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Más allá (capítulo especial)

Un día de tantos en que aparecí como siempre pasada la medianoche, tuve un golpe a la realidad que provocó un cambio radical en mí.

Supuse que mi hermano ya se había dormido dado que las luces estaban apagadas, miré hacia la mesa, me extrañó no ver un plato de comida, Sergio pese a todo siempre me lo dejaba.

Me dirigí a la habitación, pero me quedé paralizado a medio pasillo, desde ahí pude verlo entre la penumbra, sentado en la orilla de la cama... llorando, con la cabeza entre las manos.

Jamás había visto llorar a mi hermano, ni siquiera cuando mamá falleció fue demasiado impactante para mi esa escena. Sali de nuevo del departamento sin saber dónde ir, acabé en la casa de un compañero de la escuela quien tenía una fiesta, fue la primera vez que no participé en el cotorreo y mucho menos bebí.

Ver así a Sergio me hizo darme cuenta de algo, había sido un maldito egoísta.

Me había enfocado tanto en mi propio dolor, que no pude ver que mi hermano también estaba sufriendo, él también había perdido una madre y no conforme a eso se había quedado a cargo, desde siempre Sergio había visto por mí, desde que nuestro padre se largó, quizás hasta desde antes.

Apenas tenía 15 años y se tuvo que responsabilizar de demasiadas cosas, y yo viví toda mi vida sin querer verlo.

Maldita forma de agradecerle todo lo que había hecho por mí.

A partir de ese día tuve suficiente del alcohol y las fiestas, intenté recuperar la escuela, cambiar, ser más agradecido, pero al final sucedió lo más lógico, Sergio se hartó de mí.

Ya comenzaba a llegar en cuanto salía de la escuela al departamento, preparaba la comida, limpiaba y después hacia la tarea mientras esperaba a mi hermano que volvía del trabajo hasta la noche, pero hubo un día que lo encontré en la tarde lo cual no era normal.

Sin decir nada hice la comida y se la serví, no había podido darme cuenta lo incómodo que era estar con él, pese a que compartíamos el cuarto, me senté frente  a el y comencé a comer.

Posiblemente era la primera comida que compartíamos en años, el ambiente se sentía tenso, no esperaba que conversáramos, pero Sergio abrió la boca.

—Un compañero me ofreció trabajo —anunció de una forma que parecía que estaba escogiendo las palabras adecuadas.

No le supe responder así que continuó.

—Pero no es en México —escuchar eso me hizo soltar la cuchara de forma abrupta, dejé de ver mi plato y me atreví a mirarlo.

Estaba perdido en su sopa, al parecer solo la estaba cuchareando sin comerse nada, como de nuevo no hablé siguió.

—Acepté.

No quería creer lo que me estaba diciendo, aunque sabía que tarde o temprano, podía suceder algo así

—¿Cuándo te vas? —le pregunté por fin.

—Aproximadamente en un mes, en lo que arreglamos los papeles.

Solo pude responder un vago ah.

—¿Vas a seguir estudiando? — preguntó de repente, lo cual me tomó por sorpresa.

—Si—respondí sin pensarlo demasiado.

—Espero así sea, mamá sería feliz de que tú si puedas hacer algo mejor de tu vida.

Sus palabras las sentí llenas de intención de recriminarme las cosas, era la primera vez que mencionaba a nuestra madre, después de la discusión que tuvimos años atrás.

—Te mandaré dinero en cuanto pueda. De todas formas, te dejaré algo en lo que me pagan.

Quería decirle que se olvidara de mí, no lo merecía, pero no fui capaz.

—Gracias por la comida—y sin más se levantó y retiró su plato del que apenas había comido algo.

No sabía que iba a ser de mí, toda mi vida estuvo a mi lado Sergio, siempre me cuidó y vio por mí, jamás creí que se alejaría y menos en estas circunstancias, sin embargo, algo tenía claro, ya no podía seguir dependiendo de él.

Poco después de que Sergio se fue, me enteré de que mi mamá no era la única con secretitos, resultó que él había estado trabajando con un mecánico de la colonia y juntos habían reconstruido un carro que resultó ser el que me había dejado.

Por una parte, no quería aceptarlo sentía que no lo merecía, pero Sergio había trabajado por ello, no podía seguir menospreciando su esfuerzo.

Al final mi hermano siguió viendo por mi haciéndome sentir peor, aunque a su vez me dio más motivos para superarme.

Hice lo posible para recuperar los primeros meses de la universidad, afortunadamente fueron benevolentes mis maestros y me dieron la oportunidad.

Fue una época difícil ya que estaba afrontando la partida de mi hermano, esta vez estaba en verdad solo.

Aunque desde muy niño me hice responsable de muchas cosas que quizás no me correspondían, me fue difícil adaptarme a mi nueva vida sin que alguien viera por mí.

Eventualmente encontré un trabajo para dejar de agobiar a Sergio y de esa forma por fin pudo deshacerse de mí.

Entre la escuela, el trabajo y mantener el departamento fue complicado, pasé muchas dificultades, que al final me hicieron crecer y madurar.

Jamás volví a ir a una fiesta ni menos a tomar, solo vivía por la escuela y el trabajo, pero lo logré, después de tantos errores pude terminar la Universidad con mérito académico.

En el inter de mis prácticas conocí a Aim y aunque no tenía fe de que se quedara, lo hizo, me aceptó pese a lo diferente que éramos, me dio un motivo para mejorar y poderle dar la vida que merecía, y aunque vivía el miedo constante de que se fuera, al final se quedó, todo se fue dando tan bien que dejé de temer, para mi ella se volvió algo seguro, sentía que mi vida se iba reconstruyendo. 

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