1"Que empiece el juego"
Un Mes y dos semanas habían pasado desde que abandoné Corea para ir a Turquía, Estambul, Palacio de Topkapi.
Lo que había sido una emboscada, se convirtió en mi rescate cómo princesa Otomana. Gracias a Narhee, a mi madre, mi hermano mayor y... a mí.
¿Qué traicioné mi Imperio Coreano?
Ah.
¿Tenías prueba de ello?
- Estás preciosa...- murmuró la peli negra frente a mí, una mujer mayor llena de canas.
Sonreí un poco mirándome al espejo. Portaba un hermoso vestido azul, dejando en evidencia mi cercanía al Sultán.
Aquí era diferente pero no tanto. En Corea el color rojo significaba poder, que eras parte de la Realeza. El morado solo podía utilizarlo los Emperadores y el dorado, dejaba en evidencia que tan alto era tú rango, al igual que el plateado, pero este era más bajo.
Sin embargo, aquí en el Imperio Otomano el color azul era el poder supremo junto al rojo. Azul sólo podía usarlo la realeza, pero el rojo solía usarlo los Emperadores.
- Ambas están hermosas...- corrigió admirando a mi hermana, que también vestía un hermoso vestido azul.
Mi cabello estaba rizado, mientras el de mi hermana se mantenía liso.
- Gracias, Madre Sultana...- respondió mi hermana con una sonrisa.
La mujer mayor negó.
- Dime abuela.- pidió con anhelo- Llámenme abuela...- nos miró a las dos.
Dejé salir el aire.
Sí, era Nurbanu la mujer que tenía a mi lado.
Sonreí, no servía de nada seguir ignorando ese hecho.
- Abuela...- salió de mis labios.
Ambas sonreímos.
- Su madre ya está junto a Murad.- comunicó- Sus hermanos están esperando por ustedes...
Narhee me miró.
- Entonces no hagamos esperar...
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Corea.
Palacio de Seúl...
Jeon Jungkook...
Habían pasado varios días, hasta finalmente llegar al mes y unas semanas. Después de una guerra entre ambos Reinos, Nam Mi partió hacia Turquía junto con el príncipe heredero, Mehmet.
Fueron días difíciles, el palacio estaba en caos. Varias personas perdieron la vida, afortunadamente sólo fueron un porcentaje pequeño.
Pero varios resultaron heridos, cómo mi madre. Afortunadamente la encontré a tiempo, logrando salvarla. Eso nunca fué parte de los planes...
Mi madre aún permanecía en cama, recuperándose de esa herida en su espalda. Mi hermana Jennie partió a China, tan pronto las aguas se calmaron y confirmó que su bebé estaba sano.
Lo sucedido, había sido un golpe fuerte para el imperio, según pensaron muchos. Así cómo la traición de Nam Mi, quién se marchó abandonando a nuestros tres hijos.
- ¡AAAAAAAAH!- se escuchó afuera de la habitación, para autoseguido escucharse el llanto de un bebé.
Sonreí algo nervioso.
Namjoon sonrió al verme tan ansioso.
- ¿Dime que es?- escuché la voz de Jisoo algo desesperada.
Puse toda mi atención, quería saber el sexo del bebé.
- Felicitaciones Sultana...- escuché a la Doctora.
Las puertas se abrieron dejando ver a Hae Soo salir con una sonrisa.
- ¿Y?- pregunté algo ansioso.
Ella ladeó la cabeza.
- Es un hermoso y saludable niño.- confesó con emoción.
Sonreí en grande para acercarme a mi hermana y tomarla entre mis brazos alzandola en el aire.
- Ah...- emitió un grito de emoción.
Sonreí para dejarla en el suelo nuevamente.
- Repartan oro a las Concubinas por la llegada del nuevo príncipe y la de los anteriores. - sentencie- Que todo el mundo sepa de que el Sultán Sur-Coreano, tiene cuatro herederos.
