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three and last

Las primeras dos semanas de enero fueron difíciles para TaeHyung. SeokJin, su profesor, parecía ignorar por completo el intenso beso que habían compartido. TaeHyung sabía que SeokJin actuaba así porque le importaba su crecimiento y desarrollo. A pesar de su enojo, TaeHyung había avanzado de manera sorprendente. Quizás a SeokJin simplemente no le agradaba tanto como él esperaba, lo que solo aumentaba su frustración.

La tensión entre ellos era palpable, y TaeHyung no podía evitar sentirse molesto por la aparente indiferencia de SeokJin. ¿Por qué no podía ser más vulnerable? ¿Por qué no podía admitir que aquel beso había afectado a ambos?

En el fondo, TaeHyung se preguntaba si SeokJin también luchaba contra sus propios sentimientos. Tal vez, detrás de esa fachada de profesor serio, había algo más. Pero, por ahora, solo quedaba la incertidumbre y la rabia contenida.

La sala de ensayo seguía siendo un campo de batalla silencioso entre ellos dos, y TaeHyung no sabía si prefería que las cosas cambiaran o permanecieran igual. Lo único seguro era que SeokJin no era tan débil como TaeHyung había esperado, y eso lo hacía aún más intrigante y frustrante.

Para su tercera semana de enero, TaeHyung había estallado.

SeokJin estaba enseñándole nuevamente y estaba tocando su mano derecha mientras acomodaba sus dedos en las teclas—. Tus dedos deberían de posicionarse de esta forma. Sería más simple y ligero a la hora de cambiar a la siguiente nota —y el bastardo hablaba con esa molodiosa voz justo en su oído y TaeHyung perdía la paciencia.

—Me gustas demasiado... —decía, con sus ojos mirando en su dirección sin verle realmente.

SeokJin veía su expresión vulnerable y relamía sus labios mirando a la puerta. Ellos nunca eran molestados por nadie cuando daba sus clases a TaeHyung. Taeri había aparecido las primeras dos veces, pero luego había desistido, estaba seguro que TaeHyung se lo había pedido.

—Te dije que lo mejor era simplemente ser profesor y alumno. Has crecido mucho incluso has hecho tu primera composición musical y no podría estar más orgulloso al respecto —susurraba tomando asiento a su lado.

Nuevamente estaban sentados como aquella noche que TaeHyung cumplía años. SeokJin se había sentado de lado, con sus piernas a los lados de la banqueta de TaeHyung.

—No quiero ser el cretino que rompa tus ilusiones-...

—Entonces no lo hagas.

—Me gusta mi trabajo y me gusta enseñarte, particularmente a tí. Verte crecer, eres increíble y quiero seguir ayudándote.

—Puedes seguir haciéndolo y también ser más en el proceso —susurraba acercándose, colocando sus manos en las piernas de SeokJin para anclarse allí.

SeokJin sentía su corazón demasiado acelerado y no estaba seguro de ser tan fuerte si TaeHyung se veía tan necesitado y vulnerable. Se sentía una mierda por eso.

—Tu hermana me contó sobre tu anterior profesor —exclamaba.

—Sí, era un cretino que quiso aprovecharse y desde entonces el abuelo Chu es sobreprotector, pero tú no eres como ese hombre...

—Por supuesto que no lo soy. Me importas, y me importa que crezcas en esto y lo has hecho, porque me mantuve alejado de ti —susurraba.

—Eso es estúpido —decía TaeHyung con un puchero—. Puedo seguir aprendiendo y creciendo, incluso si tú decides que quieres… —Taehyung mordía su labio inferior mientras se acercaba un poco más—. Aunque decidas que quieres algo conmigo, puedo seguir creciendo... Contigo dándome una oportunidad —TaeHyung alzaba su mano y tocaba la mejilla de SeokJin para guiarse camino a su boca.

No lo besaba de inmediato, solo rozaba su nariz y sus labios, mientras que el corazón del profesor repiqueteaba como loco en su pecho. TaeHyung era tan peligroso como decidido.

El aire se espesaba con la tensión entre ellos. SeokJin no podía apartar la mirada de los ojos oscuros y decididos de TaeHyung. El joven era un enigma, una mezcla peligrosa de juventud y determinación. TaeHyung no era solo un estudiante más; era una tormenta que amenazaba con arrastrarlo a aguas desconocidas.

El profesor sentía el roce suave de los labios de TaeHyung contra los suyos. No era un beso apasionado, sino un roce apenas perceptible. Pero en ese contacto fugaz, SeokJin había sentido la electricidad recorrer su piel. Era como si el mundo se hubiera reducido a ese momento, a esa conexión entre dos almas que no deberían estar tan cerca.

—Eres pésimo para mi cordura —susurraba SeokJin.

TaeHyung sonreía tan angelical y volvía a buscar la boca de un SeokJin que tomaba su rostro una vez más de forma tan familiar y sucumbia a ese beso que TaeHyung había anhelado con locura. Él también lo deseaba con fervor, estaba aturdido y confundido. ¿Cómo había llegado a este punto? Sabía que debía mantenerse alejado de TaeHyung, pero su corazón y su cuerpo tenían otros planes.

El peligro estaba a la vuelta de la esquina, y TaeHyung era la tormenta que amenazaba con arrastrarlo. Pero, por alguna razón, SeokJin no quería apartarse. No cuando el deseo y la curiosidad lo consumían por dentro. La boca inexperta de TaeHyung era irresistible.

La historia apenas comenzaba, y ambos estaban a punto de descubrir que algunas decisiones podían cambiarlo todo. SeokJin estaba dispuesto a hacer lo que era mejor para este chico, pero TaeHyung tenía planes diferentes. TaeHyung quería todo lo que SeokJin se negaba a darle. TaeHyung buscaba sus hombros y con la ayuda de SeokJin se sentaba a horcajadas encima de él.

—Esto es una locura, si alguien entra por esa puerta-... —susurraba SeokJin.

—Nadie lo hará, la cerré con llave cuando entré —susurraba TaeHyung con párpados pesados. Buscando la boca de SeokJin y besándolo con desesperación.

Era todo una mezcla de ansiedad. Calentura e inexperiencia que ponían a SeokJin realmente mal. En el buen sentido. Hasta que sostenía el rostro del chico y lo besaba profundamente. TaeHyung tendía a cortar el beso y comenzar y así sucesivamente mientras que SeokJin ahora tomaba el control y lo guiaba para ir por un beso profundo que lo deshuesaba de nuevo. Estaba todo sumiso, duro  y caliente encima de su profesor.

