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Capítulo 11

Edine

Christian seguía en estado crítico Gino trajo un neurólogo amigo de su tía de Londres, Neall Jarper una eminencia en su rama y a quien se le atribuyen innumerables estudios sobre su especialidad, nos daría en este instante su respuesta.

—¿Está segura que ese golpe fue de esa manera? —es lo primero que me pregunta e imagino que aquello que sigue es igual de nefasto para mí y sus ojos grises se posan en mi sin pestañear.

—Se golpeó en la piscina si —le digo mirándolo a los ojos intentando que no note mi nerviosismo.

Carraspea al mirar al niño y sus ojos grises viajan por todo el cuerpo de mi hijo. No duda que el golpe sea de esa manera, lo que si tiene sus dudas es el día en que asegura sucedió. Balancea su cuerpo adelante y atrás, con una mano en su bolsillo y la otra con los estudios que el mismo ha realizado.

Nos explica que la herida en su cabeza es en forma de triángulo en un diámetro de dos centímetros. Insignificante si fuera en cualquier parte del cuerpo con suficiente musculo, pero que el sitio que esta generó el riesgo.

—No es mi deseo decirle mentirosa señora —insiste y mis lágrimas amenazan con salir—pero podría suceder que el pequeño se accidentó antes y usted no lo notó...aunque no hay rastros de ese segundo golpe.

Thomas no hace comentarios, tampoco amenaza con nada simplemente escucha al neurocirujano atento y envía un mensaje a alguien. Su quietud lejos de calmarme me estresa, tiene todas las armas, dinero y poder para quitarme a mi hijo. Que su padre y los Doyle metieran mano a esto, hacían de mi estadía en prisión una realidad.

—Seré sincero y empezaré a enumerar los mejores escenarios, podría estar sujeto a una silla de ruedas, —continua —disfemia, ceguera, agresividad, conductas sexuales inapropiadas —inspira fuerte y guarda silencio.

Nos dice que estos casos son los que le afectan, pues suelen suceder por negligencia por parte de los padres. Es difícil dar un resultado definitivo y el no suele ser un hombre de pensamientos negativos, pero en este caso los tiene.

—Esto es lo que diré ante un juez —sentencia mirando a uno y a otro —tengan en cuenta que no sé quién es el culpable y que este puede estar en esta habitación o fuera de ella. Esa lesión no es de 24, 48 horas es de mucho antes.

Mi corazón se detiene al escucharlo decir que el estado de Christian es claramente tentativo de homicidio, porque sabiendo la lesión la callaron, ocultaron e intentaron tratarla de manera infame.

—¿Qué quiere decir exactamente?

Hay afectación en el hígado y rastros de analgésicos en su estómago. Continúa diciendo que de los pocos casos que lo han marcado por la atrocidad que ha visto en Christian. Sale de la habitación en búsqueda del director de la clínica para entregar su dictamen. No pasan tres segundos cuando las manos de Thomas presionan mi brazo con fuerza, sacándome a los pasillos. Su rostro por lo general en calma y sonriendo está descompuesto por la ira.

Golpea mi cabeza en las paredes del hospital y su rostro me dice que está lejos de haber terminado. Una de sus manos se instalan en mi cuello y se ciernen sobre el cómo tenazas. Presiona con fuerza mi cuerpo en la pared y su voz sale distorsionada por la ira cuando amenaza.

—Tu no tendrás paz Edine, te juro por lo mi vida que viviré para hacer de tu existencia un infierno.

No estoy en posición de defenderme, entiendo su dolor, yo misma me odio por lo que le hice a mi hijo. Solo yo soy culpable de que en este instante se debata entre la vida y la muerte. Empuja mi cuerpo contra la pared y me suelta con asco hasta se toma el trabajo de limpiar sus manos en su bata blanca.

Dos transeúntes nos observan al pasar y entiendo que por eso me ha soltado tan rápidamente. Bajo mi rostro porque mi mejor castigo es saber que dañé a mi bebé y cada que vea las secuelas que dejo mi incompetencia lloraré.

—Me aseguraré que no vuelvas a ver a mi hijo Edine —sus palabras me hacen alzar el rostro.

