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Capítulo 16

Gabriela

—Buenos días mamá —saludo a mi madre sentada detrás de la mesa de creación.

Alza su rostro en mi dirección y sonríe abriendo sus brazos, me permite sentarme en sus piernas dándome besos en la mejilla. Nota la revista que llevo en mis manos y las miras fastidiadas, aunque ese tipo de revista no hablen de ella en esta ocasión o de mi hermano, siempre hay un Doyle al cual señalar y esculcar su vida. Atrás a quedado la época de Gerald y su supuesto matrimonio incestuoso o Gino con el escándalo de sus ex o el matrimonio arreglado.

—¿Quién es ahora? —me pregunta y le abro la revista.

Gael y Odette, su ex novia y quien vende casas entrevista, foto y secreto que tenga no sólo de ambos como pareja, sino de nosotros. Mientras mi primo se recupera de un accidente confuso en el restaurante de la mujer, su prometida espera un bebé.

—Me preocupa esa mujer y sus alcances de maldad, —comenta mamá cerrando la revista y mirándome —ella puede dañar a Louise o intentar algo en contra de su bebé.

—Deberían vivir acá, pero sé que Gael no dejará...

—Megan nos acusara de querer quitarle a sus hijos, ya sabes cómo es —comenta la tía Laura entrando al taller —tu padre nos advirtió de esas revistas, he visto muchas de ellas por allí.

Me incorporo prometiendo que las retiraré en cuanto salga de la universidad. La tía Megan hará de cualquier manera un problema, pienso besando a mamá y a mi tía.

—¡Éxitos! —me dice y sonrió alzando las manos.

¿Y mis estudios? Estaba por terminar el tercer año, no me iba nada mal, sin parecer egocéntrica siempre fui juiciosa con los estudios era una buena estudiante. Estaba emocionada con empezar mi especialización, estudiaría Neurología, carrera en la que me incliné por lo sucedido con el pequeño Christian.

Salgo al jardín y me encuentro a Thomas jugando con Gian en el jardín. Mi hermoso sobrino tiene marcado en su camisa el número 10. Sus mejillas están rojas, rostro humedecido por el sudor y su cabello pegado a su frente. El nombre Doyle recalca encima de los números y sonrió al ver que su tío lleva una pinta parecida.

—Tía... Ven —me llama con el balón en sus manos, mueve sus dedos para llamar mi atención y niego.

—Tengo algo que entregar en la universidad, estoy en parciales —alzo el maletín hacia él y su tío.

Con Gian creó un estrecho vínculo, yendo más allá de las barreras de ser tío o padrino. Todos coinciden en decir que el pequeño ha logrado romper el duelo por la pérdida de su hijo y aunque todos los Mackay han demostrado quererlo, el pequeño es más unido a su tío. Es quizás la el único que logra que Thomas no tome licor. Siempre que tiene que verlo o estar a su lado se asegura de no tomar un día antes

—Tío —me señala con su dedo índice en búsqueda de apoyo y miro a Thomas quien solo tiene ojos para él.

—Debe estudiar, en la tarde —le explica—se irán esta tarde.

Es la manera de decirme que puedo dejar a un lado mi labor y prestarle atención al pequeño granuja de mi sobrino. Suelto el aire y lo pienso un poco mirando la hora.

—Está bien ganaste, pero ve a bañarse y vestirte, mientras yo entrego esto —le miento y asiente, pero toma mi mano para ingresar al castillo.

Mi reacción es bajar mis hombros derrotada porque no es posible dialogar con ningún Doyle. Cuando piden algo, obligatoriamente deben se obedecido y mi sobrino no es la excepción. Por fortuna, su tío sale al paso y lo alza en hombros indicándome que salga, mientras él lo distrae.

Una vez a las afueras del castillo me topo con Gino quien llega en ese instante de Paris, sale al ver que estoy por irme y me pide detenerme.

—¿A dónde vas?

—A la Universidad, estoy en parciales y Gian quiere jugar —me excuso para que entienda mi huida y sonríe.

—Entra, necesito hablar contigo.

Sin esperar que me mi respuesta regresa de nuevo al vehículo esta vez del lado del chofer. Me siento en el lado del copiloto en espera que bajen su equipaje y me ve sin decir nada, sus ojos celestes escanean todo mi cuerpo mientras sus dedos tamborilean en el volante. Su hombre de confianza alza la mano para indicarle que puede retroceder y hace un ademan con su cabeza.

—Gerald y Belliz vienen mañana, han decidido vivir en Edimburgo —empieza a decir una vez hemos tocado la vía —Gael en unas semanas, —asiento sin decir nada en espera que diga que tiene esto que ver conmigo. —estas próxima a cumplir 24 años, es hora que uses tu propio auto.