Su polla se estaba clavando en el abdomen de SeokJin, mientras que sentía la dureza de SeokJin en su parte trasera. Aquello hervía su sangre y lo hacía ponerse todo caliente y ansioso.

La pasión y la tensión sexual entre SeokJin y TaeHyung se desbordaban en un torbellino de deseo. Los besos profundos y la lucha por el control creaban una atmósfera ardiente y ansiosa. La excitación palpitaba en el aire mientras sus cuerpos se presionan uno contra el otro, sus deseos mutuos colisionando en un choque de pasión y urgencia. El profesor y el alumno eran solos dos hombres, dos almas, hambrientas por pertenecer y explotar en ese encuentro de puro deseo desgarrador.

TaeHyung comenzaba a moverse en un sutil vaiven encima del regazo de SeokJin y gemía entre besos húmedos. Aquel encuentro era terriblemente abrasador. La carencia de algo tan importante como la vista hacía que la sensaciones de su cuerpo fueran tan crudas logrando que incluso la tela de su camisa fuera demasiada estimulación. Y odiaba que su pantalón y boxer apretaran su erección. Estaba ardiendo cuando era demasiado consciente de esa lengua húmeda follando su boca. SeokJin besaba como si estuviera sediento y TaeHyung fuera un oasis.

La pasión entre ambos se desbordaba, como un fuego ardiente que consumía todo a su alrededor. Los besos húmedos y el vaivén sutil sobre el regazo de SeokJin creaban una danza erótica, una sinfonía de deseo y ansia. TaeHyung, sumiso y ardiente, gemía entre besos calientes.

— Tócame. Nadie me ha tocado jamás... —rogaba cuando la boca de SeokJin viajaba a su cuello.

El profesor recalculaba y repetía las palabras del chico.

— ¿Jamás? —preguntaba atónito.

— Jamás... Hazlo tú. Tócame, por favor —pedía tomando la muñeca de SeokJin y guiando su mano a su polla erecta dentro de sus pantalones.

Las orejas de SeokJin estaban rojas, su cuerpo caliente y se ponía peor cuando apretaba la polla de TaeHyung por encima de la tela y este echaba su cabeza hacia atrás con un gemido que le abandonaba, desgarrador y sensual.

La habitación se llenaba de un calor abrasador, como si el aire mismo estuviera impregnado de lujuria. Los cuerpos de TaeHyung y SeokJin se fundían en otro beso apasionado, sus respiraciones entrelazadas, sus almas al borde del precipicio.

TaeHyung, con su piel ardiente y sus labios húmedos, suplicaba por más. Sus dedos se aferraban a la camisa de SeokJin, como si temiera que él desapareciera. Y cuando este se disponía a liberar la polla de TaeHyung y darle el primer apretón, los ojos del azabache rodaban por detrás de su cabeza, casi.

—Oh, dios... Hazlo de nuevo —rogaba moviéndose contra la mano de SeokJin—. Vamos vamos, por favor —pedía con su respiración pesada.

Y SeokJin perdía la batalla. La polla en su mano tenía un tamaño perfecto que competía con el suyo, pero esto no se trataba de su placer, se trataba del hombre encima de él, así que comenzaba con su masaje vertical y comenzaba a masturbar a un TaeHyung que era todo gemidos roncos, algunos agudos. Lujuria vuelta hombre. Un ángel que quería saber que se sentía el placer carnal. Era hermoso como mordía su labio inferior y movía su pelvis para encontrarse con la mano de SeokJin.

—Oh, joder... Me encanta, sí. Tócame así.

—Shhh, estás hablando muy alto, Arpegio —susurraba SeokJin agitado.

Primera vez que TaeHyung escuchaba su voz luego de estar demasiado ensimismado en su propio placer y sus propias sensaciones. Era una voz más baja, agitada. Más grave y ronca. Y el apodo que SeokJin le había dado había sido de suma curiosidad para TaeHyung, pero estaba demasiado envuelto en las sensaciones de su cuerpo.

—Te gusta esto ¿No? —susurraba TaeHyung, buscando la boca de SeokJin por otro beso apasionado y luego besaba su mejilla y besaba en dirección a su oreja, donde hablaba allí mientras SeokJin seguía masturbandolo—. ¿Te gusta tocarme, no?

—Sí... —respondía SeokJin, su voz ronca y cargada de deseo. Sentía el calor de TaeHyung, la urgencia en su respiración. El corazón de ambos latía al unísono—. Eres un show precioso de ver, tan ansioso... Mi Arpegio —repetía.

TaeHyung estaba estúpido como para lograr preguntarle el significado correcto de eso, así que añadía—. Ansioso por ti, hazlo más fuerte. Estoy cerca.

— ¿Estás cerca? Vas a manchar mi camisa —susurraba SeokJin con un poco de diversión, besando el mentón de TaeHyung.

—Entonces no vayas lavarla luego, más rápido. Por favor, por favor... Hyung —gemía TaeHyung por primera vez ese honorífico.

La pasión entre ambos ardía como un fuego incontrolable. TaeHyung, sumiso y ansioso, se movía sobre el regazo de SeokJin, buscando más contacto, más calor. Los besos húmedos y los gemidos se entrelazaban entre sí, mientras las manos de SeokJin exploraban cada centímetro de la polla de TaeHyung.

— ¿Estás cerca?

—Mmm, sí. Lo estoy, más fuerte.

— ¿Así? —susurraba la voz ronca de su profesor y luego procedía a trabajar la verga de TaeHyung con ímpetu logrando que el chico gimiera y moviera su pelvis sin control, poco decoroso mientras apretaba sus piernas alrededor de su cintura porque sentía la tensión tirante en sus bolas.

—IOh, si...! —las uñas de TaeHyung se clavaban en los hombros de SeokJin—. Estoy-...

—Sí, vente para mí —ordenaba SeokJin con voz grave—. Has un bonito desastre con mi camisa. Quiero toda tu corrida sobre ella.

Y TaeHyung recordaba repentinamente como lucían los fuegos artificiales cuando estallaba en la mano de SeokJin con el orgasmo más fuerte jamás experimentado antes. Su cuerpo temblaba y su polla estaba siendo ordeñada por la gran mano de su profesor quien seguía trabajandolo hasta sacarle hasta lo último de su esencia. Su cuerpo estaba deshuesado y sensible encima de SeokJin. Se sentía exhausto y sumamente feliz mientras se dejaba caer en una abrazo tierno que SeokJin le daba mientras lo vestía nuevamente.

TaeHyung sonreía como imbécil mientras su respiración se calmaba, luego escuchaba como SeokJin parecía chupar algo por el sonido.

