14"La última jugada"
Agarré con fuerza mi vestido, para correr todo lo posible. Mi cabello danzaba al compás de mis movimientos. Jungkook y Namjoon ya estaban junto a mí, iban a mi lado, corriendo con la respiración entrecortada. El sudor nos acariciaba el cuerpo de manera violenta.
Llevábamos casi seis minutos corriendo, Lía se dirigía bosque a dentro, hasta que se vio obligada a detenerse por el río que apareció frente a ella. Más los soldados nos rodeaban, esperando una señal nuestra para atacar. Pero tenía el niño en brazos, este no dejaba de llorar y el corazón se me desgarraba. No quería ni un accidente.
- Lía, Lía por favor....- salió de mis labios con temor-... Detente...
Ella se volteó a mirarnos, con el niño en brazos. Su rostro reflejaba miedo, se sentía acorralada. Pero el hecho de verme a mí y a Jungkook tan asustados, logró que una sonrisa se asomara por sus labios...
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Narradora...
Nam Mi y Jungkook sintieron un escalofrío, recorrer todo su ser.
- Está será una despedida muy atrayente...- salió de sus labios cuándo estos se cristalizaron, más no dejaba de mirar con odio a ambos Emperadores.
Jungkook negó con miedo, estaba asustado. Sólo podía mirar a su hijo, quién comenzó a llorar de manera desgarradora, nuevamente.
- No cometas una locura...- pidió Nam Mi cuando la primera lágrima cayó de sus ojos- Po-Por favor...- su voz se quebró-
- ¡CÁLLATE!- le gritó la rubia, Nam Mi dio varios pasos hacia ella- ¡NO DÉ NI UN PASO MÁS PORQUE LO MATO!- salió con rabia de sus labios, separando al pequeño qué no dejaba de llorar, de su pecho y extendiendolo hacia el río.
- ¡NO!- gritó Nam Mi totalmente asustada, llevó sus manos hacia adelante dejando en evidencia que se rendía- Tranquila...Mgh...- sollozó deteniendo su andar- Me quedaré quieta pero por favor... P-Por fa-vor L-Lia....- se quebró por completo, se derrumbó mientras Jungkook se tiraba al suelo en medio de lágrimas.
- ¡YO ME ARRODILLO ANTE TI SI QUIERES!- exclamó Jungkook con tanto dolor, que su hermano e incluso a los soldados, se les partió el corazón. Un Sultán solo se arrodillaba ante Allah, más el actual se arrodilló hasta por la vida de su hijo- ¡TE DOY MI CORONA, MI IMPERIO...!- estaba destrozado, sus manos temblaban mientras permanecía apoyado en sus rodillas suplicandole a la rubia. Llevó sus manos debajo de su mandíbula, juntadolas cómo si rezara. Las lágrimas se deslizaban hasta llegar a sus dedos.- ¡TE DOY EL MUNDO ENTERO!- gritó desgarrandose la garganta, mientras Nam Mi lloraba desconsolada sin apartar la mirada del pequeño- Pero de-dejalo...- finalmente se le quebró la voz.- ¡MÁTAME A MÍ!- se dio un fuerte golpe con su mano derecha en el pecho, una vez las separó. La rubia solo lloraba de la impotencia, del coraje, el resentimiento- Pero entre-ganos...Agh...a m-mi hi-jo... Agh...- se había quebrado completamente.
- Es muy tarde, Sultán. - dijo con firmeza para limpiar sus lágrimas con una mano libre.
Nam Mi negó, para arrodillarse de manera frenética sin importarle si habían piedras y se hería. Los soldados al ver a sus dos Emperadores arrodillarse a una simple mujer, solo porque tenía al príncipe en sus manos; lograron sentir ese dolor y aquel mensaje; que antes de ser Sultanes, eran padres. Era más que notorio que ambos darían su vida por los príncipes y su imperio.
— ¡TOMA MI LUGAR!— gritó con temor Nam Mi, sintiendo las piedras perforar un poco el vestido y su piel de las rodillas. — Mi corona... m-mi vi-da... agh... ¡TÓMALO TODO!— se tumbó por completo en el césped del bosque— Pero no dañes a ese pequeño, no le hagas daño a mí príncipe...- suplicó. La rubia alzó una ceja para reír con ironía.
