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|11| Tormento.


Me removí incómoda sobre la mullida cama, podía sentir la textura de las sábanas desordenadas. Luego de un resoplido decidí abrir mis ojos. La oscuridad de la habitación me recibió como de costumbre.

El reloj de la pared marcaba las doce en punto del mediodía. Salté de la cama como si la misma quemara mi piel, era tarde, ¿Tanto había dormido? Joder.

Aún tenía la playera de Kylian, recuerdo que me duché y el cansancio me ganó y terminé por acostarme con ella puesta.

Saqué una remera celeste, tenía un enorme logo en el centro y el cuello junto a las mangas eran blancas. Me llegaba hasta el ombligo. Necesitaba estar cómoda y es por eso que opté por ponerme unos pantalones de jeans cargo del mismo color. Era bastante suelto tanto en las piernas como en la cadera.

Cepillé con rapidez mi cabello aún húmedo y corrí hacia el baño a lavar mis dientes y rostro. Frente al espejo saqué el maquillaje que quedaba y lo reemplacé con un labial rojo.

Coloqué mis Jordan y me fui directo a las escaleras. Hoy era el día de hacerle una pequeña visita a mi familia, después de días. El primer paso a mí investigación personal.

Al llegar abajo, encontré a Judith y a John ordenando todo el desastre que dejó la grandiosa fiesta de Neil.

Menos mal y había dejado claro que no quería un desorden.

—¡Buenos días! —Saludé algo entusiasmada.

—Buenos días, dama —John, el hombre que siempre estaba detrás de Neil, me regaló una sonrisa. Luego procedió a recoger algunas máscaras rotas por el suelo.

—¿Dónde va hoy, señorita Madison?—Judith preguntó. Fruncí el ceño a causa de su arrebatada pregunta pero guardé silencio.

—Si yo les pido algo, ¿Ustedes me ayudarían?— Inquirí. Si necesitaba ir a casa, caminar no sería una buena opción. Tenía una hora de viaje y quizás la ayuda del auto de Neil serviría.

Ambos se observaron entre sí. Moví mí mano ansiosa esperando sus respuestas.

—¿Qué se le ofrece?—Quién habló fue la señorita Judith.

Pensé unos segundos en las posibilidades que tenía de recibir un rotundo no como respuesta, aunque aquello no me impediría salir de aquí.

—Necesito volver a mí antigua casa a buscar algunas cosas personales mías y, me preguntaba si habría alguna posibilidad de usar el auto de Neil... Es decir, queda bastante lejos como para caminar...

—¿El señor Neil sabe de ésto?—dijo el hombre.

No.

—¡Por supuesto!— mentí.

—Supongo que entonces no hay que desobedecer las órdenes. Allí guardadas están las llaves...— John señaló unos muebles que se hallaban al lado de la puerta.

Sentí como el corazón se tranquilizaba, me moví en busca de las llaves pero, la mano de la señorita Judith me detuvo.

Interpuse la mirada tanto en el agarre como en sus ojos. Estaban extraños, cómo si no fueran los mismos que vi cuando se encargó de vestirme. Parecían estar ajenos. Tragué grueso y sonreí, el nerviosismo me invadía por completo.

—Usted no sabe nada de éste mundo, así que tenga cuidado por dónde camina. Porque tarde o temprano, puedes tropezar con algo.

Me quedé inmóvil viéndola alejarse, una ráfaga de emociones acompañadas de un inusual escalofrío sacudieron todas mis entrañas.

Es cierto que la señora Judith desde que había llegado aquí fue la que me trató con más amabilidad, sólo que aquella amabilidad no le quitaba lo extraña que era. No podía explicarlo con palabras pero, cada que ella estaba cerca mío, algo no encajaba.

Intenté sacar todo eso de mí cabeza y me apresuré a coger las primeras llaves que ví. El cajón tenía varias llaves de diferentes formas. Salí corriendo de la Mansión, todo se estaba saliendo de control, nada parecía tener sentido desde que me fuí.

Encendí el vehículo, para mí suerte, el juego de llaves era el correcto. Acomodé el espejo del auto y la sangre se me congeló en ese instante. Visualicé a través de el, el rostro de Neil. Sus ojos tenían una profundidad, no distinguía una emoción pero, si veía que la vena de su cuello estaba sobresalida.

