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Me faltabas tú

El fin de semana siguiente tal como me había propuesto Aim, esperaba poder salir con ella y estar un tiempo a su lado, pase la semana pensando como hacer especial el día dado que se trataba de un festejo por su graduación aunque al final no tuve que romperme mucho la cabeza, ya que de último momento le salió trabajo y tuvimos que posponerlo, en parte lo agradecía, mi aspecto físico no era el mejor, la última vez que tenía tan marcadas las ojeras fue en la época del último año de universidad y todo se lo debía a Alan, ya no sabía cuánto tiempo más podría mi cuerpo aguantar el no dormir.

Con las festividades acercándose descubrí cuanto le gustaba a Alan decorar, él ya había colocado banderas, guirnaldas y una imagen casi de tamaño completo de una china poblana en la puerta del baño que en las noches solía meterme un susto.

Nunca fui demasiado patriota al menos no era algo que acostumbráramos en casa, solo lo tenía presente por la escuela y ahora por el trabajo donde organizaban lo que se llaman noche mexicana además es cuando más comía todos esos antojitos tan ricos. El sábado a tan solo dos días del 15 de septiembre, Alan curioseo acerca de mis planes para ese día.

—¿Qué harás el martes? —me preguntó mientras preparábamos la comida.

—Pues los padres de Aim preparan una comida, supongo que me quedaré con ella—el dejó de cuidar el huevo para mirarme.

—¿Supones? — suspiré después de lo de su graduación y de que me cancelara el plan no habíamos hablado mucho.

—Si vuelve a surgir algún problema dudo.

—¿Siguen discutiendo?

—El huevo—le recordé, regresó su atención al sartén yo me acerqué para pasarle los platos —No es que las sigamos teniendo solo que no hemos podido hablar.

—No debes dejar que las cosas se acumulen—repitió su consejo de la otra noche.—Ya sé, ya sé, a veces dejo que las cosas se enfríen un poco, ambos tenemos un carácter fuerte y si no dejo que nos calmemos puede acabar muy mal además ha estado ocupada—extrañamente sonrió —¿Por qué esa cara? —cuestioné.

—Creo que eres más blando de lo que aparentas.

—Basta de hablar de mi obesidad—pedí, él solo rio.

—Hablo de tu carácter, tonto—el volteo de forma magistral el huevo solo Alan tenía un estilo para hacer omelettes y servirlos.

—Eso es porque no me has conocido enojado, pero sigue cantando y verás —lo amenacé recordando la queja pendiente, pese a que Alan me había asegurado de que no tenía interés por nadie ya había sido demasiado casi dos semanas cantando la misma cancioncita ya empezaba a ser tentador meterle un calcetín en la boca.

—No pensé que te molestara que cantara —repeló en lo que me pasaba mi plato con mi mitad de omelete.

—Mientras no sea la misma canción ni la cantes como mariachi a las 3 de la mañana no tengo ningún problema—me senté, Alan fue por cubiertos y también tomó asiento frente a mí.

—¿Sigo cantando lo mismo? —preguntó con evidente vergüenza.

—Si—le confirmé—¿Por qué no eres sincero con lo que sientes? Así ambos podríamos estar en paz.

—¿Sigues insistiendo con lo mismo?

—¡Vamos Alan! No es normal que de forma repentina te pongas a cantar esa canción.

—No me has dicho cuál ahora que lo estoy pensando.

—¿No eres consciente de que cantas?

—Ya te lo dije Marck, no es como que tenga una playlist mental.

Saqué mi celular y la puse, de tanto que la había escuchado fue inevitable acabar cantándola entre dientes, entre más avanzaba más notaba que la cara de Alan se coloreaba de un tono rojo.

—¡Te estás sonrojando!

—No, pero o sea sí, pero no—lo miré confundido, Alan comió algunos bocados me encontraba impaciente sentía que al fin me diría, por fin sabría quién es la persona que le gusta, él siguió comiendo sin darme una respuesta.

—Sé más claro Alan, no te entendí nada.

—Ya sé por qué la estoy cantando—seguí esperando ansioso—es por una telenovela que están viendo en el trabajo—me decepcioné al escuchar su respuesta.

—¿Es solo eso? —dejó suspendido el bocado que se iba a llevar a la boca, me vio un momento.

—Si solo eso— confirmó después siguió comiendo, resoplé.

—No puedo creer que sea eso.

—Es lógico que si paso más de 6 horas escuchándola mi inconsciente me haga cantarla.

