Capítulo 46
Dos año después.
Ya habían pasado un año desde la partida de Matt, los primeros días para Camila fueron muy devastadores, se sentía morir, ella pensaba que no podría salir adelante con su hija. Ella sola no podría, pero lo que no sabía era que Lauren estaba a su lado para apoyarla en todo, y eso era lo que la ojiverde estaba haciendo con ellas. Camila llegó un punto en que no se levantaba y ni salía de su habitación, ella se sentía muy mal por la pérdida de su esposo. Lauren siempre estaba ahí para cuidar a Kate mientras Camila no salía de su habitación. Ahora que ya han pasado dos años ya todo estaba un poco mejor, siempre tenían a Matt en sus memorias pero la vida sigue y deben levantarse.
Lauren estaba muy enojada con Samantha, desde hace días y también una año ellas no se encuentran. Lauren la ha evitado muchas veces, no quiere saber más de ella, no la odia, solo que odiaba que no hubiera sido sincera con ella. Dinah se había calmado un poco con Lauren. La polinesia siempre se la encontraba en la casa de Camila, pero aún no se quita ese rencor de lo que llegó hacer en el pasado.
La ojiverde estaba la vez en que Kate dijo mamá, fueron sus primeras palabras. La ojiverde ha estado con ellas los dos años que han pasado, la pequeña Kate siempre le pregunta a Camila sobre su padre, la morena ya le explicó que él está en el cielo y la pequeña lo entiende. Lauren se pasaba todo el día en casa de la morena jugando con la pequeña Kate, simplemente la quería. Ambas se llevaban bien.
—Lolo, jugar —la pequeña Kate no se cansaba de jugar. Ella no podía decir el nombre de Lauren aún.
—Debes comer Kate —le dijo su madre mientras llegaba a donde ellas estaban.
—Mamá, Lolo jugar un rato más —Kate a pesar de su edad ya podía formular más frases que se entiendan.
—Si mamá, jugar un poco más —dijo la ojiverde imitando a Kate. La morena dio una risilla al notar eso.
—Las dos son iguales. Venga ya, primero deben comer y después jugarán.
A regañadientes ambas se levantaron del suelo, estaban en la habitación de Kate, bajaron con cuidado la escaleras para llegar a la mesa donde ya estaba servida la comida. Era medio día y debían almorzar. Se sentaron y comenzaron a comer. Lo típico que hacían en la mesa era hablar acerca de lo que habían hecho todo el día ya sea en la guardería; para Kate, y sobre trabajo. Mientras hablaban la ojiverde notó un poco decaída a Camila y supuso que estaba así por que recordaba a su esposo fallecido. Al terminar de comer la morena siempre hacia que cada una recogiera su plato y lo lavara.
—¿Que te parece peque si lavamos los platos y dejamos a mamá descansar un poco? —le preguntó con una sonrisa a la niña.
—Shiii.
Camila le dio una sonrisa y se fue hacia el sofá donde se tumbo un poco, mientras las chicas iban al lavado. Claro que todo lo hacía Lauren, Kate solo jugaba con su vaso de plástico en el suelo. A Lauren no le molestaba ayudar un poco a Camila pues era algo que había prometido y también algo que le gustaba mucho. Ella podía pasar más tiempo con ambas y eso le agradaba demasiado. Al terminar de fregar los platos, se dio cuenta que la pequeña se había quedado dormida en el suelo y le dio ternura. Con cuidado la cogió en brazos y se dispuso a llevarla a su habitación. Al pasar cerca donde Camila estaba; Lauren le dio una mirada y una seña para decirle que subiría, la morena asintió. Mientras subía las escaleras con cuidado, no dejaba de verle la carita toda preciosa que tenía Kate, es que era una niña muy tierna y hermosa.
Entro a la habitación con la niña en brazos y con mucho cuidado la dejo en su pequeña cama, la cubrió con su sabana rosa con dibujos de princesas, le dio el típico beso en la frente y salió de la habitación. Ambas pasar el tiempo con ella, Lauren era buena con los niños eso lo sabía muy bien. Bajo las escaleras, luego de bajar camino hacia donde estaba la morena, ya era hora de irse pues no se quedaba a dormir en las noches. Sería un tanto incomodo para ambas o eso era lo que pensaban. La morena le dio una sonrisa al verla llegar y sentarse a su lado.
—Gracias Lauren —le dijo mientras le regalaba una sonrisa.
—No hay de qué, me encanta estar con ella —le devolvió la sonrisa. —. Ahora debo irme.
—Si ya es la hora —Camila estaba un poco pensativa y eso lo notaba Lauren. Quizá no era nada o quizá era que no quería quedarse sola.
—Bien, mañana debo estar la mayoría del tiempo en el trabajo y también en la casa de la cultura.
—Si no puedes venir esta bien, no hay problema —Lauren tenía otra idea en mente, pero no sabía cómo lo tomaría la morena.
—Estaba pensando en... Que quizá tu puedas descansar... Claro si no quieres no hay problema... Yo... —Lauren siempre le daba ataques de nervios cuando le pedía algo a la morena.
—No divages tanto, Lolo —la morena no la llamaba por ese apodo muy a menudo y eso le gustaba a Lauren.