Me tomó desprevenida cuando comenzó a correr en mi dirección, con los nervios a flor de piel, pisé el acelerador y la velocidad se disparó. Nunca en mi vida había manejado un auto, la carretera era directa y sencilla, sólo debía pisar y mantener el volante intacto. Joder, moría de miedo.

Seguí el mismo camino por dónde vinimos, algo se removió en mi estómago al ver que cada vez me acercaba más a mi antigua casa. El peso del bosque era totalmente abrumador, hacía ver más gutural el panorama. Podía sentir el aire incluso el doble de pesado.

Me di media vuelta en busca de Neil, a mi parecer se había detenido, puesto que detrás no estaba. Una mala idea fue no poner atención adelante, cuando giré la cabeza, no me dió tiempo de pisar el freno. La silueta del hombre que apareció en mis pesadillas se posó sobre el medio de la calle, el miedo me recorrió por completo y la piel se me erizó al notar el arma que tenía entre sus manos.

El coche siguió de largo, cerré los ojos creyendo que lo pasaría por encima, sin embargo el impacto nunca llegó a mis oídos. En la calle no había nadie, ni siquiera un animal. ¿Qué fue eso? ¿Una alucinación?

Apresuré a toda marcha y al cabo de unos segundos, desde estos kilómetros se vislumbraban las grandes verjas negras que encerraban dentro a las tierras de los Red.

En un pequeño cubículo dorado, el guardia de seguridad me observó. Cómo de costumbre aún seguía cuidando la entrada. Tomó unos segundos para que me reconozca y no bastó nada, sólo me dejó pasar.

A éstas alturas creí que tenía el paso prohibido en la zona, al parecer me equivoqué.

Bajé por las calles, todo seguía exactamente igual, tampoco es que me haya ido por mucho tiempo pero, en cuatro días ya habían arreglado la casa. Extendiendo la construcción más de lo que ya era, parecía un palacio. No quedaba mal de hecho, aunque era normal, ellos siempre querían demostrar que tenían más recursos que los habitantes de aquí.

Apagué el motor en cuanto llegué a la puerta delantera, podía observar el pequeño jardín de rosas rojas intactos. La nieve había cesado, sin embargo, estos eran tiempos de heladas fuertes. Salí del auto y caminé por el medio, tocando cada pétalo. Era tan suave y tan delicado que sentía que se rompería con solo una caricia.

Justo cuando acaricié la siguiente flor, se tornó más extraña de lo habitual. Era una rosa roja pero, de la parte de la copa de abajo parecía que se le iba el color, ese sitio estaba oscuro, negro. ¿Era normal eso?

El ruido de algo caerse detrás mío me tomó  desprevenida, giré por sobre mis talones. Era Mark, mi hermano mayor. Entonces una ráfaga de emociones se disparó en mi interior, una mezcla de tristeza con angustia y una pizca de felicidad. El ambiente se sentía raro.

No se que me había dado más impresión, si ver a mi hermano trayendo madera para —seguramente encender la fogata en la noche—lo de la rosa con solo un toque de mi dedo o que siendo un vampiro que había dejado su hogar, aún permanecía recordándolo. Eso claramente no era nada normal.

—¿Madison?¿Eres tú?— Mark habló casi en un susurro. Como si estuviera diciéndolo para si mismo.

Sí, verlo ahí parado con sus manos extendidas hacía mí y a la vez recordando como se quedó callado cuando me llevaron me partía el alma en trozos. Solo que a pesar de que dolía no guardaba algún tipo de rencor, no servía de nada y sé que él no tenía la culpa.

—La misma...— Sentencié incómoda.

—Joder, aquí afuera está fresco y andas desabrigada. Vamos, entra — Sus dedos señalaron las puertas.

Las mismas por donde me dejaron ir...

—No... De hecho solo venía a ver algo, no planeo quedarme ...

—Pero, estoy seguro de que mamá y papá estarán contentos de verte.

—¿Lo crees?— Rodeé los ojos. Era estúpido creer eso. Mis emociones se sentían vacías.

—Debes olvidar lo que pasó.

Lo observé ensimismada, el tono con lo que dijo aquello fue escalofriante. No parecía ser el Mark con el que una vez conviví.

Él se agachó a recoger los trozos de madera recién cortada. Intenté mantener la calma, solté un leve suspiro cargado de estrés. Ya no me apetecía hablar con mi hermano pero, de alguna forma necesitaba llegar adentro sin problemas.

—¿Dónde está Kyler?— Pregunté para acortar la tensión. Mark para mí sorpresa sonrió. Mostrando sus colmillos largos, una voz de mi cabeza me decía que las cosas no cuadraban.

—Está en un pequeño viaje con el abuelo.

—Pero, a Kyler no le agradaba mucho estar con él.

—Las cosas cambian, Madison. No vives con nosotros, no puedes opinar.

—Mark...— Pero la presencia de mi madre detuvo en seco mis palabras.

Podía ver que la sorpresa le inundó su rostro. Sin embargo, eso no fue lo que captó mí atención por completo. Noté que su piel era más joven, aún siendo una raza de vampiros, no éramos inmortales. Los años nos afectaba, aunque a diferencia de los humanos, el metabolismo en nosotros era más lento. Podíamos envejecer pero a cada uno le llevaría millones de años.

Supongamos que una persona normal tendría cuarenta años, pues mí madre tiene cuarenta millones de años y se ve como alguien de menor edad. No veía normal aquello, no existía algo que pudiera ser capaz de sacarte las arrugas.

Ambas nos quedamos mirando la una a la otra, bajo la presencia de Mark. Su sorpresa sobresalía por los poros, hasta que sentí un cambio de clima drástico. Ella bajó las escaleras, levantando su vestido de seda rosado y costoso. Se paró frente a mí y susuró muy cerca de mí rostro.

—No quiero verte aquí, Madison.

Las cosas eran muy recientes para mí, no podía simplemente hacer la vista gorda y mirar para otro lado. Tampoco podía arrancarme el corazón con las manos y tirarlo a kilómetros lejos de mí, dejar de sentir de la noche a la mañana. Fingir estar bien era pesado.

Detrás de ella, ya no estaba mi hermano. No había siquiera restos de madera, solo éramos ella y yo bajo los copos de nieve que comenzaban a caer del cielo.

—¿Oíste, niña?— preguntó golpeando de una manera poco sutil mí hombro. Joder, ¿Que había hecho para merecer ésta vida?

—¿Qué sucede contigo?— contraataqué incrédula.

—Eres parte de los Black, ¿qué cojones haces aquí?

—No soy parte de ellos y, te recuerdo que fui obligada a irme.

En sus ojos se encendió aquella chispa de rabia.

—Tampoco ví que te hayas resistido— ésta vez el golpe aumentó de fuerza. Arqueé mis cejas confundida, en mí cabeza nunca entraría como una madre podría ser tan cruel de la misma forma en la que ella lo estaba siendo conmigo.

No recordaba haberle hecho algún mal, siempre me trató con el cariño más maternal y de la nada todo se desvaneció en cuestión de segundos. Cómo si solo fuese falso.

—¿Dime por qué pondría resistencia? ¡Dime porque lo haría aún después de quedarme sola en el mundo!— grité llena de ira.

—¡Es tu culpa que haya pasado ésto!

Entre tanto bullicio de pronto apareció la sombra de una tercera persona. Pude  distinguir el famoso caminar de mí padre, particularmente él tenía un andar especial. Algo había que lo hacía oírse diferente a los pasos de otra persona.

—Cariño, todavía no es hora de eso... — Corrió hasta donde nos encontrabamos y auxilió a Katherine. Madre no se le podía decir.

En medio de nosotras, sólo se preocupó por intentar llevársela dentro y calmarla, no fue capaz de mirarme a los ojos. Pero Kathe lo empujó enfurecida y caminó apresurada en mí dirección.

—¡Tiene que saber que es una aberración del infierno, Eric! — No entendía nada de lo que pasaba, la veía cada vez más cerca, mis oídos pitaron con cada paso. Y aunque las palabras eran una respuesta a mí padre, iban dirigidas a mí.

Joder, otra vez se partía un trozo más mí alma.

—¡No es la hora ni el momento, Kat!

—Me cansé de esperar el momento, no soporto ver un minuto más su asquerosa presencia en mí casa. ¡Vete! ¡Vete a dónde perteneces!

—¡Calla! — las lágrimas se desbordaron de mis ojos. Cada maldita palabra que salía de su boca era como un balazo del arma más legal.

—¡Ojalá y nunca te hubiese aceptado!

—¡Eres una estúpida insensible!— Ataqué.

No me contuve y salté sobre ella;  caímos al frío suelo. Eric Red trató de separarme de su mujer pero la furia se había apoderado de cada una de mis partículas, las venas se me pusieron negras y la vista se oscureció como cuando paso lo mismo en la Mansión Black.

El dolor se expandió por mí cuerpo, era como tener miles de agujas clavadas en los músculos. Los gritos de Katherine hicieron eco en mí subconsciente pero, no podía ser capaz de dominar la energía que sentía.  Sólo oía a lo lejos sus llantos desgarradores. Aunque no removía nada en mí.

Sentí como era arrancada de su cuerpo y el impactó del mío contra la calle me despertó. Mis brazos hinchados al igual que las venas quemaban; recostada en el piso, el olor a sangre invadió mí nariz.

¡Mark! ¡Mark, por favor ayudame!

Sonreí. Un reflejo inconsciente, mamá me miraba de lejos, también estaba tendida en el suelo: tenía rasguños profundos en su rostro. De las heridas brotaba sangre sin parar, no moriría pero, le dolía. Era palpable su sufrimiento. Las uñas de mis dedos poseían pedazos de piel fresca y sangre dura. Tenía su sangre en mis manos.

Inerte. Así se hallaba ella. No se movía e incluso juraba que no respiraba.

Me levanté con sumo cuidado, estaba débil, más que la otra vez. Y de a poco llegaba el cansancio porque después de eso mi energía terminaba y necesitaba recargarla.

No quería quedarme más tiempo. Había venido a buscar respuestas y para mí sorpresa en vez de hacer lo que tenía planeado, logré llevar algo de satisfacción.

Ninguno de ellos dos se inmutó en atacarme, habían quedado en shock por el estado de mi ex madre. Sí, ex madre, porque ya no se merecía ser llamada como tal, dejó de cumplir ese rol en mi vida desde hace tiempo y me dí por vencida en intentar buscar un lazo. Algo que dolía de una forma indescriptible.

Mis piernas flaqueaban con cada paso, el cuerpo entumecido comenzaba a pesar el doble. Las personas no se tardaron en salir de sus hogares y observarme como si fuera una bestia y no ese ser que alguna vez les ayudó en varias ocasiones.

Sus miradas juzgadoras era penetrantes pero, como aprendí durante mi periodo de vida. Siempre hay que mantener la cabeza en alto, incluso cuando el mundo está en tu contra nunca debes perder la dignidad, ante nadie. Y es así como seguí caminado frente a todos, con la cabeza bien arriba, demostrando que no dejaría que me pisotearan.

De repente, como si el supremo quisiera verme arrodillada pidiendo perdón, la voz de un niño se hizo presente.

—¡No eres una Red, largo de aquí!¡No perteneces, no eres como nosotros!

Sus pequeñas manos juntaron una piedra que se hallaba frente a la puerta de su casa y la lanzó a mi alcance. Golpeando mi hombro. Nadie dijo nada por unos segundos, hasta que a ese grito le siguieron otros y se volvió un bullicio interminable de insultos.

No mentiría si dijera que me sentí un ser pequeño ante toda esa masa de vampiros enojados, caminé con el semblante serio mirando al frente. Una avalancha de piedras cayeron como lluvia arriba mío, aún recuperándome del ataque no lloré.

Permitiendo que las rocas caigan una y otra vez, llegué al vehículo, no esperé a decir nada sólo, guardé silencio y me monté.

Con el corazón en un puño dí marcha atrás y salí disparando de las tierras. Avancé lo más que pude hasta que sentí como la vista se nublaba y las lágrimas que se habían formado sin darme cuenta, mojaban mis mejillas.

Detuve el auto en medio de la nada, ver a las personas que antes me guardaban respeto, abuchearme y tirarme piedras me desestabilizaba. Golpeé el volante con y sollocé, un llanto de niña pequeña.

El mundo se las había empeñado para hacerme ver que la suerte no era mi fiel amiga, ¿El supremo tenía algo en mi contra?

¡Todos me odiaban!

¿Yo estaba mal?

—¿Por qué me odian?— farfullé entre hipidos.

Otra vez le di un puñetazo al volante, sacado el enojo seguí dandole a tal punto que mi mano quedó roja e hinchada.

—Odio sentirme sola...

—Pero no lo estás.— mi corazón casi sale desbocado, observé por el espejo retrovisor y limpié rápidamente algunas lágrimas. Neil tenía una expresión neutra.

—¿Cómo llegaste aquí?— pregunté.

—Olvidas que tengo mis habilidades desarrolladas y puedo transportarme a dónde quiera.

—Perdoname por tomar tu coche, Neil.

Él sonrió de medio lado.

—Creo que lo del auto no es lo importante ahora ¿No crees, Mad?

Asentí intentando calmar mis emociones. Era abrumador y la cabeza me martillaba.

—¿Encontraste algo de lo que querías?

—¿Ves mi apariencia?— acoté, una risita amarga salió de mi.

—Parece que peleaste con alguien.

—¡Estoy rota Neil!

No pude aguantar más. Mi cabeza colapsó y un sin fin de flashback rodearon mis pensamientos. Neil no dijo nada. Empezaba a odiar que las personas se quedaran calladas.

—¡Ni siquiera quiero verte! ¿Qué haces?

Las jodidas lágrimas se desbordaron. De nuevo.

—¿Tan mal fue, pulga?

—Mi madre resultó ser un ser cruel... Me golpearon, los habitantes de ahí me dejaron en claro cuánto odio tienen hacía mí... ¿Qué les hice?

—Mad, no tienes la culpa. Pero todo ese enojo que tienes debes dejar que fluya y usarlo a tu favor— Neil hizo énfasis en la última palabra. Con el dorso de mi muñeca escurrí mis ojos.

—No quiero que duela ... ¿Sabes?

—No existe algo para eso.

—Quiero olvidar todo aunque sea una noche. Estoy cansada, demasiado.

Me giré del asiento y ambos quedamos cara a cara. Acomdó su cabello y luego paso el pulgar de su mano sobre mi mejilla derecha. Limpiando el resto de una lágrima perdida en vano.

—¿Puedo ayudarte a olvidar ésta noche?— susurró demasiado bajo. Casi inexistente.

Quria negarme, dormir me sentaría bien, sin embargo no pude evitar que mi vista recaiga sobre sus labios. No era buena idea, lo sabía, Neil era peligroso. Pero esas ansias me desesperaban, esas ansias de dejar de pensar por un rato y tener paz absoluta.

Cuando su dedo llegó a mi labio inferior, supe que era tarde para retirarme.

—¿Antes me prometes algo?— murmuré nerviosa.

—Dime, pulga.

Sonreí.

—Prometeme que no me lastimarás, que ni siquiera mezclaras las cosas... Estoy tan hecha mierda que no puedo repararme ahora.

—¿Qué puede pasar si dos personas rotas tienen algo de sexo?

Me quedé atónita ante su pregunta, la respiración se detuvo por milésimas de segundos y, solo con esas palabras selló mis labios con los suyos. El segundo beso bajo el atardecer cayendo.

XxxxX

Notita de autora: AAAAAAAAAAA MORÍ.

Primero, mi corazoncito de pollo no soporta lo mal que le está yendo a Madison 😣😭

Ella se merece todo lo lindo de la vida.

Segundo, ¿Creen que es posible que pase algo entre dos personas rotas?

AAAAAAAA, DEJEN SUS COMENTARIOS, LOS LEOS AQUÍ ✨✨✨✨

NO OLVIDEN SUS VOTITOS ❤️‍🩹

Perdonen la inactividad, la escuela comenzó así que, serán actualizaciones lentas pero seguras <3

(El próximo capítulo será +18) * Se desaparece*

Los tqm.

By, Nia 🫦


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