- En seguida activo las alarmas para comenzar a buscarlos y detenerlos  gracias por la información, sólo una cosa más, pueden dejarnos una descripción gráfica de los presuntos acusados?- sugirió el guardia.

-por supuesto!, Sheldgoose! Dibujalo!- exigió el hechicero
- pero...  - titubeó Sheldgoose
- Hazlo! - gritó

Entonces Sheldgoose rápidamente garabateó como pudo una versión casi exacta de las características generales de los acusados, solo que un poco desproporcionados para el gusto del buen José, quien desde el lado opuesto de la delegación discutía con sus amigos intentando trazar a sus adversarios.
- Más rápido! - exigió Donald
- a ver entonces hazlo tú!- dijo José dándole el lápiz
- Donal', dibuja al burro murciélago mono rata!
- Eso intento!
- más rápido, a ver sí de verdad puedes- comentó el brasileño exasperado
- entonces ten!
- traigan acá! Matanga dijo la changa!- gritó Panchito divertido arrebatandoles el lápiz
- Cuál changa?! - preguntaron confundidos José y Donald
- silencio los tres!- gritó el guardia- con lo que ya trazaron es suficiente! Pueden retirarse! Shu, largo!

Salieron, ambos equipos al mismo tiempo, los guardias se abalanzaron unos sobre otros, durante la confusión los chicos volvieron a ser recogidos por Citlaly.

- Gracias! Exclamaron los tres.
- Que sea la última vez que hago esto... Ya me harté de que no me escuchen, solo quiero ayudarlos, conozco a Felldrake, ok? La última vez que escapó del inframundo Mic enfurecido nos castigó a todos los que se supone deberíamos cuidar la entrada y salida de espíritus, es mi trabajo, no puedo arriesgarme a ser degollada, digo, yo estoy muerta, nunca tuve un cuerpo terrenal ni un propósito, esto lo es todo para mí, yo jamás tuve la oportunidad de ir la tierra de los vivos, pero ustedes aún tienen una oportunidad para regresar, yo no, deben aprovechar, disculpen mi insistencia, ahora sólo guardaré silencio, vamonos! - sentenció por última vez Citlaly.
- Espera un momento! Quieres decir que el dios de la muerte escogió a Sheldgoose como su mensajero para poder recuperar el alma de Felldrake? Ya sabía que esto pasaría?!- preguntó Panchito cayendo en cuenta del verdadero significado de ser el mensajero del Dios de la vida. Ella sólo asintió con la cabeza.

-Ahora a donde vamos? Cuestionó José
Ella sólo señaló con la garra delantera derecha un sendero que se abría frente a ellos, era la entrada del Mictlán, lugar de los muertos, era una enorme gruta obscura, donde nacía un caudaloso río, del otro lado de esta rivera había una multitud de perros que esperaban a sus dueños.
- Ahí está, listos para emprender este viaje? Sólo quienes son dignos llegarán al final, donde se encuentran los dioses del inframundo mictlantelcuhtli y mictlatecaccihualt señor y señora del lugar de los muertos, una vez ante su presencia encontrarán la paz. Mucha suerte guerreros !- exclamó con voz potente un perro xoloescuintle que se diferenciaba de los demás por los hermosos tocados de plumas y jade que portaba.
Rápidamente Citlaly sobrevoló el río, donde muchas almas en pena intentaban subir sobre ella para cruzar, esa imagen quedaría en la mente de nuestros caballeros por siempre. Adelante había dos enormes montañas que chocaban entre sí, haciendo piruetas mientras volaba sorteó ese desafío, después con precaución de no herir a los caballeros, cubriendolos con sus alas pasó por un sendero que tenía muchas navajas de obsidiana, estaba rompiendo las normas como alguna vez lo había hecho cuando tomó lugar como guardiana.
Más tarde llegaron a un páramo lleno de nieve donde los vientos eran tan agresivos que arrebataron a nuestros héroes sus pertenencias, sus sombreros y sus prendas, no los necesitarían más. 
Más adelante había un lugar donde miles de flechas intentaban herirlos, todas ellas alguna vez habían sido disparadas en vida, incluyendo las flechas mágicas de Xandra.
-Acaso nos trajiste hasta aquí para matarnos? - preguntó Donald. - Hubiera sido más fácil esperar.
Entonces Citlaly rompió el silencio que había prometido guardar y dijo:
- Deben dejar de aferrarse! Sólo los dignos pueden terminar el viaje ya falta poco, resistan un poco más, valdrá la pena, a partir de esta prueba las demás serán más complicadas, la siguiente es evitar a los jaguares que se esconden para devorar su corazón, no han perdido nada más que sus ropas, ya me vieron?! Recibí muchas heridas por protegerlos! No me quejo, estas circunstancias cicatrices sanarán, ustedes deben llegar! Además , tomen en cuenta que no están del todo " vivos" ! Lo lamento tanto, pero no podemos regresar ahora.
- entendemos! Perdón! - dijeron los tres.
- no pasa nada, pronto encontrarán su destino. Dijo ella por última vez.
Sobrevolando a los jaguares y el otro río donde se esconde un lagarto llegaron al lugar de las nueve  lagunas.
- Este es el último nivel, a partir de aquí deben seguir solos, lo siento- y con todo el dolor de su corazón los empujó con su cola hasta el agua, se perdieron en la niebla de aquel lugubre sitio, estando en el agua les fue revelado el secreto de la vida, ahí cada uno revivió momentos importantes en su vida, José recordó a sus padres, recordó todos sus dibujos, recordó su escencia. Donald recordó todos sus infortunios, el día en que conoció a Daisy, su cumpleaños reciente y todas sus aventuras con su hermana Della, el tío rico y sus sobrinos, se conmovió ahora se sentía en paz, vió todos los errores que cometió y se le reveló una visión de su bisabuelo Clinton Coot, donde descubrió el origen del Atlas Dorado. Panchito por su parte recordó todas esas tardes cantando con júbilo canciones a su nación con su gran familia, en especial por su mamá, la mujer que más había amado en su vida, también recordó todas sus peleas en el ring, el cariño de su siempre México lindo y querido.
Desde ese momento se convirtieron en mejores guerreros la niebla se desvaneció y ante ellos estaba el señor de los muertos, sorprendido, habían pasado la prueba sin ningún rasguño, enfureció, ya sabía quién estaba detrás de todo esto.
- Quetzalcoatl!
Citlaly!
Cihuacoatl! Vengan aquí ahora mismo! -
Su grito resonó a lo largo y ancho de cada uno de los nueve niveles del Mictlán su lugubre  voz hizo eco y sus ojos luminosos como estrellas iluminaron su obscuro hogar, los murciélagos volaron y las lechuzas se estremecieron.