—¿¡Cuánto dura la novela!? —exclamé asombrado, Alan rio.

—Es que la recepcionista se obsesionó con la canción, todo el día la está oyendo.

—Ni me la menciones —le dije al acordarme del maltrato que recibí, él volvió a reír.

—No es tan mala persona.

—¡Me corrió aquel día! — repliqué.

—Insisto, solo necesitaba comida.

—Dudo que su genio se arregle con eso, pero regresando al punto ¿No hay nadie? ¿Nadie conquistó tu corazón? —comió sus últimos bocados mientras me observaba, era algo inquietante más, sin embargo, no podía apartar mi mirada.

—Nadie.

—¡Bueno entonces busca una maldita solución! —me acabé con rapidez mis últimos bocados, me levanté y me puse a juntar la ropa sucia.

Ni siquiera sé por qué me entró esa repentina fiereza, Alan no fue a buscarme ni me cuestiono nada, solo escuché que puso otra canción de Joan Sebastián, lo curioso fue que después de terminar se repitió, salí del cuarto de lavado hacia la cocina donde él estaba acabado de lavar los trastes.

—¿Acaso está rayado?

—¿Eh? —parecía que lo había sacado de sus cavilaciones.

—Se está repite y repite.

—Para empezar, no puede estar rayado porque la puse en Spotify para continuar, estoy tratando de que mi cerebro se traume con otra canción, creo que me siento el protagonista de la novela y por ello la canto de forma más apasionada, no te habías quejado bueno al principio.

—Es que me acostumbre, pero en efecto creo que lo que molesta es que parece que llevas serenata.

—Bueno deja concentrarse a mi cerebro—bonita forma de correrme.

Regresé a ver la lavadora, si no funcionaba iba a tener dos problemas a Alan cantando como el protagonista de una historia de amor y a mí con dos canciones tatuadas en mi mente. Eso me hizo que empezara a cantar una canción llamada tatuajes, Alan me había en Joan Sebastianado.

En la noche nos preparamos para comprobar si en algo había surtido efecto, Alan se durmió casi de inmediato, pero yo quería esperar a ver los resultados, al principio comenzó a cantar lo mismo, pero después le cambio agradecí al señor por fin podría dormir o eso creía hasta que Alan comenzó a moverse al ritmo, otra noche más sin dormir.

A la mañana siguiente me levanté antes que él y lo primero que hice fue servirme café, agradecía que fuera domingo en mi estado dudaba poder ser funcional, Alan hizo aparición media hora después con un aspecto fresco.

—Buenos días—saludó con entusiasmo.

—Buenas—le respondí sin poder hacerlo en el mismo tono.

—Te he dicho que no tomes café sin comer algo antes—me regañó, yo le gruñí.

—Debí pensar que era mala idea que eligieras esa canción, estaba demasiada movida—él me miró confundido.

—¿Volví a dar lata? —preguntó apenado, solté un suspiro.

—¿Cuál elegiste?

—Sangoloteadito—puse mis ojos en blanco.

—¿¡No te dijo nada el título!? — grité exaltado, él se rio con una inocencia que me fue inevitable que me calmara un poco.

—Con razón soñé con un baile en un rancho—parecía que estaba aguantándose la carcajada, pegué con mi mano mi frente.

—Enserio Alan, estás acabando con mi juventud—no resistió más soltó una carcajada, su risa era como la de los bebes muy contagiosa y pese a mi mal genio acabe riéndome con él.

—Lo siento Marck en serio que no lo pensé.

—Ahora sabes que tan ingenioso es el inconsciente—Alan se desternillaba de risa, yo solo lo veía con una sonrisa y negando con la cabeza, tardo un poco más en lograr calmarse.

—En verdad discúlpame no sé qué hacer para no molestarte—me levanté a sacudirle el pelo.

—Sé que no lo haces de forma intencional, quizás llegó el momento de recurrir a pastillas para dormir —me dispuse a preparar el desayuno.

—Voy a encontrar una forma—aseguró.

El cansancio acumulado no ayudo al día siguiente ya que como era previo al puente el trabajo fue más pesado, al menos esa noche Alan olvido el Sangoloteadito.

Agradecí que el martes fuera festivo solo tuve que ir al bendito convivió, después del trabajo fui a casa de los padres de Aim donde varios de sus conocidos ya estaban ahí. Lo que más disfrutaba de las reuniones eran la comida, pocas veces me involucraba en las conversaciones.