— ¿Tú príncipe?— salió de sus labios con enojo para volver a poner una expresión de enfado. — YO LE DI A LUZ, LO LLEVÉ SIETE MESES EN MI VIENTRE, YO DEBÍA SER LA REINA DESPUÉS DE SOPORTAR TANTO DOLOR— era imposible tratar con una persona cómo ella y eso no pasó por apto ante los ojos de Jungkook, quién con disimulo llevó sus manos a su espalda baja, tratando de no llamar la atención de la rubia la cuál estaba concentrada en la pelirroja de vestido rojo, que yacía a unos centímetros cortos delante de él.
Namjoon quién estaba al lado de el Emperador, miraba con atención cada uno de sus pasos algo curioso. El peli negro observó a su hermano mayor con una mirada penetrante y algo demandante.
— Tienes razón...- escuchó salir de los labios de la pelirroja- Tú debías estar sentada en ese trono, era tú derecho vestir todas las prendas que coleccionan para mí...— Jungkook junto a Namjoon miraron a Nam Mi, el último no sabía si su Reina hacía lo correcto al decirle esas cosas, sin embargo, para el primero era una ventaja que la mantuviera entretenida. — ¿Ves esta Tiara?— indagó señalandola — Llena de rubies, piedras preciosas, pulido en oro...— la rubia frunció el ceño algo confundida con las nuevas palabras de esa mujer de alto rango, mientras el peli negro de manera sigilosa lograba sacar la daga que descansaba en su cintura baja, en la parte trasera.
— ¿A qué viene todo eso?— preguntó la rubia, dando un paso al frente sin ni siquiera darse cuenta, el pequeño dejó de llorar de repente.— ¿Me ves cara de imbécil?— indagó — ¿A quién demonios intentas engañar, zorra?—otro paso al frente, solo un poco más y sabría que tan estúpida podía llegar a ser.
Nam Mi sonrió por lo bajo, para alzar la mirada dejando su frente en alto, se puso de pie lentamente bajo la atenta mirada de todos, sobre todo de la rubia. Varios guardias escondidos vieron la señal dada por la pelirroja, en el momento que esta se puso de pie. Rápidamente prepararon sus arcos, apuntando al objetivo principal pero con cautela. Un solo error podía acabar con el príncipe.
— Mira que tanto me importa esta corona...— le dijo para llevar sus manos a su cabeza y quitársela, la miró con desdén para sin ni siquiera dar un previo aviso; tirarla desde el acantilado siendo esta devorada por el inmenso río.
La rubia tragó fuertemente al ver cómo fué consumida y arrastrada por el feroz río. Más sonrió con amargura para mirar a la pelirroja.
— ¿Qué Intentas decirme? Ves directo al punto, antes de que pierda las ganas de escucharte y lance a este engendro para ser consumido así cómo esas hermosas piedras bañadas en oro...— soltó con falsa tristeza, de manera cínica.
El corazón de Nam Mi se detuvo por un segundo, más se mantuvo firme.
Jungkook se puso de pie lentamente, al ver a los guardias escondidos apuntando con sus arcos a la rubia.
Apretó con fuerza su mano derecha, mientras la mantenía con aquella daga pero detrás de su espalda. Nam Mi caminó hacia la rubia, sonrió cob sorna y la miró fijamente.
— ¿Aún no lo has entendido, verdad?— cuestionó dando un último paso hacia ella— Me da igual si lo desechas a un acantilado. — sentenció con una mirada sombría — ¿Crees que temo? — alzó una ceja, la rubia frunció el ceño totalmente confundida al igual que los soldados de aquel sultanato. Más su Sultán, aprovechaba cada instante —Entonces estás navegando por un camino sin rumbo, porque no me importa ni lo más mínimo si ese ser que traiste al mundo, muere...
Cada palabra salida de los labios de la pelirroja, era cómo una daga afilada para la rubia. No entendía porqué razón le lastimaba, cuándo ella misma estuvo torturando a ese inocente.
— ¿Qué pasa?— cuestionó Nam Mi alzando una ceja, al ver cómo la rubia comenzaba a sentirse confundida— ¿Esperabas otra reacción de mi parte?— indagó con una sonrisa maliciosa, sin dejar de mirarla— Anda, tiralo...— pronunció con gracia para dar otro paso y sonreír de una manera tan macabra, que todos ahí sintieron el terror—...matalo...
Jungkook alzó la mirada al escuchar a Nam Mi, se levantó finalmente. Su mano en su espalda permanecía con aquella daga en posición, lista para atravesar la garganta de una de esas mujeres. Ya sea la rubia o aquella pelirroja que hablaba con tanto desdén de su hijo.
