|10| Más preguntas, menos respuestas.
—Cito mortua eris, cara Madison.
Una voz muy peculiar amedrentaba mis pensamientos, tenía un porte oscuro y muy gutural. No comprendía lo que decía, no hablaba aquél idioma.
Abrí mis ojos, aún había oscuridad a mí alrededor pero nada de lo que estaba aquí pertenecía a la habitación de Kylian, me rodeaba una cama blanca y lo demás se hallaba tapado con un espeso humo negro.
Ésto era extraño, algo no sé encontraba bien, intenté observar más allá de la negrura, pero nada había.
De pronto comenzaron a oírse pasos aproximándose. Un olor desconocido para mí se hizo cada vez más presente, no tenía explicación, era algo parecido a la muerte.
De la oscuridad se formaron unos brazos cubiertos de tatuajes raros, retrocedí por inercia, mí espalda chocó contra una superficie dura. Miré hacía atrás; humo. Solo se visualizaba humo, joder.
El miedo y la ansiedad me hicieron presa de ellos. Noté que no podía moverme, algo me lo impedía y cuando ojeé a mis costados, unas cadenas negras me inmovilizaron las manos. Sacudí las mismas en un leve intento de poder sacarlas, las manos aún seguían acercándose.
—¡Joder! ¿Qué quieres?— grité asustada.
Un escalofrío se apoderó de mí en el momento exacto en donde unas manos salieron de las tinieblas y me cogieron de la cintura. Luego una risa varonil se oyó por todos lados.
—Quedate quieta, prometo que será rápido.
Las manos no me dejaban realizar ninguna acción, todo lo que me rodeaba empezaba a desaparecer, la cama fue tragada por la neblina. Otras manos surgieron del humo, unas manos que reconocí de inmediato. Un demonio.
Apretaron mí boca para acallar mis gritos. Patalear no servía de nada porque estaba acorralada entre todo ésto. Unas traicioneras lágrimas descendieron por mí rostro cuando alguien salió de la oscuridad, su identidad era cubierta por un manto negro.
El tiempo parecía pasar con lentitud y todo lo que visualizaba era peligroso.
¿Por qué un demonio estaba aquí?
Ellos no podían pisar la zona de los vampiros y mucho menos estar cerca de las familias reales; nos dividía un gran muro que al querer pasarlo, soltaba una gran potencia de electricidad. No era algo que mataba a los demonios pero, si los ahuyentaba.
Aquél desconocido emanaba un aura muy fuerte cada vez que se acercaba, no quería verlo a los ojos pero esos brazos me tenían agarrada y ejercían presión sobre mis párpados, no podían cerrarlos. Al parecer ese era su objetivo, hacerme ver todo lo malo que pasaría sin importar qué.
Levantó su brazo izquierdo; escarbó en su bolsillo y de allí sacó una jeringa. Con cada pasó su respiración se hacía más fuerte y aumentaba el terror en el aire. Mis venas se fueron poniendo duras y para cuando lo tenía en frente, el cuerpo no me respondía, sólo ardía.
Hizo una seña que no entendí, una especie de ojo formó con sus dedos y aquellas manos desaparecieron como si nada. Quedé libre, sin embargo todo pesaba el doble, me sentía débil con sólo sentir su mirada.
Entonces hizo algo que me dejó descolocada, quitó eso que lo cubría y unos par de ojos inyectados en sangre y llenos de odio me clavaron la mirada. El sentimiento era indescriptible, el corazón latía tan fuerte que me costaba caminar, ese órgano parecía de hierro.
—Omnia videt Dominus, et cum vult aliquid, habet illud.
De la nada un pinchazo me paralizó el brazo, había introducido la jeringa y comenzaba a sacar sangre de mí, por alguna extraña razón no poseía rostro más que sus ojos. Mí cuerpo se tensó y como si fuese el último aliento que me quedaba en mí cuerpo grité.
—¡Neil, por favor ayudame!
La persona se detuvo y se alejó como si algo en mí quemara.
—Volveré, eso te lo prometo.
Y todo a mí alrededor fue tragado por las penumbras de la niebla.
—¿Mad? ¡Joder estás volando de fiebre!
La voz de Neil hizo eco en mí oído, mí cuerpo aún seguía caliente pero ahora parecía estar hirviendo. ¿Fue una pesadilla?, ¿Por qué se sintió tan real?
Una sensación extraña me quedó en el brazo pero no podía ni siquiera husmear. Mis párpados me dolían demasiado.
A lo lejos oía pasos por todos lados y algunos murmullos pocos audibles, estaban susurrando. De pronto sentí que era llevada a otra parte, con exactitud no sabía dónde pero, identifiqué que era el baño en cuanto el agua congelada tocó mi piel.
Me heló todos los huesos y los músculos se entumecieron.
De a poco el cuerpo se me fue relajando, no experimentaba la pesadez de hace rato; a medida que el ardor en mi sien bajaba pude ser capaz de abrir los ojos.
Lo primero que ví fueron aquellos ojos azules tan conocidos, su rostro carecía del enojo que siempre poseía. Ahora tenía una expresión suavizada, aún así la preocupación era palpable en cada uno de sus poros. Giré la cabeza unos centímetros detrás de Neil y allí, sobre el marco de la puerta, Kylian me observaba.
El vestido se hallaba empapado de agua, arrugado y roto, ¿Qué sucedió?
—¿Estás bien, Mad?— Preguntó aquel hombre.
Él ayudo a reincorporarme en la bañera, no quería pensar en lo que pasó, la cabeza me daba vueltas y en mí cuerpo se instaló el miedo. Creciente como una flor.
—No lo sé, Neil. Algo está mal — Ojeé a Kylian, él se mantenía ajeno a todo. Mordió la uña de su dedo pulgar. Mientras a mí lado, Neil parecía estar algo alterado.
—Si quieres ayuda necesito que me expliques con detalles lo que pasa, Madison.
—¡Es que.... Joder! Un puto loco me atacó aquí y luego tu hermano, por todos los Santos — La frustración se apoderó de mí, ya no sabía que pensar. Mí vida estaba literalmente jodida.
Ésto no era un simple juego, detrás de todo se escondía algo. ¿Qué tenía que ver yo en todo eso?
Siempre visitaba el bosque, lo hacía continuamente porque en casa las cosas no estaban bien. Mí abuelo y mí padre nunca se quedaban con nosotros; se iban diciendo que había algunos asuntos que resolver. Ambos actuaban extraño pero, importancia no le daba, vivían recalcándome que no era asunto mío.
El bosque se convirtió en un escape de la realidad, allí encontrabas la paz que no tenías. Sin embargo, Eric lo prohibía. No sabía la razón pero, no le gustaba que anduviesemos en las profundidades. Relativamente ese gran bosquejo nos dividía a todas las razas.
Introducirse en el era como ir directo a la boca del lobo. Peligro encontrarías por todas partes, no obstante, el infernal y antiguo bosque era muy profundo. Debido a los grandes árboles y a la espesura de las plantas, la luz no podía inmiscuirse. Las personas temían a ser tragados por ese lugar oscuro, pues lo que pasaba en el se quedaba ahí dentro.
Si gritabas en busca de ayuda, nadie te escucharía.
Alguien entró, el cadáver lo comprueba.
Y para mí mala suerte tuve que encontrarlo. Ese cadáver y el bosque me trajeron demasiados problemas, me alejaron de mi familia. Me dejaron varada en la mansión de los enemigos, al acecho de las amenazas que el mundo tenía para mí.
Eso no era lo peor; alguien me atacó anoche y dijo cosas que no me dejaron en claro nada. Luego aquella pesadilla, sea quien sea me demostraba que necesitaban de mí. Lo único que pude notar es que participaba un demonio y, el nombre Dominus no abandonaba su boca.
Habló en otro idiota que desconocía. Necesitaba ayuda y no me servía de nada no tener ningún poder. Me quedaba la opción de aprender el hechizo y buscar a quien me ayudaría a revelar el poder que se ocultaba en mi interior.
Bajo la atenta mirada de Neil, escurrí mi cabello aún en la bañera, el agua fría que antes tenía ahora era caliente. La temperatura de mi cuerpo se pasó al agua.
Até mi cabello desordenado en un moño y con miedo a lo que se vendría de ahora en adelante pero, con valentía que salía de mi, me puse de pie. Ya era momento de ponerle seriedad al asunto.
—Necesito hablar con Judith— Murmuré mientras arrastraba aquel vestido mojado por todo el suelo de la habitación de Kylian. Pasé a su lado, su respiración agitada dejaba a la luz que le molestaba.
—¿Por qué con ella y no conmigo?—Acotó Neil deteniéndome. Su tacto en mi brazo me mandó estragos.
—¿Qué puedes decirme tu?
Demasiadas preguntas le había hecho antes y no tuvo el valor de responderme. Su única ayuda fue decirme sobre el sótano, algo poco relevante para mí.
—Nosotros sabemos más de lo que crees, Red. — Kylian, con su voz prepotente nos interrumpió la conversación.
Me giré para quedar frente a su rostro, tratando de deducir a qué se refería. Pero aquellos huecos mostraban un vacío indescriptible.
—Cierra la puta boca, Kylian. — El enojo de Neil me hizo retroceder.
Ambos hombres corpulentos y altos irradiaban rabia. Al parecer no se llevaba del todo bien, eso era otra cosa que replantearme. Judith había dicho que el menor de los Black era algo indispensable para Neil ¿Entonces que sucede?
Cuando sentí que se iban a ir a los golpes me planté entre ellos, quedando de espaldas a Kylian. Podía notar el peso de su mirada por todo mí ser.
—¡Ya basta! Son hermanos por el amor al supremo.
—No te metas. — Neil me observó de arriba hacia abajo, tragué grueso porque al lado de los hermanos Black, era muy chiquita.
Intenté mantener la calma a pesar de todo, no era el momento indicado para perder los estribos y mandarlos a comer mierda por idiotas. El agote físico era bastante con lo que lidiar, ni hablar de todas las respuestas que surgieron junto a mí curiosidad.
Cerré los ojos para calmarme e inspiré hondo. Las imágenes fugaces de ese ser oscuro vinieron a mí mente; todavía quedaba latente el pinchazo de la jeringa. Esa zona tenía un moretón.
—Neil... — Lo llamé.
Abrí mis párpados; sus ojos recorrían cada parte de mí.
Comenzó a hacer movimientos raros con las manos, parecía estar aliviando el estrés. Por su parte, Kylian ya no estaba detrás de mí. Eso fue agradable, el hecho de tener a dos presencias masculinas que irradiaban nadas más que sed de saber quién era mejor que el otro, realmente era insoportable. La tensión disminuyó con frecuencia.
—Necesito tu camisa —Acoté sacándome los guantes, ya no se veían lindos como al principio. Ahora tenían roturas y alguna que otra quemadura en ciertos lados.
Al no obtener ninguna respuesta, levanté la vista y observé su rostro, incredulidad estaba plantado en grande sobre cada uno de sus poros. En otra ocasión, moriría de vergüenza, pero ésto no era esa ocasión. Ese momento ya no existiría.
—No voy a darte mí camisa, Mad. Debo bajar con los invitados.
—¿Qué horas son?— Pregunté ensimismada.
—Aún no ha llegado ni la madrugada.
—Joder, creí que era de mañana...
—Como se nota que a los Red, la idiotez le corre por la sangre. — Kylian nuevamente hizo acto de presencia. Aquellas palabras iban soltadas con veneno.
—Cuida tus palabras, Kylian.
Sin pudor alguno, comencé a quitarme el vestido mojada. Cayó al suelo dejándome así en ropa interior, un conjunto de encaje negro tapaba mis partes íntimas. Tanto Kylian como Neil me observaron, parecía una demente desnudándome frente a dos hombres pero, realmente el vestido molestaba y yo necesitaba ropa limpia e irme a descansar un poco.
Tenía planeado armar una lista de las cosas que deberia empezar a hacer.
Neil ni se inmutó en darme su camisa, me cogió del brazo con fuerza y me obligó a mirarlo a la cara. Ahí estaba él, su enojo no se escondía en lo absoluto.
—¡¿Estás loca?!—Sus palabras me hicieron tragar grueso, más no lograba intimidarme.
—¡Es una tortura andar mojada y sucia!—Contraataqué.
—¡Deja de exhibirte frente a mí hermano!
—¡Me da igual!¡Tu no me mandas!
—¡Paren ya!
El grito sonoro nos hizo girar a ambos en busca de Kylian. Se hallaba con una expresión ruda, destilando más rabia que la que tenía antes. Pude notar que en su mano derecha, colgaba una playera negra.
—Ponte ésto, Red. —Me lanzó la prenda con fuerza, provocando que cayera al suelo. No me esperaba ese gesto de él pero lo agradecía de corazón.
La vergüenza ya estaba apareciendo de a poco.
Quise agacharme a juntarlo pero la mano de Neil volvió a tomarme por sorpresa.
—Deja de mostrar demás. Yo la cojo por tí.
Me extendió la remera y con rapidez me la coloqué. Era bastante grande, me pasaba un dedo las rodillas. La mirada de Kylian recayó otra vez en mí, me sentía extraña usando una ropa suya, él parecía disfrutarlo.
—Madison, vete ya —Oredenó Neil.
Quise refutar pero, nada más tenía que hacer aquí, mis planes no era jugar a hacer los amigos con ellos. Debía pensar con claridad y arreglar el gran caos que era mi mente en éstos momentos.
Cogí el vestido del suelo, los zapatos ya no los tenía, entonces con lo poco que quedaba salí de la habitación sin mencionar una sola palabra.
Los días habían sido caóticos, por más que intentaba no entrometerme tanto, el peligro parecía ser un imán hacía mí. Me frustraba el hecho de que no podía volver a la vida de antes. Mi casa ya no era mí casa, mis padres no eran lo que demostraban, mi mejor amiga estaba muerta junto a la familia que me trataba como a su propia hija. Para rematar, alguien me quería muerta y un demonio lo seguía él.
Era hora de actuar. De buscar lo que tanto se ocultaba en algún sitio. Armar y congeniar ideas claras y precisas, estar un paso adelante de mi atacante. De todos, inclusive del mismísimo Neil.
Comencé a bajar las mismas escaleras que me llevaron a terminar aquí, cada paso que daba me cortaba el aire, aún podía sentir los pasos. Me tomé unos minutos para respirar con calma.
Con rapidez llegué al segundo piso, en donde mí habitación se encontraba. Percibía que la música seguía, las voces y risas no paraban. Ellos disfrutaban sin un apice de temor en su interior mientras que yo me ahogaba en mis pensamientos.
Joder, que envidia.
Al ver la puerta de mi cuarto, corrí arrastrando aquella tela por el terciopelo rojizo de la alfombra, y me encerré dentro de ella. Reposé el vestido sobre la cama.
Mi mente y cuerpo ya no daban más. Estaba agotada. Sin embargo, cogí el impulso de darme una ducha y sacar de mi todo lo malo. Por eso me despojé de la playera de Kylian Black y me encaminé al cuarto de baño.
Allí me detuve un momento para apreciar mi reflejo en el espejo. Debajo de mis ojos adornaba unas pequeñas sombras negras, se notaba el cansancio en ellos. Mi maquillaje era un asco, corrido por todos lados. Los labios estaban secos. También visualicé que mis brazos tenían algunas cicatrices.
Con todo el alboroto que se armó hoy me quedaba más que claro que alguien muy peligroso estaba detrás mío. No tendría paz nunca si no lo detenía.
Todo me indicaba que sólo fue una falla. Hasta dijeron que la próxima no lo harían mal.
—Bueno, querida Mad— Me susurré a mi misma — Creo que es hora de hacerle una visita a tu familia.
Si todo estaba a punto de irse a la mierda, debía empezar primero por el sótano.
—Que comience el juego.
Me aparté del espejo y bajo la lluvia de la regadera, dejé que mis músculos recibieran el calor que tanto necesitaban. Tallé con fuerza cada parte de mi cuerpo para sacar todo lo que pesaba.
Si me quieren muerta, primero me encargaría de saber la verdad.
XxxxxX
Notita de Autora: ¡Holis almitas!
¿Cómo están?
AAAAAAAAAA DIOS, KYLIAN TE REZO 🌚
¿Qué tal el capítulo de hoy? Algo suave...
Prepárense, a partir de ahora, las cosas se pondrán feas.
Nos vemos en el siguiente capítulo. Los TKM✨
—Nia.
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