8"La corte"
- ¿Piensa ganarse a todos con ese llanto patético?- salió de los labios de Jisoo de manera indignante.
Hanna sonrió.
- Bien sabes que esta mujer es más astuta de lo que parece. - le recordó.
- Pobre, está tan lastimada.- salió de los labios de Hae Soo en su murmuro lastimero.
Las presentes la miraron incrédulas.
- ¿Te lo creíste?- cuestionó su madre.
- A esa mujer le da igual que ese niño esté desaparecido.- susurró Jisoo.
La castaña suspiró.
- si tanto les desagrada que Nam Mi esté de regreso y que exprese su dolor por ese niño...- se levantó para mirarlas-...presenten sus quejas ante la corte si es que tienen evidencias concretas para incriminarla.- Jisoo y Hanna se miraron- Pero mientras no las tengan, dejen de hablar acerca de esa pobre mujer.
Hanna dejó salir el aire.
- No te preocupes querida, no voy a sucumbir a difamarla.- le aseguró.
La castaña asintió más tranquila para hacer una corta reverencia y caminar hacia la puerta aparentemente con seriedad... porque tan solo escuchó a sus espaldas esas palabras, una sonrisa apareció en su rostro.
- Enviaré una solicitud para la corte, mañana mismo voy a volver a traer al caos...
○○○
La pelirroja miraba a sus pequeños dormir, sonreía enternecida. Acarició sus mejillas mientras lágrimas silenciosas caían por sus ojos.
- Los extrañé tanto... Agh...- un sollozo lastimero salió de sus labios. - Mamá los extrañó tanto que le duele el corazón...- varias ristas llenas de emociones encontradas, se hicieron presentes- Aún recuerdo cuándo los tuve en mis brazos por primera vez, estaban tan pequeños...
A pesar de la situación en la que estaba viviendo, tener a sus gemelos junto a ella era cómo la medicina que necesitaba.
- Han crecido y no estuve con ustedes...- rompió en llanto de manera repentina- No te-tengo dere-cho a ser llamada ma-dre...Agh...- El aire comenzaba a faltarle.
La mujer que la veía a unos pasos de ella, negó con la cabeza para acercarse a su Sultana y tomar sus manos, apartandolas de los niños.
- No diga eso, mi Sultana...- pidió provocando que la menor la mirase. - Usted es digna de ser llamada madre.
Nam Mi negó con lágrimas desbordandose de sus preciosos ojos.
- No, no Eun Bi. - salió de sus labios de manera lastimera.- Los dejé por varios meses, no estuve en sus momentos más complejos cómo bebé. Ni siquiera estuve para Suho...
Eun Bi sonrió con ternura.
- ¿Cree que cuatro meses harán una diferencia?- le preguntó mirando a su Señora, Sultana y amiga- Usted estará toda su vida con ellos, los verá pasar la niñez, la adolescencia y finalmente la juventud. - le recordó con una sonrisa que calmaba el corazón de la pelirroja- Incluso escuchará cuándo le diga mamá, los verá casarse y formar su propia familia.- Nam Mi jadeaba- Créame Sultana, cuatro meses no harán la diferencia.
- ¿Qué pasa si no me recuerdan? Ha pasado tanto tiempo desde que me vieron...- podía ver su inseguridad.
- Estuvieron nueve meses en vuestro vientre, Emperatriz. - le recordó- Sintieron el calor, las emociones, el olor y el amor de usted, su madre. ¿Cree que eso se olvida en cuatro meses?- cuestionó tratando de alejarla de esos pensamientos- Usted luchó por ellos, hizo todo por ellos, nadie dudaría del inmenso amor que le tiene a los príncipes. - Nam Mi asintió lentamente- En cuánto al príncipe Suho, usted no tiene culpa alguna. No podría saber lo que pasaría. Más tan pronto llegó a usted esta impactante noticia, no dudó ni dos segundos en abandonar Turquía para velar por el rescate del príncipe. Todos hemos sido testigo de vuestro dolor, mi Sultana...
- Mgh...- balbuceó uno de los gemelos mientras dormía.
Ambas mujeres lo miraron.
- hasta Seojun lo confirma.- sin poder evitarlo, rieron. -
Eun Bi era muy buena en sus palabras.
- Gracias por estas palabras, Eun.- agradeció con una sonrisa en su rostro.- Estoy tan sensible últimamente, completamente sumergida en mis dolores y arrepentimientos...- expresaba perdiendo su mirada en él limbo.
- La entiendo...
De manera repentina, las puertas fueron tocadas desviando la mirada y conversación de las dos mujeres. Ambas soltaron sus manos, Nam Mi limpió sus mejillas para que no quedara rastro de lágrimas.
- Adelante. - dio el permiso.
Las puertas se abrieron dejando ver esa silueta que causó confusión en la pelirroja.
- Tú...- es lo primero que pudo decir...
●●●
Finalmente todos estaban en el Salón del distrito, dónde se llevaban a cabo las decisiones de la corte. El Emperador permanecía en su trono, a su derecha estaba Jisoo, la segunda Reina mientras a su izquierda, se encontraba la Reina Viuda.
Indiscutiblemente, faltaba la segunda persona más importante de la membresía de la realeza y perteneciente a la corte. Aún así, no le daban relevancia, pues para cada hombre de la corte, ésta permanecía en Turquía. Nadie entendía la razón por la que había abandonado su Reino, pero ni siquiera el gran Visir se atrevía a decir una palabra.
El Gran Visir junto a otros representantes de la corte, lideraban la parte derecha, la que representaba la parte interna del Palacio, de la Dinastía. Mientras el Consejero Real representaba la parte externa junto a otros integrantes.
Nadie sabía el motivo exacto de la urgente reunión, hasta que la Reina Viuda decidió tomar la palabra dando el primer paso.
- Si me lo permite, su alteza...- miró al peli negro quién tenía una mirada cansada, dando por hecho la pésima noche que tuvo- ...diré el motivo por el que pedí una reunión con todos los miembros de la corte. - Jungkook asintió para proceder a decir unas palabras.
- Concedido- respondió- Pero aún no estamos todos. - Hanna sonrió un poco- Y usted lo sabe.
- Está en lo correcto, su majestad. - reconoció su error- Pero la persona que es juzgada, siempre espera su veredicto fuera de estas cuatro paredes en el que se decide su futuro. - Los miembros de la corte se miraron entre sí, algo confundidos mientras Jungkook alzaba una ceja entendiendo el camino de sus palabras- Siempre ha sido de ese modo, ¿o estoy equivocada?
Hanna se levantó de su trono, para mirar a Jungkook.
Jisoo se mantenía seria, manteniendo su postura.
- ¿Demandas contra la Emperatriz y Madre Imperial, Sultana?- indagó algo perplejo el peli negro.
Hanna dejó salir el aire.
- Está en lo correcto.- respondió, admitiendo sus demandas- Después de lo sucedido meses atrás, no puede seguir obteniendo y cargando sobre sus hombros, títulos tan importantes. - Jungkook cerró sus ojos con fuerza, era evidente que algo así sucedería. Después de maldecir en su mente, regresó a mirarla- Comprendo si su majestad intenta no darle relevancia a sus errores, pero estas fallas... - ladeó la cabeza escuchando a su madre quién miró hacia el frente para dar a conocer la verdad a la membresía de la corte-...son traiciones.
Todos hablaban en murmullos, no podían creer lo que la Reina Viuda les decía.
- ¿Está usted consciente de sus acusaciones, Reina Viuda?- le preguntó el Gran Visir. - Tal difamación, podría dejarla en el exilio durante años o quizás hasta el último bombardeo de su corazón.
Hanna pasó saliva por su garganta, de manera torpe. Jungkook estaba muy cansado de todo, no tenía mente para las acusaciones sin base de su madre porque sabía bien, que era ella quién no estaba limpia de pecados.
- No tengo nada que temer, no cuándo no fué mi persona quién traicionó al imperio. - Jungkook dejó salir una pequeña risilla la cuál sólo fué vista y escuchada por la mujer a su derecha, Qi Jisoo.
- ¿Qué opina usted de eso, Segunda Emperatriz?- preguntó el Consejero Real mirando fijamente a Jisoo, quién tomó aire algo tensa. Misteriosamente todas las miradas se posaron en su persona- La Sultana exige que vuestra hermana quién es la Emperatriz Real, sea despojada de sus títulos. ¿Está usted de acuerdo?
¿Hermana?
¿Era burla?
Esas palabras pasaron por la mente de todos los presentes, sobre todo de la mujer que mantenía las miradas en ella de manera expectante.
- Estoy tan desconcertada cómo vosotros- habló finalmente, la Reina Viuda la observó totalmente sorprendida por sus palabras. - Sultana. - dirigió su mirada a la Viuda, Jungkook la miraba algo curioso- ¿Cómo puede tener la osadía de denigrar y difamar de ese modo a la Emperatriz?- Hanna dejó salir una risita irónica acompañada de un jadeo- Esto es inaudito...- murmuró con falsa desaprobación.
Jungkook suspiró.
- Presente las pruebas a la corte, Sultana. - ordenó.
Ante las palabras de su hijo, respiró tranquila.
- No hacen falta pruebas cuándo la mayor, fué la inolvidable masacre de hace meses atrás. - le recordó- Dónde varias personas resultaron heridas y entre ellas, mi persona.
Todos asintieron.
- Entonces, usted asegura que la Emperatriz es una traidora y saber el motivo exacto de tal rebelión. - más que una pregunta fué una respuesta, por parte del Gran Visir. -
- Por lo que pido revocar todos sus títulos y que los niños, queden bajo el cuidado de la Segunda Reina o bajo mi manto. - dio por hecho.
Jisoo hizo una mueca.
- Los príncipes no entran en debate.- anunció Jungkook con firmeza, llamando la atención de todos- Los príncipes no serán criados ni permanecerán bajo el cuidado de ninguna persona que no sea su madre.
Jisoo regresó a verle.
- Esta decisión no la toma solamente usted, su majestad. - se atrevió a decirle. Jungkook la miró enarcando una ceja. Ella sintió por un momento el miedo correr por sus venas, más supo que debía continuar- La Emperatriz está siendo juzgada por delitos muy graves, los niños no pueden permanecer junto a ella hasta que su veredicto final se haya decidido. No obstante, esto concierne el futuro de cada príncipe y de la Dinastía. Por lo que debe aceptar la decisión que todos en esta Corte, tomemos.
Jungkook bajó la mirada por un cortos segundo en el que sonrió.
- ¿Usted también considera que debemos investigar y llevar a cabo las Demandas de la Viuda?- preguntó el Consejero Real alzando una ceja, mientras miraba a la segunda Reina- Anteriormente dio por hecho su desacuerdo.
Hubo silencio en esa sala, la tensión se hizo presente. Jisoo ni siquiera pudo pronunciar palabras. ¿Qué podría decir? Ella misma se colocaba una soga en el cuello.
Mientras todos esperaban una respuesta por su parte, la cuál nunca llegó, El Sultán decidió dar su veredicto final.
- Ninguna decisión en esta Corte se toma sin mi consentimiento. - su rostro dejó reflejada la seriedad- La Emperatriz y yo, somos los únicos que podemos aprobar la decisión tomada por el Gran Visir junto al Consejero Real. - le recordó- ¿Qué le hace pensar que no puedo tomar esta decisión por mi cuenta?- indagó tensando su mandíbula- Los niños no entran en debate, así que no vuelva a contradecirme. - le sostuvo la mirada, de manera fría, amenazante.- No hay suficientes pruebas para incriminar a la Reina Madre Imperial.- desvió la mirada para pasarla en la corte- Por lo que esta Reunión se da por terminada.
Se puso de pie, dispuesto a salir.
- Su alteza...- intentó hablar Hanna para evitar que cerrara el caso, pero fué interrumpida por las grandes puertas que se abrieron dejando en evidencia la presencia de una persona, que hizo temblar a la mayoría de los presentes.
Las puertas se abrieron, la silueta del príncipe Namjoon se hizo ver. La corte se reverenciaban mientras este, mostraba su respeto a sus superiores que los miraban desde la altura de sus tronos.
- ¡LA REINA MADRE IMPERIAL!- anunció una vez se reverenció, para hacerse a un lado dejando finalmente que la presencia que sacudió a todos los presentes, se hiciera notar.
Jungkook se le quedó mirando por varios segundos, se veía bien a pesar de haber llorado en la noche. Estaba deslumbrante, cómo una estrella que salía en la noche para resaltar en medio de la oscuridad. Así que dejó salir el aire para sentarse.
Jisoo se puso de pie con molestia, para hacerle una corta reverencia con la cabeza al igual que Hanna.
- ¡SALUDOS A LA REINA MADRE IMPERIAL!- dijeron al unísono todos los miembros de la corte.
