two
TaeHyung tenía clases con SeokJin dos veces por semana. Dos. Ya habían pasado dos meses y habían comenzado a finales de octubre, por lo que iba dieciséis encuentros en total con SeokJin y estaba a unos días de su cumpleaños, sólo que ese día no tenía clases.
—Quiero verlo —decía mientras Taeri peinaban su cabello.
—Dijsite que no te gustaba —mencionaba con calma, conteniendo una sonrisa.
— ¿Cuántas veces?
—Pff, de dieciséis veces de verlo, lo dijiste nueve... Luego vuelves a caer en sus encantos y vas y vienes en un atracción no correspondida —mencionaba—. Siempre dices que vas a ir más allá para ver si él solo es muy dulce o le gustas, pero no haces nada.
—La otra vuelta me enseñó una nota diferente y tocó mi mano más de lo debido —mencionaba.
Taeri sonreía—. Es que te enseña a tocar el piano, si no toca tus manos y te ayuda a posicionar tus dedos para reconocer y llevar a cabo cada nota en cada tecla, pues... Sería un pésimo profesor.
TaeHyung resoplaba—. Él es mucho más dulce cuando estamos solos.
—Es atento —respondía su hermana.
TaeHyung resoplaba y quitaba sus manos de su cabeza—. Quiero invitarlo a mi cumpleaños ¿Es una mala idea?
Taeri suspiraba—. ¿Para qué? Si el abuelo Chu se entera que estás coqueteando con tu profesor lo va a despedir... ¿Están coqueteando o sólo es tu imaginación?
TaeHyung resoplaba—. Ningún profesor a rozado demasiado mis manos o me ha hablado tan cerca, es un sutil coqueteo. Estoy seguro —decía con un puchero y su memoria viajaba a la despedida del primer día juntos.
—Eres increíble y tus dedos no se enredan —decía SeokJin llevando sus dedos a los de TaeHyung y acariciando allí, TaeHyung había quedado con la palabra en la boca y su pulso precipitado.
La primera clase había sido una pequeña tortura en la que no podía entender nada de lo que salía de la boca de SeokJin y se la pasaba sonriendo y riendo como imbécil. Para la hora de despedida, se sentía bastante avergonzado y como un adolescente atolondrado ante el tacto suave de SeokJin.
— Aprenderás de inmediato lo que quiero enseñarte. No te preocupes —susurraba con su voz suave—. Fue un gusto conocerte
— ¿Lo fue o fui una carga? —decía mientras caminaban a la salida.
Le había dicho a SeokJin que podía conducirlo a la misma aunque este lo dudará.
—No lo viví como una carga, no eres mi primer alumno no vidente —decía SeokJin con dulzura. La casa era inmensa, pero se sorprendía cuando llegaban a la entrada—. Oh, si me trajiste a la puerta.
—Es increíble lo que puedes subestimarme —mencionaba más divertido que ofendido.
—Lo siento, yo realmente sería un inútil —decía rascando su nuca.
TaeHyung sonreía, y aunque sus ojos permanecían en la oscuridad, su percepción trascendía las barreras físicas—. No puedo verte —mencionaba—, pero estás incómodo. Probablemente sonriendo con timidez.
SeokJin se sorprendía, pero sentía el roce de la mano de TaeHyung en su brazo, un contacto que había encendido a ambos. El chico se guiaba a través de ese vínculo, explorando el terreno desconocido de su rostro. Y entonces, con un gesto sutil, el dedo índice de TaeHyung empujaba su mentón hacia arriba.
El corazón de SeokJin había comenzando a latir con fuerza. ¿Cómo podía ser que un simple toque desencadenara una tormenta de emociones? La timidez se mezclaba con la anticipación, y su mente luchaba por mantener la compostura.
TaeHyung, había querido contenerse, pero ese rostro ya era un enigma que quería resolver a través de su tacto. SeokJin por su lado, no sabía si debía apartarse o dejarse llevar por la corriente. Pero en ese instante, mientras el mundo se reducía a ese contacto, supo que iba a estar un poco jodido si lograba contenerse.
TaeHyung hubiera deseado no tocarlo, pero no lo había podido evitar y SeokJin había estado demasiado ansioso, aunque TaeHyung no lo supiera.
Para el segundo encuentro, ellos habían sido completamente profesionales, hasta que TaeHyung había sonreído por un error cometido y SeokJin había dicho que tenía la sonrisa rectangular más hermosa y peculiar que había visto.
Al tercer encuentro luego de un fin de semana, SeokJin había comenzado a enseñar a TaeHyung una nueva melodía, una con notas complicadas que jamás le habían enseñado, TaeHyung se había ofendido porque claramente y con el dineral que su abuelo pagaba, le estaban enseñando lo justo y necesario. Dando por menos al ciego, había dicho.
—Oye, no vuelvas a hablar así de ti mismo y no importa lo que pensaron mis antecesores. Eran unos idiotas y tú eres un chico increíble que podrá con lo que tengo en mente —decía con dulzura.
A TaeHyung le hubiese gustado no ser tan cabeza sucia en ese instante. En ocasiones tambiense reprochaba su propia torpeza. ¿Por qué no podía mantener la distancia? SeokJin, el profesor que lo había guiado a través de la oscuridad, ahora estaba tan cerca que su aliento rozaba su piel. Las manos de SeokJin, grandes y cálidas, parecían tener vida propia, explorando cada rincón de su mundo silencioso.
