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El faro

Era extraño tener a mi hermano en la casa, aunque agradable, de no ser por él no sé qué hubiera sido de mí. Desapareció cualquier tipo de bebida alcohólica que encontró y lo sustituyó por jugos individuales, volvió a llenar mi despensa y se aseguró que comiera las 3 comidas del día, me hizo sentir como cuando estaba en la primaria.

El sábado es cuando decidí ir con Aim, ni siquiera le avisé solo tomé mi auto y conduje a su departamento prefería el factor sorpresa y que no hiciera suposiciones previas, esperaba que se encontrara en su departamento, no tenía ni la menor idea si tenía algún plan para ese día.

Una vez estacionado el coche, tardé un poco en bajar, me quedé contemplando el llavero que colgaba de las llaves del auto, era una simple correa de piel que de hecho Aim me regaló, dado que notó cuan distraído soy, alguna vez tuvimos que regresar en taxi porque extravié las llaves.

Y aunque sonara a un momento estresante fue de las veces en que no peleamos y que al contrario se volvió una buena anécdota, la charla con el taxista fue amena y resultó acabar siendo hasta un paseo turístico ya que el señor sabía mucho acerca de la ciudad.

Tomé las llaves y apreté con firmeza la correa, Sergio había tenido razón, antes de salir de casa me dijo que estaría esperándome, ya que al fin y al cabo no era fácil terminar una relación, así haya pasado lo que fuera.

Caminé despacio hacia el edificio, había estado con Aim casi 4 años, al principio la idea de casarme con ella había sido por el miedo a volver a estar solo, pero eventualmente se volvió algo que me emocionaba, el estar al lado de una persona con la cual has compartido tanto, alguien con quién has ido creciendo de la mano.

Tomé una respiración profunda, cada vez pesaban más mis pasos.

Llegué al vestíbulo, miré el elevador, lo más sencillo era tomarlo para subir, pero necesitaba más tiempo para encontrar las palabras adecuadas con las cuales enfrentaría la situación, estaba a punto de ir por las escaleras cuando escuché que me llamaban, me di la vuelta y casi se me va el alma a los pies cuando vi quien era, se trataba de mi suegro. ¿Qué demonios hacía aquí?

—Hola hijo, Aim no mencionó que fueras a venir.

—Buenas tardes, señor, es que no le avise.

—Vaya, vaya, una visita sorpresa.

—¿Quiere subir? —le ofrecí señalando el elevador, pero el negó con un gesto con la mano.

—Acabo de bajar, vine a dejarle unas cosas, antes de que vayas a verla ¿Podemos hablar?

Me sorprendió su petición, pero no es como que pudiera eludirla, aun le debía una disculpa desde hace mucho.


—Si, claro.

—Tranquilo, seré breve. Vamos. —mi suegro me dirigió hasta su automóvil y me invitó a subir en el asiento del copiloto.

Empezó a conducir, antes que nada, debía comenzar con disculparme

—Quiero disculparme con usted y su esposa por mi comportamiento de la otra vez.
—Ni te preocupes por eso—exclamó restándole importancia con la mano—Aim nos comentó que recordaste un trabajo pendiente.

Era bastante peculiar que después de ese problema ella me justificara con sus padres.

—Si, así es, como se acerca el fin de año —confirme.

—Claro, entiendo los últimos meses del año es cuando hay más trabajo, sólo recuerda que no por eso hay que descuidar a la familia.

Me dijo dándome una rápida sonrisa. Después de esa corta conversación ya no me permitió hablar, tomó el curso de la plática usando de tema lo que escuchábamos en la radio, yo sólo emitía palabras cortas por toda respuesta.
Luego de un camino que se me hizo bastante largo, llegamos a un restaurante donde me condujo al área del bar, no sabía que tan bueno era eso, apenas llevaba dos días sin tomar más que agua y jugo.

Nos sentamos en una pequeña mesita ni siquiera me preguntó si quería beber o que, solo se dirigió al mesero y pidió dos whiskys.

Cada vez me impacientaba más él no saber de qué quería hablar conmigo, cuando nos trajeron nuestros vasos, comenzó a hablar.

—Se que tú y Aim han tenido problemas en las últimas semanas.

No era eso lo que esperaba que conversáramos, en general las únicas veces que se metió en muestra relación fue para convencer a Aim que no le convenía, quería negarle su suposición, aunque sonaba ya más a afirmación, pero no me lo permitió.

—Aim no nos ha dicho nada —aclaró —ella siempre ha sido una niña independiente, pero cuando algo le pasa recurre a mamá y papá, y en los últimos días mi esposa me ha dicho que han hablado mucho, así que me sentí en el deber de hacer lo mismo contigo, ya sabes de hombre a hombre, sé que a veces te puede hacer falta una figura paterna.

Pensé en Sergio, él se podría decir que cumplía ese papel, pero no dije nada, no podía negarle que no tuviéramos problemas, pero tampoco es que pudiera decirle lo que sucedía entre nosotros, acerqué el vaso a mis labios para evadir responder, así que mi suegro continuo.