—Bien, solo pensaba en llevar a la pequeña mañana a la casa de la cultura —desde ya mucho tiempo estaba pensando en llevarla a la escuela y enseñarle un poco a pintar u otra cosa. Pero siempre tenía miedo de lo que diría Camila.
—Si, por mi no hay problema. Así podré avanzar un poco más con el capítulo final de mi libro. —a Camila le gustaba que Kate pasara tiempo con la ojiverde, era por que simplemente se miraban muy tiernas juntas.
—Genial, gracias —de lo feliz y sin pensar le dio un beso en la mejilla a la morena. Ella dejó un momento sus labios en la piel suave de la morena. Y luego se alejo muy apenada.
—Le arreglare una maleta para mañana y luego si quieres te la llevo a tu trabajo. —trató de calmar la incomodidad del momento.
—No tranquila yo vendré por ella o mejor si quieres la llegare a traer a la guardería.
—Bien no hay problema —se quedaron en silencio. Se miraban muy atentamente una a la otra. Aún había una tensión inevitable entre ellas. Aunque Camila sabía que estaba mal pues recién su esposo se había ido no quería estar con más nadie. Aún que estar con Lauren estaba en su lista de personas posibles a estar con ella.
—Bien, debo irme. Buenas noches y si necesitas algo me llamas ¿bien?. —Lauren siempre de sobreprotectora con ambas chicas.
—Si, si, lo sé tranquila. Tú igual descansa.
Le dio una sonrisa y luego se levantó del sofá y camino hacia la salida. La morena iba atrás de ella acompañándola hacia la puerta. Aún se podía percibir esa tensión entre ambas chicas y eso no debía ser pues ambas se había prometido solo ser amigas (por el momento). Abrió la puerta y Lauren salió se quedaron un momento, se daba miradas y sonrisas muy cómplices. El amor entre ellas dos aún estaba presente y eso se podía percibir en el aire. Se despidieron y Lauren se fue hacia su auto, donde entró y condujo hacia su casa. Donde trataría de descansar un poco, ya que últimamente no podido dormir nada con la pérdida de su buen. Matt siempre quizo que Lauren le cuidara a su familia la cual dejó sola.
Entró a su casa, colgó sus llaves cómo siempre y luego subió a su habitación, al entrar en ésta encontró a su gato durmiendo en su cama. Sonrió al verlo, lo acaricio y luego se desistió; estaba por darse una ducha muy fría para despegar un poco su mente. Mañana debía hacer muchas cosas en el lo la el cual se lo dejará a uno de sus empleados para que lo maneje ya que ella estara en la casa de la cultura. Salió del baño y luego se fue a vestir con su típica pijama; que consistía en sus bragas y una camisa muy larga. Se metió con cuida de no lastimar a su gato y se tumbó para poder dormir un poco. Se quedo completamente dormida y es que todo el día lo pasó muy movido la verdad. Después de enterarse de que Samantha era la chica que la molestaba en la escuela no podía sacar la idea de odiarla, pero no podía, simplemente no lo podía hacer por el simple hecho que ella ya era madura y no debía estar clavada en algo que pasó hace años atrás. Hablaría con ella, de eso estaba muy segura. Samantha le debía una explicación, la ojiazul le había mandado un mensaje diciendo que quería verla, pero Lauren no estaba para perder su tiempo, no aún.
Otro lado de Nueva York.
Ya era de día y todos debían despertar e ir a sus respectivos lugares, unos a trabajar y a los más pequeños a estudiar. Cómo era lo que haría Kate en estos momentos, a la morena le costaba demasiado despertarla, pues la niña era un poco floja en ese aspecto y Camila pensaba que eso lo había sacado de ella misma. Mientras le dio una corta ducha con agua caliente le decía lo de Lauren; al parecer la pequeña Kate lo tomó muy bien ya que salto de la alegría de estar más tiempo con la ojiverde y es que le encantaba su compañía y más sus ojos que se parecían a los de ella.
Desayunaron muy rápido ya que el tiempo pasaba muy rápido y debían estar en menos de unos minutos en la puerta de la guardería, apenas eran las nueve de la mañana, pero la señorita Sarah no le gustaban los retrasos. Salieron a toda prisa de la casa y se subieron al auto, Kate tenía un asiento muy especial para ella ya que iba muy asegurado. A los pocos minutos llegaron a la guardería, Camila salió de su auto y fue por Kate, cogió la mochila y luego la cargo en brazos hacia la entrada de éste mismo, saludo a las demás madres y entró.
—Buenos días señorita Camila —saludo Sarah.
—Buenos días, este día vendrá Lauren a traerla —Sarah ya conocía a Lauren y eso lo hacía por que Kate hablaba mucho sobre la chica de ojos verdes.
—Si, no hay problema. Bien Kate hermosa, vamos.
La cogió de su manita y la llevo dentro hacía el aula. El primer día Camila no se podía despegar de la niña, no la dejaba entrar pues sentía que algo le podía pasar o más bien sentía que un pedazo de su vida se iba. Un suspiro salió de ella ya estaba acostumbrada a decir adiós, se dio la vuelta y camino hacía su auto. Iría por una taza de café y luego iría a su casa. Las calles estaban un tanto solitarias a esas horas de la mañana y eso era extraño en la ciudad.
Al llegar a su casa, con su taza de café en mano, ella fue a su estudio donde cogió su ordenador, ella tenía pensado en seguir con los dos capítulos finales de su nuevo libro. