alan bajar de un automóvil, supuse que su hermano lo había ido a dejar, me quedé esperándolo en la entrada. Él se sorprendió cuando se topó conmigo.

—Marck hola ¿qué haces abajo?

—Se me antojaron unas papas—le enseñé la bolsa que ya había abierto—¿te vinieron a dejar?

—Si, extrañamente quería saber dónde estaba viviendo

—¿Por qué es extraño? Eres su hermano obvio que se preocupa.

—Uhm...— noté que traía muchas cosas.

—Te ayudo—sin esperar que respondiera le quite de las manos unas bolsas y sin decir más subimos al departamento. Cuando entramos deje las cosas sobre la mesa y me les quede viendo con curiosidad.

—Son regalos de mis hermanos—él comenzó a sacar su contenido para mostrarme—Gus me obsequio unas corbatas, Leo y Andrés un bonito juego de cuchillos y mi hermana esto—concluyo sacando un peluche, lo miré extrañado.

—¿Una llama?

—¡Pero si debía morir! —parpadeo perplejo ante sus repentinas palabras y más confundido quedé cuando empezó a carcajearse—lo siento es que recordé el diálogo de las locuras del emperador—yo me reí al comprender su chiste.

—No me digas que por eso te la regalo —sonrió haciendo obvia la respuesta.

—Es mi película favorita— le sonreí, me gustaba saber esas cosas de él.

—Deberíamos verla en tu honor—al escuchar eso se entusiasmó.

—¡Mientras comemos helado! —con cosas así él se volvía un niño, no podía evitar enternecerme.

Nos sentamos en el sillón una vez que tuvimos el helado y las cucharas listas, Alan abrazaba su llama, pese a que la película era bastante divertida, yo no podía prestarle mucha atención, mi mirada estaba en él, era fascinante verlo mirar su película favorita, apenas y note que ya había terminado.

—¿Acaso soy más interesante que un emperador convertido en llama? — me quede confundido.

—¿Cómo?

—¡Toda la película no me dejaste de ver! —sentí que me ponía rojo.

—Solo observaba el desastre que estabas haciendo— eso no era mentira, no sé de qué se había valido para embarrarse toda la cara de helado, me acerqué a él y traté de limpiarlo con mi servilleta.

—Agradezco la intención, pero ya siento el ojo en la oreja Marck—me reí y regresé a mi lugar.

—Lo siento—Alan no respondió solo de repente se quedó mirando a la nada.

—Sabes, nunca esperé que a mis 25 años me encontrará en un sillón ajeno, comiendo helado a cucharadas, abrazando una llama—viéndolo de esa forma si era un poco lamentable su estado—no sé qué expectativas tenía, pero en definitiva no era esto—puse mi mano sobre su rodilla en señal de apoyo.

—Alan, yo tampoco creí que a mis 25 estaría donde estoy—él sonrió.

—Sí, es comprensible quien esperaría que a esta edad tengas un buen trabajo, una excelente mujer, tu propio departamento.

—No me refería en ese sentido— me miró asombrado.

—¿Qué quieres decir?

—Esta vida que tengo ahora no es la que esperaba, cuando estaba en la universidad soñaba con dedicarme en pleno a la investigación, nunca pensé en tener que ver por alguien más aparte de mí, no es que no esté agradecido con lo que hoy tengo, pero en definitiva esto nunca estuvo en mis planes.

—Vaya, o sea que ninguno está en donde esperaba.

—Creo que lo importante es hallar la felicidad, sea donde sea que nos encontremos—sonrió.

—Eso ha sido bastante fácil, si bien no estoy a gusto con mi situación, estos últimos meses han sido los mejores que he pasado—me fue inevitable sonreír ante eso.

—Ves, no todo ha sido tan malo.

—Supongo que no, a mis 25 años siento que al fin encontré un verdadero amigo—al escuchar eso tuve un repentino impulso, me acerque a él y lo abrace, no solía ser una persona afectuosa, pero con Alan era tan fácil que esa parte de mí surgiera.

Si ambos hubiéramos ido por el camino que deseábamos, nunca hubiéramos coincidido, bien dicen que las cosas pasan por algo y en definitiva para mí también el haberlo conocido era de las mejores cosas que me habían sucedido.

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