Un fuerte estruendo producido por un trueno me despertó del profundo sueño que había conseguido gracias a una dosis de Valium, la fuerte lluvia que había empezado a caer a primeras horas de la madrugada por fin amainaba y mi frío dormitorio permanecía en total oscuridad, me gire para encender las luces led revelando así la inmensa habitación color gris, junto a una serie de vitrinas llenas de trofeos, placas, medallas y fotos, todas de mi participación en competiciones de arquería en los últimos ocho años. Otra pared estaba cubierta de un mosaico de fotos viejas y nuevas cuyo fin no era otro que mostrar mi progreso en mi nuevo y creciente hobby, había pasado gran parte de la noche y la madrugada preparándome para los exámenes de admisión de la universidad, un recordatorio de que era una adolescente más de dieciséis años con una buena posición social en Margarita, lo suficientemente inteligente como para entrar y salir de casa, claro está con el debido permiso de mis padres. Observe el reloj sobre la mesa, marcaba las seis y media, me desperece y tambaleante, me dirigí hasta el baño, que era casi tan espacioso como el dormitorio, y cerré la puerta. Oí correr el agua de la ducha y me giré solo para toparme con la mirada escrutadora y confusa de Maggie.

-Mierda, Maggie había olvidado por completo que estabas aquí- le respondí con un pequeño sobresalto, mostrándome imprecisa, como si mi reacción fuese causada por una desconocida.  Me dirigí al lavamanos y procedí a iniciar mi ritual básico de aseo matutino.

-Buenos días a ti también y… ¿Cómo es eso siquiera posible?- Pregunto Maggie divertida. Mientras yo la enfocaba por medio del pequeño espejo que tenía en frente del lavamanos. La manera vacilante en que ella había pronunciado las palabras con su tono brillante   había hecho que sonase extrañamente íntimo.

-No tengo una explicación- vacile. Por qué a pesar de haber hecho un repaso rápido en mi cabeza de las últimas horas, no recordaba otra cosa que estar concentrada en el estudio.

- Supongo que es una combinación entre el valium y el cansancio- respondí finalmente, mientras empecé a lavarme los dientes, me gire para no darle la espalda, El hecho indudable: Maggie Modesto era sin lugar a dudas la adolescente más buena del liceo; era sin duda la fantasía con la que se masturbaban los chicos, con a la que soñaban hacerle el amor.   Era el ideal de los chicos adolescentes, cualquier chico y quizás una que otra chica se habrían sentido afortunados de estar con ella. A eso había que añadir que era lista; Maggie no era ninguna estúpida, sabía lo que quería y a sus dieciséis ya sabía cómo usar sus armas a cabalidad.

- Pensé que ya lo tenías bajo control- Me dijo mientras empezaba a enjabonarse el cuerpo.

-Ni de lejos, no es un interruptor que pueda encender o apagar Magg- le respondí, y era cierto, últimamente todo me parecía un mal chiste. Mi padre se había sumergido en el alcohol nuevamente y debido a eso ha tenido nuevamente problemas con mi madre y Roberto, mi hermano cada vez se distancian a más de la familia. Ahora sí tenía muchas razones para la ansiedad, pero no planeaba discutirlo con Magg.

-Lo siento- lo dijo de tal manera que pude sentir en realidad su pena. Algo que debo decir de Magg es que ha sido mi puerto seguro, mi amiga más incondicional y en parte una hermana desde que estábamos en primero de bachillerato.