Estrellas Fugaces
Los días posteriores a Navidad continuaron con bastante calma hasta con Aim, lo cual me sorprendía bastante, hacia mucho no sabía lo que era la paz y creí que las cosas empezarían a apaciguarse, pero siempre que a querer y no dejas algo pendiente regresa a ti de una u otra forma.
Había logrado salir temprano del trabajo, mi hermano salió a comprar comida mientras yo me quedé a descansar, me sentía agotado no solo por el día laboral, en general, últimamente me sentía demasiado cansado, quizás se debía a que apenas y podía dormir.
Me tiré en el sillón y poco a poco me fui durmiendo, por alguna razón me era fácil dormirme en cualquier sitio menos en mi cama.
Después de algún tiempo un golpe contra el piso de lo que pareció ser unas llaves y algún otro objeto me hicieron despertar, me levanté algo sobresaltado y traté de enfocar, sin conseguirlo, tampoco es que pudiera ver mucho ya estaba anocheciendo,
—¿Sergio? —exclamé adormilado, al fin pude ver con claridad y el alma se me fue al primer piso, de nuevo me había equivocado, no se trataba de mi hermano—Alan—dije con un hilo de voz, el parecía asombrado al verme.
—Marck, no esperaba encontrarte, solo... solo vine por algo que olvidé—su voz temblaba, yo me encontraba perplejo—Lo mejor es que me vaya— recogió lo que había tirado al piso que era una bolsa de tela y se dirigió a la puerta, fue lo que me hizo reaccionar.
—Espera—pedí, necesitaba que me explicara, no había sido suficiente para mí la nota que me dejó, no quería verlo salir por la puerta. Se detuvo al escucharme.
—Ya tengo lo que vine a buscar.
—¿Por qué? —fue lo único que pude preguntar.
—¿Por que qué? —preguntó girándose hacia mí.
—¿Por qué te fuiste? —supe que mi pregunta lo tomó desprevenido.
—¿No leíste la nota?
—Si, lo hice pero
—Entonces todo está claro Marck, no necesito explicarte nada—me interrumpió,
—Pero, Alan, dijiste que te quedarías, este departamento es tuyo—por un momento me miró detenidamente apenas y parpadeando.
—Después de lo que pasó, preferiría ya no tener ningún tipo de relación contigo, tu debes seguir con tu vida tal como estaba—ya me lo había dicho por escrito, pero escuchar salir de su boca eso, era aún más doloroso.
—Pero, Alan— su mirada se tornó en un gesto que podía leer la molestia que estaba sintiendo.
—Marck ¿Qué quieres de mí? —inquirió, esta vez era a mí a quien había tomado por sorpresa.
—Quiero que te quedes, te quiero a ti—solté lo que mi inconsciente había querido omitir en las últimas semanas o quizá meses, lo dije sin siquiera pensarlo, por un instante vi un fugaz brillo en sus ojos, pero volvieron a tener esa aura obscura tal como los había visto la última vez, había cometido la peor estupidez, mayor a todo lo que ya había hecho.
Alan se acercó a mí, observándome, me inquietaba.
—¿Y qué pretendes? ¿Dejar a Aim?
—No puedo—susurré, no sabía cómo podría salir de esta situación, estaba jodido.
—¿No puedes? Vaya, entonces ¿Qué quieres? ¿Tenerme de amante con quien vas corriendo cuando tengas problemas con tu mujer? — su voz cada vez era más agresiva, cada vez se acercaba a mí, sosteniéndome la mirada como nunca lo había hecho, soltó una risita irónica—Entonces sí, ese es tu plan— concluyó ante mi falta de respuesta—lo siento, pero ya perdí la suficiente dignidad, no pienso seguir siendo el plato de segunda mesa.
Se dio media vuelta dispuesto a irse, ya había abierto la puerta, no quería que se fuera, no de nuevo, seguí actuando por mis estúpidos impulsos, alcancé a sujetarlo de la muñeca, haciendo que volviera a mirarme, el soltó de nuevo la bolsa que tenía en la mano.
—Aunque quiera no puedo dejar a Aim—repetí.
—Entonces, suéltame—sabía que su enojo no podía durarle demasiado, aparte de la rabia parecía que en cualquier momento empezaría a llorar, no podía soltarlo, no quería hacerlo.
—Por favor, entiéndeme.
—¿Qué quieres que te entienda? —no supe que responder, comenzó a forcejear para que lo soltara—Sigue tu vida y déjame a mi seguir la mía, deja ya de lastimarme—con eso fue suficiente para que lo soltara, no sabía a qué se refería si de forma física o en qué sentido, recogió de nuevo la bolsa y me miró, esa mirada que tenía me mataba, jamás había visto tan apagados sus ojos.
—Alan—mi voz era ya suplicante.