—Una relación siempre es complicada hijo, pero es en los momentos difíciles, en los que te tienes que aferrar a todo lo bueno, que sin duda mi hija te ha dado

—Por supuesto, señor—le confirmé con seguridad, eso no era una mentira, no podía negarlo

—Entonces eso es lo que debes tener en cuenta Marck, recordar qué los unió, ese anillo que portas en tu dedo—lo señaló con su vaso del cual bebió un trago—no es un simple accesorio, simboliza el compromiso que hacemos por la otra persona, una vez que lo entregas no debe haber marcha atrás ¿Me entiendes? No importa que tan complicada se pongan las cosas, siempre deben hallar una forma de superarlo, te lo dice el hombre que está casado desde hace 27 años.

—Si, entiendo—cada vez me sentía más nervioso, no podía seguir estando frente a él, escuchando esta conversación, cuando había ido precisamente a hacer lo contrario

—Además, este sería el peor momento ¿No crees?

—¿Para qué? —pregunté dudoso

—Ah, ya sabes, reconsiderar su relación —respondió con seriedad, luego soltó una risita—por supuesto que tú no lo has hecho ¿Verdad?

En ese momento hubiera agradecido que sucediera algún evento externo para zafarme, pero todo estaba tan tranquilo. Mi suegro continúo al no poder responderle.

—Considero que sería el peor momento para hacerlo, digo ya está casi todo lo de la boda ¿No?

Asentí con la cabeza, con cada palabra que me decía, sentía que me cortaba un pedacito de lengua

—Entonces, no se puede cancelar ¿Verdad? ya toda nuestra familia, amigos y conocidos están en espera de este evento, naturalmente, aprecian mucho a nuestra hija, siempre Aim destacó en cada evento al que asistimos, es lógico que quieran ver a nuestra pequeña llegar al altar, lo cual sería lamentable que no sucedería. —por un momento me dirigió una mirada dura y amenazante, que después disfrazó con una sonrisita —Sabes que nunca estuvimos de acuerdo en su relación , pero lograste hacernos ver que nuestra niña está en buenas manos, no hagas que cambie esa perspectiva de ti, hijo—esta vez recalcó aún más la última palabra —soluciona los pequeños problemas, y no te busques unos más graves —eso sonaba un poco como amenaza.—Te comprometiste con mi niña y me diste la palabra de que la cuidarías ¿Verdad que no me equivoqué?

Sentí el corazón en la garganta, era como si el señor me hubiera leído la mente, desde el momento en que me vio.

Si lo exponía de esa forma tenía toda la razón, si dejara a Aim antes de la boda, el problema no sería solo con ella, si no con todos los que la rodeaban, en especial su familia, quedaría muy mal vista si la dejo casi que plantada en el altar, algo que no había considerado, creí que seria "sencillo" dar por terminada nuestra relación, pero haciendo una retrospectiva, no podía hacerle eso, no cuando ella sacrifico hasta sus sueños por mí, además que haría de mi vida después de terminar con ella, no es como que pudiera ir tras Alan y tampoco estaba tan seguro que me fuera a recibir con los brazos abiertos, esto no era ninguna telenovela romántica, esto era la realidad y la realidad era que en efecto tal como aquella película qué vimos juntos aquel día , no podía cambiar toda mi vida de la noche a la mañana ,no podía dejar de lado un compromiso que había hecho, además no quería saber que podía hacer mi suegro si le llegaba a hacer algo así a la niña de sus ojos.

—No, por supuesto que no, nunca le fallaría a Aim.

Sonrió de forma condescendiente.

—Me da gusto saber que estas realmente comprometido con mi niña.

—No... No voy a fallarle.

Esas fueron las palabras con las cuales me eché la soga al cuello, ya no había marcha atrás, acababa de dar mi palabra.

Después de ese tema, el señor pasó a hablar acerca de nuestros planes a futuro, como a donde viviríamos, yo seguí respondiendo con frases muy cortas, lo cual no pareció importarle.

Pasado un buen rato nos fuimos del lugar, dado a que tenía que resolver otros asuntos, así que me fue a dejar a casa de Aim, durante el camino iba pensando, era evidente que ya no podía retractarme de mis palabras, pero sí de por si no tenía ni la menor idea de que decirle a Aim para terminar, menos las tenía ahora para continuar.

El camino esta vez se me hizo demasiado corto, en muy poco tiempo ya estaba de vuelta en el edificio de Aim, cuando me bajé del automóvil, el señor me dirigió una última sonrisa.

—No olvides lo que hablamos, hijo—volvió a recalcar el adjetivo, yo solo asentí con la cabeza.

Esta vez no tuve impedimento para subir, tomé las escaleras y empecé a caminar hacia arriba, Aim vivía en el séptimo piso, así que tuve bastante tiempo para pensar, lo cual fue de poca ayuda ya que lo único que tenía en la mente era la conversación con mi suegro, llegué frente a la puerta de su departamento, toqué con suavidad.

