15"Guerra de poder entre Sultanas"
La llegada del príncipe al palacio, fué una alegría total para gran parte de las personas que vivían en este. Finalmente los tres príncipes estaban juntos, por lo que el palacio estuvo de fiesta durante toda una semana.
Los días fueron pasando, todo comenzaba a tomar orden. La investigación respecto a la persona que ayudaba a Lía, quedó en el olvido al no poder tener sospechosos contundentes. El palacio regresaba a tener orden, Nam Mi se había convertido en la encargada de dirigir el Harén, nada se movía sin que ella diera la orden. Su poder comenzó a crecer cada vez más, inclusive su riqueza. El mundo entero ya sabía de la existencia de Hümasąh la turca, Anastasia la esclava, aquella que llegó siendo nadie y terminó siendo el orden supremo después del Sultán.
Tras su regreso definitivo a su palacio, estando al frente de sus tres hijos varones, su título de Madre Imperial cobró más fuerza. Todo aquel que la veía, se reverenciaba ante ella. No había mujer en el mundo, más poderosa que ella. Respecto a su relación con el Sultán, no habían permanecido juntos por más de algunos minutos, al no ser que su alteza tuviera la intención de visitar a los príncipes.
Parecía que nada podría volver a unir a esos dos enamorados, ni siquiera sus tres hijos que lograban que ambos cruzaran miradas por algunos minutos en el tiempo que los visitaban. La pelirroja tenía demasiado orgullo, para ir a correr a sus brazos. Mientras Jungkook gozaba de palabra de no buscarla más; ambos se negaban a pasar tan siquiera una tarde o noche juntos, a pesar de que el deseo fuera más fuerte que ellos.
¿Podía existir tal bendición? Quizás Allah ya la había mandado y solo era cuestión de tiempo. La pelirroja llevaba días sin poder probar bocado, se negaba a comer porque se sentía con sobre peso. A decir verdad, desde hacía meses atrás ganaba peso de manera extraña, pero dos meses después comenzó a hincharse. El miedo corría por sus venas, definitivamente eso no era normal, su vientre estaba algo abultado. ¿Estaba enferma? Se lo preguntaba cada día. Síntomas fuera de lugar, comenzaban a asecharla cada día. Sentía una opresión en el vientre, justamente al lado derecho casi cerca de las costillas. Varias veces llegaba a sentir que le faltaba el aire, era sofocante hasta el punto de perder el control y desmayarse.
— Sultana, llamaré a la Doctora.— anunció Eun Bi algo preocupada.
— No es necesario, este mal estar pasará pronto. No te preocupes. — le hizo saber mientras tocaba su estómago, sin poder evitarlo varias muecas de dolor aparecían en su hermoso rostro.
— Pero Sultana, lleva días sintiéndose así. ¿Qué pasa si sufre de algo? Qué Allah no lo quiera...— su preocupación era notoria, más la pelirroja comenzaba a preocuparse también.
Caminó hacia el espejo, sintiendo una fuerte opresión en el pecho. La noche finalmente había caído, tenía algo de sueño pero le era imposible dormir con tal opresión y dolor.
— ¿Se durmieron los niños?— preguntó tratando de olvidar tal dolor.
— Así es mi Sultana. Duermen cómo hermosos angelitos— le respondió con una leve sonrisa.
— Eso me tranquiliza...
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Jisoo...
—Espero todo esté impecable — dije mientras caminaba hacia él Harén, dónde estaban todas las muchachas.
— Todo en orden, mi Reina.— contestó una de mis esclavas de mayor confianza.
La miré sin dejar de caminar.
— ¿Enviaste mi regalo al Sultán?— cuestioné con curiosidad.
Ella asintió con la cabeza.
Miré hacia el frente, sin poder evitarlo sonreí.
— Veamos cómo reaccionas a esto, querida...— murmuré con entusiasmo y malicia.
Caminé con seguridad, sintiendo mis caderas hacer un vaivén y mis manos mantenerse a la altura de mi vientre bajo, siempre con elegancia.
Cuándo los guardias notaron mi presencia, bajaron la cabeza haciendo una reverencia para anunciar mi llegada.