—Soy su madre, no puedes...

—Buscaré a la policía —habla impidiéndome hablar —tu escuchaste al doctor Jarper, tengo su declaración y estoy seguro que tu novio no querrá esa publicidad...declárate acabada Edine Kelly.

Da media vuelta alejándose, nunca lo había visto en ese plan y no dudé en ningún momento de las palabras que dijo. Froto mis manos unas con otras para darme calor pues siento escalofríos por todo mi cuerpo. Le envió un mensaje a mi padre pidiéndole vernos y otro a Andrés, que se ha ido a Ontario lugar de nacimiento de su padre y el sitio de vivienda de su madre en estos momentos.

Regreso a la habitación y me lanzo a la silla cubriendo mi rostro en medio del llanto. Todo debería ser perfecto, mi hijo y yo nos iríamos tendría un buen padre porque Andrés era un buen ser humano y lo quería. Ni siquiera puedo mirarlo o acercarme a él sin tener el sentimiento de culpa que yo lo dañé.

—¿Qué sucede? —la voz de mi padre me hace levantar y corro en su dirección.

En medio del llanto le explico y me escucha atento sin decir una palabra. Esta tan en calma que guardo silencio e incluso lo veo sonreír, limpia mis lágrimas y me dice que todo está bajo control.

—Henry Lagers —nombra y lo miro confundido al no saber porque nombra a ese hombre, el director de la clínica de mi padre —le debe un favor a un amigo y esté me obsequió ese favor.

Asiento limpiando el resto de mis lágrimas y me lleva a la ventana lejos de mi hijo. Por el momento no puede dar detalles pues no confía en mí, por el momento solo debo saber que el juicio debe ser pospuesto de todas las maneras posibles y que los abogados están trabajando en ello.

—¿Qué quieres decir? —insisto en saber.

—Tu hijo va a morir... y tú te iras a Canadá porque no pudiste soportar el sufrimiento de perderlo y ser señalada de culpable —se acerca a mí para que solo yo lo escuche al ver que lo miro aterrada, nunca sería capaz de hacerle daño a mi hijo —es lo que Thomas va a creer. Lo dijo en el juicio ¿Lo recuerdas? —niego y suelta el aire algo frustrado —prefiere estar muerto para su hijo si no lo verá como quiere.

Sonrío al entender el plan, insiste en que un juez o nadie puede ver a mi hijo, traerá a su personal, para evitar que la información se riegue. En adelante esas personas se van a encargar de mi hijo y se asegurará de convencer a Thomas que es lo mejor.

—Gracias, yo no sé qué haría sin ti —me abrazo a él.

No permitiría que el apellido se viera enlodado o que yo sea señalada de un acto tan atroz. Ser acusada de asesinato y no de cualquier persona, era de mi hijo que sería acusada.

(...)

Mi vida es una mierda, todo estaba patas arriba, mientras el fisco estaba metiendo las narices en los negocios de mi padre. La trabajadora social amenazaba con interponer una denuncia a la policía en mi contra por negligencia, el juez insistía en que debía presentarme al juicio por la custodia y mi padre no daba la fecha en que mi hijo moriría.

¡Maldita sea mi suerte!

Posponer el juicio se había convertido en mi única salida. Aún faltaba por lidiar con la trabajadora social, pero mi padre aseguró que podía ayudarme. Además de todo aquello, Andrés ha vuelto a Edimburgo, pero se ha negado a verme o a visitarme. Un día después de lo sucedido con Christian abandonó el país y desde entonces no ha sido posible contactarme con él. Hasta ese instante en que su humanidad cruza la habitación en donde yace mi hijo.

—He tratado de comunicarme contigo y me ha sido imposible. ¿Hay algo que deba saber? —le interrogo rápidamente y señala al niño.

—¿Cómo está?

La habitación lujosa completamente blanca y esterilizada, no pagamos absolutamente nada, porque mi hijo supo llegar al corazón de hielo del custodio del castillo y éste decidió costear sus gastos. Los mejores doctores atendían a mi hijo en este instante, (traídos por mi padre claro está) dolía en el alma verlo con su cabeza vendada he inconsciente, pero dentro de poco nos iríamos y me aseguraría que fuera un niño normal.

