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La ultima, esa vez seria la ultima que accedía en ver a su hermano en casa y no en un lugar un poco más "formal", subía las escaleras con pesadez, como si nunca quisiera llegar hasta donde estaba, solamente pensaba en la razón de su llamado sabia ya de antemano que su idea había sido aceptada con la condición de no tardarse más de medio año, eso le daba un muy buen tiempo para poder idear otro plan que le diera no solo la tan ansiada libertad para él y para Saga, sino también la certeza de poder hacer pagar a ese hombre.

La perilla de la oficina de Saga se abrió lentamente dejando ver a Kanon, serio y sin ganas de nada ni siquiera de estar ahí; fue el primero en llegar por lo que debería esperar a los demás convocados cosa que no tardo demasiado: el siguiente en llegar fue Shaka seguido de Shaina y finalmente un chico castaño llamado  Aioros.

¿Por qué estaban ahí?, la idea que había salido de la boca del Geminorum menor lo había puesto en alerta, no porque desconfiara de él sino que era mejor estar cien por ciento seguros de que solo era un pequeño capricho el querer "divertirse" con ese chiquillo y no una idea que iba más allá de solo una arrebato de hormonas.

Entró con aires de superioridad, tomo asiento en la silla detrás del escritorio y comenzó con la charla, primero asuntos que les interesaban a la mayoría, un nuevo trabajo para Aioros que seguramente iba a dejar buenas ganancias y uno más para el menor de la sala, el primero de los asuntos que Shaka debía resolver; el asunto pendiente con la familia Sargas para los hermanos ahí presentes y finalmente la tarea de Shaina; luego unos cuantos informes de las semanas anteriores y las interrogantes para Kanon.

—Solo quiero un poco de diversión. —Respondió con neutralidad encogiéndose de hombros.

Era imposible dudar de alguien como él, pues siempre se mantenía firme y muy pocas veces actuaba de manera instintiva, todos ahí sabían que tanto Saga como Kanon eran, en un punto, inexpresivos y "sin sentimientos". Nadie replico o al menos no en voz alta, parecían conformes con los deberes de cada uno de ellos, el hombre se retiró con todo y su aura malvada.

Shaina se dispuso a salir, le habían dado lo que ya sabia tenía que hacer, solamente esperaba que ese rubio no volviera a interferir en los planes que tenia, sabía de antemano que el arma que llevaba ese hombre era mucho más rápida que la suya y no tendría oportunidad, no obstante se las ingeniaría para cumplir con su tarea; caminaba en dirección a la puerta de salida pero algo se lo impidió, su brazo era aprisionado por la mano de Kanon.

—Si lo tocas te mato.

—Quiero ver que lo intentes —Shaina estaba dispuesta a enfrentarse con él.

—No me provoques que me va a importar un bledo que seas una chica y me va a importar mucho menos que seas la favorita de ese imbécil. — Apretó más su agarre lastimando a la mujer en el acto.

No pudo contestarle nada, simplemente se zafó de aquella mano que la tenia detenida y salió de ahí dando un portazo ante la mirada atenta de todos los presentes en aquella oficina, estaban atónitos, sorprendidos sin palabras que pronunciar ese actuar del menor de los Geminorum les había dejado impactados.

— ¿seguro que solo quieres diversión?

—Ese no es asunto tuyo, Aioros. — Respondió serio y salió sin decir ni una palabra más.

Lo conocía bastante bien como para sospechar que su hermano menor estaba tramando algo y eso no se lo iba a permitir, lo amenazaría, estaba dispuesto a hacer ese tipo de cosas con él, sobre todo si eso significaba que se olvidara de aquello que tenía en mente, iba a hacer lo posible para que Kanon no lo abandonara.

•~•~•~•

Caminaba por las solitarias calles de Grecia buscando un lugar donde sacar todo lo que en ese momento sentía, ¿Cuándo, cómo y porqué había accedido?, se negaba a creer que lo hacía porque comenzó a ver a ese muchacho con otros ojos y que por culpa de su cobardía solo se debía conformar con su amistad; aun recordaba el día en que lo conoció, recordaba haberle agradecido a todos los dioses por haberlo cruzado en su camino, muy tarde acepto lo que en realidad sentía pues de un momento a otro le perdió el rastro; poco tiempo después se metió en asuntos incomprensibles, incluso para él, luego su superior formo una alianza que duró solo un par de meses, meses suficientes para volver a encontrar al dueño de sus pensamientos, solo lo pudo ver de lejos pero sabía que era él; no paso mucho tiempo para que se volvieran a ver y a conversar como lo hacían a sus 16 años, pero de nuevo era demasiado tarde. 

Entró en aquel recinto, tomó asiento en la barra y pido un vodka, su mirada parecía perdida, como si la vida hubiese mudado de sus ojos, se notaba a kilómetros que su corazón lloraba y que su alma se había destrozado en mil pedazos, no iba a mentir, se sentía roto, como un cristal agrietado que poco a poco iba perdiendo sus pedazos y que estos al caer se rompían aún más.

Soltaba maldiciones por lo bajo, maldecía el díaen que comenzó a ver a su amigo con otros ojos, maldecía su cobardía puesgracias a ella ahora estaba buscado refugio en otros brazos y no precisamente enunos humanos; maldecía a ese mocoso por haber aparecido en su vida y en la vidade su amor imposible; maldecía su vida y la hora en la que dejó ir a ese joven;ahora estaba viendo su reflejo en el vaso lleno de licor, simplemente eso eralo menos que podía hacer para clamar su culpa.

Comenzaron de nuevo a aparecer en su mente los recuerdos a lado de su amigo, Radamanthys estaba aguantando las ganas de llamarle en ese momento y dejar que su corazón hablara pero bien sabia que ese asunto era secundario, lo que más le importaba en esos momentos era ver la manera de ayudarlo, de procurar conservar la vida de Kanon aunque tuviese que arriesgar la suya; sabia perfectamente que su más grande fantasía quizá nunca se cumpliría pero mientras su corazón latiese iba a hacer lo posible, primero, para verlo con vida y segundo, para verlo feliz aunque los besos que tanto anhelaba darle se murieran ahogados en un vaso de alcohol.

Iba a pedir otro trago más pero su teléfono comenzó a sonar, vio la pantalla, empalideció, ¿acaso su mente lo invocaba?, apretó el botón para responder la llamada.

"Tenemos problemas" se escuchó del otro lado de la línea.

—Voy enseguida.

Colgó, pagó lo que había pedido y salió de ahí como si su vida dependiera de ello.

Dan R.

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