30. Una cita.
Afraid.
Domingo, 21 de enero de 2018.
El salón quedó en completo silencio y Hailey, batió su melena castaña de un lado a otro antes de lanzar un enorme suspiró.
Me sentía incómodo y como un invasor, allí. Rodeado de todas esas personas que estaban unidas por la sangre en sus venas, pero que no parecían ser una familia. Por eso no podía irme. Elly me necesitaba junto a ella. Lo sabía.
—Yo lo entiendo—Murmuró la castaña— Yo entiendo que todos estén desconcertados, asombrados y en desacuerdo con la noticia. Por eso quiero preguntarles, ¿Cuál es el delito en que quiera casarme? ¿Es acaso eso un crimen?
—No, no lo entiendes Hailey—Le debatió una mujer que por su parecido y la manera en como se expresaba hacía ella, intuí que se trataba de su madre— Estas apenas comenzando a conocer el mundo. Tienes que graduarte, crecer, madurar aún más. No puedes tirar tu vida por la borda así.
—Y ahora dime, ¿Quién dice que no lo haré? French y yo nos amamos. Y el amor es eso. Es crecer juntos. Es apoyarnos mutuamente el uno al otro. Es trazarnos metas e irlas alcanzando poco a poco. Alguien que te atrasa o que no quiere que surjas, no te ama y eso lo sé. Por eso no tomaría una decisión de este calibre si no fuese porque lo amara de verdad.
Mire a Elly y me encontré con su mirada clavada en mí.
Por la manera que me miraba, sabía que ella quería hablar. El nudo en su garganta era tan grande que amenazaba con brotar por su mirada. Me acerqué a ella y le susurré en el oído:
—Hazlo. Si quieres decir algo, dilo. Por eso viniste hasta aquí. Recuerdalo, tienes decisión y opinión propia. Ellos no pueden contra eso ni pueden quitártelo. Tu prima te llamó porque necesita tu respaldo, no tu silencio.
Como si de un empujón al vacío se hubiese tratado, Elly rompió el silencio que volvía a instalarse entre todos.
—Ninguno Hailey. No es ningún delito que quieras casarte. Que nos ha tomado por sorpresa, sí. Estoy segura de nadie se esperaba esta noticia, pero no es un crimen. Todo lo contrario. Es una hermosa manera de formar un equipo para que te acompañe a lograr cada meta que tienes por delante, además de tu familia, claro está. Son demasiadas metas de vida Hailey. No se trata solo de graduarte, va más allá. Pues una persona en constante crecimiento y evolución personal, nunca deja de tener metas y proyectos por alcanzar. Y si eso es lo que tú quieres, si ese chico es realmente todo lo que quieres, entonces yo te apoyo. Y cuenta con que estaré a tu lado cuando des el "Sí, acepto".
—¿Y qué vas a saber tú? —La madre de Hailey se abalanzó sobre Elly y me tensé por un momento ante el miedo de que quisiera abofetearla.
contuvo unos centímetros antes de ella y comenzó a gritar.
— Elleny, siempre has sido una rebelde sin causa. La de las peores notas en casa, tú. La promiscua de la familia, tú. Las amistades problemáticas, todo tú siempre. Y has sido desde siempre una mala influencia para mi hija y ahora vas y apoyas las consecuencias de eso.
Miré en dirección al padre de Elleny, incrédulo ante la manera en como dejaba que se expresaran de su hija y fuese incapaz de detenerlo.
Él solo me desvió la mirada.
—¡Suficiente! —Espetó el señor que Elly me presentó como su abuelo.
Se levantó de la banqueta en la cual se encontraba sentado y elevó sus brazos al cielo.
—¡Por amor a Dios! —Exclamó—Ustedes saben que nunca me he inmiscuido en la vida de ninguno, y siempre me mantuve lejos de los dramas familiares. Pero esta vez se me hace imposible pues veo que ya todo se está saliendo de control—Hizo una pausa que luego reanudó tras un rápido carraspeo— Voy a ser muy claro y breve con lo que diré. En primer lugar, Kelly. No puedes permitir que el disgusto del momento, te haga decir cosas de las cuales luego ten por seguro, vas a arrepentirte. Más cuando estas arremetiendo contra la persona equivocada. Todo tiene su momento y etapa, y yo, como padre, entiendo perfectamente lo que quieres decirle a tu hija, sin embargo, el momento de hacerlo ya pasó. Te encargaste de refugiarte en tu trabajo y hacer todo para que a tu hija no le faltara nada, pero le faltaste tú. Querer no es solo dar cosas materiales y decir: "Toma, aquí tienes". Querer es demostrarlo de una y mil maneras, y estando a su lado y apoyándola, es la mejor manera de hacerlo. Ahora, la compañía y apoyo que ella encontró en French, fue eso que siempre quiso de ti. En su momento no lo tuvo y ahora no puedes luchar contra sus decisiones.
Todos se encontraban en completo silencio, como analizando las palabras que el señor expresaba.
