36. Danger.
Domingo, 25 de marzo de 2018.
Afraid.
Sabía que tenía que haberle explicado a Elly con tiempo que era lo que estaba pasando, pero no sabía como. Tenía que haberle dicho que ya llevaba casi un mes sin quedarme en el apartamento, que estaba durmiendo en casa de Elliot. Debí haber hablado con ella sobre las amenazas que había estado recibiendo, pero no lo hice. Y ahora, como consecuencia, me encontraba con ella en la boca del lobo.
Solo esperaba que el lobo no estuviese listo para comer aún.
Pero ese tampoco era el momento adecuado para hablar con ella, no en nuestro primer mes como pareja oficial, menos en medio de la bella sorpresa que me dio y muchísimo menos luego de las palabras que me dijo. Esta noche era solo nuestra, sin ningún lobo de por medio.
Cerré la puerta tras de mí y caminé hasta a ella, tratando de sentirme seguro en mi propia casa. La cercanía de su perfume me envolvía e incitaba a apretujarla contra mi, por lo que relajarme a su lado no me costaría mucho esfuerzo. Me concentraria en ella, en disfrutar esta noche a su lado. Amando saberla mía y de nadie más.
—Voy a darme una ducha y regreso enseguida— Dije antes de irme al baño.
En menos de diez minutos ya estaba junto a ella, nos sentamos a comer y como siempre ambos nos sumergimos en una conversación divertida y amena. Antes de ser pareja, éramos amigos. Los mejores amigos, y eso nos ayudaba a entendernos mejor.
Dicen que la clave para una relación perfecta, es la comunicación y la confianza, pero aunque creo que esos son pilares fundamentales en la pareja, lo más importante en sí, es la empatía, ya que de nada te sirve hablar con una persona y que no te entienda.
Elly y y siempre logramos entendernos, y por eso siempre encontrábamos la manera de... hacerlo funcionar, y a pesar de que agradecia todos los días a lo que sea que nos hizo coincidir, sentía que eso no era suficiente. Que estaba en deuda con la vida por haberla puesto en mi camino.
Cuando terminamos de comer, se nos ocurrió que podríamos preparar un postre entre ambos. Así que optamos por preparar ese pastel de chocolate que yo tanto amaba, aunque en realidad no pudimos comerlo, ya que dejándonos llevar por lo que comenzó como un ingenuo beso, terminó en ambos haciendo el amor y dando como resultado un pastel quemado.
—Quedé con ganas de pastel— Lamentó ella mientras terminaba de secar unos platos y los guardaba donde correspondía.
—Y yo con ganas de ti— dije.
Amaba ser el culpable de la transformación que su mirada atravesaba. De cálida a oscura, deseando tanto que la hiciera mía, como yo.
Amaba en realidad conocer a esa mujer en todas sus facetas. Destrozada, desilusionada, molesta, nerviosa, ansiosa, renacida, empoderada y mujer. Mujer en todo su esplendor.
Lo constaté cuando con todo el descaro del mundo, abrió la bata que tenía puesta y reveló solo para mí su cuerpo totalmente desnudo.
—No quiero que mi novio quede con ganas de nada.
Un escalofrío me recorrió. Sentí que la palabra novio era muy inestable y me provocó miedo. Miedo de perderla.
Me acerqué a ella y acaricié con la yema de mis dedos su mejilla.
—A veces siento que las palabras que te digo no le hacen justicia a lo que siento, pero aún así confío en que aunque sea un poco, lo sientas real Elly. Porque eres lo más lindo y real que tengo. No me gustaba la idea de enamorarme por miedo. Miedo a perderte. A perderme a mi. Pero por ti, por ti vale toda la maldita pena el riesgo.
La besé de la manera que deseaba hacerlo y traté de alejar el nudo que tenía formado en mi pecho. Sentía que me encontraba con ella en una montaña rusa y solo deseaba que no llegara nunca la caída.
***
Lunes, 26 de marzo de 2018.
Sentí un beso en mi cuello e inmediato me desperté.
—¿Sabías que este tatuaje en particular...—Volvió a besar mi cuello, indicando así que hablaba de ese tatuaje en específico— me encanta?
—Algo así he notado.
—Bueno, me encanta—reiteró y se acurrucó más junto a mi.
