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×Doce×


Tocar fondo definitivamente se estaba volviendo una rutina de vida para él, sinceramente comenzaba a creer que el mundo lo odiaba, aunque siendo sinceros y dejando de lado el egoísmo, muy en lo profundo de su pecho, donde se albergaba el mayor dolor, sabe que todo eso fue su culpa.

No entendía.

No lo hace porque está bloqueado y solamente se dedicaba a llorar en su habitación luego de llegar a su vivienda. Definitivamente no podía entender el porqué era así.

Fueron muchas, demasiadas, las veces que esa propuesta de matrimonio pudo ser suya. Ese anillo en el dedo del otro Omega bien pudo ir en el propio. Pero ya era tarde, porque también recordaba cada una de las veces que había enviado a Jeon al diablo solamente por querer intentar una relación.

¿Quien era él para enojarse?

Nadie.

No era nadie porque el primer lugar, fue por su culpa que todo estaba sucediendo.

Porque si bien JungKook algunas veces fue un reverendo idiota, también era culpa de TaeHyung por llevarlo a eso.

Tanto tiempo evitando al alfa para no salir lastimado. Pero ahora dolía de una peor manera, dolía en el pecho y en el cuello, dolía en la consciencia saber que YuGyeom podría hacer más feliz al alfa castaño.

¿Cómo podría siquiera compararse?

Lo que Jeon necesitaba era una vida emocionalmente estable, estaba seguro de que el Omega se la daría, pudo notar en sus cálidas sonrisas que en serio esperaba un futuro al lado de ese alfa. Pudo notarlo porque en momentos, para si mismo, tuvo aquella expresión. Pensó bastante en el hecho de aceptar el cortejo que le era ofrecido en bandeja de plata, pero... Ya era demasiado tarde para volver a considerar aquello.

En los cuentos de hadas. Las parejas destinadas siempre eran tan dulces, nunca se veía un problema realmente agravante entre ellos. No había fisura que pudiese separarlos. Sin embargo, la vida real pegaba bastante fuerte y si lo hacía dejaba sus secuelas.

Sabe claramente que él era pareja de JungKook. Podría ignorarlo mucho, pero lo entiende. Ahora bien, sabe las consecuencias que su terquedad le traerá.

En el momento más feliz de la vida de Jeon, ahí donde pueda enlazarse con YuGyeom para ser una feliz pareja bajo la bendición de la luna. Él estaría posiblemente en un estado de Shock, dolería, van a romper su vínculo de alma, van a cortar de raíz su hilo rojo.

Si tenía la suficiente suerte, tomando en cuenta que no había una marca más sólida entre ellos, aquello solo dolería las primeras semanas. Luego, con suerte y si sobrevive al decaimiento, podría empezar desde cero o bueno, estaría obligado a empezar desde cero, porque el vacío en su pecho le va a exigir ser llenado con otra mitad. Una que quizás, llegue a reemplazar una cuarta parte de lo que ocupaba aquel alfa idiota de cabello castaño.

De no tener la suerte suficiente para superar un lazo de destinados, entonces simplemente caería en un sueño profundo, casi un estado vegetal. Ahí estaría dormido hasta que posteriormente, muera o pueda despertar con alguna deficiencia sentimental o física, nunca se sabe. Recuerda vagamente lo que sufrió su padre Omega al ser abandonado con una marca y un cachorro, ni siquiera eso se asemejaba a lo que él sentiría cuando un lazo con el que estaba destinado a nacer, sea roto.

Pero volviendo a la cruda realidad, él se lo había ganado.

Por eso no tenía las agallas de ir hacia donde estaba YuGyeom y decirle que Jeon era suyo, no tenía derecho, no cuando el Omega era una buena persona, era divertido y totalmente el tipo de JungKook. No causaba problema y no dudó en aceptar ninguna de sus propuestas.

Definitivamente no quería ser ese tipo de Omega. No sería quien acabe con una relación que él mismo permitió. Así que haría lo más prudente en ese momento, tomaría distancia, una distancia de kilómetros o millas, lo que primero suceda.