Baekyung que estaba cerca, asintió con una sonrisa.
- ¿Pasarás a verlo?- preguntó Namjoon con una sonrisa.
Asentí.
- Claro.- finalicé.
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Turquía... Estambul... Palacio de Topkapi.
- Finalmente hemos encontrado a la Reina junto a sus princesas.- habló la mujer mayor, mirando a todos los presentes en el Gran Salón.
- Después de años de búsqueda, dónde se perdió la esperanza...- El Sultán Murad se levantó de su trono con una copa en la mano-... finalmente Mi Sultana ha regresado a proclamar su lugar.
Safiye hizo presencia en el Salón, su hermoso vestido rojo llamaba la atención de todos los presentes quiénes inmediatamente hablaban de ella. Nadie podía creer que la Reina pérdida, estaba viva.
Safiye sonreía a los presentes, reconociendo rostros conocidos y conociendo a otros que nunca había visto.
- Madre...- El rubio de ojos azules cómo el cielo, se acercó a ella cuando está tan solo estaba a unos pasos. Ella extendió su mano hacia él, para que este la besara y no dudó en hacerlo. Sus labios tocaron sus nudillos.
- Mehmet...- pronunció con una sonrisa. Ambos admiraban los ojos azules del otro.
Finalmente Madre e hijo estaban juntos.
Safiye se volteó una vez su hijo dio pasos hacia atrás. Admiró a sus invitados para proceder a hablar.
- Súbditos de mi noble Dinastía, invitados...- decidió hablar llamando la atención de todos, los cuáles no podían dejar de mirarla y se preguntaban dónde estaba la princesa. - El corazón finalmente bombardea sangre cómo es debido, he regresado al lugar dónde creci, dónde todo empezó...- recordaba su niñez, su madre- Hoy he retomado mi vida al lado de mí hijo, esposo y Dinastía. La vida que me fue arrebatada de manera cruel...- la primera lágrima cayó de sus ojos.- Jamás podría olvidar esa noche, cuándo tenía a Hümasąh en mis brazos siendo una pequeña bebé. Mientras Fątma tan solo tenía tres años de edad. Nunca podría dejar de recordar ese momento, en el que me alejaron de mí familia de manera cruel... - limpió una de sus lágrimas, mientras los presentes sentían su dolor. Su primogénito sentía sus ojos cristalizarse- Pero finalmente Allah me ha traído de vuelta a mi Imperio y esta vez...- sonrió-...nos trajo a todos de regreso...
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Corea...
- Nuestro hijo, su majestad...- habló la peli negra en la cama, sosteniendo a su pequeño primogénito en brazos.
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Turquía...
- Mis hijas, nuestras princesas...- anunció el castaño de ojos verdes, el Sultán, cuándo las puertas fueron abiertas dejando ver a esas hermosas mujeres entrar al salón, llamando la atención de todos.
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Corea...
- Hijo mío- besó su frente de manera tierna, bajo la atenta mirada de todos. Jungkook lo sostenía en sus brazos con firmeza, admirando su piel delicada, cómo ese niño se aferraba a él. - Tú nombre será... Jeon JungSoo...
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Turquía...
- Su nombre es, Hümasąh Sultán. - pronunció el castaña con una sonrisa, había anunciado a sus hijas y las había dado a conocer finalmente. - Finalmente este imperio ha encontrado a sus princesas y me complace decirles, que no será posible esposarlas con un noble- las mujeres murmuraron, los príncipes, incluso Reyes se disgustaron ante ese hecho. Oh vamos, querían a esas mujeres.
Y bueno, una alianza podía llevarse a cabo si les daban a las mujeres tan hermosas que Turquía poseía cómo princesas.
- Sultán Murad... - habló el príncipe de Australia, bisnieto del difunto Rey Félix, hermano de la Gran Sultana Mi Nam.-... ¿Acaso ya las has esposado? ¿Se encuentra por aquí los afortunados de tan preciosas reliquias?
