No existe
Abrí los ojos con la sensación de no haber dormido nada, tomé mi celular, tenía algunos mensajes de Sergio, aunque no lo percibí molesto, sabía que era probable que se estuviera reservando para cuando regresara. En cuanto me salí de la cama, Aim se despertó.
—¿Qué hora es? —preguntó adormilada.
—Son las 9.
—¿Qué haces ya levantado? —me cuestionó incorporándose un poco.
—Anoche ya no pude decirte, Sergio está aquí—eso hizo que se acabara de despertar, se sentó en la cama.
—¿Vino con Cata? —parecía extrañada y tenía motivos de estarlo, sabía que Sergio no venía a menos que tuviera una buena razón
—No, solo vino a resolver unos asuntos —le inventé.
—Ah ¿Entonces iras con él?
—Así es.
—¿Se va a quedar para Navidad?
Era una excelente pregunta, no había caído en cuenta que faltaban solo 4 días.
—No lo sé, supongo que va a regresar con Cata.
—Si se queda, invítalo a cenar con mis padres.
—¿Va a ser en su casa este año?
—Si, solo invitaron a mi abuela, no tuvieron muchas ganas de pasarlo con más personas.
—Está bien, luego te hablo para decirte si se queda o se va.
—Bueno—me acerqué a besarla para despedirme, aunque todo parecía normal, el ambiente me daba una sensación extraña.
Me dirigí hacia mi departamento, no quería ni saber que iba a pasar cuando regresara.
Entre despacio, casi como cuando tenía 17 y regresaba al amanecer, Sergio no estaba por ahí, aún era bastante temprano, me fui a la cocina a prepararme algo de comer, habían pasado muchas cosas en pocas horas, de hecho, en las últimas semanas mi vida parecía haber estado yendo a 400 km/hr.
Sentía que necesitaba una tregua algo de paz, nada de la cocina se me hizo apetecible, solo me preparé un té de manzanilla esperando poder sentirme más tranquilo.
Me quedé parado en la cocina bebiéndolo, por más que quería pausar mi mente en mi cabeza seguían apareciendo una escena tras otra en un bucle de todo lo sucedido.
Empecé a escuchar los pasos de mi hermano, quise huir, no quería enfrentarlo, decirle que después de todo las cosas seguirían igual con Aim.
En cuanto se dio cuenta de mi presencia, su gesto adormilado cambió a uno serio.
—De nuevo lo hiciste Marck—me dijo, lo peor es que ni siquiera sonaba molesto.
—Lo siento es que pasaron muchas cosas.
—¿Te fuiste a desahogar? —él se acercó a mí y me olfateo un poco—No hueles a alcohol.
—Me quede con Aim. —respondí aun yéndome entre las ramas.
Me miró sorprendido.
—¿Aplicaste la última y nos vamos o qué?
Bebí lo que me quedaba de té antes de poder decirle la verdad, Dejé mi taza sobre la barra y tomé aire.
—No... La boda va a seguir —le anuncié temblando, sintiendo las manos heladas pesé haber tenido minutos antes una taza caliente.
Por un microsegundo pude ver esa parte paterna suya, la que estaba a punto de soltar una reprimenda de Dios, padre y señor nuestro, parecía querer decirme un discurso o más bien gritarme, tardó bastante en controlarse.
—¿Cómo? —preguntó de una manera calmada, aunque bastante fingida.
—Lo hablamos y pudimos resolver nuestras diferencias y los problemas.
—Vaya—fue todo lo que expresó, aun manteniendo su voz tranquila, estaba prefiriendo que me gritara y se enojara, Sergio salió de la cocina y comenzó a dar de vueltas por la sala—pero... lo de Alan—parecía que estaba tratando de entender toda la situación. —Casarse después de algo así....
—No paso nada—mi hermano al escucharme se detuvo y me observó detenidamente.
—Bueno, si crees que es lo conveniente, no me queda más que brindarte mi apoyo.
Sus palabras debieron haberme tranquilizado, pero al contrario solo me alteraron, era como si necesitara que dijera lo que realmente estaba pensando, que me gritara de ser necesario.
—Sea conveniente o no, di mi palabra, Sergio—me era inevitable ponerme a la defensiva, aunque no tuviera una razón.
—Ya te dije que está bien Marck, son tus decisiones—quería seguir repelando, que Sergio estuviera siendo tan condescendiente en una situación así, me alteraba más—solo espero que estés eligiendo lo que te hace feliz y no solo lo que es correcto.