Después del grito de Independencia que vimos televisado Aim y yo nos salimos a sentar al jardín. Al sentir que estaba fresco me quite el saco y se lo coloque sobre sus hombros, ya que traía un vestido demasiado descubierto, ella me sonrió.

—Gracias mi amor—me senté a su lado, ella colocó su mano sobre mi rodilla—perdóname por haberte cancelado— coloqué mi mano sobre la suya.

—No te preocupes Aim, lo entiendo, podemos pasarlo para el fin que mejor se te acomode.

—El próximo creo que estaría bien, necesito relajarme un poco.

—Te lo mereces ¿A dónde te gustaría ir?

Nuestra conversación siguió de la misma forma, eran pocas las ocasiones en que podía sentirme tranquilo con ella sin temor a hacer o decir algo que la molestara, disfrutaba mucho momentos como este, cuando comenzó a enfriar más regresamos a la casa, ya para la media noche decidimos retirarnos al departamento de Aim.

No necesitamos aclarar nada, a veces funcionaba simplemente pasar la página así evitábamos caer en una discusión sin fin, si no resolviéramos de esa forma los problemas hacía mucho que hubiéramos terminado, lo único que me daba miedo de días así de calmados era no saber cuánto podían durar, así como era fácil reconciliarme con ella también era bastante fácil acabar peleando.

Tanto ella como yo no tuvimos que trabajar al día siguiente, así que después de desayunar con sus padres asistimos al tradicional desfile que se hacía cada año. Por la tarde asistimos a otra comida más no fue hasta la noche que me fui a mi departamento.

Llegue agotado, me gustaba estar con Aim, pero su familia y todo lo que implicaba llegaba ser bastante difícil de afrontar. Alan ya se había ido a dormir a sí que de la forma más silenciosa cené y me fui a acostar.

No tuve mucho tiempo de hablar con él al siguiente día, puesto que nos levantamos tarde y nos enfocamos en correr para apresurarnos.

Hasta la noche es que pudimos sentarnos con tranquilidad a comer y platicar, le conté acerca de lo que hice en esos días.

—Solo una vez fui al desfile—me comentó.

—¿Por qué solo una vez?

—Supongo que para mantener a la familia completa—lo miré sin entender y él se rio.

—La única vez que mi madre decidió ir casi se pierden Leo y Andrés, juntos son una bomba así que nunca más lo intento de nuevo—me reí con él.

—Grabe algunos videos—le pasé mi celular y él se puso a verlos muy entretenido.

Gracias a ser quienes eran la familia de Aim tuvimos muy buenos asientos, después de acabar me devolvió mi celular.

—Por cierto, el viernes saldré.

—¿Por? —pregunté, nunca había salido en ese tiempo que llevaba conmigo.

—Mis compañeras quieren irse de fiesta por el 15, ya que no hicieron nada en el trabajo.

—Ah entonces no te espero despierto.

—¿Ahora si saldrás con Aim?

—Excelente pregunta, aún no me dice nada. —seguimos platicando de todo y nada como siempre.

A la mañana siguiente Aim volvió a aplazar el plan ya estaba resignándome a que ya no haríamos nada para festejar su graduación, pero comprendía, a veces el trabajo te impedía llevar una vida.

Ese viernes no pude evitar sentir extraña su ausencia, ya me había acostumbrado mucho a él.

Dada las 11 me fui a acostar, aunque no podía dormir, ya llevaba un rato en la cama sin conciliar el sueño cuando escuché la puerta me sentí tentando a ir a recibirlo, pero no quería verme como la madre que se queda despierta hasta que llega su hijo, después de escuchar que iba al baño entró a la habitación.

—¿Ya te dormiste?

—No sonso estoy en modo reposo —le respondí fingiendo una voz adormilada, con la poca luz que daba la lámpara de lava vi que él se empezó a cambiar.

—Lo siento, no quería despertarte.

—¿Cómo te fue? —sentí que caí en la cama.

—Cansado, hacía mucho no conviva con gente.

—Todos los días convives con gente Alan.

—Quiero decir socialmente hablando—él soltó un bostezo digno de un león —mañana te cuento más estoy muerto.

—Está bien.

—Por cierto ¿No he cambiado la canción? —recordé las dos noches pasadas.

—Seguiste con la misma.

—Esperemos esta noche si funcione.

—¿El que?

—Nada —él se acomodó como siempre en posición fetal frente a mí abrazando su llama me acomode dispuesto a dormir ya con la tranquilidad de que estaba en casa.

