Perdida
ADVERTENCIA: Contiene menciones de suicidio y autolesiones. No apto para sensibles.
Te volviste fría, pero aún recuerdo con cariño los días en que aún eras mía, cuando tu cabello se agitaba con el viento y tu sonrisa era la luz de mi vida, pero ahora todo ha cambiado, ya no ríes con facilidad, lloras con frecuencia, pero siempre mientes para que no se den cuenta.
Cada día que pasa te siento más distante, ya nada es como antes, no me hablas, no me tocas, hay días en los que apenas me miras, tu imagen se ha vuelto descuidada, tu voz se tiñe de amargura cada que me diriges la palabra, honestamente, prefiero vivir con tu amargura que sufrir con tu indiferencia. Pero los días pasan, ya no comes, no duermes, no hablas, solo te mueves de manera automática, como una maldita máquina.
Aún recuerdo con nostalgia el día en que te marchaste. Parecías un ángel, con tu vestido blanco y un delicado ramo de flores, rosas rojas, tus favoritas, las mismas que te regale en nuestra primera cita. Admito que no recuerdo mucho más, aunque sé que no me reprochas nada, sabes que siempre he odiado los funerales.
Tengo tanto tiempo sin escuchar tu cálida risa, sin poder ver como tus ojos brillan ante un libro nuevo, o escucharte cantar en voz baja sin que te dieras cuenta.
Así que me he encerrado en casa, sin saber cuanto más tendré que esperar, de verdad lo lamento cariño, pero estoy tan cansada, ya no puedo más.
Me he cansado de esperar, no hay un solo día de mi vida en el que no te extrañe, ya no soy capaz de encontrar consuelo en ninguna parte, ni siquiera cuando vengo a visitarte, nada ha cambiado. Por mucho que hable, tú ya no respondes, por mucho que llore, grite, y haga todo lo posible para tomarte entre mis brazos, mis esfuerzos siempre son en vano, siempre hay algo que me lo impide, como mi familia, que ya no quiere que te visite, insisten en que te olvide y siga con mi vida.
¿Cuál vida? Mi vida acabó en el momento en que te fuiste.
Es por eso que estoy aquí hoy mi amor, en esta fría tarde de noviembre, vestida de blanco, sentada a los pies de este pequeño árbol, con nada más que el pequeño cuchillo que guarde entre las páginas de aquel libro de poesía, tu favorito, me pareció bien leerlo una última vez a tu lado, lástima que haya terminado tan rápido.
Las lágrimas corren por mis mejillas, siento un dolor intenso en mis muñecas, me quedo un poco perdida mientras observo mis heridas, un corte profundo adorna cada muñeca, la sangre brota por montones tiñendo mi vestido, tengo que hacer un esfuerzo por volver al presente, es mejor no cometer errores.
Siento el corazón a mil mientras tomo el cuchillo, mi mano tiembla y el aliento se queda atascado en mi garganta, tiemblo un poco al sentir el frío del metal contra mi cuello, pero un rápido vistazo al nombre escrito en la lápida es suficiente para mí.
La muerte nos ha separado, pero será ella quien nos vuelva a reencontrar.
Hola, sé que este no es mi contenido habitual, pero me gusto mucho este escenario y no quise cambiarlo, espero que les haya gustado❤️.
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