En su cabeza sonaba bastante cliché, solamente escapar hacia otro país para buscar consuelo en otras tierras. Quizás Italia sea una buena opción, siempre amó el arte.

Ya lo suficientemente alejado, podría dejar de preocupar a todos, sobre todo a JiMin quien no había parado de tocar la puerta y exigir que le abriera. ¿Cuántas horas más pasarían antes de que su rubio amigo se de por vencido?

También sería una buena opción que deje de llamarlo, desde el principio el de cabello azul había apagado su dispositivo para evitar sentirse peor al escucharlo.

Solo necesitó su computadora, su tarjeta de crédito y un destino para tener su boletos de avión asegurado.

Solo necesitaba despedirse de su padre antes de marcharse sin saber si volvería, no podría solamente irse, eso le arrancaría dos veces el alma. Tenía que explicarle y esperar un fuerte y amoroso abrazo de su parte. En serio lo necesitaba.

Cerró la computadora dejándola escondida en una de las gavetas de su habitación. Luego de eso, limpió sus lágrimas y usó maquillaje para quitar las pruebas más notables de que había estado llorando.

Puso su mejor sonrisa, o al menos la más creíble antes de abrir la puerta de su habitación y luego la de entrada, encontrando de inmediato una mirada de la que no podía escapar.

—Tae...

No entiende porqué hasta su propio nombre parecía traicionarlo. Solo escucharlo salir de los labios de JiMin le estaba causando un nuevo nudo en la garganta.

—Estoy bien. No te preocupes, solo fue un drama del momento, sabes cómo soy.

Se encogió de hombros al decir aquello y trató fervientemente de creerlo sin excepciones. Lástima que el pequeño rubio no daba fe de su testimonio.

—No estás bien —La mirada pesada de Min se posó en su mejor amigo y apretó los labios en una línea— ¿Quieres dejar de mentir? Deja caer de una vez esa máscara, TaeHyung. Esto no es una maldita actuación de las que hacías en la secundaria, esto es la vida real, aquí no hay magia que resuelva tus problemas. Puedes ocultar tu cara bajo maquillaje las veces que quieras, pero incluso tu olor te delata. Y esta casa... —Señala dentro y a su alrededor. También al mismo chico de melena azul— Apesta a depresión. Hueles horrible, no en el sentido higiénico, hueles casi a muerte, Tae, estás dejándote hundir y no puedo saber eso sin hacer nada.

JiMin se dio la libertad de abrazar a su amigo, lo hizo fuerte aunque no sentía que le correspondían, más bien, el cuerpo ajeno estaba tenso, muy tenso, cosa que pasó a ser un manojo de temblores y nervios cuando por fin, Kim estalló nuevamente en llanto.

El rubio pudo ver exactamente en momento en que la mirada índigo se rompía y Kim solamente se dejaba caer sentado en el suelo como si todo en su vida estuviese mal.

Estuvo ahí para consolarlo hasta que el menor quedó dormido en sus brazos. Por suerte habían ido a la habitación del dueño de la casa antes, de no ser así, JiMin hubiese tenido que llamar a YoonGi, porque si bien no era un Omega débil, tampoco podía con el peso de su mejor amigo quien era más alto que él.

Pudo ver bajo la luz de la luna por primera vez el rostro ajeno realmente pacifico y no con esa expresión aparentemente tranquila que siempre osaba tener.

Le dolía que de esa manera sean las cosas. Siempre habían existido casos así, y como cualquiera imaginaria, son los omegas los que siempre salen afectados, hay muy pocos donde es el alfa. Pues suelen ser ellos quienes rompen los lazos.

Pero en ese caso, pudo evitarse, pudo haberse evitando tantas veces sin necesidad de llegar a ese punto. Aunque ya era algo tarde.

JungKook en ese mismo instante estaba teniendo la cena donde anunciaba su compromiso. Se iba a casar, y el pequeño rubio solo podía mirar como un tercero como dos de las personas que más quiere se estaban destrozando entre ellos mismos.

Lamentablemente, todos sabían desde un principio quien sería el más vulnerable.

Y así sucedió.













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