Hablaban en susurros, como cómplices en un secreto compartido. SeokJin se inclinaba, sus labios rozando su oreja, y TaeHyung sentía el cosquilleo de la proximidad. Las risas graves de SeokJin resonaban en su pecho, y aunque él consideraba sus errores tiernos, TaeHyung se sentía un imbécil. ¿Cómo podía ser que un hombre como SeokJin prestara atención a alguien como él?
"No coqueteamos," se decía TaeHyung, pero su corazón sabía la verdad. Eran más que eso. SeokJin era dulce y atento, como un faro en la oscuridad. Cada gesto, cada palabra, lo envolvía en una red de emociones y el cuerpo de TaeHyung reaccionaba sin permiso. Los sentidos se agudizaban: el roce de los dedos de SeokJin, la vibración de su risa, la fragancia que lo envolvía. Demasiado. El deseo se insinuaba, y TaeHyung se preguntaba si SeokJin podía sentirlo también.
—De acuerdo, puedes invitarlo —decía Taeri—. Voy tarde, te veo en la cena —decía besando la cien de TaeHyung.
— ¿A dónde vas? Llegaste hace veinte minutos —soltaba el azabache.
—Tengo una cita —respondía su hermana mayor.
TaeHyung resoplaba—. Suertuda.
Taeri volvía a besar su cabeza—. No te lamentes, puedes jugar con algunos de tus juguetes, señor pervertido.
TaeHyung la empujaba—. Ya, vete —decía ondeando su mano.
Cuando su hermana se iba entre risas cómplices, TaeHyung se daba cuenta que no tenía mucho que hacer, pero él realmente quería invitar a su profesor a su cumpleaños. No tendría porque ser extraño, SeokJin había cumplido años un día antes de una clase y TaeHyung lo había felicitado por eso. Ellos tenían buena relación, buena química. De acuerdo él lo haría.
Tomando su teléfono ordenaba marcar el número de SeokJin, pero luego cortaba de inmediato del pánico.
—Ay, esto es estúpido —una vez más lo llamaba y suspiraba tratando de relajarse.
Un tono, dos y al tercero aquella voz que ponía su cuerpo todo tenso sonaba al otro lado—. ¿TaeHyung? ¿Estás bien?
TaeHyung apretaba sus piernas y sus uñas se clavaban en su muslo, rememorando su cuarta semana juntos.
Estaba con una nueva canción, SeokJin se había rehusado a enseñarlo algo tan básico a TaeHyung cuando podía dar más. Así que esa tarde lluviosa TaeHyung estaba dando todo de sí para impresionar a este hombre.
—Coloca tu mano derecha sobre las teclas blancas—decía tomando la mano de TaeHyung en cuestión—. La nota que queremos tocar está en la tercera tecla blanca desde la izquierda —lo posicionanaba justo donde había mencionado mientras estaba parado detrás de TaeHyung y hablaba a su oído—. Relaja los dedos ¿Sientes la cinta? Marqué cada tecla para que sea más fácil para ti. Lo haremos un par de veces, recuerda la melodía para una mejor memoria auditiva, sé que eres bueno en eso —halagaba.
TaeHyung sonreía—. Recordé tu voz luego de cruzarte la primera vez —mencionaba con una sonrisa dulce.
SeokJin se le quedaba viendo, a sólo centímetros. TaeHyung no sabía que tan cerca o tan lejos estaban, pero podía sentir el aliento de SeokJin y sabía que estaba nuevamente comiendo una de sus caramelos sabor fresa, el olor era delicioso, se preguntaba cómo sabria desde la lengua de SeokJin.
Pasando saliva SeokJin sonreía—. Eso es halagador, aunque mi voz no es la gran cosa.
—Si lo es —afirmaba, aún estaba con su cabeza de lado, en dirección a SeokJin y se había inclinado hacia adelante en un movimiento fugaz que tenía a SeokJin hipnotizado, viendo su bonito rostro—. Tu voz es grave, pero con notas dulces. Y cuando hablas bajo o suave, terminas siempre en un susurro, cada oración. Es verdaderamente adictivo escucharte hablar.
SeokJin se le quedaba viendo sorprendido. TaeHyung aún sonreía hasta que el silencio se prolongaba. Las manos de SeokJin seguían sobre las suyas, pero su profesor no decía nada, y eso hacía que la bonita sonrisa desapareciera.
—Lo lamento ¿Dije algo incómodo? —susurraba estirando su cuello. Intentando estar más cerca y aunque no estaba seguro que tan cerca estaba, lo sentía.
Él no estaba alucinando la tensión. Y no estaba haciendo las cosas fáciles para un SeokJin que deseaba ser meramente profesional. Una sonrisa se insinuaba en sus labios y el aliento de SeokJin golpeaba su rostro, haciendo que su respiración se detuviera cuando sentía la nariz de SeokJin rozar la suya.
—No lo hiciste —susurraba, y luego se alejaba ordenando—. Desde el inicio.
La atmósfera estaba cargada de electricidad, como si el aire mismo supiera que algo estaba a punto de cambiar. SeokJin, con su elegancia habitual, intentaba mantener la compostura, pero sus ojos delataban una lucha interna que TaeHyung no podía ver, pero podisbsentir. ¿Profesionalismo o deseo? Ambos se entrelazaban peligrosamente en ese espacio reducido, donde las palabras se volvían innecesarias y los gestos hablaban por sí solos.