La hermosa pelirroja de vestido azul, con bellas rosas del mismo color ilesas en él, deslumbraban creando un hermoso contraste con sus ojos y cabellera.
- ¿Una Reunión sin mi presencia?- preguntó mientras caminaba hacia la zona de los tronos, bajo la atenta mirada de los hombres de la corte que quedaban hechizados con su belleza y elegancia.
Los ojos de Nam Mi se encontraron con los hermosos orbes oscuros de Jungkook, pidiendo explicaciones. O eso parecía ante los ojos de los demás porque la realidad era otra.
Se sostenían la mirada, preguntándose a través de telepatía varias incógnitas y preocupaciones.
-¿Estás bien?- le preguntaba el peli negro con solo mirarla.
-No lo sé, la vida se me desmorona cuándo no te tengo a mi lado... ¿Acaso no te sucede lo mismo?- le respondía y preguntaba sin emitir palabra alguna, sin ni siquiera hacer un mínimo sonido con sus labios o garganta. La mirada se encargaba de hablar por sus labios.
-¿Tiene sentido seguir viviendo si no te tengo junto a mí? Eres mi vida, Anastasia. Es por tí y nuestros hijos, que le rezo cada noche a Allah, que me otorgue una larga vida si ustedes forman parte de ella. - respondía en su mente, sintiendo su corazón latir con fuerza con cada paso que daba la pelirroja.
-¿Enserio su alteza? ¿Qué pensar cuándo usted me denigra, permitiendo que alguien más sea parte de nuestro amor?- ni siquiera sus bellas pestañas largas, se movían sobre sus párpados. Más la mirada era fija, acompañada de pasos seguro. El mundo entero dejaba de existir para ellos.
-¿Cree que pude entregarle mi cuerpo a esa mujer que habita en mis aposentos? Han pasado meses, Reina mía, Allah es testigo de la sinceridad de mis palabras y mi corazón. - respondió sintiendo sus manos sudar.
Nam Mi detuvo su andar, la fragancia de coco y flores que desprendía su persona, era exquisita.
Su corazón latió con fuerza al estar tan cerca de Jungkook, las ganas de derramar lágrimas y correr a sus brazos, estaban presentes. Pero ella tomó aire para finalmente desviar la mirada de ese peli negro que era capaz de enamorar hasta a la mujer más siniestra. Su postura temible se hizo presente, para posar sus ojos en Hanna y lentamente, posarlos en Jisoo quién ocupaba su trono.
- Perdónanos, su excelencia. - habló el Gran Visir- No estábamos informados de vuestro regreso.
Nam Mi asintió. Sin ni siquiera pensarlo tanto caminó subiendo los pequeños escalones que la llevaban a los tronos dónde estaba su esposo, suegra y lastimosamente, la segunda mujer de Jungkook.
No fué hacia la Reina Viuda, ni tampoco hacia Jungkook, todo lo contrario, pasó de ambos. Pero no de ella, no de esa peli negra. Se detuvo frente a su persona, mirándola fijamente. Su oponente hizo lo mismo.
- Ocupas mi trono, en el cuál tienes prohibido poder sentarte.- le recordó, la peli negra suspiró tratando de calmarse.
Todos la miraban atentamente, esperando una reacción.
- Por favor, acepte mis disculpas. - fueron sus palabras para levantarse con brusquedad, era obvio que no estaba de acuerdo.
Caminó hacia la Reina Viuda a paso lento, mientras Nam Mi se sentaba en su trono.
- Ocupa mi trono, querida Madre.- le dijo llamando la atención de todos. Nam Mi sonrió en silencio. Hanna dejó salir una pequeña risita de ironía viendo a Jisoo sentarse en el trono de plata.
- ¿Es esto un insulto hacia mi persona?- cuestionó para todos- Debería estar sentada jugando a la acusada. ¿Por qué la Reina Viuda debe quedarse de pie?
Jungkook alzó ambas cejas dejando salir el aire, su madre estaba siendo muy patética. Era cómo si hubiera adquirido la personalidad anterior de Jisoo y ésta la de ella.
Sin embargo, Nam Mi llevó sus manos a sus muslos para dejarlas descansar ahí, mientras poseía una pose recta e intimidante. Dejando en evidencia que estaba lista para atacar. Así que decidió responderle a su bella suegra.
- Porque ahora usted, será la juzgada...
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¡PERDÓNENME LOS ERRORES!
¡ADIÓS!💜💜💜💜💜💜💜
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