La castaña sonrió.
- ¿Las reliquias no fueron tratadas cómo trofeos al transcurso de los años? - se atrevió a preguntar llamando la atención de todos- Creo qué... Las obtenía los nobles más adinerados...
Todos comenzaron a murmurar ante las palabras de Fątma . La pelirroja dejó salir el aire.
- Pero ustedes son princesas.- habló un moreno, de ojos pardos- Siempre ha sido el destino de toda mujer que nace bajo el linaje de un Imperio.
- Yo nací en este imperio...- decidió hablar por primera vez la pelirroja, captando la atención de todos por el parecido que parecía tener con ciertas Sultanas-...más no viví, ni crecí en él. - el Sultán Murad escuchó atentamente las palabras de su hija menor. Sus hermanos las miraban, algunos disgustados mientras otros encantados con la personalidad de dichas mujeres. - Por lo tanto, esa ley o destino, no aplica en nosotras. - sentenció causando impacto en todos, absolutamente todos- Nadie puede forjar mi futuro, en excepción de Allah el todo poderoso. - alzó la mirada para ver a cada uno de los presentes- No habrá alianza, porque no somos un trofeo. - dio un paso al frente, nadie podía apartar la mirada de esa pelirroja de ojos verdes-
- Nosotras construimos nuestro propio imperio. - concluyó su hermana, esa bella castaña de cabellera casi rubia, que poseía unos hermosos ojos verdes- Allah nos dio el poder de elegir nuestro futuro. Y Allah mediante, ambas lo forjamos.
- ¿Realmente las princesas forjan su camino?- preguntó una mujer elegante, de cabellera negra.
Nam Mi sonrió.
- Nadie más que usted, puede decidir ese hecho. - respondió, dejando a Murad algo avergonzado- Y me complace decirles, que frente a ustedes tienen a la esposa legítima del príncipe Sur-Coreano Namjoon. - señaló a su hermana con la mirada, todos se miraron entre sí. Narhee hizo un pequeño gesto con la cabeza, presentándose- Y a la Reina Madre Imperial, del imperio Coreano.- sólo eso bastó para que tanto hombres cómo mujeres comenzaran a murmurar entre ellos- Esa es una de las razones por las que no está permitido una alianza.
- Es ella la mujer que adquirió tan altos títulos...- murmuraban.
- Dicen que dio a luz a dos príncipes.
- Escuché que fueron tres.
- ¿Entonces es la esposa del nuevo Sultán?
- Murmuran por todos los Reinos que traicionó a su nación, para regresar a Turquía...
Nam Mi suspiró. No iban a dejar de hablar.
- Sí...- todos la miraron- Yo soy Kim Nam Mi, la mujer que a su corta edad adquirió tan elevados títulos en la Jerarquía Coreana.-les confirmó- Quién le otorgó tres príncipes al imperio Coreano....
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Corea del Sur... Seúl.
Palacio Imperial...
<Narradora>
- ¿Está listo?- preguntó la mujer, mirando cómo la mujer frente a ella, manipulaba en sus manos un líquido, vertiendolo en un frasco con un poco de perfume.
- Así es, Facria...- respondió para verter todo en el frasco y lentamente agitarlo, para terminar de unir las mezclas- Este encantamiento, está listo para cumplir su cometido...
La mujer suspiró, mirando ese hermoso color rosa.
- ¿Debe aplicarlo en el cuerpo?- le preguntó con curiosidad.
La mujer colocó un pequeño tapón, que mantendría al frasco sellado.
- Sí, es la única forma de que el Sultán Jungkook pueda aspirarlo...- le respondió, para mirarla a los ojos- Facria...- llamó con advertencia- Está a tiempo de arrepentirse.- La mujer la escuchó atentamente- Este encantamiento, es el hechizo de la Fragancia de noches estrelladas.- le recordó- Puede que esté hecho con las flores del aroma más exquisito de la región, pero ten en cuenta...- sus ojos oscuros, reflejaban el peligro de tal encantamiento- que así cómo es de exquisito, es venenoso para aquel que lo aspire tan de cerca. Una muerte lenta lo acecha.
La mujer asintió, sin apartar la mirada de esa hechicera.
- Para eso te he traído aquí...- le recordó- Haré que Jungkook aspire ese aroma, hasta su último suspiro. - sentenció con una mirada llena de maldad-
- Envía una mujer a sus aposentos, que sea hermosa. Asegúrate de que se unte el perfume, desde el primer día que vea al Sultán. - le dio indicaciones- Esto lo enloquecerá a tal punto, que no podrá pensar en nadie más que no sea esa persona.
La mujer sonrió, esperaba que realmente fuera así, porque eso significaba una cosa.
Si Nam Mi regresaba, Jungkook comenzaría a rechazarla.
Ese amor tan patético, caería lentamente. Se denigraria por completo ese vínculo que ambos poseían. Hasta ese día, dónde ese peli negro dejaría de ser un estorbo.
Y finalmente, podrían culpar a Nam Mi de dicho envenenamiento sin cura. Pero primero, debía lograr la enemistad entre ambos, no les convenía tenerlos juntos. Solo así podrían culparla de traición, por haberle quitado la vida al Rey gracias a los celos.
¿Era tonto?
Imposible. Ella era la madre del heredero.
Podría asesinarlo para colocar a su hijo al trono, al sentirse amenzada o traicionada por su amado.
Oh Allah, realmente el gran momento había llegado. Finalmente acabaría con ese palacio. Cada uno de ellos. Desde los hermanos del Sultán, hasta el mismo Sultán. Iba a provocar el caos de ese palacio lleno de mentiras, de crueldad.
- Enviaré a la princesa que envió el Rey de Inglaterra, esa que llegó esta mañana causando tanto revuelo y disgustos- hizo una mueca de desagrado- Te infiltraras cómo una de sus nuevas criadas, una vez el Sultán la declare su favorita. - le ordenó- Prepara otro hechizo, para Nam Mi.- extendió su mano entregándole un velo rojo- Ten, esto es de ella. - la mujer lo toma mirando el velo de tela fina- ¿Es suficiente para que el hechizo sea lanzado a ella a pesar de la distancia?- preguntó.
La mujer llevó la prenda a su nariz, aspiró el olor que esta desprendía. Lentamente se separó ladeando la cabeza.
Olía exquisito, al parecer tenía su olor impregnado.
- Por supuesto. - respondió con seguridad- ¿Qué quiere que haga?
- Vuelvela loca, que cometa adulterio. No lo sé- le dijo algo frustrada- Pero encárgate de que su corazón, comience a alejarse cada vez más de Jungkook. Ese amor debe denigrarse, no la quiero aquí. - sentenció desviando la mirada, esta se perdía- El simple hecho de que esté cerca, pone en peligro todo. Esa mujer es demasiado poderosa, o nos deshacemos de ella, para no verme en la alternativa de asesinar a sus bastardos, o corro el riesgo de que ella me descubra y me haga pedazos.
- Está bien. Haré todo lo que pueda.- contestó- Ten - le extendió la mano para darle el frasco-
La mujer lo tomó, su esmalte color rojo salió a relucir.
Sonrió para mirar el frasco con una sonrisa. Definitivamente, estaba dispuesta a exterminar ese romance. Y a todo aquel que estuviera en su camino... aunque fuera inocente...
- Qué empiece el juego...
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¡Primer capítulo!
Ya ha nacido el hijo de Jisoo. Nam Mi está demasiado lejos de sus hijos, construyendo su nueva vida. Mientras que alguien, que se hace llamar Facria, prepara el final para ellos.
Amores, el primer capítulo no ha sido la gran cosa. Peeeerooo, se vienen cosas mejores y peores. Creo que nos convertiremos en Tóxicas desde este día. 🤣🤣🤣
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