— ¿Estás chupando tus dedos? —preguntaba de repente.

SeokJin tenía un dedo en su boca y relamía sus labios—. Eres jodidamente delicioso, ven —susurraba tomando el mentón de TaeHyung y besándolo.

El beso sabía diferente y TaeHyung se encendía al saber que se estaba probando a si mismo en la lengua de SeokJin. Él gemía otra vez y apretaba sus brazos alrededor de SeokJin mientras este apretaba los suyos alrededor de su cintura. Y TaeHyung sentía que su profesor aún estaba tan duro. Mordiendo el labio inferior de este se alejaba de su boca.

—Quiero chuparte la polla —pedía con labios rojos.

—Santo cielo —gemía SeokJin—. No vas a hacer eso, Arpegio.

— ¿Por qué no? Estás duro, déjame chuparte y puedes correrte en mi boca, me muero por probarte —exclamaba.

—Joder. Que eres descarado, no va a suceder hoy. Quita esa idea de tu cabeza —decía divertido.

TaeHyung hacía un puchero—. ¿Y entonces cuando?

SeokJin aspiraba por aire, no tenía una respuesta. Esto había sido otro signo de debilidad. Era tan débil con TaeHyung.

—Ni se te ocurra decir que no va a suceder, porque va a suceder... —afirmaba TaeHyung buscando la boca de SeokJin y besándolo, el castaño caía de inmediato en ese beso con su alumno y TaeHyung se sentía poderoso—. Voy a chuparte la polla.

—Deja de hablar así —pedía entre besos.

— ¿Por qué? —Taehyung volvía a besarlo—. Voy a chuparte la polla y tú vas a follarme. Duro y rico.

—Por favor, vas a matarme.

— ¿No quieres follarme? Muero porque lo hagas, no quiero juguetes, quiere tu polla ¿Vas a darme tu polla? —preguntaba entre besos.

SeokJin perdía la cordura.

— ¿Quieres mi polla en tu boca? Tu dulce boca... —soltaba con voz grave y baja.

TaeHyung sentía que era electrizante como sonaba. Tan lejos de los matices dulces y suaves. Le encantaba esta voz de SeokJin también.

—Quiero. Tu polla en mi boca —besaba a SeokJin, dejaba luego caminos de besos en su mejilla en dirección a su oreja—. Y en mi culo.

El castaño  se aferraban a la cintura estrecha del joven.

—Bien, de acuerdo. Soy pésimo en mantener mi autocontrol contigo —admitía.

TaeHyung sonreía hermosamente. Parecía haber salido de las fantasías más sucias y ardientes de un SeokJin, quien no era ajeno a los encantos de sus alumnos y a sus juegos de seducción, pero esta vez, caía por primera vez irremediablemente bajo los hechizos de uno. De este hombre en particular que había logrado llamar su atención desde la primera vez que lo había visto en aquella avenida esperando a que alguien le ayudara a cruzar al otro lado.

TaeHyung se había inclinado hacia adelante, sus labios rozando la piel sensible del cuello de SeokJin. El profesor apenas pudo contener un gemido mientras las manos de TaeHyung exploraban su espalda con una suavidad que no podía ignorar. El salón de ensayos vacío se había convertido en su propio pequeño mundo, donde las reglas y las consecuencias parecían desvanecerse.

—¿Qué vamos a hacer? —susurraba SeokJin, aunque ya sabía la respuesta. Estaba atrapado en la telaraña de TaeHyung, y no tenía intención de escapar.

TaeHyung sonreía, una risa baja y seductora que había enviado escalofríos por la columna vertebral de SeokJin.

—Vamos a hacer lo que ambos queremos —dijo TaeHyung, sus ojos oscuros brillando con deseo—. Y no te preocupes, profesor. No soy un niño indefenso. Sé exactamente lo que estoy haciendo contigo. Yo lo elijo. Yo te elijo, tú no me estás obligando a nada aquí.

SeokJin lo miraba y se dejaba llevar, sus labios encontrando los de TaeHyung en un beso que prometía más. Muchísimo más.

Ellos no habían sido descubiertos. Pero Taeri estaba insoportablemente sobreprotectora al punto en que TaeHyung ni siquiera había tenido sus salidas a solas. Estaba seguro que la mujer malvada quería información. Para la cuarta semana de juegos perversos en la sala de ensayos, TaeHyung había salido muy bien besado y atendido. Aún no había tocado a SeokJin como él quería, pero SeokJin siempre lo complacía. Para la primera semana de febrero SeokJin le había hecho sexo oral.

A TaeHyung le daba vueltas la cabeza al recordarlo y se calentaba con una facilidad abrumadora y atemorizante. Ellos congeniaba tan jodidamente bien, pero SeokJin no presionaba por verlo fuera de su casa. SeokJin era el tipo más atento y caballeroso que había conocido jamás. Así que TaeHyung necesitaba un jodido plan b porque ya no podía vivir de mamadas y pajas. Necesitaba piel con piel y enredarse desnudo al cuerpo del otro hombre para que este pudiera poseerlo como ambos deseaban. Para que pudiera ver el potencial de ambos juntos.

Porque TaeHyung era deseado por SeokJin, lo sabía. Podía sentirlo y SeokJin siempre lo expresaba con suma delicadeza que dejaba a TaeHyung toda hipersensible y enamorado. Los besos era una dulce tortura que TaeHyung deseaba en privado y no con pequeños lapsos en los que tenían un miedo constante de que alguien golpeara a la puerta.

—Bien, me voy. Tengo una cita —mencionaba Taeri.

— ¡También yo! —decía TaeHyung de repente.

Era catorce de febrero y sabía que SeokJin estaría en su apartamento solo.

Su hermana fruncía su ceño—. ¿Con quién?

—Tú sabes con quién —decía en un puchero.

—Ah, zorra. No me contaste nada, estaba creída que habías desistido.

—Soy muy persuasivo en ocasiones —admitía TaeHyung—, y no quería decirte nada porque ibas a prohibirmelo.

Taeri resoplaba—. Yo sólo quería saber si era más que simple deseo —respondía—. Pero no soy estúpida, salías demasiado feliz de las clases y él salía con una mirada de estúpido enamorado. Dios, espero no equivocarme, no quiero que te lastime.

TaeHyung ondeaba su mano—. Es una atracción fuerte y recíproca. Pero me estoy muriendo por estar con él y él es demasiado tranquilo... No en el momento, de hecho es tan apasionado y dominante..

—Te estás sonrojando y no deseo saber tanto, los vi besarse la primera vez ¿Recuerdas? —decía con tono fingido de asco.

TaeHyung sonreía—. El punto es que necesito que me dejes en su apartamento.

— ¿Sabe que irás?

—Nop, pero sé que estará ahí. El me lo dijo. Hablaríamos luego en una hora. Pero no quiero hablar, quiero estar con él ¿Puedes dejarme en su apartamento?

SeokJin miraba los chocolates sobre la mesa y el regalo que jamás había llegado a darle a TaeHyung en su cumpleaños. Tenía pensando enviarlo de forma anónima a la casa del chico, pero suponía que podía causarle problemas. Así que había estado toda la mañana mirando su regalo que posiblemente sería entregado a destiempo.

Si, sacrifiquenlo por sentimental en un catorce de febrero.

Su timbre sonaba y lo sacaba de su miseria mientras se ponía de pie para  acercarse y abrir la puerta. Cuando lo hacía, TaeHyung estaba al otro lado vistiendo vaqueros azules, con una remera blanca y un suéter azul. Se veía hermoso, irreal y como alguien de su edad. Su cabello estaba apenas húmedo. Seguramente recién duchado y fresco, su aroma llegaba a las fosas nasales de un SeokJin que creía que estaba soñando y se le hacía agua a la boca.

— ¿Cómo-...?

—Taerissie me trajo —respondía sonriente y bastante nervioso—. ¿No molesto cierto?

SeokJin estaba tonto ante la belleza del hombre frente a él.

—No, para nada. Pasa —decía tomando la mano de un TaeHyung tímidamente sonriente con su bastón, para guiarse—. Creí que tu hermana-... —comenzaba SeokJin cuando ya tenía al chico dentro.

—Oh, creíste bien. Pero no se puede contener cuando le pido algo haciendo un puchero —sonreía con sus ojos en dirección al suelo.

Aquella imagen siempre le resultaba tan vulnerable y dentro de él había un monstruo hambriento de deseo por cuidar a ese angel sin alas con la sonrisa más dulce que había visto. Contraria a la opinión que a veces quería formarse en él sobre TaeHyung, no era tan indefenso como parecía.

Repentinamente sus pensamientos cambiaban y se miraba a si mismo, contemplando sus pantalones deportivos y su camiseta blanca.

—Dios. Tienes suerte de no verme —susurraba.

TaeHyung fruncía el ceño—. ¿Por qué dices eso?

—Tú estás tan hermoso y yo estoy de pijamas —agregaba rascando su nuca.

TaeHyung comenzaba a reír. La risa más grave y melodiosa con bordes dulces que tenía a SeokJin sonriendo como imbécil.

—Debes verte bien de todas formas —añadía cubriendo su boca para evitar reir—. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.

SeokJin reía con él y luego miraba los chocolates y el regalo que tenía para TaeHyung.

—Tengo algo para ti —exclamaba, pasando por al lado del chico y dejando su fragancia colarse por las fosas nasales de un TaeHyung que se sentía hambriento de cercanía.

— ¿Qué es? —preguntaba en puchero—. Oh, yo no traje para ti —susurraba con sus mejillas rojas.

SeokJin reía—. Tu sola presencia en un día como hoy es un regalo. Ven, dame tu muñeca —ordenaba.

TaeHyung hacía lo pedido sin cuestionar. El interior de SeokJin ardía con un deseo incontrolable cuando recordaba que TaeHyung seguía sus órdenes sin siquiera pestañear o dudar al respecto.

Presionaba todos sus botones ver algo tan simple.

— Oh, es una pulsera. ¡Adoro las pulseras! —decía con una sonrisa preciosa que SeokJin adoraba con locura.

—Lo sé, tienes un par —mencionaba con dulzura, terminando de colocarle el accesorio de oro blanco.

TaeHyung traía su muñeca hacia si mismo y la tocaba, era simple, pero con dos argollas entrelazadas—. Es hermosa —susurraba mientras la inspeccionaba con sus dedos largos y hermosos—. Tendré sumo cuidado con ella —susurraba.

—Sé que lo harás —susurraba inclinándose cerca de ese precioso rostro y luego no se contenía cuando alzaba su mano para acariciar la mejilla de un TaeHyung que sonreía dulcemente y se inclinaba ante el tacto.

Todo dentro de SeokJin quería tomarlo y guardarlo en una preciosa caja de cristal donde nadie le hiciera daño, ni siquiera él. TaeHyung era un hombre único.

—Espero no te enojes conmigo —decía el chico, moviendo su rostro para sentir la palma cálida de la mano de SeokJin—. Te extrañaba y necesitaba estar contigo.

SeokJin sonreía como imbécil—. Nos vimos ayer —susurraba embelesado, pasando su pulgar por los labios de TaeHyung—. Ah, me refiero a que

—Lo sé, tonto, pero  ¿Y qué? ¿Acaso tú no querías verme? —fingía enojo hablando en puchero.

SeokJin mordía su propio labio ante la ternura y a la vez lo seductor que ese hombre podía llegar a ser, perdiendo toda la inocencia que desprendía en ocasiones. Así que le quitaba sutilmente el bastón de la mano para colocarlo sobre su mesa y repentinamente tomaba el rostro de un TaeHyung que estaba más que atento a los sonidos que habían a su alrededor y se sorprendía apenas cuando sentía las grandes manos de su profesor acunar su rostro.

De inmediato TaeHyung se perdía. La sensación de cuando SeokJin tomaba su rostro para besarlo lo hacía sentirse mareado incluso antes del beso. Pero tan ansioso y deseoso por más. A veces maldecía al universo por haber perdido la vista, pero en este momento en que sus párpados eran pesados y la lengua de SeokJin se introducía en su boca, él sentía que el resto de sus sentidos estaban a flor de piel, listo para consumir dentro de sus posibilidades a ese hombre.

Quería fundirse con él, quería volverlo loco y que se volviera loco con él.

Sus brazos se enroscaban en el largo cuello de SeokJin y TaeHyung tenía una imagen en su mente de este. Había tocado e inspeccionado el cuello de este hombre en una de sus clases y era tan ancho como largo y masculino. Sabía que su nuez de Adán era bien marcada y quizás él no podía verlo, pero sabía que era sexy. No tenía idea como un cuello podía ser sexy, pero el de SeokJin lo era. Todo SeokJin era algo increíble. Y cuando las manos de su profesor bajaban de su rostro a su cintura, SeokJin cortaba el beso y exclamaba:

—Voy a levantarte, así que enreda tus piernas en mi cintura ¿De acuerdo?

Los párpados de TaeHyung estaban tan pensados y siempre posicionados más abajo que le era imposible en ocasiones ver esos ojos negros que escondían tanto y que SeokJin se moría por descubrir y conocer.