—Yo no tengo lugar ni en este departamento ni en tu vida y mucho menos en tu corazón—concluyó, al fin se había quebrado, veía como estaban saliendo las lágrimas de sus ojos, se sorbió los mocos—Ahí están las llaves, muchas gracias... Por todo—dejó las llaves sobre la mesa de la entrada y salió del departamento, si bien no lo detuve, no pude evitar ir tras de él.
Ambos bajamos corriendo las escaleras, me detuve en el momento justo cuando Alan salió del edificio y alguien lo interceptó, esa persona lo abrazo consolándolo y por un momento creí que debía ser alguno de sus hermanos, hasta que noté la forma en que lo veía y cuando empezaron a irse le tomó de la mano, entonces entendí todo el comportamiento que había tenido antes de todo el desmadre, los mensajes, las llamadas que nunca tomaba estando yo cerca, a eso se refería con lo de seguir con su vida.
Regresé a mi departamento sintiéndome abatido, de nuevo sentí la necesidad de alcohol, pero mi hermano se había encargado de eliminarlo, ni si quiera con comida pude evadirme, Sergio solo compraba lo necesario del día a día para evitar que volviera a darme atracones de comida, lo único que tenía en ese momento en el refri eran los jugos que había sustituido por la cerveza, tomé todos lo que había o más bien los que pude agarrar con mis manos y me fui a tirar al sillón.
Hasta qué punto había terminado en que me estaba desahogando con juguitos, mi hermano entró poco después de que me había sentado, me miró y supe que él ya sabía lo que había sucedido, no dijo nada simplemente llevó la comida a la sala y comenzó a comer esperando que yo hiciera lo mismo, lo cual no sucedió, solo deje caer mi cabeza en su hombro sin evitar soltar unas lágrimas de forma silenciosa.
Casi un día después de eso, aun sin siquiera poder haberme repuesto recibí el correo que debió haber sido causante de emoción, pero fue todo lo contrario. No podía describir lo que me hacía sentir, ya había fecha para la boda, ya no había vuelta atrás, me casaría el 23 de enero.
Queríamos aprovechar la fiesta de año nuevo a la que fueron invitados mis suegros, donde por lógica iría Aim y por lo tanto también yo al igual que mi hermano, para repartir las invitaciones.
Fue todo un logro hacer que estuvieran listas de un día para otro y en pleno día festivo.
Otro reto fue convencer tanto a Aim como a mi hermano de que fuera invitado y asistiera, no quería que Sergio se quedara solo dado que al ya saber la fecha de la boda había decidido quedarse hasta ese día.
No me preocupaba que volvieran a encontrarse mis suegros y Sergio, ya que como en el evento habría más gente, dudaba que tuvieran oportunidad de cruzar palabras más allá de las buenas noches.
Tuvimos que rentar un esmoquin para mi hermano ya que el evento era de etiqueta y los trajes que tenía no le entraron ni sumiendo el estómago.
Apenas había regresado de ir a recoger las invitaciones, ya empezábamos a tener el tiempo justo, Sergio ya estaba listo.
Me arreglé y pasé al baño para verme en el espejo antes de salir, empecé a considerar conseguir un espejo de cuerpo completo, en ese pequeño cuadradito apenas y podía ver mi cuello.
Acomodé la corbata que me había puesto, una de color verde, por alguna razón me hacía recordar a Alan, como que ese color lo relacionaba con él, solté un suspiro. Mi hermano se colocó atrás de mí y me palmeo la espalda, yo me giré.
—¿Quién te enseño a ponerte la corbata? —curioseo.
—Es una excelente pregunta— respondí con una ligera sonrisa.
—¿Estas bien?
Era la primera vez que me hacía esa pregunta desde lo que había pasado con Alan.
—Si, solo es por la fiesta, me pone de nervios, todo lo que implica—resoplé.
—Nunca creí que serías de los que asisten a eventos así— me alcé de hombros.
—Ha sido mi realidad desde que empecé a salir con Aim.
No hizo ningún comentario, solo me alisó el traje.
—Deseo que en verdad seas feliz Marck, ansío por ver de nuevo esa sonrisa que vi por última vez cuando vine. —se alejó y me observó —aún estas a tiempo.
—¿Cuál a tiempo? Apenas y tenemos 10 minutos para salir—recién me había fijado en la hora, si no llegaba a tiempo con Aim, las cosas se podrían complicar más.
—No me refería a la fiesta—Al ver sus ojos pude comprender a lo que se refería. —Entiendo... ojalá tengan una buena vida—añadió al no haberle respondido de manera pronta.
Volvió a palmearme y sin decir más se encaminó a la puerta.
Me miré una última vez al espejo y traté de poner mi mejor sonrisa apenas lográndolo
Sabía que esa sonrisa que el recordaba no volvería, era seguro que había desaparecido junto con Alan, intenté esbozar una sonrisa más amplia de lo que lo había hecho sin mucho éxito.