TaeHyung mordía su labio inferior. La tensión sexual era palpable, y aunque sabía que debía mantenerse firme en su papel, no podía evitar sentirse atraído por la cercanía de SeokJin. ¿Cuánto tiempo más podrían resistir antes de ceder?
— ¿TaeHyung, estás bien? —la voz de SeokJin lo traía a la realidad.
—Oh, si... Lo siento ¿Llamo en mal momento, señor Kim?
El castaño sonreía de forma grave y sexy—. Para nada, solo tomaba una cerveza mientras miraba el partido ¿Y tú?
—Bueno, no estoy viendo el partido —se mofaba, eso hacía reír a SeokJin y TaeHyung se sentía caliente por todos lados—. Pero practiqué la última canción. Ya casi la domino.
—Eres increíble —susurraba SeokJin—. ¿Tienes alguna duda y por eso llamaste?
TaeHyung carraspeaba su garganta—. Oh, no. Umm, quería invitarte a mi cumpleaños... Cumplo veintiocho este sábado y como no te veré hasta el próximo martes, quería invitarte... Si tú quieres —susurraba.
La línea quedaba en silencio y TaeHyung recordaba que en ocasiones era muy ansioso.
—Pero entiendo si no lo deseas, porque luego es año nuevo y quizás tengas cosas más importantes que hacer que asistir la fiesta de cumpleaños de tu alumno ciego y-...
—Hey, hey. Me encantaría —susurraba—. Si mi alumno favorito me quiere allí, allí estaré —mencionaba.
—Genial, te apartaré un lugar —Y TaeHyung sonreía como imbécil.
— ¿Estás sonriendo con esa sonrisa rectangular que tienes, no?
— ¿Cómo lo sabes? —cuestionaba en puchero.
—Ah, aprendí del mejor. No puedes ser el único que sepa cuando sonrío y cuando no. Estoy agudizando mi oído.
TaeHyung reía a carcajadas—. Ah, por qué harías algo así... Tu me puedes ver, yo presto suma atención porque lo único que conozco de ti es tu voz. Y tus manos —susurraba.
SeokJin quedaba en silencio un momento—. ¿Mis manos? —cuestionaba con voz ronca.
TaeHyung notaba el cambio en su voz, le había pasado en ocasiones en los que ellos estaban muy cerca del otro. Claro indicio que TaeHyung lograba desestabilizar a su profesor.
—Ya sabes. Me guías con ellas y al tocarme o incluso cuando te he tocado, puedo imaginarlas... Incluso sé que tus dedos son un tanto peculiar —susurraba.
Y SeokJin estallaba en risas, él necesitaba hacerlo, porque la forma en que la voz grave de TaeHyung había dicho que podía imaginar sus manos cuando se tocaban entre sí, había causado otro de sus problemas de boxer demasiado apretados.
—Um, sí. Son un poco peculiares —exclamaba—. Y es verdad. Yo si puedo verte. Eres dueño de un rostro envidiable.
TaeHyung resoplaba—. No lo sé. Tengo diez años más de la última vez que ví mi rostro, prefiero no presumir al respecto, realmente no lo sé —mencionaba—. Pero tú debes verte bien. Taerissie dice que eres muy guapo, todos aquí hablan de que eres muy atractivo —mencionaba riendo nervioso.
En ese instante se sentía inseguro, pero no mentía. La gente de limpieza, el ama de llaves. Su hermana e incluso su abuelo habían mencionado que su profesor parecía modelo de revista.
—Mmm, no lo sé. Depende del gusto ajeno...
—Claro. No puedo decir nada al respecto, no puedo verte, pero confío en los rumores —susurraba.
SeokJin sonreía al otro lado de la línea—. Bien, entonces este sábado ¿En tu casa?
—Oh, sí. Será algo tranquilo, no es que yo pueda hacer mucho
—Oh, cállate. No empieces, eres una compañía agradable y placentera. Te veré allí, llevaré un regalo.
—Oh, no, no, no. No es necesario, con que vengas ya es un regalo —mencionaba sonriente.
SeokJin chasqueaba su lengua—. Tú no puedes prohibirme que te regale algo. Te veo el sábado. Adiós.
—Adios, señor Kim.
—Puedes llamarme SeokJin, ya te lo dije.
—Sí, veremos... —luego sonreía y dejaba que SeokJin terminara el llamado.
Cuando soltaba el teléfono se arrojaba a la cama y cubría su rostro. Lo peor que le podía pasar era sentir una atracción por su supuesto profesor apuesto, ¿pero que iba a hacer al respecto? El tipo era encantador y ellos habían compartido momentos que habían dejado a un TaeHyung—sin nada de experiencia romántica— algo atontado y enganchado.
TaeHyung estaba rodeado de familiares, amigos de Taeri y algunos amigos que siguieron en contacto con él luego de su accidente. Todos estaban pasando un buen momento, pero TaeHyung estaba ansioso. El tiempo pasaba y el único al que deseaba tener allí aún no había llegado.
— ¡TaeHyung! —el primo de uno de sus amigos, Woosik, estaba allí listo para el ataque.
TaeHyung no recordaba del todo su rostro, pero sabía que el chico tenía un enamoramiento con él y con los años había como que empeorado la cosa.
— Woosik, gracias por venir —decía en dirección de donde venía la voz del joven.