Así que con sumo cuidado ponía sus manos en los glúteos del chico y lo levantaba, TaeHyung aspiraba con fuerza ante la sensación de vértigo que nada tenía que ver con haber sido levantado del suelo. Era algo más que vibraba con fuerza dentro de su pecho mientras SeokJin continuaba besándolo como si no pudiera respirar fuera de su boca. TaeHyung no quería saber si había alguien mejor que SeokJin allá afuera, él besaba como los dioses, TaeHyung no hubiera podido imaginar alguien mejor que este hombre para que fuera su primera vez.

Y él lo deseaba y lo dejaba claro cuando sus dedos se enredaban en el cabello lacio de SeokJin y luego acariciaba sus hombros clavando sus uñas romas allí y gimiendo en la boca de su profesor.

—Tranquilo... No hay necesidad de recurrir a la violencia, Arpegio —se mofaba SeokJin cuando TaeHyung clavaba realmente con fuerzas sus uñas en sus hombros.

Se burlaba, pero le encantaba cuando TaeHyung perdía el control y se volvía todo atolondrado y desesperado.

Así que lo apoyaba sobre la cama y se apartaba de esa boca un momento. Cuando miraba a TaeHyung, este tenía sus ojos bien abiertos y fijos en él. Eran tan negros como la noche y brillantes como una estrellada y hermosa. Estaban mirándose aunque TaeHyung no pudiera verlo y repentinamente lo deseaba con locura. Deseaba que TaeHyung pudiera ver lo mucho que lo deseaba en ese momento. Lo mucho que había anhelado esto, aunque se había negado en su momento, esto era más fuerte. El torbellino de sentimientos y sensaciones que TaeHyung movía en él, era una locura.

— ¿Qué? —susurraba el chico—. Estoy listo para esto, ni se te ocurra dudarlo —susurraba con sus labios rojos e hinchados.

SeokJin sonreía acariciando su mejilla—. No es eso. Es que... —el profesor apretaba sus dientes.

— ¿Qué? —susurraba TaeHyung.

—Pareciera ser que estás viéndome —decía intentando que su voz no temblará.

TaeHyung sentía que sus ojos se humedecian y sonreía bajando la mirada un momento, luego su mano se posaba en la mejilla de SeokJin con sumo cuidado y tanteaba su rostro y las curvas de este.

—Te veo —exclamaba con voz temblorosa.

SeokJin cerraba los ojos y besaba la palma de la mano de TaeHyung.

Y luego volvían a besarse, profundo y sin apuro. TaeHyung se aceleraba en ocasiones pero SeokJin controlaba el beso mientras lo desvestía con calma y permanecían allí, en ese rincón de la habitación, sus almas entrelazadas como hilos invisibles. El tiempo parecía detenerse mientras sus manos se buscaban, como si el universo conspirara para que estuvieran juntos en ese preciso instante.

SeokJin acariciaba el pecho de TaeHyung, sintiendo cada surco y cada pequeña imperfección. Era como si su piel guardara secretos, historias que solo ellos dos conocían. La calidez de su piel era reconfortante.

TaeHyung, por su parte, no podía dejar de temblar ante el toque familiar de SeokJin. Su cuerpo era un nervio crudo que vibraba con una intensidad ante cada caricia que lo dejaba sin aliento. ¿Cómo era posible que después de tanto tiempo, después de tantos desencuentros, estuvieran allí, compartiendo ese momento único?

—Te necesito —susurraba TaeHyung, como si esas dos palabras fueran la clave para abrir todas las puertas que habían permanecido cerradas durante años.

SeokJin sonreía y lo besaba una vez más, presionando ahora su cuerpo desnudo por primera vez al de TaeHyung, y en ese gesto se reflejaba toda la intensidad que sentía en ese momento. No había necesidad de más palabras. Sus labios se acariciaban suave y dulce, como si estuvieran probando el sabor de la eternidad.

El mundo exterior había desaparecido desde que TaeHyung había cruzado el umbral de su puerta. Solo existían ellos dos, fundiéndose en un abrazo que trascendía el tiempo y el espacio. El cuerpo caliente y pesado de SeokJin encima de TaeHyung se sentía como la gloria, si es que aquello era una comparativa meramente racional para el azabache.

No importaba cuántos obstáculos habían con la falta de vista de TaeHyung o cuántas veces se hubieran alejado el uno del otro en esos meses en los que SeokJin había intentando no sucumbir a sus deseos. Ahora estaban allí, en ese lugar sagrado, construyendo su propio universo.

Y así, entre susurros y caricias, TaeHyung y SeokJin comenzaron a escribir su historia. Una historia de amor que no tenía principio ni fin, solo un presente eterno en el que comenzaban a tocarse con esa desesperación y esa lujuria que los caracterizaba y que había estado en cada encuentro. TaeHyung temblaba clavando sus uñas romas en la espalda de SeokJin mientras sentía la polla de SeokJin clavándose contra la suya. Tan duro y tan listo.

La boca de SeokJin le abandonaba y comenzaba a dibujar con sus labios, besos húmedos sobre su piel trigueña. Haciendo que cada zona ardiera con intensidad, logrando que su cuerpo se pusiera más tenso y repentinamente recordaba colores brillantes e intensos con cada beso depositado en su piel. Ahora la boca de SeokJin se posaba en su pezón y con sus dientes tiraba de allí.

— ¡Ah, carajo! —la maldición salía de sus labios sin su consentimiento y sus manos, las cuales estaban agarrándose de las sábanas, volaban a la cabeza de SeokJin para tirarlo más cerca.

Una risa ronca vibraba contra su pecho—. Tranquilo. Estoy aquí y no voy a ningún lado hasta besarte completo —decía SeokJin pasando su lengua para calmar el ardor y volver a empezar para chupar con más ganas logrando que la cintura de TaeHyung se encorvara mientras él metía su brazo en un medio abrazo debajo de su espalda y se dejaba llevar.

—Oh, dios. Eres-... —Taehyung apretaba sus ojos y sus piernas rodeaban el cuerpo de SeokJin. Su polla tenía fugas y pintaba el abdomen del mayor mientras este ahora jugaba con su otro pezón—. Eres tan rudo y me encanta... Oh, joder —sus manos ahora empujaban la cabeza de SeokJin, él recordaba su primera mamada brindada por este hombre y ahora lo quería de nuevo, quería esa boca en su polla—. Baja baja baja —gemía.

