4. La muerte veía la noche relucir en sus zapatos, el viento aún susurraba su nombre, los árboles desnudos danzaban entre si, quizás alabando su acto de valentía o advirtiéndole a los demás lo que venía, la tierra se abrió paso y guardo en sus entrañas un cuerpo más de un asesino más.

2. Emprende el viaje a un bosque desolado, el nerviosismo y adrenalina aún intacta le dan la fuerza suficiente para cargar el cuerpo de su esposo de la cajuela a la tierra, el ciclo de los humanos—se mofó la muerte.

1. Una mujer con un frenetismo anormal restriega el suelo, para dejar blanco lo que alguna vez fue blanco, poco a poco el rojo se destiñe y el aroma a sangre es reemplazado por lavanda, sola falta un pequeño detalle: el cuerpo en la cajuela.

3. La brea nocturna impide ver las estrellas moradas y verdes, que su amado esposo coloreo en ella como muestra de su eterno amor —emífero ahora que yace muerto—, pero más que marcas, en ella quedarán los recuerdos de la infelicidad a su lado, la humillación y asco que le hacía sentir en su matrimonio, pero sobre todo la satisfacción insana que sintió al enterrar la cuchilla una y otra vez en su garganta, rostro, torso, estómago y todas las demás partes de él que alguna vez golpeó en ella.