Me quedé helado, eso era lo que me había dicho la última vez que nos vimos, palabras que de hecho ya había olvidado.
—Mi decisión implica una con otra— traté de decirlo con seguridad, estaba casi seguro de que no era del todo una mentira, aunque por como seguía viéndome mi hermano sabía que no me estaba creyendo.
—Hay situaciones en que ambas no pueden estar en la misma línea Marck.
—No es como que pueda cambiar mi vida de la noche a la mañana Sergio, dejar todo de lado por una persona que seguramente no quiere volver a verme la cara. Tampoco puedo dejar de lado un compromiso que ya había hecho—ya estaba dejando de lado mi poca serenidad, mi voz comenzaba a alzarse—Las cosas no funcionan así, di mi palabra y la voy a cumplir.
—¿A quién se la diste? ¿A ti? ¿A Aim? ¿O acaso a alguien de su familia? —Sergio parecía que también estaba a punto de perder la neutralidad que había mantenido, me sorprendió su perspicacia.
—¿De qué hablas?
—Me he dado cuenta de que el compromiso no ha sido precisamente solo con Aim.
—Yo ya estaba consciente de eso, tardé tanto en que me aceptaran sus padres, que cuando lo logré sabía que no debía fallarle a Aim.
—Veo que te lo han recordado—lo vi confundido, no tuve que formular una pregunta dado que él me la respondió—por primera vez te vi decidido a actuar por algo que querías, sin importar lo que implicara, sin titubear, pero ahora regresas fingiendo seguridad, aunque en realidad estás temblando por dentro de la decisión final que tomaste—parecía que siempre tenía las palabras más certeras pero complejas, Sergio no era una persona que se guardara lo que pensara. Había aguantado bastante en callarse—no sé qué te hayan dicho Marck, pero espero en verdad que nunca te arrepientas de esto.
No esperó que respondiera algo, con lo que hizo a continuación fue suficiente para acabar de dejarme mudo, se acercó a mí y me abrazó, posiblemente era nuestro primer contacto después de años, además lo más que hacíamos era darnos una palmada, después de algunos minutos me soltó.
—¿Quieres desayunar? — y de esa forma tan trivial zanjó el asunto.
El resto de la tarde la pasamos viendo la tele, aunque mi mente seguía divagando, mi concentración si de por sí no era muy alta con los últimos sucesos era nula, un comercial acerca de una promoción navideña me hizo acordarme de la invitación de Aim.
—¿Te vas a quedar para Navidad? —Sergio dejo de ver la pantalla y puso su atención en mí.
—Si, te lo dije, quiero pasarlo contigo.
—Pero ¿Y Cata? —sonrió un poco.
—El plan original era venir con ella, pero dado que tuve que venir por adelantado
—Lo siento—le interrumpí.
—Deja de disculparte Marck, eres mi hermano y si te veo mal voy a hacer lo necesario por ayudarte, es lo que siempre debí haber hecho, en fin. Cata tuvo que quedarse
—¿Iras con ella? —interrumpí de nuevo.
—¿Estás loco? Conseguir un vuelo casi un día antes de Navidad, no. Me voy a quedar, como ya te había dicho quiero pasarlo contigo, no hemos tenido la oportunidad de celebrarlo juntos.
Era cierto, ni siquiera cuando era pequeño, siempre estuvo por delante el trabajo tanto para mi mamá como para él. Claro que nunca faltó la decoración y el regalo de Santa, un abrazo por la noche antes de dormir y ocasionalmente llegamos a comer algo comprado, un lujo que solo podía suceder una vez al año.
—Si no tienes problema—añadió.
Intenté sonreírle, pero parecía que mis músculos faciales se habían atrofiado.
—Ninguno, me gustaría compartir contigo, espero no tengas tu problema, ya que Aim te invitó a la cena que harán sus padres.
Sergio soltó un suspiro.
—Creo que al fin y al cabo sería bueno conocerlos y que me conozcan dado que seremos familia—la última palabra la dijo con trabajo—¿Solo será con ellos?
—Al parecer, esta vez no quisieron invitar a más gente.
—¿Cómo sueles pasar estas fechas?
Le platiqué acerca de las fiestas que solían hacer la familia de Aim o a las que eran invitados, no fue hasta casi al segundo año de estar juntos en que fui bienvenido, tampoco es que me gustara mucho asistir a esos eventos donde no conocía a nadie, pero al menos me sentía menos solo.
Después de que falleció mi madre ni yo ni mi hermano intentamos festejar, quizás no habíamos podido llevarnos bien, pero podía sentir su presencia y eso era algo, cuando él se fue ya no tuve a nadie más, y aunque nunca experimenté un 24 de diciembre como lo cuentan, el ambiente se sentía cálido pese a ser invierno y era inevitable sentirme ajeno al mundo, hundido en una soledad que me hacía deprimirme, por lo tanto, conocer a Aim fue algo bueno, no podía negarlo, ella me devolvió un poco a la vida.
En los siguientes días me dediqué a conseguir los regalos que llevaría, mi hermano me acompañó en todo momento, de cierta forma era como si demostrara que, en efecto, pese a todo, ahí estaría.
El día de nochebuena llegó, compramos un postre para no llegar con las manos vacías y nos preparamos para partir.
Una vez en casa de mis suegros fueron las presentaciones, también habían invitado a la abuela de Aim con quien apenas había tenido trato y, por lo tanto, no tenía ni la menor idea de cómo era.
Comenzamos la cena poco antes de las 11, me sentía nervioso por la convivencia, pero hasta ese momento todo había estado yendo bien, mi hermano a veces podía pasarse de lengua larga y dudaba que eso les agradara a mis suegros.
La abuela de Aim mantenía una conversación con ella de la cual Sergio no pudo ser oídos sordos.
—¿Y ya viste departamentos, querida?
—¡Si, claro! Encontré unos con la vista directamente a Central Park.
—¿Si te convencieron, hija? —intervino su padre.
—Cuando vayamos veré si me acaba de gustar.
—¿Central Park? —interrumpió mi hermano.
—En Nueva York—dijo mi suegra.
—Si claro, ya sé, pero ¿Se van a ir a vivir allá? —preguntó más hacia mí, con tantas cosas no había podido contarle acerca de los planes de Aim.
—No, solo Aim, iremos en nuestra luna de miel, pero ella se quedará por seis meses por un diplomado—le expliqué, se veía confundido.
—¿Cuándo te irás? —cuestionó dirigiéndose hacia Aim.
—Me iré en marzo—contó.
—¿Y la boda?
—Esperamos que para ese entonces ya haya sucedido—expresó mi suegro.
—O sea que por aquí se casan y por aquí se va.
—¿Tiene algo de malo? —inquirió mi suegro dejando de comer y observando a Sergio, lo que temía estaba sucediendo.
—No, claro que no, solo que opino que sería mal momento para que se alejaran durante tanto tiempo dadas las circunstancias.
La abuela de Aim observó a todos extrañada.
—¿Circunstancias? ¿A qué circunstancias se refiere, Alonso?
—A ninguna, están en su mejor momento.
Mi hermano externo su inconformidad con un carraspeo que fue evidente su nulo intento de discreción.
—Si este es su mejor momento, no quiero saber cuál sería el peor.
Y lo dijo, al final no logró callarse, yo no tenía palabras para rescatar la conversación.
—Si, bueno, han tenido uno que otro problemilla, pero nada que no pueda resolverse, sino la boda no seguiría en pie ¿Verdad? —externo la mamá de Aim con una risita, sentía como mi prometida me miraba de forma amenazante.
—Por supuesto, es más, ya que casi son las 12, hagamos un brindis por los novios—añadió su esposo.
—Claro, excelente idea —apoyó la señora, todos nos movilizamos para seguir al señor, aunque mi hermano parecía querer seguir diciendo lo que pensaba, por fortuna no se lo permitieron.
—Les deseo una vida llena de felicidad y dicha en esta nueva etapa que están por comenzar, que sepan estar juntos hasta el último día. —brindó mi suegro alzando la copa, todos lo imitamos.
Después de aquello, siguieron los abrazos y el intercambio de regalos, ya no hubo oportunidad de tener otra plática lo cual agradecí, Una vez terminado todo el evento nos retiramos mi hermano, Aim y yo, el ambiente era tenso, hasta este momento las pocas veces que habían interactuado no habían tenido ninguna confrontación, digamos que se toleraban, pero a partir de esta noche la convivencia iba a ser complicada entre ellos y ni siquiera sabía cómo quedaría la poca relación que había hecho Aim con Cata, a veces todo podía ser demasiado complejo con ella.
Me quedé con Aim mientras mi hermano se fue a mi departamento, para mi suerte una vez que estuvimos solos no me confrontó ni me dijo nada acerca de lo que había sucedido en casa de sus padres, solo tuvimos nuestro propio festejo.
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