—Quiero consultarte algo— Le informé a la vez que pasaba mi brazo por su espalda y la acariciaba.
—Dime.
—Ayer me llamó uno de los dueños de los apartamentos que estuve viendo cerca del local. Casualmente mi favorito—Sonreí— Y me propuso una oferta demasiado buena para ser verdad. Lo cual me permitiría comprar el apartamento.
—Eso es demasiado bueno amor—Me correspondió la sonrisa.
—Sí, pero me gustaría primero que vinieras conmigo a verlo, antes de aceptar.
—Cuenta conmigo para verlo cuando quieras—Aceptó— Seguro esa fue la llamada que hubo esta mañana. A lo mejor quería saber si ya tenías una respuesta.
Mi pulso se disparó y mis nervios comenzaron a hacer mella en mi.
—¿Que llamada?
—Una llamada amor, pero nada importante. Nadie habló del otro lado.
Me levanté de inmediato con dirección al baño y le texteé rápido a Elliot.
"Tenemos problemas" —Envié.
Hice mis necesidades matutinas y cepillé mis dientes. No quería alarmar a Elly, pero no tenía otra opción.
—Date prisa, tenemos que irnos.
—¿Que pasa?—Quiso saber, a la vez que se paraba de la cama y se vestía.
—Ya te explicaré, pero vamos a irnos.
Un mal presentimiento se extendió por todo mi pecho. Un nudo se alojó en la boca de mi estomago y tenía ganas de vomitar.
Gracias a Dios Elly cooperó con mis nervios y se apresuró.
Cuando íbamos saliendo noté que me faltaba el cargador de mi teléfono y me devolví a la habitación a buscarlo.
—Casi olvido el mío también—dijo ella cuando me vio regresar.
Mientras ella iba por el suyo, me apresuré a abrir la puerta, y todo se volvió un destello oscuro cuando un puño impactó contra mí mandíbula.
—Esa me la debías maldita bastardo—Escupió con asco el monstruo frente a mi y todas mis sospechas se confirmaron al ver que quien estaba tras de mi, era Bruce. El mismo Bruce que años atrás me había quitado a mi pequeña Ally.
Cuando quise propinarle un puñetazo en respuesta, me arrojó otro que me hizo caer al piso.
Mi mente me jugó una mala pasada y recordé como años atrás, esta misma bestia también me molió a golpes, pero yo ya no era un niño de catorce años.
Y él pareció notarlo, porque recurrió a estrellar en mi cabeza un tubo que no tenía idea de dónde había sacado, y por poco me arrojó a la inconsciencia. Solo seguía lúcido al recordar a Elly dentro del apartamento.
Un gemido de dolor escapó de su boca y me dió un par de segundos de ventaja sobre él. Miré tras él y vi a Elly temblando de nervios y euforia con un jarrón de vidrio roto entre sus manos.
—Elly vete—Supliqué.
—No me iré.
—¡Elleny por favor! ¡Vete!
—¡No Afraid! ¡No me iré sin ti!— Sollozó y sentí que mi mundo se caía a pedazos.
Ally.. Ally había dicho lo mismo aquella noche y fue imposible no sentir miedo de que terminara igual que ella.
—Con que Elleny se llama tu mujer—Sonrió burlón Bruce— Me trae buenos recuerdos ese nombre.
Vi la mirada asustada de Elly pasar de la mía, a la de él y el desconcierto que vi en sus ojos me dio fuerzas para levantarme.
Bruce se intimidó ante ella y la burla desapareció. Pareció caer en cuenta de algo y palideció.
—No—dijo— No puedes ser tú.
Vi cómo tembló ante él y como el miedo se apoderó de ella.
Aproveché ese descuido para abalanzarme sobre Bruce y comencé a golpearlo. La rabia y la ira contenida, más la culpa que todos estos años me habían acompañado, fueron mi motor para no cesar.
No escuché cuando la policía llegó.
No reaccioné cuando Elliot me abrazó.
Ni me di cuenta cuando iba junto a él en el carro.
En mi mente solo se repetía el segundo en que Elly me miró, con sus ojos llenos de lágrimas y negó con su cabeza.
—No puedo con esto—Fue todo lo que dijo antes de salir corriendo del apartamento.
Al final, Danger Blackwood superó a Afraid. Y Elly, no quería más peligro en su vida.
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