SeokJin sonreía y lo complacía con desesperación porque él estaba esperando probar nuevamente a TaeHyung. Le gustaba todo de este chico, su cuerpo, cada rincón. Desde lo más físico hasta la más superficial y sentimental. Y el sabor que tenía su polla, sutilmente salado, muy cuidado y una polla de ensueño por la que estaba babeando y sin preámbulo alguno, la metía en su boca hasta el fondo. TaeHyung daba un gemido agudo mientras abría más sus piernas y enredaba sus dedos en el cabello de SeokJin.

—Mmm, joder~... Voy a morir de un ataque al corazón —decía entre gemidos sonoros mientras SeokJin chupaba su cordura a través de su dura y larga polla—. Sí, voy a morir. Pero lo haré feliz... —decía con una risa ronca.

SeokJin soltaba su polla con un plop ruidoso logrando que la firme y dura circunferencia de TaeHyung golpeara su abdomen bajo.

—Tú no tienes permitido morirte. Aún no tengo suficiente de ti —susurraba besando los huesos de la cadera de TaeHyung—. Nunca tendré suficiente.

TaeHyung reía como estúpido enamorado. Sí, así reía mientras cubría su rostro sonrojado y escuchaba que SeokJin buscaba por algo y luego una botella era destapada. Su cuerpo se precipitaba con ansias. Tanta anticipación ante lo que venía.

—Necesito que te relajes ahora, de acuerdo... —susurraba la voz de SeokJin, mientras que sentía una de sus manos húmedas en su polla, masajeando y luego los dedos de la otra tanteando su entrada, cubriéndola de lubricante.

—Oh, mierda... Sí, sí, si —decía abriendo sus piernas descaradamente.

SeokJin mordía su labio inferior—. Eres tan descarado, Arpegio.

—Es que te necesito tanto. He soñado contigo dentro de mi, golpeando duro y haciéndome venir.

SeokJin aspiraba con fuerzas mientras uno de sus dedos jugaba con el agujero de TaeHyung.

— Cuéntame tu sueño —pedía con voz ronca, mientras masajeaba la polla de TaeHyung y daba una lamida superficial al glande del chico. Saboreando su pre semen y su lubricante sabor uva.

—Umm, dios. No puedo sumar dos más dos y quieres que cuente mi sueño...

—Intentalo —pedía la voz grave de SeokJin.

Y que maldigan a TaeHyung por querer complacerlo hasta en lo más mínimo.

Así que se esforzaba, recordaba que en la penumbra de su mundo sin luces, su alma ciega se sumergia en un ballet de sensaciones, donde los sentidos se entrelazaban como amantes furtivos.

—El erotismo de mis sueños contigo no se pinta en lienzos visuales, sino en las notas secretas de una partitura ah-... Invisibles —susurraba en un gemido.

SeokJin estaba urgando dentro de él, dilatandolo mientras parecía besarse con su polla porque lo chupaba con suavidad.

—Eres un poeta, Arpegio —susurraba sensual.

Dios, TaeHyung amaba cada vez que le decía Arpegio, aunque no estuviera familiarizado con la razón de llamarle así.

Sus sueños, pese a sus palabras si tenían un cuerpo protagonista, TaeHyung recordaba como se veían algunos en el teatro de su mente, pero si pensaba en SeokJin las caricias no eran caricias, sino susurros de piel que se deslizaban como versos prohibidos. Las manos, sin forma ni color, explorando territorios inexplorados, trazando mapas de deseo en la oscuridad. Los cuerpos de ambos se fundían en un abrazo de sombras, y los latidos se sincronizaban como un poema antiguo.

En este mundo sin miradas, los olores se volvían más intensos: el aroma de la piel, la fragancia de un cabello, el rastro de un deseo inconfesable. Y en el centro del escenario, dos almas que se encontraban en un vals sin forma. No había desnudez visible, pero la pasión ardía como un fuego invisible. Tal y como ahora mientras gemía al ser trabajado y estirado por SeokJin.

En el éxtasis del momento TaeHyung confesaba—. Sueño con la piel que no puede ver, con los labios que intento imaginar, te invento en la oscuridad de mi mente, famelico por sentirte dentro mío. Mis sueños eróticos contigo son como poemas... Ah, carajo —TaeHyung se tensaba cuando su punto dulce había sido acariciado—. Ahí...

—Lo sé —susurraba SeokJin, aún no cesaban sus masajes, estimulación y dilatación.

Tenía dos dedos haciendo tijera en el interior de TaeHyung ¿Cuando había ocurrido eso? TaeHyung apenas había sentido el ardor mientras intentaba buscar las palabras para expresarle sus sueños a SeokJin. Y SeokJin había quedado boquiabierto por lo hermoso que TaeHyung se veía en su cama, or sus hermosas palabras, sus ojos cerrados y sus labios rojos y brillantes por lamerlos y morderlos mientras le hablaba. Él era un perfecto poema. Así que quitaba sus dedos segundos más tarde y buscaba un condón, intentando ignorar la queja de un TaeHyung que se acariciaba si mismo su pecho, y buscaba su polla desesperado.

—Ya. No te toques —susurraba abriendo las piernas de TaeHyung para meterse en medio y posicionar su polla en la entrada del chico.

—Oh, eres grande —susurraba—. No me dejaste tocarte y quería chuparte la polla.

La honestidad del chico ponía a SeokJin todo caliente y ansioso.

—Sí, soy grande —aseguraba SeokJin—. Podemos no hacer esto si crees que te voy a lastimar.

Taehyung reía gravemente ante las palabras de SeokJin.

—Estás loco si crees que quiero parar —aspirando por aire suspiraba y abría más sus piernas—. Puedes hacerlo, campeón. Puedo aguantar. Y lo deseo como un demente.

El castaño relamía sus labios y se preparaba para empujar su polla dentro del agujero de TaeHyung. Se sentía que volvía a su adolescencia porque su corazón no dejaba de palpitar y su cuerpo estaba todo tenso ansioso por tomar y tomar, no quería pensar que podía llegar a correrse ahí mismo solo por meter la punta de su polla dentro de TaeHyung. Todo con ese hombre parecía el doble de intenso y no veía la hora de volverse uno con TaeHyung.

Ya no tenía excusa alguna para parar y detener esta vorágine de intensos sentimientos que lo abordaban y lo inundaban cada vez que pensaba en TaeHyung cada vez que estaba con TaeHyung. Y para ser honestos luego de tantos meses y tantos encuentros yo no tenía ganas de poner excusas, quería hundirse en el cuerpo del chico y quería marcarlo de adentro hacia afuera y reclamarlo como suyo y no volver a soltarlo nunca jamás.

Taehyung había sido hecho solamente para él, para su cuerpo, para sus labios, para sus manos. Solo para él. Y él había sido hecho solo para TaeHyung.

Así que comenzaba a empujar su circunferencia dentro del cuerpo del chico, podía sentir como TaeHyung apretaba su aterciopelada polla erecta y la sensación era fascinante, cortaba su respiración y la volvía irregular. TaeHyung por su lado, no podía comparar aquello con sus momentos de ocio propio dónde se daba placer a si mismo, un poco doblado, incomodo y levemente insatisfecho. Esto sabía a gloria. La polla de SeokJin estirandolo hasta su punto máximo, tocando ese punto dulce cuando sus caderas estaban incrustadas hacia adentro para sentir su pelvis y muslos golpear su culo.

—Oh, joder. Mmm, ah... Me voy a correr rápido, esto será vergonzoso —decía cubriendo su rostro e intentando calmar su respiración.

Una risa grave de SeokJin lo hacía sentir ansioso por ser tomado con fuerza. Todo ese cuerpo vibrando cerca del suyo mientras estaba enterrado en él.

— Relájate y escucha mi voz —SeokJin se inclinaba de repente, poniendo su brazo debajo de la nuca de TaeHyung y el castaño de inmediato rodeaba su cuello desesperado por sentir esa cercanía que lo hacía sentirse más conectado a ese hombre—. Eso es, tan hermoso —su boca buscaba la de TaeHyung y mordía el belfo inferior consiguiendo robarle un gemido al azabache y luego metía su lengua mientras tomaba impulso y la primera estocada hacía gemir a TaeHyung logrando que él se tragara aquel gemido sensual y agudo.

Luego de ese beso y el primer embiste, sus cuerpos comenzaban una sinfonía erótica que cargaba el aire de todo lo bueno, todo lo prohibido y todo lo perfecto que encerraba aquel acto en el que dos cuerpos se fusionaban de la forma más cruda. TaeHyung se aferraba a SeokJin mientras este lo clavaba a la cama con su polla y sus uñas romas comenzaban a pintar esa blanca espalda ancha.

"Mmm ah, joder. Jin, esto es~...". Sus uñas rasguñaban los omóplatos del profesor para sentirlo más cerca, más intenso mientras su glándula era dulcemente maltratada y estimulada una y otra vez. Mientras el momento, en su mundo de sombras era solo sonidos de cuerpos sudados chocando entre sí. Respiraciones agitadas con gemidos melodiosos que salían en diferentes tonos, tanto de sus labios como de los de SeokJin. El aroma de la habitación y sus cuerpos, era lujuria. Lujuria pura con un desbordante deseo de pertenecer y algo más, así debía de oler la lujuria y el deseo.

Juntos eran el acto de pasión más ardiente imposible de narrar con palabras terrenales, su cuerpo sudado debajo del cuerpo de SeokJin era lo más apoteósico que había experimentado y no se imaginaba renunciando a esto.

—No, no, no... —sollozaba.

SeokJin gemía ronco en su oreja, mientras lo mordía y lamía. Era salvaje y a la vez dulce.

— ¿No qué? —SeokJin volvía en sí, dios, estaba tan ido como TaeHyung, introduciendo su polla como si realmente pudiera dejar una marca dentro del cuerpo del otro hombre—. ¿Te hice daño? —decía mirando el cuerpo de TaeHyung debajo del suyo.

—No es eso —susurraba TaeHyung buscando su rostro con sus manos.

Sentía el sudor en las entradas de la frente del otro hombre, hebras humedecidas, tocaban los labios de SeokJin y los sentía más hinchados debajo de sus dedos y sonreía como un tonto enamorado.

—Te ves hermoso —susurraba TaeHyung—. Y sexy.

SeokJin fruncía el ceño y luego sonreía como un imbécil irremediablemente enamorado de todo lo que TaeHyung representaba—. Tú no puedes saber eso —susurraba con una vulnerabilidad que desgarraba a TaeHyung.

Sin embargo él sonreía—. No necesito verlo con mis ojos físicos. Desde que me tendiste una mano meses atrás para un acto tan simple como cruzar la avenida, te veo con los ojos del alma. Con los ojos del corazón —tragando en seco TaeHyung ponía sus manos en los hombros de SeokJin y lo empujaba para cambiar roles.

SeokJin no luchaba, lo dejaba controlar el momento mientras veía a TaeHyung completamente desnudo, despeinado y sudado encima suyo. Era irreal. Y sus ojos parecían encontrarlo de nuevo en su mundo de sombras. Su mano iba en dirección a la mejilla de TaeHyung y cuando su pulgar rozaba los labios del azabache, este abría su boca, él metía su dedo y TaeHyung chupaba, cerraba sus ojos y comenzaba a moverse encima de él con un vaiven que tocaba su punto dulce y apretaba la polla de SeokJin con una sensación arrebatadoramente placentera.

TaeHyung se estaba apoyando en su pecho para anclarse, pero necesitaba sentarse más erguido para tocar su próstata a la perfección, así que anclaba sus brazos en los muslos de SeokJin y tiraba su cabeza hacia atrás mientras gemía de forma dulce y aguda. Esa voz grave suave y rota era melodía para los tímpanos de SeokJin mientras este, pasaba sus manos por su pecho, jugaba con los botones de sus pectorales y luego bajaba por su abdomen, y comenzaba a masajear la polla de TaeHyung mientras este comenzaba a saltar encima de él desesperado.

—Eso eso, Arpegio... —alentaba SeokJin con su voz ronca y demandante—. Un poco más.

—Oh, joder. Ah, mierda, lo siento —TaeHyung se sentía sobre estimulado por todos lados. Su agujero, su polla. Su piel, sus labios bien besados y mordidos—. Mis piernas~...

—Shhh, tranquilo —decía SeokJin fijando sus manos en la cintura estrecha del chico y posicionado sus talones en el colchón para comenzar a empujar hacia arriba con una precisión mortalmente placentera—. Ah, si si si.... Sigue así, por favor, por favor.

SeokJin mordía su labio inferior y se sentía endemoniado, envuelto en un torbellino de posesión, pasión y lujuria, queriendo explotar dentro de TaeHyung mientras este estallaba encima de su cuerpo mientras daba estocadas que no parecían naturales para TaeHyung. Era rápido y justo golpeando en su glándula una y otra y otra vez.

—Hyung~.... ¡Ah, SeokJin! —TaeHyung se corría con largos chorros blancos que manchaban su mentón y el pecho de SeokJin, temblando encima de su profesor y amante mientras se descargarba y SeokJin lo masturbaba hasta dejarlo completamente vacío.