Llegamos justo a tiempo, no bien llegué Aim me llevo a saludar a medio mundo, aprovechando también para dar aviso de cuando sería la boda y repartir las invitaciones.
Más parecía la segunda fiesta de nuestro compromiso que por año nuevo, mi hermano tal como yo lo hubiera hecho se había mantenido a un lado de la comida, de vez en vez lograba acercarme, él se veía en verdad a disgusto, aproveché un momento en que las primas de mi prometida se la llevaron a bailar para ir con él.
—Lo siento —me disculpé, dejó de lado un bocadillo que recién había tomado.
—¿Por qué te disculpas?
—Creo que las fiestas han sido todo menos lo que esperabas— me observó por un momento luego suspiró y retomó su bocadillo
—Supongo que debo acoplarme a tus nuevas circunstancias, ya veremos cómo le haremos para el próximo año, pero no nos adelantemos.
Eso ultimo sonó como si casi estuviera apostando a que no sobreviviríamos apenas y Aim se fuera al diplomado
—Lo mejor es que te hubieras ido con Cata— seguí disculpándome, Sergio me palmeo el hombro.
—Lo importante es que hemos podido convivir Marck, considero que las fiestas decembrinas solo son un pretexto para pasarla en familia pero de que sirve si el resto del año ni siquiera se hablan, por eso me importa más los días que hemos pasado y los que pasaremos, quizás ya no podamos volver a repetirlo una vez que te cases —me sonrió intentando tranquilizarme, si bien tenía razón aun me sentía mal de que no estuviera pasando precisamente las mejores fiestas —además no creas que con la familia de Cat es miel sobre hojuelas —añadió al ver que seguía preocupado.
—Pensé que te llevabas bien.
—Si me llevo bien al menos con una parte de ellos, algunos son... ya sabes.
Supuse que se refería a que veces las personas se creían más por su país de origen y veían como inferiores a quienes provinieran de otro lado.
—¿Y no te incomoda?
—Claro que sí, pero, así como tu he aprendido a sobrellevarlo, además mis suegros me respetan y me llegan a defender, creo que con quien mejor debes llevarte es con los padres de tu pareja ya los demás son por añadidura, bueno también los hermanos, pero la verdad es que mi cuñado es una piedra, no es tan difícil hacer amistad con una, la verdad —mi hermano sonrió.
Me gustaría decir que al menos con mis suegros me llevaba bien, sin embargo, aun con todos los años que habían pasado muchas veces me seguía sintiendo como un intruso, era probable que solo hayamos aprendido a tolerarnos lo suficiente para vernos cuando era necesario.
Aim interrumpió nuestra plática, ya que fue por mi para arrastrarme a seguir siendo presentado a más familiares, que me venía enterando de su existencia, no tenía ni la menor idea de donde le salían tantos primos.
Ya cerca de la media noche repartieron 12 uvas, una tradición que a decir verdad nunca me gusto, quizás tuviera que ver con que la primera vez que lo hice casi acabo en urgencias ¿quién en su sano juicio dijo que se podían comer 12 uvas por segundo?
El conteo comenzó...
10... 9... 8...
No podía creer todo lo que había pasado en este año.
7.. 6...
Si bien había creído, que los años más complicados de mi vida fueron durante mi adolescencia, el 2015 me demostró lo contrario.
4... 3. . .
Esperaba que el próximo fuera más tranquilo y en paz, deseaba en verdad empezar una mejor vida a lado de Aim
2... 1...
Todos gritaron, ¡Feliz año nuevo! Muchos se abrazaron o al menos eso imaginé porque justo en ese momento, Aim apareció frente a mi para besarme, como hacíamos cada año, le llamábamos el beso de la buena suerte por otro año juntos.
Nos dejamos de besar y nos miramos a los ojos, por un momento el mundo se hizo nuestro, alrededor había gritos, aplausos, abrazos, algunos habían comenzado a bailar, pero en ese instante solo existíamos ambos.
—Te ... amo —le dije con voz temblorosa y constándome soltar cada palabra, aunque solo fueran dos, Aim me vio un poco sorprendida, pero después sonrió un poco.
—También... te amo —me respondió casi de la misma forma que lo había dicho yo, nos abrazamos y de nuevo sentí lo mismo que aquella tarde en la que decidimos seguir, ya no había vuelta atrás, pronto comenzaríamos una nueva vida...juntos, hasta que la muerte nos separara.
La fiesta se fue intensificando, los más grandes ya habían comenzado a retirarse, por lo tanto, los jóvenes fueron quienes comenzaron a poner el ambiente, Aim también se les había unido, yo solo la iba acompañando llegó un punto en que apenas y se sostenía sola, fue cuando supe que era momento de retirarse.
