La verdad

El aire estaba cargado de una tensión palpable. Habían pasado semanas desde que comenzamos a buscar respuestas, pero hoy sentía que estábamos al borde de descubrir la pieza final del rompecabezas. Las piezas que, hasta ahora, habíamos ignorado se empezaban a juntar y las sombras de la verdad empezaban a aclararse, pero también a ensombrecer nuestras almas.

Leó y yo estábamos sentados en el borde del escritorio, rodeados de documentos, fotos, y papeles que nos habían llevado a este punto. Mis dedos temblaban mientras sostenía una foto de mi madre y el tío de Leó. Estaban juntos, pero no era solo una foto común. Había algo en sus rostros que me hizo preguntarme más de lo que había visto antes. Algo oscuro, algo que no podía ignorar.

- Hay algo en esto que no encaja. -dije, sintiendo el peso de la incertidumbre sobre mis hombros.

Leó observaba la foto, sus ojos fruncidos, pero no decía nada. Era como si también estuviera esperando que la respuesta saliera a la luz por sí sola.

De repente, una hoja cayó al suelo, y al recogerla, noté que había algo escrito en la parte posterior. Algo que ni Leó ni yo habíamos visto antes.

Era un periódico, que nunca había sido revelado públicamente.

El informe relataba los detalles del accidente de coche en el que mi madre y su tío habían muerto. Pero había algo más, algo que nunca había imaginado.

"En el informe policial se confirma que los frenos del coche fueron manipulados antes del accidente. Tras una investigación adicional, se encontró que el único posible sospechoso de este sabotaje era el señor Pier, el esposo de la señora Pier, quien presuntamente actuó en un ataque de celos tras descubrir la relación entre su esposa y el señor Rivier."

El aire se cortó como una cuchilla.

Mi corazón se detuvo por un segundo. Los ojos de Leó se abrieron con incredulidad mientras sus manos temblaban al sostener el papel. No podía creer lo que acababa de leer.

- ¿Mi padre...? -musité, mi voz quebrada por el shock.

Leó no decía nada, pero el dolor en sus ojos lo decía todo. Había comprendido lo que yo apenas estaba empezando a procesar.

Mi padre, el hombre que siempre había sido mi roca, el hombre que me había criado y protegido, había sido el responsable de la muerte de mi madre. Y no solo eso: también había causado la muerte del hermano de su hermano. El tío de Leó. Todo por un ataque de celos irracional.

Las palabras me quemaban la lengua, pero no podía decirlas en voz alta. Era como si el simple hecho de decirlas hiciera que todo lo que había creído hasta ahora se desmoronara.

- ¿Cómo pudo hacer esto? -preguntó, mirando la página, buscando alguna respuesta, alguna explicación que pudiera darle sentido a todo.

Leó se acercó lentamente, su rostro grave, pero su voz era suave.

- No lo sé. Nadie lo sabe. Pero lo que sabemos es que mi padre... m padre es un egoista y cegado por los celos corto los frenos del coche Y tu tío, mi familia... toda nuestra historia, todo lo que pensábamos que sabíamos, era una mentira.

Una tristeza profunda me invadió mientras mis pensamientos se entrelazaban. Todo había sido una mentira. Mi madre, mi familia... mi vida. No sabía qué era real y qué no lo era.

De repente, una fuerza cargo sobre mi conciencia.

Cogí todas mis cosas y salí de la habitación, tenía que ir a casa. Tenía que saber la verdad.
Leo me siguio. Pensaba ir andando pero entonces el paro un taxi y me obligi a montar.

Llegamos a casa, pero antes de entrar recordé una cosa. Si es verdad que lo ha echo confesara entonces el caso de mi madre por fin será resuelto. Cogí mi móvil y lo metí en mi bolsillo, con la grabadora de voz encendida.

Entre en casa y me dirigí al salon. Allí estaba él,leyendo un periódico tranquilamente.
Rápidamente me dirigí hacia el y se lo arrebate.

- ¡Tu!, ¿Cómo pudistes hacerle eso a mamá?. - le grité.

El se quedó blanco y callado.

- No‐ no se de que hablas.- tartamudeo.

- ¿A no?, no recuerdas nada. Nada sobre la relación de mi madre con el señor Rivier, nada sobre el accidente, nada sobre cpmo le cortantes el freno a su coche. ¡¿Nada?!.- mi rostro cada vez se oscurecia más.

Mi padre comenzó a temblar.

- Naia, no entiendes nada. Tu ,adre me había estado engañando durante meses con el que, en ese entonces era mi mejor amigo.- Hizo una pausa para tragar saliva.- Qué más podía hacer, tenía que vengarme. No esperaba matarlos.- sus ojos se cristalizaron.

- ¿QUE MAS PODIAS HACER?.- grité con mucha fuerza.- Teníais una hija en común, no estuvo nada bien que mamá te engañara, pero no era suficiente como para matarla.- tomé aire.- Eres un inútil, durante años te has encargado de eliminar cada prueba que indicaba que tu eras el asesino, preferías engañarne y mentirme sobre locales que son los Rivier. - algunas lágrimas cayeron por mi mejilla.

En ese momento saque mi teléfono y marque a la policía.

- ¿Hola?, si. Tengo aquí al asesino de ala señora Pier y el señor Rivier. Acaba de confesar. Si, claro. Gracias.

Mi padre se quedó hay quieto esperando a que la policía llegara.