Gino Doyle tiene muchos defectos, sin embargo, en ninguno de ellos tomaría esa decisión sin consultarlo con papá. Me pide no me emocione mucho, pues los escoltas estarán detrás de mí y solo desea que tenga cierta privacidad. Estar en un auto rodeada de cuatro hombres todo el tiempo, no es divertido.

—Y que esos mismos le den un detalle a mi padre de todas las discusiones entre tú y Thomas... no es bueno para ti—confiesa y se gana una mirada de ternura de mi parte —es un buen hombre y sé que logrará superar esta situación, pero hay que entender que no está bien....

—Gino —le ruego y suelta el aire apretando las manos en el volante.

Mi padre no le gusta los altibajos que tiene, teme que me haga daño en uno de ellos y aunque el hombre que conoce es incapaz de hacerlo, es consciente que su vicio lo ha absorbido demasiado.

—No te voy a pedir que lo dejes ángel, —suelto el aire aliviada y niega con vehemencia. Se detiene frente a la universidad, apaga el auto y me mira un instante antes de seguir —Prométeme que te alejaras si no eres correspondida o sientas que su conducta te hace daño... Es todo lo que te pido Gabriela.

Es una relación insana que no llegara a ningún lado si él no ve el daño que ese hace o no siente lo mismo que yo, ambas situaciones son complicadas si bien, confía en mí a la hora de tomar decisiones el corazón no suele obedecer al cerebro.

—Prometo alejarme si no hay esperanzas, pero recuerda que esa es siempre la última que se pierde—asiente dejando un beso en mi frente y me abre las puertas del vehículo.

—Ve por ellos ángel...arrásalos —sonrió al lanzarle besos, inclina la cabeza a un lado antes de sonreír y alejarse.

Nos hemos acercado pese a que siempre está de viajes, sabe dividir el tiempo y logra compartir conmigo algunos temas. El Gino adulto, es un hombre que sabe escuchar, no juzga y siempre tiene un consejo bueno que dar. Es él quien ha impedido que mi padre me prohíba en muchas ocasiones andar con Thomas.

Los escoltas suelen llevar en las noches lo hecho durante el día y por lo menos dos veces en la semana hay un encuentro con Thomas. La mayor parte de los conflictos entre ambos, es por su negativa a aceptar que tiene un problema. Por Rosé me enteré que discutió con Helen y asegura esta vez es definitivo, pues le pidió las llaves. Sin embargo, esto no ha impedido que deje de tomar, sigue insistiendo en que puede manejarlo.

Me he liberado del bastón, un objeto que deje en mi habitación, el único recuerdo de Betf que dejaré en mi vida. No me tomé fotos durante el uso de mi silla de ruedas, usando bastón o en el hospital, no quería registro de nada de eso. Si no lo veía no los recordaba como la mansión Duncan, si no voy el tío esta de viaje.

Debo ir pues la última cosa dicha por él a Thomas horas antes de su muerte es que cuando saliera del hospital fuera a la mansión. Siendo su muerte tan extraña, toda vez que el tío Claid se ha negado a hablar sobre lo que lo mató... esa petición no fue al azar.

Solo que no estoy preparada para aceptar su muerte.

Detengo mis pasos al ver a la mujer quien con un casco de moto negro en sus manos y apoyada en la pared justo al lado del sitio al que voy observa mi llegada. Mi frenada es fugaz, pero decido no prestar atención a ella y seguir con mi día.

—La princesa ya no usa bastón... ¡Felicidades! —habla en tono irónico y sus manos detienen mi paso al interior del aula. —¿Crees que has ganado?

—No seas patética Helen, —susurro mirando la mano que me sostiene mi brazo con una sonrisa —¿Eres de las que pelea hombres? ¡Qué horror! Si de verdad Thomas fuera mi pareja, te aseguro que no me dejaría pelear por él.

Su enojo se muestra en sus manos y me suelta al ver a un grupo de compañeros que antes de entrar se la quedan viendo de más. Vestida de negro, con botas altas y a mitad de pierna, parece sacada de rápido y furioso, una de esa extra que están mientras los protagonistas hacen piques ilegales en la calle.

—¿Qué quieres Helen? —le pregunto y sonríe.

—Eres ilusa Gabriela, si crees que puedes conquistar a un hombre como Thomas—suelta su veneno y asiento en silencio.

El interior del salón solo tiene al grupo de chicos que acaba de entrar, todos están pendientes a mi platica e imagino que han notado esta no es nada amistosa. A estas alturas saben que Helen es la novia de Thomas y que he salido con él en varias oportunidades, aunque en esencia solo somos amigos, la sociedad no lo ve de esa manera.