—Gracias por dejarme venir, te ves genial realmente.
—Eh, no lo sé, pero gracias. Taeri se encarga de mi estilo —decía con una sonrisa.
Ese día había optado por usar unos pantalones ajustados que Taeri quería hacía un tiempo ya, más una camisa negra de mangas largas de seda y zapatos en punta. Estaba positivamente atractivo, al menos eso creía aunque había recibido halagos de todos lados.
—Le dije que usar ropa de su talla no lo mataría —mencionaba su hermana y el timbre resonaba en la casa—. Oh ¿Quien será? —decía la voz endemoniada de la chica.
—Yo me encargo. Debe ser mi profesor de piano —exclamaba intentando salir de esa conversación y evitar a Woosik y sus charlas densas.
Cuando llegaba a la puerta y preguntaba por el intercomunicador, SeokJin saludaba al otro lado, así que acomodando su cabello por las dudas y alisando su camisa, también por las dudas, se disponía a finalmente abrir la puerta.
— ¡TaeHyung! —la voz del profesor SeokJin sonaba feliz y quedaba en shock cuando veía a TaeHyung vestido tan arrebatadoramente sensual.
Se tenía que recordar que era su alumno.
—Señor Kim —el azabache sonreía, estiraba su mano guiandose por la sombra que vislumbraba apenas y tocaba el hombro de SeokJin para arrastrarlo por un pequeño abrazo al que su profesor no se negaba.
La cercanía entre ellos era peligrosa, una línea fina que separaba la admiración del deseo prohibido. TaeHyung era un hombre brillante, con una sonrisa que iluminaba. Pero SeokJin sabía que no podía cruzar esa línea. No solo por la simple regla de que eran profesor y alumno, sino también por su propia conciencia.
El aroma a colonia de TaeHyung se mezclaba con el suyo propio y SeokJin intentaba mantener la compostura, pero su corazón latía con fuerza, quería meter su nariz en el huevo del cuello de TaeHyung y... ¿Cómo había permitido que su mente divagara por caminos prohibidos?
—Feliz cumpleaños, Tae —la mano que no tenía el regalo, se enroscaba en la cintura de TaeHyung y apretaba brevemente.
El azabache quedaba sin aliento por esa cercanía.
—Hueles bien, como siempre. Seguro que también se ve bien —decía con una sonrisa y su voz ronca.
SeokJin sonreía y pasaba saliva. Aquel simple saludo estaba siendo un desafío—. Bueno, estoy decentemente vestido, pero tú estás increíble. Supongo que hay algún interés de índole amoroso en esta fiesta —se mofaba susurrando al oído de TaeHyung.
No estaba cerca, pero tampoco lejos. Aunque debería alejarse luego de sus pensamientos y la reacción de su cuerpo con su alumno.
—Mmm no vidente, sobre protegido y gay. No hay muchas opciones para mí —se burlaba TaeHyung.
SeokJin quedaba recalculando cuando escuchaba la sexualidad del chico, si bien lo había sospechado para ese tiempo, en ocasiones pensaba que el sutil coqueteo con su alumno era parte de su obsesión con esa apariencia perfecta que era protagonista de sus más sucias fantasías, últimamente.
—Siempre hay un roto para un descosido, dice mi madre —se burlaba suspirando.
TaeHyung reía, el perfume de SeokJin lo mareaba y quería treparlo como un koala para poder olfatearo mejor, pero eso era una locura. Y la noche todavía era joven para actuar como una persona demasiado suelta e irracional. No es que fuera hacerlo luego de todas formas.
TaeHyung estaba ebrio, pero no tanto como para hacer idioteces, solo su lengua un poco floja y las personas mayores ya habían desistido de la fiesta para ese entonces. Así que solo algunos amigos de Taeri y los amigos de TaeHyung más su profesor, eran la sangre joven que aún estaba de pie. El chico ya había recibido saludos, regalos y ya había soplado veintiocho velas, lo cual fue un tanto difícil porque tenía que esperar a que le dijeran si había tenido éxito soplando todas.
Había sido un cincuenta por ciento divertido y otro tanto un poco vergonzoso. Y él no lo sabía por cuenta propia, pero si por boca de su hermana, resultaba que una de sus amigas estaba abordando a su profesor.
— Quítala, carajo —decía en un puchero—. Sé que no voy a conquistarlo, pero nadie más aquí debería ligarlo.
—Ni que pudieras verlo y sufrir al respecto —decía Taeri. TaeHyung fruncía su ceño, buscaba el rostro de su hermana y daba una sutil cachetada—. Auch, tienes la mano grande —decía con otro puchero similar al de su hermano.
TaeHyung resoplaba—. Cómo sea, iré a la sala de ensayo. No puedo verlo, pero no me interesa estar aquí como imbécil —decía poniéndose en marcha, no llevaba su bastón, lo había dejado en algún lugar, pero conocía los rincones de memoria.
—Pero es tu cumpleaños, Tae —decía Taeri. Está un poco ebria también.
—Nadie notará la ausencia del ciego —soltaba sin ganas.
Apresurandose llegaba a la habitación donde se encontraba el piano y en dónde prefería perderse. Había sido tan ingenuo de su parte creer que podía tener un tiempo extra con su profesor cuando había más gente en ese lugar y cuando al parecer los coqueteos y toques extras solo habían sido parte de sus fantasías con el hombre sin rostro y de voz melodiosa.
