32. No hay ninguna manera
Afraid.
Viernes, 26 de enero de 2018.
Los minutos se convirtieron en horas, y las risas en carcajadas.
Lo que primero era una cita, luego pasó a ser una cena de celebración por el hecho de que todo parecía apuntar a que ya había encontrado el sitio que tanto esperaba para convertir en mio.
A Elleny se le notaba la felicidad y eso me hacía sentir afortunado.
Afortunado de haber coincidido con una persona que celebrara mis logros como si fueran suyos, y también de ser el primer expectador de su mirada brillosa a causa de la emoción y sus mejillas sonrojadas adornando la sonrisa que se extendia en su cara.
Compartir con ella iba siempre más alla de cualquier expectativa. Quizá solo se trataba de esa química o conexión que teníamos, pero compartir con ella siempre era motivo de dicha y anhelo, pues anhelaba con ganas siempre volver a repetir el momento y disfrutar su compañía.
Al terminar de comer, ambos estuvimos de acuerdo con que habia sido suficiente.
Le regalé a Elly otro paseo por la ciudad y cuando ambos sentimos la pesadez de la noche, comencé a conducir con destino a casa.
Una vez que comenzamos a observar el camino usualmente general como señal de que estábamos llegando, hice la pregunta que estaba tratando de posponer.
—¿Te llevo a casa o crees que aún podamos ver una película?
Elly me regaló una sonrisa antes de ladear su cabeza.
—Elijo ir a casa.
Asentí. Ya lo esperaba.
—Bueno, entonces me temo que tendré que usar un plan b —Volteé a mirarla a la vez que reducía la velocidad del auto —Te llevaré a casa, con la condición de que mañana tendremos otra cita.
—¿Otra?—Inquirió ella.
—Otra. Ya el tiempo no se me hace suficiente a tu lado, tengo que hacer algo al respecto.
Ella me correspondió la mirada y aproveché para quedarme mirándola fijamente, y como si no hubiese conexión entre mis pensamientos y mis palabras, le hice una confesión un tanto fuera de contexto.
—El día siguiente a nuestro primer beso, no aguantaba las ganas de repetirlo, aún, hoy, no sé cómo lo resistí y no te besé de nuevo.
Negó con su cabeza y noté el nerviosismo que la envolvió.
—Estás loco.
—Cuando vimos el atardecer en el mar abierto, me pasó lo mismo.
—No me digas esas cosas Afraid.
—¿Por qué? —Quise saber.
—Porque me haces pensar que en este momento también quieres besarme—Respondió con apenas un hilo de voz.
Ladeé una sonrisa.
—Y no te equivocas.
Vi como tragó grueso y se quedó inmóvil ante la tensión que comenzó a consumirnos poco a poco. Enderecé mi cabeza y miré al techo, rompiendo así la burbuja en la que estábamos inmersos.
Una ligera caricia en mi barba hizo que instintivamente volviera a mirarla, y me encontré con su mirada clavada en la mía y sus labios ligeramente entreabiertos.
—Entonces dame la razón Afraid. Bésame.
Sin dudarlo ni un segundo, plasmé mis labios sobre los de ella, y la sujete fuerte. Amando sentirla así. Tan mía.
—Voy a terminar dañandolo todo Afraid. Dañandote a ti y no lo mereces—Susurró aún sobre mi boca—Yo no sé querer Afraid. No sé demostrarlo. No sé expresarlo. Y tu mereces que te quieran y te lo demuestren de una y mil maneras.
Uní nuestras frentes y mantuve mis manos en sus mejillas.
—Elly, con tus acciones me demuestras de una y mil maneras que me quieres. Créeme que lo haces. Es tu miedo el que te tiene dentro de una burbuja de protección para evitar salir herida, y te hace creer y sentir que no eres suficiente para complementar a una persona. ¿Sabes cómo lo sé?
—No.
—Porqué es la misma burbuja que me protegía a mi. Que me acompaño por años, pero que gracias a ti, comenzó a resquebrajarse. Y ya hoy lo único que siento es miedo de perderte.
De las personas que tenias que haberlo escuchado, no lo escuchaste. Pero eso no significa que no sepas querer. No puedes vivir aferrada a ese pensamiento. Es injusto para ti.
—Ni siquiera quiero a mi propio padre Afraid.
—Cuando perdiste a tu mamá, él no te protegió de la manera en que debía hacerlo. Ni te acompaño como debía hacerlo. Ni te apoyo como necesitabas. No es que no lo quieras, porque sé que si lo haces. Solo que aun hay muchas asperezas que limar.
Sus mirada chocó directamente con la mia y vi con claridad la lucha de emociones y esperanzas que se cruzaban entre sí. Acaricié sus mejillas y plasmé un dulce beso sobre sus labios.
—No voy a forzarte a nada Elly. Solo estaré aquí para cuando estes lista.
—Ok. Voy a intentarlo.
—¿Ah?—Inquirí, sin querer hacerme ilusiones.
—Otra. Mañana tenemos otra cita.
***
Domingo, 25 de febrero de 2018.
UN MES DESPUÉS.
—¿Que se supone que es esto?—Exclamó Elly sorprendida.
Miré la sonrisa que se expandía en su rostro y los nervios que sentía minutos atrás, comenzaron a disiparse.
En el último mes, Elly y yo éramos lo más cercano a una pareja. Por eso, con ayuda de sus amigas y de Elliot, organicé una reunión en el apartamento con el único motivo de hacer oficial lo nuestro.
Volteé y observé de nuevo los globos que adornaban todo el salón principal del apartamento. La mayoría se encontraban en el techo, y una cinta ondulada colgaba de ellos. Y los otros, pegados en la pared, formaban la frase: "Elly, ¿Quieres ser mi novia?"
Me volví hacía Elly y cuestioné.
—¿Entonces? ¿Que me dices?
—Que no hay ninguna manera de que te diga que no—Respondió a la vez que se abalanzaba sobre mi.
Y ver, como con una simple respuesta, me había otorgado el privilegio de ser su complemento, me hizo sentir una brecha enorme de felicidad.
Elleny era oficialmente mi redención ante el miedo de sufrir. Con ella en mi vida, el presente y el futuro, solo podia significar dos cosas: Felicidad y plenitud.
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