Todo lo que decía era la cruel realidad, y más que analizar sus palabras, no pude evitar pensar que eso mismo que él decía, me lo había manifestado Elly muchas veces.
Su familia tenía una distorsión en el concepto de querer, creían que solo las cosas materiales llenaban el corazón... Cuan equivocados.
Vi que Elly se retiró del salón y se dirigía hasta la puerta de entrada. Me apresuré en su dirección para alcanzarla y unos pasos después sentí unas manos presionar mi muñeca.
Era el papá de Elly.
—No sé quien eres, pero... Dios—Su voz se cortó— Yo la amo, es mi hija. Claro que la amo, pero supongo que con ella nunca supe hacer las cosas bien. Supongo que en ti ella encontró esa compañía y apoyo que yo pocas veces le demostré.
Asentí y con cuidado de no parecer muy irrespetuoso, retiré mi muñeca de su agarre.
—Aunque suponer generalmente sea errar, en este caso, supone bien señor.
Me di la vuelta y volví a encaminarme en dirección a la salida de la casa. Cuando salí, la miré recostada de la puerta del lado copiloto del auto. Sin decir palabra alguna, abrí los seguros del mismo y nos adentramos en el, cada uno por su lado. No me atreví a decir nada en el camino, sabía que lo mejor que podía hacer era darle su espacio, así fuese por solo unos minutos. Sin preguntarle nada, me dirigí a casa. Por lo menos de esa manera me aseguraría de distraerla un poco antes de dormir.
Unos minutos después, divisé el edificio.
La noche estaba helada y aunque ajusté la calefacción para neutralizar el frío un poco, de igual forma lograba colarse dentro. Desde que salimos del apartamento, hasta el momento, debieron de haber descendido algunos grados y para el momento en que salimos, no estábamos lo suficientemente abrigados.
Luego de aparcar el auto, nos quedamos un par de segundos dentro del mismo. Yo, pensando en el frío que nos esperaba del trayecto del aparcamiento al ascensor, y ella, no había que ser adivino para saberlo.
—Me siento mal por haberte llevado hasta allá, pero no me atrevía a ir sola. —Se lamentó.
—Tampoco te hubiese dejado ir sola—Ladeé mi cabeza y me encontré con que ella me estaba mirando también, de la misma manera en que yo lo estaba haciendo. Tomé un mechón de su cabello que se encontraba enrulado y jugué con el entre mis dedos— Tu prima es muy parecida a ti.
—Siempre pensaban que eramos hermanas. Amabamos cuando eso ocurría. Siempre nos sentimos como hermanas y que las personas pensaran que de hecho lo eramos, nos encantaba.
—Te conozco lo suficiente como para saber que tu cabeza en este momento es un torbellino de pensamientos. Desde mi punto de vista, voy a decirte algo. No lo sientas, tu no puedes disculparte por la familia que te tocó, al igual que no te debes de sentir en la obligación de quererlos y respetarlos cuando es muy obvio que ellos no lo hacen contigo. Por ahora, solo deja que el tiempo pase y las cosas fluyan. Te esperan cosas maravillosas Elly, y le patearas el trasero a todos. Ya lo verás.
—Solo espero que me alcance la vida para agradecerte de mil maneras todo lo que haces por mí.
—Puedes comenzar por sonreír.
E inmediatamente, una sonrisa se plasmó en su rostro.
***
Martes, 23 de enero de 2018.
Nunca fui fanático de las visitas al centro comercial, solo lo frecuentaba en situaciones completamente necesarias.
Desde que Elleny había comenzado a trabajar en uno, no era extraño cuando rondaba por ahí.
No tuve que esperar mucho más tiempo para darme cuenta de lo que quería hacer. Las cosas con Becca solo me sirvieron para saber que era lo que yo deseaba en realidad. Y cuando pensaba en eso, solo podía pensar en tener a Elleny a mi lado y quererla y cuidarla como no lo hicieron antes. No sabía que tan difícil seria, pero tampoco desistiría. No a menos que ella asi me lo pidiese, pero yo tampoco era tonto. Aunque le costaba aceptarlo un poco, ella también me correspondia ese sentimiento de querer estar junto a mi.
Me adentré a la tienda donde ella trabajaba y me llevé la sorpresa de que se encontraba desocupada.
—Algo me decía que te vería pronto por aquí.
—Ese algo ha acertado—Repliqué
Dejó escapar una de esas risas que lograban contagiarme y negó con su cabeza antes de cuestionarme:
—Cuéntame, ¿Qué te trae por aquí?
—Necesito que me ayudes a elegir una camiseta.
Ella asintió y sonrió.
—¿Para una ocasión especial? ¿Manga larga? ¿Manga corta? ¿Colorida? ¿Unicolor?
—Unicolor vendría bien, manga larga me parece genial y sí es para una ocasión especial. Una cita por cierto.
—Una cita—Repitió ella con notable sorpresa
—Sí, una cita. Que de hecho, es contigo, por si no lo has captado.
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