—Te hice una pregunta...

—Y yo una más importante —replica rápidamente —¿Por qué crees que no te respondo? ¡Me mentiste! También al padre de ese niño ¿Cómo puedes dormir en paz?

Gino Doyle ha dejado a mi hijo en la mejor de las habitaciones ha estado muy al pendiente de él y su estado de salud. Todos dan por seguros que va a mejorar, yo deseo que lo haga. El tal Jarper nos ha pedido ir a Londres en innumerables ocasiones y asegura hay una luz de esperanza para su recuperación.

—Tenía miedo —hablo incorporándome e intento tomar sus manos, pero se sacude.

Es tanta la violencia de ese acto que me hace retroceder, el día de hoy viste en traje gris de tres piezas y sin corbata. Mira a mi hijo con ternura y le escucho pedir perdón, se lamenta de no hacer las cosas personalmente, pero está dispuesto a enmendar su error.

—Mi padre puede solucionarlo...

—La trabajadora social fue a verme, —habla sin dejar de acariciar a mi hijo. —quería corroborar mi declaración con la tuya, habló con el neurocirujano y este le dijo lo que creía había pasado.

Paso saliva y se incorpora sostiene en sus manos las llaves de su vehículo acaricia con su dedo pulgar. Ha visto la prensa y no quiere esa publicidad para él, tampoco estar involucrado en lo sucedido con Christian.

—¿Qué tratas de decirme?

Su presencia llena todo el lugar, tiene el conjunto de cosas que una mujer espera encontrar en un hombre y un poco más. Da varios pasos hacia atrás y al señalar a mi hijo me hace saber que hizo sus investigaciones. Sabe entre otras cosas, que mi hijo no se accidentó donde le dije, una madre en la escuela de ballet contó lo sucedido entre mi hijo y yo la tarde antes de ir al hospital.

—La policía llegará a la misma investigación que yo, cuando el niño pueda hablar un psicólogo lo tratara ¿Qué crees que le dirá? —guarda silencio en espera que le diga algo y al ver que no sucede sigue.

No se casará conmigo, porque no está dispuesto a compartir el resto de su vida con una persona como yo. Sus palabras se clavan mi pecho como dagas ardientes y me cuesta mantener la compostura. Su enojo va más allá al aceptar que se acercó a mí para desquitarse de lo que le hizo padre.

—Hace años me amenazó con destruir lo poco que quedaba de la empresa de mi padre si persistía en estar contigo. Me fui a Canadá, trabajé duro, estudié y dije que volvería siendo un hombre con dinero y pediría tu mano— y lo hizo, lo recuerdo en ese instante y retrocedo —¿Lo recuerdas?

¿Cómo olvidarlo? Iba de la mano de Thomas y toda su familia. Ese día había pedido mi mano, en las nubes y orgullosa me sentía por ir de la mano de Lord Thomas, en ese momento creía que el título y toda su tortura era para él. "—¿Lo conoces?"

—No, debe ser un admirador más —repite mis palabras y sonríe con las manos en sus bolsillos —lo vi y no pude dañarle, —continúa mirando a mi hijo —y me dije que por él podría intentarlo, era un niño perdido, con un padre que lo amaba, pero no podía estar con él y una madre egoísta que lo veía como su método de venganza con su padre.

Jaz tenía razón al sospechar de él, acepta llegó a sentir cosas por mi hermana, pero que está lo mandó al diablo. Jazmín Kelly, es la única que vale la pena dentro de mi familia y lo dejó claro que nunca estaría con él.

—En este punto de la historia no es que te quiten al niño y realmente espero que eso suceda —habla y puedo darme cuenta que está por irse de mi vida para siempre — se trata que serás juzgada por tentativa de homicidio y de tu propio hijo Edine. No quiero eso en mi vida, ni siquiera por continuar con esta venganza. No me interesa lo que hagas con tu vida, siempre y cuando sea lejos de mí.


Da media vuelta y me deja en shock, sin saber que hacer o decir, el único recuerdo que tengo de él por mi vida es ese anillo. Andrés Mackenzie se ha ido de mi vida y me deja en medio de llanto.

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