Llegando al piano y tomando asiento, se preparaba para tocar las primeras notas. Cerraba sus ojos y se dejaba llevar aunque no necesitará cerrarlos le gustaba hacerlo. El alcohol lo hacía sentirse tan pesado como ligero, era una sensación extraña y contradictoria, pero le gustaba y sentía que sus dedos flotaban con más facilidad. De todas formas siempre tocaba más relajado cuando SeokJin no lo veía. Con SeokJin presente era una cosa de puros nervios a la que se le enredaban los dedos.
Así que ahora solo flotaba con la melodía por un buen tiempo, sin importarle nada más.
—Tú no tocas así cuando estoy contigo —la voz de SeokJin lo hacía detenerse—. Lo siento. No quise asustarte, no esperaba que te detuvieras.
TaeHyung volteaba su cabeza porque la voz venía detrás de él.
—No te oí entrar —susurraba—. Tenía entendido que estabas con una amiga de mi Noona.
SeokJin sonreía, había bebido, pero no estaba ebrio. Así que acercándose, tomaba asiento al lado de TaeHyung, pero era con una pierna de cada lado, y terminaba de frente a TaeHyung no de lado y hombro con hombro.
—La amiga de Taeri estaba conmigo, yo sólo estaba parado ahí tratando de ser un caballero —mencionaba divertido—. ¿Taeri te lo dijo?
TaeHyung parpadeaba—. Dah, no puedo verte, por supuesto que me lo dijo.
SeokJin sonreía—. Vuelve a tocar. No te detengas por mí, me gusta escucharte y verte. Lo estabas haciendo muy bien.
TaeHyung reía—. Ya no puedo hacerlo como recién. Creía que estaba solo... Tú me pones nervioso —susurraba tocando sus dedos.
SeokJin aspiraba por aire—. ¿Es porque soy tu profesor? No quiero ponerte nervioso, quiero que confíes en mí.
La voz de SeokJin eran tan grave como suave, esa voz que a TaeHyung le encantaba y podría oir por horas.
—No me pones nervioso por ser mi profesor. Me pones nervioso por ser tú —susurraba—. Mis dedos se enredan y se sienten entumecidos porque solo puedo escuchar los latidos de mi corazón en mis oídos —luego sonreía y tocaba el estribillo de la canción que estaba aprendiendo—. ¿Por qué elegiste esta canción? —preguntaba volviendo a tocar suavemente.
SeokJin lo observaban embelesado, intentando ignorar lo que TaeHyung había dicho sobre los latidos de su corazón.
—Porque te estaban enseñando una muy aburrida. Can't help falling in love with You de Elvis, es una buena opción —susurraba, poniendo su mano libro en otras teclas que ayudaban a hacer la melodía más completa.
TaeHyung sonreía—. Has sido mi mejor profesor hasta el momento. El resto cobraba un dineral por enseñarle al ciego lo justo y necesario. ¿Sabes? No era grandioso antes de perder la vista, pero sabía que no estaban enseñándome lo mejor y sólo repitiendo patrones —decía con un puchero—, tú eres el primero en realmente enseñarme. Lamento ser un poco lento —susurraba, mientras dejaba de tocar.
SeokJin suspiraba—. Tú no eres lento. Eres increíble, ya te dije. Si yo estuviera en tu lugar sería tan inútil. Tú no eres eso, y quién te haya hecho creer lo contrario, la vida le demostrará que su persona si es inútil en alguna rama de la vida. No te preocupes —ponía su mano en la espalda baja de TaeHyung y se aproximaba a su oreja—. Existe el karma —susurraba.
Y TaeHyung apretaba sus ojos y pasaba saliva, todos sus sentidos se agudizaba entre las sombras cuándo SeokJin estaba cerca. Y no lo pensaba dos veces cuando giraba su rostro y rozaba la nariz ajena de su profesor, SeokJin estaba en shock, no quería alejarse. TaeHyung era tan hermoso.
En la sala amplia de ensayo, iluminada por la tenue luz de la noche, TaeHyung y SeokJin se encontraban frente a frente. Sus rostros acercándose, a punto de fundirse en un beso cargado de pasión y misterio. La atmósfera estaba cargada de tensión y deseo, como si el piano mismo frente a ellos estuviera a punto de tocar una melodía prohibida.
— ¿Imaginé la tensión entre tú y yo? —susurraba TaeHyung de repente—. No puedo verte, pero tu voz se vuelve más profunda y ronca en ocasiones y estoy seguro que tus dedos y tus manos no deberían ser tan suaves al guiarme. Debería ser un toque más impersonal, pero pareciera demasiado íntimo. En este momento, no puedo evitar preguntarme si también estás alucinando esta conexión. ¿Es real o solo una ilusión mía lo que siento?
SeokJin miraba el rostro de TaeHyung y esos ojos parecían estar viendolo, pero no a él con exactitud, sino a su corazón. A esas intenciones ocultas que no había disimulado del todo bien frente a este hermoso hombre.
La tensión entre ellos era como un hilo invisible que se enredaba en el aire, creando un vínculo sutil pero poderoso. Como si sus palabras se rozaran, dejando chispas eléctricas en su camino. Cada mirada que SeokJin le daba, cada pausa, era un susurro cargado de significado. No era algo que se pudiera medir con precisión, pero estaba ahí, palpable y misteriosa. No tenía como negarla en ese momento en el que TaeHyung estaba pidiendo sinceridad.
