|08| Kylian Black.
Me apresuré a caminar rápido y poder perderlo de vista, luego de presenciar su conversación con aquel sujeto en la cueva, me quedaba más que claro que él era un enemigo.
Siguió llamándome a medida que empujaba a todo aquel que se cruzaba en el camino, ver a tantas personas juntas me ponía más nerviosa. El lugar estaba ajetreado hasta más no poder.
Un grupo de mujeres riéndose obstruyó mi campo de visión y aproveché eso para esconderme entre ellas. Podía ver como Ace me buscaba con la mirada por todos lados, observé como no daba conmigo. Logré pasar desapercibida entre los gigantescos vestidos de aquellas chicas.
Solté un suspiro de alivio cuando noté que se alejaba del lugar donde estaba. De pronto el sonido de una cuchara al golpear la copa de vidrio sonó. Ambos miramos de quién provenía y por supuesto era Rachel. Ella parecía buscar la atención de todos los presentes y lo consiguió en segundos.
Sin poder evitarlo, sus ojos se clavaron en mí y un escalofrío recorrió todo mi ser. Algo andaba mal, podia presentirlo, no tenia buena espina. Me moví con torpeza, nunca antes habia usado unos tacones y me costaba caminar. Visualicé un pequeño lugar debajo de las escaleras; un rectángulo oscuro.
Me escabullí hasta estar debajo y oculté la cola de mi vestido cuando su cuerpo se posó de espaldas a mí.
La voz de Rachel sonó de repente, podia ver como todos los presentes, incluyendo él, giraban hasta darle atención.
—¡Damas y caballeros!—Comenzó llamando—¡Otro año nuevo y así damos inicio a la Fiesta de Máscaras!—Todos aplaudieron y algunos silbidos se hicieron audibles.
La rubia sobre un pequeño escenario, regaló una sonrisa al público que no pude descifrar.
—La sala de juegos y apuestas está en la habitación contigua, la zona Vip en el tercer piso.
¿Zona Vip? ¿Qué era eso?
Rachel pareció terminar, a continuación se oyó la voz de Neil. Mis entrañas se removieron.
—Por favor, el lugar Vip debe estar limpio cuando se termine. Las bebidas seran totalmente grátis.
Todos carcajearon menos yo, no entendía nada de lo que decían, no sabía a qué se referían y mucho menos me sentía parte de ésto. De un momento a otro las luces se apagaron, unas velas iluminaron la sala y le dió paso a una melodía sensual.
Ace no estaba por ningún lado, así que aproveché a salir, los invitados se hallaban de espaldas presenciando el espectáculo de danza que daban unas mujeres con poca ropa. Bailando al son de la música, enseñando partes de su cuerpo. Moviendo sus caderas al ritmo de la canción.
Fruncí mis cejas, Neil ya no estaba allí. Probablemente había comenzado la reunión que mencionó antes.
Desajusté mis zapatos y para no hacer ruido subí con agilidad aquellas escaleras. En el piso de arriba se veían los tres pasillos que acostumbraba a observar, uno de ellos se dirigía a mi habitación, el otro al de Neil y en el último, podia ver que en cada puerta que había, se encontraba pegado un cartel que ponía:
«Sólo para invitados con pase de bronce y plata.»
¿Qué?
Traté de no darle importancia y corrí cuando una de las puertas se abrió. Joder que susto. Cogí las escaleras nuevamente y me dediqué a subir cada escalón para llegar al tercer piso. Aquí jamás había subido. En éste caso las puertas iban adornadas del mismo cartel, con la diferencia de que éste ponía:
«Sólo personas con pase de oro y tarjeta vip.»
—¿Así que a ésto se refería Neil?—Susurré para mis adentros.
Era demasiado intrigante leer cada cartel y no saber que había detrás de cada una. No quería distraerme, mi objetivo estaba a tres pisos de diferencia. La Mansión Black contaba con seis extensos pisos y cada uno de ellos era un nuevo misterio para mí.
Ni loca subiría por medio de las escaleras; tomé la opción de caminar hasta el elevador pero al pasar por una de las habitaciones, mi corazón se desbocó, mis oídos escucharon gemidos detrás de ésta. No pude evitar sentir que aquellos gemidos los había oído en otra parte.
El elevador no tenía ninguna luz parpadeante, toqué el botón de abrir pero no funcionaba, estaba descompuesto. Maldije para mis adentros y suspiré pensando, necesitaba ascender si o si. Empecé a retroceder para tomar las escaleras cuando reconocí sus voces. Cada vez se percibían más cercanas.
Me escondí en la primera habitación en el momento exacto en donde los pasos se sentían a centímetros.
Mis oidos captaron que se detuvieron frente a la puerta en que entré, joder no podía tener tan mala suerte.
—¿Tienes lo que te pedí?—La voz de Rachel se hizo presente entre murmullos.
—Si, espero que hagas un buen trabajo.
¿Ace?¿Qué?
—Confía en mí, haré que caiga.
Sobre el suelo resonó el zapato de la rubia. Logré sentir los susurros y de pronto una mano se posó sobre la manija. Todos mis musculos se tensaron. ¡Mierda, van a entrar!
Me di vuelta y en apuros ojeé el panorama. Era una habitación un tanto particular, una cama de sábanas rojas y un gran mueble extraño era lo que la integraba. La cama denotaba ser bastante alta así que me escabullí bajo ella, ocultando mi vestido. Joder, que incómodo.
Ambos entraron riéndose, podía oir sus murmullos y noté como lentamente el vestido de Rachel cayó al suelo. ¿En serio estaba tirándose a Ace? ¿Qué tramaban?. Se sentó sobre la cama y comenzó a sacar sus zapatos, pero entonces el pelinegro la interrumpió.
—Dejatelos puestos, me gusta ver como te follo mientras los usas.
Mi respiración se aceleró, sabía lo que se venía y en esos instantes deseaba poder abrir la tierra y esconderme dentro. La rubia carcajeó y procedió a arrodillarse frente a Ace, ¡No!.
—¡Rachel!
La voz de Neil a lo lejos pareció ser una luz al final del tunel.
—¡Mierda, quédate aquí!—Susurró, a leguas se notaba el nerviosismo de sus palabras.
—Calla, me iré. Pero debes saber que necesito que saques la mayor cantidad.
Al cabo de segundos Rachel salió de la habitación, dejándome en un ambiente pesado junto a quién me perseguía. Sus pies se paseaban por toda la sala. Él se detuvo frente al mueble, abrió sus puertas y de ella sacó algo, no lograba identificar qué, hasta que comenzó a arrastrarlo sobre la alfombra. Un látigo.
—Sé que alguien está aquí, puedo sentir su energía.
¿Por qué diablos había un látigo guardado?
Me quedé muda. Movió aquél látigo ocasionando que su ruido se oyera. Permaneció un rato en silencio; hasta que sus pasos se aproximaron con rapidez hacía la cama en donde me ocultaba y cuando creí que me había encontrado, el vidrio de la ventana se rompió en mil pedazos.
Alguien me cogió de los pies y estiró dejándome al descubierto. La gabardina negra no dejaba entrever nada, me tomó del cabello y me levantó por el aire. Ace se hallaba en el suelo con un cristal atravesado en su pierna. Sus ojos perforaron mi ser y con fluidez logró sacar el vidrio.
Era un vampiro, su piel se regeneraría rápido.
El pelinegro en un vago intento se acercó, tratando de golpear al intruso, pero el mismo logró ser rápido y me lanzó en volandas hacia Ace; cayendo encima suyo.
Pude escuchar un quejido de su parte, rodé hacía el costado. El desconocido me observó; aunque tenía su identidad oculta, sus ojos quemaban mi piel. Sin tener otra alternativa me saqué uno de los zapatos y logré golpearlo con el. De cierta forma creé una distracción y la aproveché para abrir la puerta y emprender una huida. Ésto era peligroso, ¿Quién demonios era?.
Detrás mio los golpes eran bastantes notorios, la música elegante rezonaba por todos los lados y aún así la pelea era digna de oir. Me apresuré a quitarme el otro zapato para poder correr y lo hice.
Cogí velocidad en cuanto pude ser capaz de presentir los pasos, subí de dos en dos los siguientes escalones de la cuarta escalera, con cuidado de no resbalar y caer. El corazón estaba latiéndome con vehemencia.
El cuarto piso me recibió con una oscuridad absoluta, se podía ver algo pero no lo suficiente como para avanzar, ¿Por qué mierda las luces estaban apagadas?
Entre la penumbra que embriagaba el pasillo y los pasos que cada vez los tenía encima, me adentré en silencio, tanteando sobre la pared algún tipo de interruptor. Una respiración se hacía presente.
Traté de mantener la calma, ésto no estaba bien joder. Algo acarició mí brazo y el cuerpo se me tensó.
—¡Madison, corre!
La voz de Ace me dió impulso para correr, el agarre en mí cabello se deshizo y procedí a salir lo más rápido posible de allí. Me encaminé asustada por un pasillo hasta que logré sentir bajo mis pies algo que iba en subida. Confiando en mis instintos subí y agradecí mentalmente que fuera la quinta parte de la escalera.
Aquí la luz era exactamente igual, el polvo que había dejaba ver qué éstos pisos no se usaban con frecuencia. Era más extraño aún que una persona se escondiera arriba.
Me moví con agilidad, el vestido ya me pesaba y mí cabello era una maraña enredada y desordenada. Todo el trabajo que había hecho Judith se fue a la basura en el instante en que me jaló el cabello.
Al pisar la escalera número seis, que llevaba al último piso, en donde se hallaba mí objetivo, algo en mí cabeza punzó. Me agarré con fuerza de la escalera.
Las punzadas se hicieron más presentes y sentía como mí cabeza se partía en mil fragmentos.
La piel de mis brazos comenzó a quemar, el ardor era demasiado fuerte que temía perder el equilibrio. Mí vista se volvió borrosa. De un momento a otro ya me encontraba en sobre la superficie del último pasillo. Lo único que le daba luz a ésta parte era la ventana que estaba en la esquina.
Su luz dejaba ver algo más que en los pasillos anteriores. Los golpes no eran escuchados desde éste punto.
El dolor me obligó a caer de rodillas, me cogí la cabeza entre mis manos, en un intento de apagar ésto que sentía. Pero para mí mala suerte, la ventana se hizo añicos.
—Aquí estás.
Una voz interceptada por algún tipo de artefacto que la hacía más distorsionada. Por alguna razón me recordó al viajero que me atacó aquella noche, él llevaba algo parecido.
—¿Qué quieres?—Pregunté entre sollozos.
—Necesito tu poder, Mad.
No comprendía que poder quería de mí, ni siquiera había conseguido pulirlo adecuadamente y no sabía cómo usarlo.
Me arrastré por la alfombra aterciopelada.
Noté que ésta pasillo no poseía ninguna puerta más que la que se visualizaba al final. Curioso. Algo en mí interior decía que allí estaba mí enigma.
Entre la desesperación y el dolor que me destrozaba, comencé a sentirme asfixiada, mi garganta se cerraba y no permitía dejar pasar el aire hacía mis pulmones. Joder.
Me di la vuelta dejando mi espalda sobre el suelo, en toda la negrura del lugar, su cuerpo se distinguía. Observé su mano izquierda y en ella llevaba un arma. La reconocía a la perfección, era capaz de matarme de un solo disparo con semejante objeto.
Las armas anti vampiros Dead Blood, las que tenían más potencia a la hora de acabar por completo con nuestra raza. Así como fuimos creados por el Supremo también él creó un arma de destrucción hacía nosotros. Él nos dió vida a base de sed de poder y de sangre.
Y entre sangre y poder, nacieron aquellas ancias de pelear por todo. Es por eso que para mantener el órden, la corte dorada estableció leyes y pactos entre las cuatro familias.
Neil parece no haber cumplido el pacto y lo rompió, ¿Por qué?. Eso era otro enigma que resolver al igual que la muerte desconocida de los White.
—Es hora de que sepas el porqué.
Su voz robótica cada vez hacía eco en mi subconsciente. Mis ojos observaron como con lentitud bajaba hasta estar cerca de mis piernas. Levantó con cautela aquel artefacto y con el me apuntó al centro de la frente, la luz azul quedando como un punto en el lugar.
—Dominus...
Aquella palabra quedó suspendida en el aire; un portazo se hizo presente y luego un disparo silencioso. El extraño lo esquivó y salió huyendo por la ventana, el casquillo de la bala cayó al lado de mi oído. Unos pasos se avecinaban, eran fuertes. Una mata de cabellos castaños alborotados se expandió por toda mi visión y después sentí como era levantada en volandas.
—No deberías estar aquí, Red.
No podía ser capaz de escuchar con claridad la voz, pues mi cabeza ardía y mis ojos estaban cerrados. No comprendía que me sucedía pero algo bueno no era. Recosté mi cabeza sobre una suave tela; detrás mío se oyó la cerradura de una puerta y a continuación, esa persona me recostó sobre algo de terciopelo.
Una voz habló dentro de mí cuando el ardor punzó el doble.
—Ésta vez fallé, pero la próxima no lo haré, mi querida Reina.
—¡Suéltame!—Abrí mis ojos de repente; el sudor resbalaba por mi frente y me sofocaba el hecho de sentirme acalorada.
La máscara ya no estaba y agradecía mentalmente. Por alguna extraña razón me quemaba el cuerpo. Demasiado. Ojeé mis brazos y se encontraba rojizos. Cómo si me hubiese quemado con algo.
Una silueta se percibía parada frente al gran ventanal, su cuerpo tonificado y musculoso dejaba a la vista su torso de desnudo. Llevaba puesto unos vaqueros negros que le quedaba algo suelto. Allí frente a la ventana, a la expectativa de quién sabe qué, su rostro se encontró con el mío por medio del reflejo.
—No quiero verte rondando por aquí, no eres bienvenida a mi zona de confort.
Sus palabras destilaban una rabia acumulada. Se dió media vuelta, quedado frente a mi. Mi vista recayó sobre su brazo izquierdo, una tela sujetaba y ajustaba perfectamente su músculo, en la mano poseía una jeringa con algún líquido que no distinguía.
Hasta que lo llevó hasta su brazo y lo inyectó.
—¿Por qué estás aquí?—Cuestioné nerviosa.
—Es mi casa, debería preguntar yo, ¿Qué haces tú aquí?
—Neil me trajo.
—Es un idiota, nos está poniendo en juego por una simple mujer.
Mi corazón se hundió en mi pecho, comprendía su enojo, estando en la misma habitación que él me arrepentía de haber subido. Claramente era una amenaza y no estaba de acuerdo con mi estadía en la Mansión.
Soltó la jeringa en el suelo; la pisó, ocasionando que se partiera en dos.
—No pedí estar en donde estoy, Kylian.
Al mencionar su nombre nuestras miradas volvieron a conectarse. Caminó hasta estará más cerca; otra vez me sentía pequeña al lado.
Su expresión cruda y varonil, abrumaba mi alma. Podía notar el peso que tenía su presencia. Levantó su dedo índice y, como si no tuviera modales, me apuntó con el mismo.
—Eso que pasó allí fuera —señaló la puerta, desvíe la mirada porque sentía que con ella me enterraba tres metros bajo tierra— es porque tú estás en un territorio en donde no perteneces. Neil volvió a cagarla y ambos quebrantaron una ley.
—¡¿Crees que no lo sé?!— me alteré cuando comenzó a reprenderme como si de una niña pequeña se tratase.
—La corte dorada está bajo el mismo techo que una ...
Se detuvo antes de terminar la frase, frunció los labios y permaneció en silencio, aquellos ojos azules me recordaba tanto a su hermano, pero éstos carecían de emociones.
—¿Una qué?
—Red, no voy a tolerar que ejerzas un dominio de sangre sobre éstas tierras.
—¿De qué hablas?
—No creas que no oí lo que ese imbécil dijo.
Me quedé encimada intentando captar a qué se refería, pero no lograba entenderlo.
—Tengo que hablar cuánto antes con mi hermano. Tu no puedes quedarte un día más aquí.
En un impulso de enojo lo empujé con mis brazos, mis esperanzas cayeron al suelo cuando no lo moví ni unos centímetros. Algo raro tenía su rostro, una expresión sombría cubrió cada poro.
—¿Por qué?
—Porque la guerra se aproxima, y tú solo eres la llave que abre la puerta a la primera batalla.
XxxxX
Notita de autora:
¡Holisssss mis chikistrikis!
¿Cómo están? Espero que bien❤️🩹.
Bueno, nuevos personajes van haciendo acto de presencia y con ellos llegan más incertidumbres.
¿Qué les pareció el capítulo de hoy?
Los leo en los comentarios 🧸✨
Sin más, me despido.
No olviden seguirme en Ig: nia_sd766
—Nia, fuera 🐣
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