— ¿Estás tratando de jugar conmigo?— habló la rubia con una mirada enloquecida, cómo si no supiera que hacer o decir— ¡Es eso!— afirmó para sí misma— Tú amas a este niño, no me lo quitaste en vano y mucho menos te arrodillaste ante mí, cómo una criada mendigando por su vida —
Nam Mi sonrió una vez más.
— Haz lo que dice mi Sultana. — habló Jungkook de repente, dando pasos firmes hacia la rubia y su pelirroja, pero siempre calculando la distancia — De todos modos, ese niño va a morir— los presentes se miraron sorprendidos.— Uno más o uno menos, no cambiará nada...
Una lágrima traicionera se escapó de los ojos de esa rubia.
— Infeliz...— murmuró con rabia— Después de todo lo que hice, todo lo que sufrí. — tenía tanto coraje, que no medía ni una de sus palabras— ¡MI HIJO MERECE EL TRONO Y TÚ JUNTO A TUS BASTARDOS MERECEN MORIR!— le gritó con furia, causando el llanto del niño.
Nam Mi miró cada movimiento de los Arqueros y su esposo, quién aún yacía con sus dos manos atrás.
— Ah...— Jungkook suspiró con un fingido pesar, mirando a los ojos a su enemiga— No sé quién de mis hijos se quedará con él trono, porque desafortunadamente existe una llovizna de sangre en el futuro. — Nam Mi tragó saliva fuertemente — Pero si puedo decirte con certeza, que aún no es mi momento de partir de el mundo de los vivos...— tomó con fuerza la daga, por la punta— ...pero el tuyo... sí — y sin ni siquiera darle tiempo a pestañas, llevó el pies derecho hacia adelante junto con la mano que sostenía la daga; la lanzó con tanta fuerza, que esta se veía en el aire girar varias veces con una punta demasiado filosa.
— ¡AHORA!— gritó Nam Mi alzando la mano izquierda, los tres Arqueros más cercanos soltaron las flechas en menos de segundos. Ambas iban a la misma velocidad, una debajo de la otra, volando con fuerza por el aire, listo para ser encajadas en la espalda de aquella rubia con mirada aterrada.
Ni siquiera pudo reaccionar cuándo la daga fué fundida con tanta fuerza de gravedad, en su cuello blanco; lastimando sus estructuras vasculares.
— Agh...— logró salir desde lo más profundo de su garganta con dificultad, sus manos se debilitaron mientras sostenía al niño, lo cuál no pasó por desapercibido ante los ojos de Nam Mi y Namjoon.
— ¡ÉL PRÍNCIPE!—
— ¡SUHO!— gritó Nam Mi para dar un paso más y arrebatarlo de sus brazos. Más cómo si el niño entendiera que ahora estaba a salvo, en los brazos de aquella mujer que podría darle el mundo entero junto al amor que no tendría de su progenitora; optó por callar, su llanto cesó en el momento de mirar los bellos ojos de la pelirroja.
Entonces esas tres flechas finalmente impactaron contra su cuerpo, en su espalda, una debajo de la otra. La primera en su nuca, la segunda a mitad de espalda afectando su columna, más la última en sus riñones. Todo fué rápido, casi ni pudieron reaccionar cuándo el cuerpo sin vida de la rubia, perdió completamente el equilibrio cayéndose por completo hacia el Río para ser arrastrada por la corriente.
Todos suspiraron, finalmente lo habían logrado. El príncipe había sido hayado con vida y su secuestrador se encontraba sin vida.
— Ah, mi principito...— salió finalmente de los labios de la pelirroja, quién miraba a su pequeño con una sonrisa llena de amor, felicidad. — Mi pequeño cachorro...— varias lágrimas se escaparon de sus ojos para sostener la pequeña mano de su hijo quién sonreía cómo un angelito al mirarla— Aún sonríes al verme mi amor... Agh...— indiscutiblemente sentía que era su hijo perdido— Alabado sea Allah por permitirme tenerte en mis brazos...
Jungkook reaccionó después de caer en cuenta que todo había culminado, se acercó a pasos rápidos hacia su hijo y esposa para abrazarlos con fuerza. Nam Mi sonrió al ver el gesto de su amado, mientras este dejaba escapar una lágrima de felicidad.
— Allah misericordioso, gracias... Jajaja... ¡GRACIAS!— alzó la voz Jungkook con alegría, todos sonrieron.
—¡BENDITO SEA ALLAH!— gritó Namjoon para ser seguido por los soldado quiénes levantaron sus espadas hacia el cielo.
—¡BENDITO SEA ALLAH!
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Disculpen las faltas de ortografía y caligrafía. Pronto serán arregladas.
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