—Sé cómo eres y cómo te ves. Eres transparente y hermoso. Me gustas mucho, aunque no debería. Pero, ¿cómo podrías tú sentir algo por mí? No puedes verme… Quizás mi rostro no sea atractivo para ti, y mi personalidad carece bastante de encanto… ¿Cómo podrías sentir algo? —cuestionaba SeokJin.
Sus palabras flotaban en el aire, como hojas de otoño que se deslizaban sin rumbo. TaeHyung, ciego pero perceptivo, escuchaba cada matiz de su voz, cada pausa cargada de duda. No necesitaba verlo para sentir la tensión en sus palabras.
“¿Cómo podrías sentir algo?” se preguntaba SeokJin, logrando que TaeHyung sonriera en la oscuridad. Porque en su mundo sin imágenes, las palabras eran las ventanas hacia el alma. Y en esas palabras, él encontraba belleza y vulnerabilidad.
—No puedo verte —exclamaba con calma—, pero puedo sentirte. Tu voz es un lienzo en blanco, y yo pinto en él con los colores de la imaginación. Tu rostro no necesita ser atractivo para mí; es tu esencia lo que me atrae. Tu personalidad, tus risas, tus silencios… todo eso es encanto para mí. No entiendo porque dirías que tu personalidad carece de encanto cuando todos caen ante ti.
SeokJin sonreía y se quedaba sin palabras, sorprendido por la respuesta. ¿Cómo podría TaeHyung sentir algo por él, si no hay imágenes que lo guíen? Pero TaeHyung ya lo sabía. Porque en la oscuridad, los corazones se comunican sin filtros ni prejuicios.
—Soy tu profesor. Es irresponsable de mí caer ante tus encantos —susurraba—. No debería. No deberíamos.
TaeHyung relamía sus labios—. Así que, aunque no debería, me gustas también. Porque en este mundo sin luz, somos más que apariencias. Somos palabras, emociones y la promesa de algo más profundo.
Y en ese instante, la tensión entre ellos se había vuelto tangible, como un hilo que los unía en la oscuridad.
—Dios, así es como conquistas a todos ¿No? —soltaba SeokJin un poco más nervioso de lo que deseaba mostrar.
TaeHyung reía—. ¿Acaso ves a alguien haciendo fila por mí?
SeokJin hacía un mueca y su mano se disparaba hacia un mechón negro que caía sobre los ojos de TaeHyung y lo llevaba detrás de su oreja—. Bueno, no soy tan bueno como tú para leer las emociones ajenas a través de su voz, pero pude ver con mis propios ojos que ese chico de nombre Woosik está más que a tus pies.
TaeHyung resoplaba—. Pues si no quiere levantarse, no es mi problema —respondía con su voz grave—. Yo estoy como él, pero sería a tus pies —mordiendo su labio inferior se acercaba para rozar nuevamente la nariz de SeokJin—. De rodillas, justo frente a ti... Cómo tú lo quieras.
SeokJin clavaba sus uñas en su propio muslo, su respiración alterada. Él no había venido para esto, él estaba más que seguro de dejar morir sus deseos hacia TaeHyung.
—No debería realmente hacer nada contigo. Soy tu profesor y por eso se me paga. sería irresponsable de mi parte hacer algo más —susurraba con voz ronca y labios secos.
La distancia mínima haciendo que su cuerpo se recalentara.
—Entiendo tus preocupaciones y aprecio tu profesionalismo. Como profesor, tienes la responsabilidad de mantener una relación adecuada con tus estudiantes —decía TaeHyung, luego alzaba su mano y la colocaba en la mejilla de SeokJin y exclamaba—. Sin embargo, también somos seres humanos, a veces las líneas se difuminan.
TaeHyung, con sus ojos privados de la luz, trazaba con sus dedos el contorno del rostro de SeokJin. Cada curva, cada ángulo, se convertía en una impresión táctil en su mente. Las yemas de sus dedos exploraban la piel, buscando detalles que solo él podría ver. No había colores ni sombras, solo la textura de la piel bajo sus manos.
SeokJin, paciente y silencioso, permanecía inmóvil. Sabía que TaeHyung estaba creando una imagen, una imagen que solo existiría en la oscuridad de su mente. Pero eso no importaba ninguna excusa que quisiera poner esa noche para evitar algo que debía de suceder. Lo que importaba era la conexión entre ellos, la forma en que sus mundos se entrelazaban.
—¿Cómo soy? —preguntaba SeokJin en voz baja—. ¿Cómo te imaginas mi rostro?
TaeHyung sonreía—. Eres hermoso —respondía sin tapujos—. Tus rasgos son suaves, tus ojos profundos. Pero lo más importante, eres tú. Eso es lo que veo en mi mente cuando cierro los ojos.
Y así, en la penumbra de la habitación, dos almas se encontraban sin necesidad de luz. La imagen de SeokJin se había grabado en la memoria de TaeHyung, y la imagen de TaeHyung se convertía en la luz que iluminaba las verdaderas intenciones de SeokJin.
Aunque este luchaba contra sus propios deseos, el corazón no entendía de ética ni de roles. La tensión entre ellos se volvía más intensa, como un hilo que amenazaba con romperse. TaeHyung, ajeno a la tormenta interna de su profesor, seguía buscando en la oscuridad, creando imágenes con sus dedos.