—¿Siempre se pone así? — preguntó asombrado mi hermano, cuando me acerqué a él junto con ella, para informarle que era hora de irnos.
—No, la última vez que lo hizo, fue en su fiesta de graduación de la universidad.
Sergio no hizo otra pregunta y me ayudó a llevarla hasta el auto, me fui en el asiento de atrás con ella, el me dejó con Aim para que la cuidara y de nuevo se retiró a mi departamento, con trabajos logré subirla hasta el suyo, con cuidado la acosté en la cama y la cambié.
Había sido complicado dado, que seguía un tanto eufórica ya rayando en la necedad,
en verdad no extrañaba verla así, por fortuna no me había tocado verla en ese estado más que dos o tres ocasiones, comencé a compadecerme por las personas que me vieron y hasta me cuidaron en ese estado.
Tardó un buen rato en calmarse, pero al fin lo hizo cuando ya estaba casi amaneciendo, se acomodó para poder dormir, fue en el momento en que me sentí con la tranquilidad de también hacer lo propio sin preocuparme que algo le pasara, cuando me acosté a su lado ella estaba en posición fetal frente a mí, me observó un momento y después sonrió.
—Eres tan lindo— aun arrastraba las palabras, por lo tanto, todavía no se le había bajado los efectos del alcohol —que bueno que escuché a mamá, tu no complicas las cosas, para nada. Ah, mi vida, quizá sea un error casarnos, pero que felicidad que seas tu.
No tenían mucho sentido sus palabras y ni siquiera busqué una explicación, al instante ella se durmió, tampoco es que pudiera buscar entender las palabras de una persona en su estado
Desperté algunas horas después, Aim ya no estaba acostada, escuché la regadera así que supuse que se había levantado a tomar un baño, estaba por ver la hora cuando sonó su celular, no sabía si tomarlo y llevárselo o esperar, el tono de llamada dejó de sonar por lo que decidí esperar, pero de nuevo volvió a sonar, pensé que quizás era importante, así que lo agarré para decirle, fue inevitable ver el nombre de contacto que decía:" Eduardito" ¿Quién carambas era ese tipo?
Quizás algún primo... aunque no sabía si yo guardaría de una forma tan afectuosa a una prima, me acerqué a la puerta del baño.
—Aim, te hablan —Le grité para hacerme oír por encima del agua.
Cerró la llave y salió en bata, me miró un momento y después de una cortés sonrisa, tomó el teléfono y salió de la habitación, quizás no debería escuchar su conversación, pero no podía quedarme con la duda, me fui a asomar un poco a la sala donde se encontraba.
—Te dije que ya no llamaras—le reprochó a la otra persona tras el teléfono—No es malo, pero tampoco es adecuado, pronto me casaré. —esa conversación sonaba bastante extraña—Si, a finales de enero—¿acaso se refería a la boda? —¡Ay como crees! Sabes el motivo, Lalito. —esa forma de decir el nombre en diminutivo dudaba que fuera su primo.
Aim soltó una risita que me extrañó—Ya basta, debes olvidar eso—le respondió a con quien hablaba—Creo que ya me has dado más de una despedida. —no podía ser ciego, no eran celos lo que me hacían imaginar que esa conversación era ajena a cuestiones familiares o laborales—Cuídate—terminó con un tono suave y después colgó.
Escuché que se dirigía hacia donde me había quedado parado, no hice por moverme, se topó conmigo y antes de si quiera poder decirle algo ella se justificó.
—Era del trabajo.
Suspiré, a decir verdad, ni cara tenia de decir nada, apenas hace unos cuantos días estaba deteniendo a Alan, ella también debía dar por terminada cualquier tipo de situación que pudo haber sido, le di un beso corto.
—Voy a preparar café, termina de arreglarte, preciosa.
Me observó un momento como buscando una reacción de mi parte, pero al no obtenerla solo asintió y fue al cuarto mientras yo me dirigí hacia la cocina.
Empecé a preparar la cafetera, cuando al poco tiempo sentí como Aim me abrazaba por detrás, no dijo nada, no dije nada, solo sentí como recargaba su cabeza en mi espalda, a veces las palabras sobraban.
Después de quedarnos un rato así, ella se fue a sentar a la sala y yo la alcancé con su taza de café, apenas y cruzábamos unas cuantas palabras, aun así, no me sentía tan incómodo como últimamente me había sentido.
Pasamos el día acostados en el sillón mirando películas, a decir verdad, pese a todo me sentía muy apacible, hacía mucho no disfrutaba un momento así con ella, entonces recordé que mi madre decía que como empezabas el año así sería el resto, deseaba que tuviera razón. En verdad quería que esta vez mi vida fuera más tranquila, sin tantos conflictos y problemas, deseaba que por fin pudiera sentirme completamente pleno y feliz.
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