Repentinamente, en el proceso en que temblaba y gemía mientras dejaba a SeokJin ordeñar hasta lo último de su esencia, lo dejaba debajo de su cuerpo una vez más, lo abrazaba apretado y fuerte, juntando sus pechos, corazones acelerados latiendo entre sí, golpeando y sintiendo la euforia de aquella consumación que había drenado a TaeHyung por completo de toda energía, todo estrés. Se sentía ligero mientras era abrazado por un SeokJin que lo sostenía a una pulgada de su vida y luego con un gemido ronco se venía dentro de él.

TaeHyung tenía rodeado al grandote por la cintura, pero cuando lo sentía temblar y acabar, bajaba sus manos a bonito culo de su profesor y amante, y empujaba cuesta abajo para que SeokJin se hundiera aún más dentro de él. Si tan solo era posible y le encantaba la sensación del último empuje de SeokJin para enterrarse más profundo en su cuerpo, en su mente y en su corazón.

La respiración de ambos era el único sonido en la habitación, también se oía una película de fondo. Claro, SeokJin estaba viendo una película antes de que todo importará absolutamente nada cuando TaeHyung había tocado a su puerta. Los brazos del chico lo apretaban más fuerte aunque él temia estar aplastándolo, pero no quería salir y TaeHyung no quería que saliera.

—Por favor la próxima vez no uses nada —susurraba TaeHyung—. Quiero tu esencia completamente dentro de mí —susurraba en el oído de SeokJin.

El castaño reía, estaba felizmente agotado—. De acuerdo. Estoy limpio, puedo hacer eso —prometía besando el rostro de TaeHyung con besos dulces.

—Y tú fuiste el ladrón que se llevó mi casi virginidad. Joder, tu polla llegó a lugares que no sabía que tenía —exclamaba y luego estallaban en risas.

Risas melodiosas que llenaban el alma. Risas cómplices que hacían a sus corazones llanerse de ilusión y obsesionarse más de lo que estaban con el otro.

TaeHyung no quería pensar en el después, solo quería quedarse en ese momento. Sabía que no sería el último. Sino el primero de muchos más. Y cuando los besos de SeokJin cesaban él suspiraba, pero la voz melodiosa de este hombre exclamaba:

—Me tienes envuelto en tu dedo meñique, arpegio. Suerte intentando liberarte de mí.

TaeHyung sonreía—. Suerte a ti lidiando conmigo. Tengo un apetito sexual que se puso peor después de tener tu polla en mí y conmigo es todo sensaciones que necesitarás mantener a flor de piel constantemente —admitía—. Soy un desafío y un poco torpe aún, voy a necesitar más clases, de todo. Contigo.

SeokJin reía de forma ronca—. No te preocupes, mantendré tu apetito sexual a raya, Arpegio —prometía y luego besaba la comisura de los labios de TaeHyung mientras sus dedos acariciaban las clavículas del chico y bajaban dejando un camino invisible que ponía la piel de TaeHyung de gallina y un escalofríos bajaba por su columna y se asentaba en su bajo vientre, tentando a la naturaleza de su cuerpo extasiado a volver a empezar aquella travesía—. No eres torpe. Eres ansioso y maleable. Me encanta, te enseñaré lo que sea que quieras aprender de mi. Y aprenderé a mantener tus sensaciones a flor de piel todo el tiempo —susurraba gravemente.

Sí, TaeHyung estaría listo en cinco minutos, y esperaba que SeokJin estuviera listo con él. Porque aquello recién comenzaba y estaba seguro que a pesar de estar cien por ciento satisfecho nunca se sentiría totalmente saciado de ese hombre y siempre, siempre querría más.

—Cinco minutos más y estoy listo para que me vuelvas a sacudir y más —exclamaba.

SeokJin reía a carcajadas encima de él, y esa risa era como una vibrante melodía para TaeHyung. Quería escucharlo reír aún más, tanto como deseaba volver a oírlo agitado, ronco y lleno de demandas. TaeHyung continuaba escuchando a SeokJin mientras las risas se desvanecían en el aire. La luz de la luna se filtraba a través de las cortinas, pintando su piel con tonos plateados para SeokJin. Aún eran un misterio para el otro, un enigma que TaeHyung no podía resolver por completo. Pero eso no importaba. Lo que importaba era el presente, este momento compartido en la penumbra de la habitación y de su mente.

SeokJin se ihabia inclinado hacia él, sus labios rozando la piel sensible de su cuello. TaeHyung sentía un escalofrío recorrer su espalda otra vez. Las manos de SeokJin eran cálidas, seguras, y TaeHyung se dejaba llevar por la intensidad del momento. No había palabras, solo susurros y suspiros.

— ¿Qué más deseas, TaeHyung?" —murmuraba SeokJin contra su piel.

TaeHyung cerraba los ojos. ¿Qué más deseaba? No era una pregunta fácil de responder pese a que había expresado que deseaba que SeokJin lo sacudiera de nuevo y más. Pero en ese instante, lo supo. Quería más de esto, más de SeokJin. Quería explorar cada rincón de su alma, descubrir los misterios que lo envolvían.

—Quiero tus risas y tus silencios —confesaba demasiado vulnerable TaeHyung—. Quiero tus caricias y tus miradas, aunque no pueda verte, igual imagino tus ojos en mi mente. Quiero que seas parte de mi mundo, SeokJin.

El castaño sonreía, y TaeHyung sentía que el universo entero se alineaba a su favor.

—Entonces, eso es lo que tendrás —exclamaba SeokJin—. Porque tú también eres mi enigma, mi melodía secreta. Y quiero descubrirte a ti a tu mundo, TaeHyung. Anhelo con locura más de ti y de nosotros, Arpegio.

TaeHyung parpadeaba y preguntaba entre sonrisas tontas y suaves —. ¿Por qué Arpegio? —susurraba.

SeokJin lo contemplaba, admiraba y sonreía—. Porque eres la armonía que completa mi canción.

Y así comenzaba su historia, una historia de risas y suspiros, de caricias y susurros. SeokJin y TaeHyung se convertían en dos estrellas errantes, destinadas a cruzarse en el vasto cielo de la vida. Y aunque no sabían qué les deparaba el futuro, estaban dispuestos a descubrirlo juntos.

Fin.

Ay, seguro hay errores de dedos salvajes. Espero la haya pasado bonito tantos los que están en pareja como los solteros.

Otra historia cortita que se va 🫣 les prometo JUNE 28 prontito. Ahora disfruten de esta pequeña joyita cortita y gracias por tanto apoyo y paciencia. 🥹💜

Con amor niñita Nanykoo 💜

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