Aim me abrió, por un segundo pude ver cierta sorpresa, pero después su gesto fue neutro, sin decirme nada, me dejo pasar.

—No te esperaba.

—Lo siento por no avisarte antes—me disculpe.

—¿Quieres café?

—Si, por favor

—Voy por el—Aim fue hacia la cocina, esa había sido la conversación más extraña que habíamos tenido.

Me quedé caminando por la sala observando, aunque había pasado bastante tiempo en aquel lugar apenas y les había prestado atención a los detalles.

Era un lugar amplio con dos sillones en forma de L, un televisor empotrado a la pared y dos repisas, con una fotografía de su familia y algunos adornos, pude notar una pequeña figura de yeso de un caballo, la cual tomé.

—¿Que miras?

No había notado su presencia, me gire hacia ella aun viendo el caballo.

—No sabía que aún lo conservabas.

—¿Porque debería haberlo desechado? Fue de las primeras cosas que me diste.

En aquel entonces mi economía aún era inestable, en aquella ocasión, compré una simple rosa y esa pequeña figura, ya que a ella le gustaba ir a montar a caballo.

—¿Recuerdas que me dijiste en aquella ocasión? —preguntó, ante mi ausencia de palabras, intenté hacer memoria, pero estaba completamente en blanco.

— No—me sincere.

—Me dijiste que por el momento era lo más que podías darme, pero me prometiste que trabajarías duro para darme lo que merecía —Sonreí al recordar aquellas palabras, en ese tiempo me sentía tímido con Aim, estaba muy lejos de estar a su altura, el momento en que más estuvimos al mismo nivel fue cuando su familia le dio la espalda, por mi—y lo cumpliste, creo que siempre has cumplido tus promesas.

Sentí que el nudo de mi garganta se acrecentaba, dejé de nuevo el caballo de donde lo tomé y la miré de frente.

—Es por eso por lo que estoy aquí, tienes razón. Haya sido lo que hayamos hecho eso quedo en el pasado. Las cosas seguirán como las teníamos planeado.

Aim, me observó por un momento.

—¿Te encontraste con mi padre?

—¿Qué? —pregunté confundido

—Marck, sé que eso no era lo que venias a decirme llegando de sorpresa.

—Si, me encontré con tu papá —le confirmé, no había razón para mentirle, al menos no esa parte—pude disculparme con él, pero solo fue eso.

Aim alzo la ceja tal como cuando algo le molestaba o.... ponía algo en duda.

—¿Enserio?

—¿Acaso importa Aim? Estoy aquí frente a ti, dispuesto a seguir con nuestros planes.

—¿Estás seguro?

Era obvia la respuesta, pero no iba a flaquear.

—Por supuesto... Nena, te lo prometí y vuelvo a hacerlo, estaré contigo para siempre.

Aim me miro por una última vez, para después acercarse a mí y abrazarme.

Aunque en sus ojos había visto seguridad y su voz nunca tembló, en ese momento al tenerla entre mis brazos, podía sentir también de su parte duda.

Quizás ambos ya no estábamos del todo convencidos si era la mejor decisión, más sin embargo en algo de lo que sabía que estábamos seguros, es que estábamos dispuestos a hacer que funcionará. Siempre lo habíamos hecho y logrado, además por algo habíamos llegado hasta el punto de querer casarnos.

Después de un rato nos separamos y nos sentamos a tomar el café que había traído Aim, la charla fue bastante monosilábica por parte de ambos.

Pase la noche con Aim, no fue igual que siempre, mi mente aún estaba vagando por algún lado, fue rápido y en cuanto terminamos ella se durmió. Yo no pude hacer lo mismo, la miré dormir entre mis brazos y por un instante comencé a tener recuerdos de todo el tiempo que había pasado con ella.

Y si lo pensaba, habíamos pasado buenos momentos, como la primera vez que nos escapamos porque discutió con sus padres o el viaje a la boda de mi hermano. Cuando la ayudé a mudarse a su departamento, el día que me presento a sus amigos. La primera cita, la primera vez que la vi reír por una película.

Claro que podía hacer un recuento de todo lo bueno que habíamos pasado juntos, pero a veces uno prestaba más atención al cúmulo de malos momentos, que hacía que todo lo bonito se perdiera en la obscuridad.

Mi celular vibró, lo que hizo acordarme de mi hermano, no le había avisado ni dicho nada, de nuevo hice lo mismo que antes, dejarlo esperándome y sin darle una señal de vida, me sentí mal, pero aún no estaba listo para darle la noticia, ni mucho menos para lo que me diría o más bien gritaría, controlar su carácter no era algo que lo caracterizara.

Hundí mi cabeza entre el cabello de Aim, pese a ver crecido casi en la iglesia, nunca fui muy devoto y la única vez que recé fue por la salud de mi madre, lo cual no había resultado, sin embargo, esa noche volví a rezar para qué fuera bendecido con una buena vida, y que todo acabara resultando para bien, que mi vida a lado de Aim fuera dichosa y feliz. 

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