—No tienes nada que ofrecer sino tu dinero y ¿Adivina qué? a Thomas no le interesa el dinero—la satisfacción está en su voz e imagino es por conocer a su ex mejor que yo. —¿Qué tienes si te aparte de dinero? Los lujos no estarán, por ende, ropa, joyas, salón de belleza, etc. Si quito todo esto ¿Qué te queda?

—Una versión actualizada, con más cerebro, autoestima, dignidad y auto respeto de Helen James —le digo y se incorpora de la pared con rapidez, si ella espera que huya es que no me conoce. —Si yo fuera todo lo que dices ¿Por qué tuviste que hablar de mi para acercarte a Thomas? Y porque no has logrado que él se aleje de mi...—me acerco a ella hasta quedar a centímetros de sus labios susurro. —¿Quién es la perdedora Helen?

Sonrío al entrar al salón, no sin antes disfrutar de su rostro rojo por el enojo. Lo siguiente que me dice no le presto atención y tampoco lo entiendo, asegura Thomas anda con otra persona.

(...)

Me despido de mis compañeros de clases y próximos colegas en medio de las risas y bromas que nos produjo nuestro primer encuentro en urgencias. Retiro la bata blanca y la anudo en mi cintura avanzando hacia el lugar de gerencia. Aprendí la lección y antes de entrar toco la puerta, me sorprende que quien me indica pasar es una mujer, pero decido entrar de todos modos.

—Eras el mejor bailarín y cantabas bien, ¿No fue con eso y una guitarra que conquiste a Edine? —decia la mujer detrás de Thomas y con las manos en sus hombros.

Este a su vez tiene los ojos cerrados sonríe de manera satisfactoria, miro a uno y a otro sin saber qué hacer. ¿Si me largo soy infantil y si me quedo masoquista? La mujer nota mi duda y sonríe.

¿Por qué cojones no eres fea, verrugosa y con una nariz deforme? ¿Por qué?

—Tú debes ser Gaby, Thomas me ha hablado de la chiquilla que considera una hermana —me gustaría decir que hay doble sentido en su voz, pero todo el comportamiento de la dama es elegante, decente y amistoso.

—Gabriela Doyle —estrecho la mano que ella me estira y sonríe.

—Tienes que ver esto, sé que te va a gustar tanto como a mí —me hace girar y señala un cartel ante mí.

Enumerados de 1 a 600 en cuadros y tachados los diez primeros números. La mujer me comenta emocionada la idea, su padre tuvo el mismo problema que Thomas, ella y su madre elaboraron un calendario parecido.

—Pegamos una foto de nosotros antes de esa pesadilla, cada que el tachaba un numero veía la imagen de lo que quería rescatar —me comenta animada.

No debo sentirme mal, lo que importa es que el salga de ese pozo. Tiene una foto de Christian en el cartel, la otra de la mujer a un lado y mis ojos se detienen en ella.

—Es una excelente idea, incluso puede volver a hacer ese cuadro una vez acaben los días —comento y la mujer asiente con una media sonrisa.

Solo entonces me atrevo a mirarlo, no hace comentarios solo sonríe a la mujer de forma cómplice. Mi móvil me salva de la situación incómoda y mis cejas se juntan al ver que una llamada del abogado.

—Disculpen un momento—les digo a ambos que se han quedado viéndome —es el abogado del tío Tanned.

—Señorita Gabriela, buenos días... ¿Tiene usted dos horas para este servidor? —el tono de voz jovial y la alegría con la que saluda me hacen sonreír.

La pareja continua la conversación como si yo no estuviera allí, por lo que me alejo hasta la puerta dándoles privacidad.

—Por supuesto, pero estoy en el hospital...

—Lo sé estoy precisamente afuera —me interrumpe—papá se toma en serio lo de proteger a sus clientes.

—Si es amigo del tío Tanned, se entiende —le comento —enseguida salgo.

—¿Te vas? —me pregunta la dama, pues Thomas solo me mira sin decir nada, es difícil decir que piensa en este instante. —yo que creí haber capturado a mi primer cliente —ante mi rostro de sorpresa comenta que es ginecóloga.

Sin responder a ese comentario salgo de la oficina pidiendo excusas a ambos.

Thomas

—Es linda —comenta Dafne al ver que Gabriela se ha ido —Nada niña...

Niego en silencio, no quería meter a terceros en esto, solo que Gabriela entendiera que solo podemos ser amigos. No puedo negar que me siento atraído por ella, pero el recuerdo de lo que fue mi matrimonio me impide cometer el mismo error. No tengo el dinero para sostener a una mujer como ella, está acostumbrada a todos los lujos, ni siquiera si recibo la ayuda de mi padre podría.

—Me encantó el porte firme y la mirada indiferente al verme contigo —sonrío al sentir su admiración en sus palabras y alzo una ceja intrigado —

—No es mi chica Dafne —le recuerdo —te agradezco la ayuda.

—¿Qué puedo decir? Amo a las mujeres que no se dejan pisotear y desde ya auguro que será amiga mia.—me dice en tono jocoso —Aun no me dices ¿Por qué haces esto? Creí que dejar a esa Helen era por estar cerca de ella —no le respondo y tomo el saco dando por terminado la conversación.

Dafne retira su foto y deja un espacio allí, uno que debe llenar la mujer que acaba de salir de esa puerta, pero que entiendo no es para mí. Salgo a los pasillos del hospital con Dafne acompañándome sin hacer comentarios. El recuerdo de la visita recibida llega a mí y con ella las ganas de tomar nuevamente.

Flashback

Detengo el auto frente a la casa y miro el auto rojo detenido a un lado, la sorpresa de ver el auto de Edine es inmensa, no tanto como su presencia en la puerta de mi casa o las enormes cajas que están a su lado.

—¿Has hablado con Jaz? —es lo que se me ocurre responderle y alza la ceja molesta, mientras aprieta los labios. —Me llamó hace unos meses, estaba preocupada por ti.

—Estaba de vacaciones, sabes cómo es ella todo lo exagera —su voz es de indiferencia.

Su piel esta bronceada, lo que me llega a pensar que sus vacaciones fueron al mar, específicamente al caribe, un sitio al que ella y sus hermanas amaban ir.

—Con todo me alegra que estés bien—respondo con sinceridad y miro las cajas —¿Qué es eso?

No podría decirle lo que su hermana me confesó pues no sé hasta dónde es secreto. Hay una investigación que Claid ha iniciado y que no estoy dispuesto a dañar por Edine. Probablemente su padre cubrió sus dudas con lujos, viajes y tarjetas sin límites.

—Supe que harás un juicio de custodia póstumo ¿No te es suficiente con destruir mi vida? —me pregunta y abro una de las cajas sin tener intensión de entrar en su juego.

Es lógico que vemos las cosas desde perspectivas distintas, pues fueron ellos quienes dañaron la mia. Ella sigue en ese plan de víctima, sea por la rabia o porque lo tuviera ya planeado me comenta que su primer amor fue Andrés. Nunca fui el primero en nada, porque otros labios habían probado su cuerpo y la hicieron mujer mejor que yo.

—Lo imaginé—le respondo sacando un auto pequeño y recuerdo que fue de la colección obsequiada por Tanned a mi hijo —descubrí muchas cosas en el proceso de encontrar pruebas en tu contra, nada de lo que encontré supera que mataras a nuestro hijo.

Su rostro palidece y encuentro la base de los demás autos que saco con nostalgia. Esos autos eran sus preferidos, amaba jugar con ellos e incluso le prometí una pista, aunque también otra vida. Edine guarda silencio al verme arrodillado observando los juguetes y ropa de nuestro hijo.

—Yo no lo maté...

—Que lo sigas negando no te quita responsabilidad, mataste a mi hijo Edine—hablo seguro levantándome —tarde o temprano encontraré la verdad, la gritaré al mundo.

Sonríe diciéndome sin control mientras observa mi cuerpo de arriba abajo con lastima. Nadie le creerá a un alcohólico perdedor, se avergüenza de mi aspecto y no puede creer que los Doyle permitan que una de los suyas este conmigo.

—Cuando su familia sepa que no eres más que un arribista, —dice sin dejar de reír —no tuviste como mantenerme ¿Cómo lograras mantener a una mujer que se baña en tina de oro?

—¿No has aprendido nada verdad? —abro la puerta de mi casa me quedo un instante allí antes de entrar.

—Aprendí mucho Thomas el que no has aprendido eres tú y sigues apuntando alto....

Fin del flashback

Como era de esperarse tomé de más ese día tanto que llegué ese otro día a trabajar con aliento a alcohol y sin sostenerme. Dafne me vio antes que todos y logró sacarme de allí, contrario a todos me no me dio una catedra o sermón. Me llevo directo a la morgue y pregunto los accidentes del día anterior que involucraban el alcohol.

Después de eso me llevó a la sala de pediatría y allí me presentó a dos familias cuyos hijos habían sido arrollados por conductores ebrios. El resto de la mañana, tarde y parte de la noche fue con ella en todos los lugares y sitios con el mismo croquis.


Yo he participado en tres accidentes y ese día entendí que había tenido suerte hasta ahora. Desde entonces no conduzco y me prometí dejar el alcohol, también alejar a Gaby de mí, por más que esa decisión doliera.

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