Pero la curiosidad siguió no permitiéndome dormir, espere a que cayera primero él, supe que ya se había dormido cuando Alan comenzó a cantar para mi felicidad era otra más tranquila y diferente empecé a cerrar los ojos cuando escuche como se sorbía los mocos abrí para mirarlo y me sorprendí al ver que estaba llorando, acaricie su cabeza quizás estaba teniendo una pesadilla aunque él seguía cantando, Alan se me acurruco más y acabo durmiendo entre mis brazos, yo lo estreche consolándolo no entendiendo lo que estaba pasando.

Desperté al día siguiente alterado, ya que no sentía mi brazo izquierdo al girar mi cabeza vi la razón, Alan lo estaba usando como almohada con la poca movilidad que me quedaba lo retiré, él cayó sobre el colchón despertándolo.

—¿¡Qué demonios!?

—¡Me babeaste! —le reclamé mientras abría y cerraba mi mano intentando recuperar la sensibilidad.

—¿Yo?

—Ni modos que quien—pensé en lo que sucedió en la noche y necesitaba preguntarle—¿Tuviste una pesadilla? —Alan aún parecía estar analizando toda su existencia, me miró con ese gesto suyo tan típico al despertar.

—No ¿Por qué?

—Es que... Estabas llorando —al escuchar eso se le abrieron al fin los ojos.

—¿Llorando? —asentí con la cabeza—Vaya... Tienes razón el inconsciente es increíble.

—¿De qué hablas?

—Bueno es que traté de escuchar otra canción en estos días para ver si cambiaba el soundtrack nocturno, pero no pensé que me afectaría.

—Ponme en contexto—le pedí, ya que seguía sin comprender.

—La canción que elegí se llama Juliantla, mi papá siempre la cantaba, ya que le recordaba al lugar donde vivió de niño, él tiene el oficio de la carpintería y todos los domingos nos sentábamos mis hermanos y yo a dizque ayudarlo mientras cantaba.

—¿Joan Sebastián?

—Si—ahora entendía por qué solo cantaba canciones de él, Alan se sentó abrazándose las piernas me acerque a él y pase mi brazo por sus hombros.

—¿Lo extrañas?

—Me aleje mucho de él desde antes de salirme de mi casa, me aterra pensar que lo decepcione —me contó con la voz quebrada.

—No creo que el piense eso de ti, busca la oportunidad de hablar con el—Alan suspiró.

—Es difícil por la situación con mi madre.

Lo estreché un poco más y con mi mano libre la pase por su mejilla limpiando una lagrimita que había salido, el dejo de mirar sus pies y me miro a mí, la distancia era mínima y mi corazón empezó a latir con rapidez sentía la necesidad de quitarme, pero a la vez me sentía tal como mi mano amaneció, inmóvil.

Sus ojos siempre me habían sido atrapantes, eran capaces de transmitir lo que estuviera sintiendo, aunque en ese momento no podía descifrar lo que había en ellos además de que Alan parpadeaba con rapidez, quería saber que había en su mirada, entender todas esas emociones ocultas en sus pupilas, no sé cuánto tiempo nos quedamos como idiotas viéndonos a los ojos pero de no haber sido por la alarma que sonó en ese preciso instante podríamos habernos quedado así toda la mañana. Ambos nos apartamos de un brinco.

—Despertamos antes— comenté, me sentía demasiado nervioso, sentía las manos frías y como que no respiraba bien. Alan seguía parpadeando.

—Si, vaya, que milagro—él se levantó y sin añadir más se fue al baño.

No sabía que acababa de suceder, pero lo que hubiera sido había bastado para que se sintiera extraño el ambiente.

Aunque era sábado esta vez tuve que ir al trabajo así que después de un inusual y silencioso desayuno cada uno se fue a sus labores, no pude dejar de pensar en lo que paso en la mañana.

Para la noche se sentía cierta incomodidad entre nosotros, aunque tratamos de mantener la convivencia normal, vimos una serie como siempre, pero era como si cada uno estuviera en su propio mundo.

El domingo despertamos casi a la 1 y nos dispusimos a hacer el aseo después de desayunar, por raro que sea eso fue más que suficiente para que la convivencia regresara a la normalidad, suponía que era gracias a la energía de Alan a quien le era inevitable bailar y cantar mientras limpiábamos.

Ese ambiente incómodo que se había mantenido durante el día anterior ya se había disipado, ambos volvimos a tontear y discutir como todos los días.

Ya terminado el aseo nos sentamos a la mesa a pensar que comeríamos.