El silencio los envolvía, y las palabras parecían insuficientes. Sin pensarlo, SeokJin se acercaba a TaeHyung, sintiendo la calidez de su aliento.
—TaeHyung —había susurrado sin fuerzas—, no deberíamos...
Pero TaeHyung lo interrumpía con un beso. Un beso que sabía a deseo y a prohibición. Los labios de SeokJin habían respondido con una urgencia de la cual no podría avergonzarse, no ahora, en ese instante, las barreras se habían desmoronado. No eran solo profesor y alumno; eran dos almas hambrientas de conexión.
Las manos de TaeHyung exploraron cada centímetro de SeokJin, como si quisiera grabar su esencia en su memoria. Sus manos temblaban por los hombros del castaño y su boca besaba desesperada. Hacía años que TaeHyung no besaba a nadie. No de esta forma. Se sentía famelico y un poco torpe. Una torpeza y desesperación que tocaba todos los botones correctos dentro de SeokJin.
Mordiendo el labio inferior del azabache, SeokJin se alejaba y ambos estaban agitados por ese primer beso—. ¿Por qué te alejas? —preguntaba TaeHyung—. ¿Lo hice mal? Puedo hacerlo mejor.
SeokJin sonreía mientras sus manos acunaba el rostro de TaeHyung—. Carajo. Eres una debilidad —confesaba, TaeHyung fruncía el ceño—. Eres la paradoja que me consume: mi razón dice no, pero mi corazón y mi cuerpo dicen sí.
Y así, en la penumbra de la sala, se entregaban al deseo. Las palabras volviéndose gemidos entre besos húmedos y desesperados. Sus cuerpos fundiéndose en un abrazo desesperado. No había vuelta atrás. La tensión se había liberado en un éxtasis compartido, y en ese momento, SeokJin supo que había cruzado una línea que no podría desandar.
—TaeHyung —murmuraba el castaño entre besos que no cesaban—, esto es peligroso.
Pero TaeHyung solo había sonreído, y sus dedos habían trazado el contorno de los labios de SeokJin—. A veces, lo peligroso es lo más increíble —exclamaba—. Y usted profesor Kim, es mi mayor tentación.
Y así, entre la luz de la luna y suspiros desgarradores, SeokJin y TaeHyung comenzaban su propia historia, una que desafiaba las reglas y se aferraba al deseo. Porque a veces, incluso los ciegos podían ver lo que estaba prohibido. El calor de lo prohibido envolvía a TaeHyung como una llama insaciable. Cada beso, cada roce, era un desafío a la razón. SeokJin, su profesor, se convertía en su secreto más oscuro, en la tentación que lo consumía.
Las manos de TaeHyung exploraban territorios prohibidos, como si quisiera memorizar cada centímetro, sus manos bajando por el pecho de SeokJin y llegando al contorno de la gran protuberancia que yacía en los pantalones del castaño. El deseo ardía en sus venas, y el peligro solo aumentaba la intensidad. En la penumbra de la habitación, SeokJin había dejado de ser solo un hombre y se convertía en su perdición.
—Joder, eres todo boca y manos... —susurraba SeokJin, mientras su mirada se posaba en el rostro de TaeHyung. Una sonrisa, un tanto desenfrenada, se dibujaba en su rostro.
— ¿Debería disculparme por besarte así? — preguntaba TaeHyung con inocencia.
La habitación estaba cargada de tensión, como si el aire mismo se hubiera vuelto más denso. SeokJin observaba los labios del otro hombre, tentado por la cercanía y la promesa de un deseo compartido. La sonrisa de TaeHyung, era mezcla de picardía y vulnerabilidad, que lo atrapaba por completo.
— No necesitas disculparte —murmuraba SeokJin acercándose aún más.
El tiempo parecía detenerse mientras sus labios se encontraban en un beso lento y ardiente esta vez. Las manos de TaeHyung se aferraron a la camisa de SeokJin, como si temiera que el momento se desvaneciera. Pero allí estaban, dos almas perdidas en un abismo de deseo, sin necesidad de palabras, tan ensimismados en si mismos que no habían oído la puerta abrirse.
Taeri observaba la escena con los ojos entrecerrados. La sala de ensayo usualmente tranquila, ahora estaba cargada de tensión. TaeHyung y SeokJin, atrapados en un beso que se había vuelto una vez más algo apasionado, parecían no darse cuenta de su presencia.
Como hermana mayor, Taeri sentía la responsabilidad de proteger a TaeHyung. Pero también sabía que su hermano era más fuerte de lo que parecía. A pesar de su ceguera, TaeHyung se había enfrentado a desafíos y obstáculos con valentía.
SeokJin, por otro lado, era un enigma. Siempre serio, amable, pero siempre concentrado en su trabajo y en ser un profesor perfecto para TaeHyung. Pero ahora, con los labios de TaeHyung presionando los suyos, parecía vulnerable. Taeri no sabía si debía preocuparse por él o simplemente dejar que las cosas siguieran su curso, pero era más fuerte que ella.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntaba Taeri, cruzando los brazos.
TaeHyung se había separado repentinamente de SeokJin, su rostro aún sonrojado. El castaño parecía aturdido, como si hubiera sido arrastrado por una corriente inesperada y se ponía de pie alejándose.
—Taeri, yo... —comenzaba SeokJin, pero Taeri levantaba una mano para detenerlo.