— ATENCIÓN, SU MAJESTAD ESTÁ AQUÍ...—amaba cuándo anunciaban mi llegada, me hacía sentir tan poderosa que cada parte de mi cuerpo, expresaba mi poder a través de elegancia.
Todas las criadas se levantaron haciendo una reverencia hacia mí persona, caminé por el pasillo, que todas crearon al posicionarse una frente a la otra. Las miré con arrogancia.
— Buenas noches, muchachas...— saludé para detenerme.—Esta noche quiero que haya música, baile...— al comunicar mis deseos, inmediatamente sus rostros se iluminaron con una sonrisa—Qué todos en el palacio, se enteren de la fiesta que dará la Gran Reina Imperial...— para que esa perra se entere de la sorpresa que le preparé esa noche.— Pongan música, bailen, disfruten de esta velada. — las muchachas sonrieron para murmurar entre ellas. Entonces mis ojos se encontraron con la persona que realmente estuve buscando desde que llegué al Harén. Su mirada era de desaprobación, más no pude evitar sonreír — Baekyung...— llamé, lo vi reaccionar y acercarse a mí con cautela.
— Mi Sultana...— casi cantaba esas dos palabras—
— Ve a la cocina y asegúrate de que preparen mucha comida para esta noche.— ordené mirándolo fijamente a los ojos.
— Sultana, disculpe que me meta...— comenzó a hablar con temor, alcé una ceja sabiendo perfectamente lo que me diría — Pero, ¿la Sultana está enterada de dicha celebración?— sonreí levemente ante su pregunta.—
— ¿Qué insinúas?— cuestioné para ponerme totalmente seria— ¿Crees que debo decirle todo lo que hago o dejo de hacer? — lo vi palidecer al notar cómo comenzaba a enojarme.
— No... n-no quise decir eso, mi Sultana — tartamudeo.— Pero usted sabe, que la segunda Reina...— ni siquiera lo dejé terminar cuándo di un paso al frente, bajo la atenta mirada de todos.
— ¿Intentas enseñarme las costumbres?— Mi voz comenzó a ser más elevada—
— ¡No! — respondió de inmediato — Incapaz, mi Sultana.
— Baekyung, solo haz lo que te ordené y no te atrevas a cuestionar ninguna de mis órdenes porque si me haces enojar una vez más...— me acerqué a él con cautela, viéndolo tragar fuertemente —... juro que te cortaré la lengua...
Mi voz salió neutra, causando miedo al susodicho. Este inmediatamente hizo una reverencia para marcharse. Más en ese mismo instante, el regalo que le había enviado a su majestad; pasaba con un hermoso vestido celeste frente sus ojos.
Lo vi mirar a la mujer con asombro, totalmente estupefacto. Llevó su mano derecha a sus labios, cómo aquel que no puede creer lo que ven sus ojos. Se volteó con rapidez para mirarme por cortos segundos y avanzar con rapidez hacia los corredores.
Sonreí totalmente victoriosa. Estaba segura que su majestad recibiría a esa muchacha, era demasiado hermosa.
Miré a mí criada dándole la señal de que puede empezar la fiesta, esta alzó su mano después de mi orden, dándole la señal a las esclavas para que tocaran los instrumentos y comenzaran a bailar.
Caminé hacia el trono y los cojines que habitaban en el suelo. Indiscutiblemente sería una gran noche...
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Nam Mi...
— Quiero que mañana le den un paseo a los príncipes, por el jardín privado.— anuncie mientras me despojaba de mis anillos — Respirar el aire fresco de la naturaleza, les hará bien.
— Cómo desee mi Sulta...— no pudo terminar cuándo la puerta fué abierta de manera brusca, dejando ver a uno de mis sirvientes de mayor confianza caminar hacia mí con temor en su mirada.
— ¿Qué insolencia es esa?— cuestioné totalmente enojada por dicha conducta. Él detuvo su andar frente a mí para hacerme una reverencia y demostrarme su respeto a pesar de dicha entrada — ¿Por qué no tocas la puerta y esperas a ser recibido?
— Discúlpeme mi Sultana...— su voz temerosa me alertó por completo, así que ladeé la cabeza esperando una explicación — Pero me temo que en el Harén está ocurriendo un acontecimiento que no es de su agrado.
Di dos pasos hacia él, aún sin entender bien.
—¿Me dices que hay problemas en el Harén?— cuestioné alzando una ceja y al mismo tiempo demostrando cansancio— Baekyung, no quiero enterarme de que las muchachas discuten entre sí...— estaba segura que era un conflicto entre las esclavas—...ocúpate de eso, para eso estás frente al Harén. Castigalas de ser necesario. — iba a darle la espalda para continuar pero cuándo escuché las siguientes palabras, regresé a verle totalmente en alerta.
— La Reina Segunda envió una mujer a su majestad...— soltó de golpe, sin poder soportarlo.
Me le quedé mirando completamente anonadada. Estaba escuchando mal, estaba segura, porque nadie tiene dicho poder ni permiso, para enviarle una Concubina a su majestad al no ser mi persona, solo yo podía tomar una decisión así.
Sentí cómo mi sangre comenzaba a hervir, un vapor descendió desde mis pies hasta la última hebra de mi cabellera. Endurecí mi mandíbula, mis labios temblaban de manera furiosa, del enojo que comenzaba a sentir.
—¿Qué has dicho?— pregunté mirándolo con esa mirada que tanto me caracterizaba; mirada asesina. Lo vi tensarse, su cuerpo tembló cuándo cerré mis ojos con fuerza para volver a mirarle, quizás peor que antes.— ¡HABLA!— perdí los estribos en menos de un segundo. Verlo callado me daba coraje.
— Qué la... Reina Se-Segunda...— no lo dejé ni terminar cuándo pasé por su lado cómo alma que lleva al diablo. Di un fuerte golpe en la puerta y estas fueron abiertas por los guardias.
— ¡SULTANA!— escuché la voz de Eun Bi y los pasos apresurados de Baekyung.
En menos de dos segundos, tenía varias criadas detrás de mí; aquellas que eran encargadas de mi seguridad. Eran cinco en total.
Caminé a paso firme, brazos separados de mi cuerpo, hombros rectos acompañado de una mirada segura, llena de fuego; rabia. Pero sobre todo, la frente en alto y la armadura lista para ejecutar a mí enemigo.
— Sultana, debe tranquilizarse...— escuchaba a lo lejos.
¿Tranquilizarme? Sabía perfectamente lo que ella buscaba. Quería ver mi reacción, entonces le demostraría lo que significaba meterse conmigo. No aprendía la lección y cómo buena maestra, le mostraría una vez más.
Mi vestido danzaba, mi cabellera estaba furiosa, mi mirada era puro fuego, mientras mis expresiones se mantenían firmes. Sonreí para mis adentros cuándo escuché la música en los pasillos. Oh querida, no tenías ni la más mínima idea de lo que hacías.
— ¿Dices que Jisoo organizó una fiesta y envió a una mujer a los aposentos de Jungkook?— pregunté una vez Baekyung y Eun Bi lograron alcanzarme.
— Así es, mi Sultana...— confirmó.
Detuve mi andar al estar a unos pasos de las puertas del Harén. Dejé salir el aire para suavizar mis expresiones y dejar salir una sonrisa.
— ¿Qué piensa hacer Sultana?— indagó Eun Bi algo preocupada.
Sonreí con sorna y coraje.
— Jugar un poco de ajedrez...— sentencié para regresar a mi camino, tan pronto puse mi pies derecho frente a la puerta del Harén, la música se detuvo, las criadas detuvieron la danza para reverenciarse. Los guardias bajaron la mirada llevándose la mano derecha a su pecho, dónde permanecía el corazón.
— ¡ATENCIÓN!— se escuchó en todo el lugar, mientras yo comenzaba a caminar con todas mis criadas detrás —¡TODOS DE PIE, SU MAJESTAD LA MAGNÍFICA REINA MADRE IMPERIAL ESTÁ AQUÍ!— fué magnífico ver cómo todos bajaban la cabeza, se inclinaban y me daban la bienvenida.
Miré a todos, con una sonrisa.
— Buenas noches, señoritas...— las saludé.
Esto, era poder de verdad...
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Disculpen las faltas de ortografía y caligrafía. Pronto serán arregladas.
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