—Deberíamos pedir algo a domicilio—sugerí.

—Quiero algo casero.

—Pero ¿qué quieres? —se quedó pensando un momento.

—Tacos dorados—sugirió.

—Perfecto—aprobé—entonces cosamos la pechuga —ambos nos pusimos a preparar las cosas ya estaba el pollo en la olla cuando caímos en cuenta de un detalle.

—Creo que no hay tortillas.

—Que brillantes somos.

—Bueno ya se nos ocurrirá que otra cosa comer mientras se cose—nos sentamos en el sillón y cada uno se puso a ver su celular, Aim no había dado muchas señales de vida así que suponía que debía estar siendo absorbida por el trabajo.

—He estado pensando... Que quizás debería mudarme—soltó Alan de repente, deje mi celular de lado para mirarlo fijamente, esas palabras se habían sentido como agua helada.

—¿De qué hablas? —tartamude.

—Lo he pensado... Y no sé... Quizás sea lo mejor.

—Pero ¿Por qué? ¿Ya te caí mal? —él me sonrió.

—Bueno a veces llegas a ser un poco molesto ¡No pongas esa cara! —exclamó, no supe bien que gesto había hecho, pero supuse que había sido algún tipo de cara triste—es broma Marck solo que

—Entonces es porque te he reclamado de la canción, te juro que no vuelvo a quejarme, puedo acostumbrarme.

—No es por eso solo que

—Ya te dije que todo esto será tuyo algún día Alan—el río.

—Si, ya lo se Mufasa solo que he estado pensando que debería empezar a conseguir las cosas por mí mismo—dijo por fin después de que lo había estado interrumpiendo.

—Pero yo solo te pondré el techo ya tú te encargarás de lo demás, no quiero que te apartes de mi—él me miró sorprendido.

—¿Y qué harás cuando te cases? —pregunto de una forma extrañamente seria.

—Venir a ver que mi inquilino esté cuidando el departamento y cobrarte.

—Existen los depósitos Marck.

—Bueno es lo de menos, solo quiero que sigas en mi vida —me miró asombrado después me sonrió y me sacudió el cabello.

—Está bien al fin y al cabo solo era una idea.

—Si algo te incomoda puedes decirme—me acarició la cabeza.

—No, nada, bueno me iré—se puso de pie y camino hacia la puerta, yo me levanté de forma abrupta.

—¿¡Te irás ahora!? ¿¡No solo era una idea!?

—Lo siento Marck debo partir o será demasiado tarde—contestó de forma dramática.

—No me dejes, no ahora—supliqué

—Es mi destino irme Marck, es la hora.

—Alan.

—Es la hora en que si no me voy no alcanzo tortillas—ambos nos carcajeamos.

—Debemos dejar de ver tantas telenovelas.

—Creo que si—seguimos riéndonos—bueno debo irme que en serio no alcanzaré.

—Pensé que haríamos algo más.

—Quiero tacos dorados así que ya me apresuró ¿Quieres acompañarme?

—Creo que tengo un repentino movimiento del intestino —evadí su invitación mientras empezaba a caminar hacia atrás alejándome antes de que me atrapara.

—Que conveniente.

—Ve tú, olvídate de mí es tu deber para con la casa—él se rio más.

—¡No más dramas! —gritó mientras salía y cerraba la puerta, yo me quede riendo a medio pasillo, en verdad esperaba siempre saber dónde encontrarlo, aunque estuviéramos en diferentes lados.

Después de que se fue, sonó mi celular regresé al sillón para tomarlo me sorprendió ver que era mi hermano.

—¿Bueno?

—Hola Marck ¿Cómo estás?

—Todo bien Y ustedes ¿Cómo están?

—Excelente—no sabía cómo llevar la conversación después del audio con el que me respondió apenas y nos habíamos mandado algunos mensajes esta era nuestra primera llamada casual después de años.

—¿Cómo va el negocio?

—Nos va bien, abrimos una nueva sucursal.

—¡Wow! Muchas felicidades.

—Mmm —al parecer él tampoco sabía muy bien como conversar, estaba esperando conocer la razón de su llamada, ya que percibía que no solo era para anunciarme eso—¿Qué harás en tu cumpleaños? —me preguntó dándome la razón a mi suposición.

—Es cierto... Ya se acerca.

—¿Sigues teniendo la cabeza en Marte? —me reí, eso me recordó a que constantemente él me llamaba Marcksiano un extraño apodo, a decir verdad.