—No necesito explicaciones —exclamaba Taeri—. Pero quiero saber una cosa ¿fue consensuado?
TaeHyung asentía con firmeza.
—Sí, Taeri. Fue consensuado. No estoy indefenso. SeokJin no se aprovechó de mí.
Taeri estudiaba a SeokJin. Sus ojos tristes y su expresión derrotada la hicieron dudar. ¿Podía confiar su hermano a este hombre?
—Bien —exclamaba Taeri finalmente—. Yo sólo-... TaeHyung sabe porque corrí de inmediato cuando me di cuenta que estaban solos.
SeokJin asentía y miraba en dirección a TaeHyung algo confundido, el beso seguía flotando en el aire, pero acaso ¿Alguien había intentando aprovecharse de TaeHyung en el pasado? No era momento para preguntar eso, la mejor opción sería...
—Yo debería irme —exclamaba SeokJin con incomodidad.
TaeHyung sentía la ansiedad apoderarse de él, no quería terminar así su velada de cumpleaños, pero entendía si SeokJin quería salir corriendo.
—Mejor. Te acompaño a la salida —exclamaba Taeri.
TaeHyung resoplaba y caminaba con cuidado—. Yo lo acompaño, tú ve a atender a tus amigos y dile que la fiesta se acabó —ordenaba sólo un poco malhumorado mientras acomodaba su cabello—. SeokJin, vamos.
Saliendo primero Taeri exclamaba—. Ten cuidado, toma, traje tu bastón, caminas tambaleante por estar un poco ebrio —decía mirando directamente a SeokJin.
—Aish, estoy bien —respondía TaeHyung tomando el bastón y saliendo, si supiera que las piernas no le temblaban por el alcohol.
SeokJin la miraba antes de irse y se inclinaba—. Lo siento. Fue consensuado, pero debí haber sido más responsable y poner un alto.
—Debiste, sí —exclamaba segura—. Su anterior profesor casi abusa de él, aunque TaeHyung quiera dar por menos la situación. Los encontré a tiempo, entiendo el fetiche que puedan llegar a tener con un hombre hermoso y ciego, pero mi hermano no está solo y no voy a dejar que tú ni nadie-...
—Y estoy seguro que tú cuidas de él, pero yo no tengo ningun fetiche aquí —respondía SeokJin con tranquilidad—. Me llamó la atención antes de saber que sería mi alumno. Pero no haré nada al respecto. No te preocupes —inclinándose nuevamente salía de la habitación y Taeri suspiraba.
Si su abuelo se enteraba de esto, TaeHyung estaría frito. Estaba segura que había sido consensuado, pero eso no aseguraba que SeokJin fuera bueno para TaeHyung. TaeHyung era muy inocente.
El azabache, con su bastón blanco en mano, acompañaba a SeokJin hasta la puerta. La tensión entre ellos era palpable, como un hilo fino que amenazaba con romperse en cualquier momento. El beso compartido en la sala de ensayo seguía resonando en sus mentes, un secreto para el resto que no podían ignorar.
SeokJin se había detenido junto a la puerta, mirando a TaeHyung con una mezcla de tristeza y deseo. Había algo en la oscuridad de los ojos de TaeHyung que lo atrapaba, algo que iba más allá de la atracción física. Pero también sabía que no podía con esto. No podía arriesgar su empleo ni la confianza de Taeri. Él estaba allí para ayudar a TaeHyung.
—TaeHyung —llamaba SeokJin, su voz apenas un susurro—. Esto no debería haber sucedido.
TaeHyung asentía, su mandíbula tensa. No necesitaba ver para saber que SeokJin estaba luchando contra sus propios demonios. El profesor, el hombre que lo había ayudado a superar sus limitaciones, ahora era algo más. Algo prohibido.
—Lo sé —respondía TaeHyung—. Seguro y Taeri te contó lo que me sucedió y porque mi abuelo arriesgó demasiado poniendo su confianza en ti.
SeokJin se acercaba, su aliento rozando la piel de TaeHyung. El bastón de este había temblado ligeramente en su mano.
—Te veré el próximo martes—exclamaba SeokJin—. No podemos arriesgar que tu abuelo quiera despedirme cuando has avanzado tanto. Un momento de debilidad no vale tu crecimiento.
TaeHyung asentía de nuevo, sintiendo el corazón apretado en su pecho. SeokJin tenía razón. Pero eso no hacía que fuera más fácil.
—Hasta el martes, profesor Kim —susurraba TaeHyung, su voz quebrándose.
SeokJin había mirado alrededor y estaban solos cerca de la puerta, así que inclinándose, rozaba los labios de TaeHyung con los suyos. Había sido un beso suave, lleno de promesas no dichas. Luego, sin decir una palabra, se alejaba y salía por la puerta.
TaeHyung había quedado solo en la oscuridad, sintiendo el frío del pasillo. El beso aún ardía en sus labios, pero también sabía que eso había sido todo. SeokJin era demasiado bueno para ser real, y él prefería enterrar sus deseos que perder todo contacto con SeokJin.
La cosa se había vuelto aún más complicado, y TaeHyung solo podía esperar que el destino les diera una segunda oportunidad. O tal vez, solo tal vez, tendrían que aprender a vivir con el recuerdo de ese beso prohibido.
Perdón quería algo cortito y está historia me viene torturando have mucho. Mañana subo la última parte.
Con amor niñita Nanykoo 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro