Al chico del que nunca me despedí
¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?
Entre todos mis recuerdos distorsionados, deshechos como papel en el agua, intermitentes como el foco que pronto quemará, entre todo el desastre allá arriba, justo ese día, es el más nítido de todos.
Solo cruzaste el umbral. Sin pretender llamar la atención, pero fue imposible. Tu rostro nuevo, entre caretas ya viejas, obviamente denoto.
Para mí y para todas.
En el momento que te sentaste detrás de mí, todo fluyo.
No me preguntaste mi nombre, ni yo el tuyo. Solo me saludaste. Simple.
¿Cómo algo tan simple termino siendo tan caótico?
Aún sonrío al recordar que en el primer día nos tuvieron que separar porque no parabamos de hablar. Me preguntaron si te conocía, si en aquel entonces hubiera sabido de la reencarnación hubiese respondido algo como: "Éramos almas gemelas en otra vida". Porque así se sintió.
Fue cuestión de tiempo para saber casi todo el uno del otro. Al fin al cabo éramos niños sin mucho que contar. Pero vaya que si soñábamos.
El tiempo paso, no recuerdo el segundo exacto en que nos separamos, trato de rebobinar entre mis recuerdos, pero no hallo el punto exacto en el cual te ibas con tus amigos y yo con los míos.
Al fin al cabo, éramos tan diferentes. Nos costo tiempo darnos cuenta de eso.
Tiempo. Tiempo. Tiempo.
Maldición cuanto odio esa palabra.
El tiempo no se puede comprar, no puedo robarlo, no puedo abrazarlo muy fuerte para que se quede quieto y me deje disfrutar más de ti.
Joder.
Si tan solo nos hubieran dado la señal de que el tiempo se agotaría tan pronto para nosotros, te juro que nunca me hubiera separado de ti.
Pero, el tiempo paso.
Los caminos se distanciaron.
Hasta que, la brisa nos unió.
En aquella clase, después de tanto tiempo sin miradas furtivas, sin risas infinitas, o solo silencio cómodo.
Volvimos a congeniar.
Así de simple. Sin explicaciones o excusas.
Y sentí que el tiempo empezó a correr.
No alargare el cuento.
Desde siempre me gustaste, y yo a ti de alguna manera.
Simple.
Aunque jamás lo dijimos, era algo que el viento rumoreaba a nuestro alrededor.
Perdón por alargarlo, recuerdo que odiabas los rodeos. Pero prefiero detallar lo mejor, para plasmar lo que estuvo plasmado en nuestras venas, en este simple papel.
La tranquilidad y comodidad se esfumo cuando la vida decidió quitarnos la venda de inocencia.
Yo descubrí que los monstruos eran reales, mientras tú te convertías en uno.
De repente tus ojos ya no brillaban, no había hoyuelos en tus mejillas, y tu tacto ya no era suave.
Tuve que haberme quedado, pensé. Tuve que haberte soportado, pensé. Tuve que haber sido fuerte, pensé.
Tuve que...
Da igual, no hice nada de eso.
Fui débil y egoísta. Me alejé por mi bien, aunque el tuyo ya no existía.
Y fue cuestión de tiempo.
Tal vez, en un segundo, por tu cabeza paso el pensamiento que te llevo al abismo.
Las cosas suceden en solo un jodido segundo, no en meses, ni años, solo se necesita un maldito segundo para acabar todo.
En un segundo te fuiste.
En un segundo lo descubrí.
En un segundo el tiempo al fin se detuvo.
Sigo sin saber el porqué, y prefiero no descubrirlo. Ahora solo eres pasado.
Y solo escribo esto, a ti, el chico del que jamás de despedí, porque ya es momento de dejarte ir.
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