—Solo pierdo la conciencia del tiempo.

—Sigues en Marte —concluyó, volví a reírme.

—Iré a comer con Aim.

—¿No harás nada más?

—No ¿Por qué la curiosidad?

—Bueno... Quiero celebrar este año tu cumpleaños aprovechando que me has vuelto a hablar.

—Lo siento—me disculpe apenado.

—No te preocupes, entonces iremos.

—¿Vendrán?

—Claro, Cata quiere pasar más tiempo contigo apenas y han convivido—En ese momento entro Alan cantando como siempre, con un gesto con la mano le pedí silencio, él se calló—¿Quién canta?

—Es mi vecino entonces ¿Cuándo vendrían?

—Estamos viendo si una semana antes, el mero día o una semana después, depende de cómo vayan las ventas.

—Ah me agradaría verlos de nuevo.

—¡Perfecto! Cat será muy feliz, bueno te dejo debo atender.

—Me avisas.

—Sí. no te preocupes, Cuídate y pon un poco los pies en la tierra ¡Marcksiano! —y sin más colgó yo me reí creía que ya lo había olvidado Alan me miro esperando que le contará.

—Mi hermano quiere venir por mi cumpleaños.

—Cierto, ya se acerca.

—¿Cómo sabes? —no recordaba haberle dicho ni lo tenía en mis redes sociales.

—Marck ¿Se te olvida que me cuentas muchas cosas dormido?

—Con razón.

—¿Entonces vendrá?

—Si junto con su esposa, es increíble que quiera hacerlo.

—¿Por qué lo dices?

—Porque soy un malagradecido, después de que falleció mi madre él intentó seguirme festejando como lo hacíamos con ella, pero nunca llegué, siempre evadía ese día no fue hasta que conocí a Aim que empecé a celebrarlo

—¿Qué haces con ella?

—Solo vamos a comer después me da un muffin, y eso es todo yo le dije que no me gustaban las grandes celebraciones solo por ella acepte hacer algo hace mucho no siento esa emoción por mi cumpleaños.

—Es comprensible, yo creo que, si bien el día es un pretexto para la pachanga más que nada, celebrarlo es como agradecer que llegaste un año más pese a lo que sea que estés viviendo.

—Supongo que no había estado muy agradecido de seguir vivo—él me estrechó el hombro.

—Poco a poco, hablando de cumpleaños en los próximos meses me estaré ausentando

—¿Sigues queriéndote ir? —él se rio.

—Te has obsesionado con ese tema—no tuve palabras para replicar, era cierto después de la conversación anterior se había desarrollado un nuevo miedo. Que Alan desapareciera de mi vida—en los próximos meses comienzan los cumpleaños en mi familia.

—¿Seguidos?

—Si, un mes tras otro.

—Que loco.

—Bueno vamos haciendo los tacos, ve calentando el aceite

—No, yo no hago nada que sea frito, me da miedo.

—¿Es en serio? —me miro incrédulo.

—Muy en serio —él resopló exasperado.

—Eres un caso, entonces desmenuza el pollo y haz los tacos —me puso la pechuga y las tortillas sobre la mesa, me senté a hacer lo que me indico en lo que él calentaba el aceite podía cocinar lo que fuera excepto cosas donde pudiera saltar el aceite mientras hacia los tacos pensaba que ahora tendría miedo cada vez que Alan saliera por la puerta, aunque no sentía que fuera la clase de persona que se va sin más.

—Deja de darle tantas vueltas al asunto, solo era una idea el tema de irme—levanté mi cabeza sorprendido de que me haya leído la mente.

—¿Cómo sabes...?

—Nunca había visto a alguien tan concentrado desmenuzando pollo—me dijo con una sonrisa—sabrás si me voy de forma permanente si ya no está mi llama, que ridículo aun durmiendo con un peluche—añadió.

—No es ridículo Alan.

—Si tú lo dices ¿Ya tienes algunos hechos? —pregunto refiriéndose a los tacos.

La tarde continuo como cualquier otra, en los siguientes días cada vez que Alan se iba siempre me aseguraba que su llama siguiera en la cama, era una actitud bastante estúpida pero inevitable.


Nota del autor:

Este capítulo quedó un poquito mas extenso, pero como se que hay lectores de otros países me gustaría darles a conocer acerca del 15 de septiembre, una fecha emblemática.

Y para no saturarlos con más texto les comparto esta infografía que hice para ustedes.

Espero lo puedan leer ❤️

¡Muchas gracias por llegar hasta aquí!

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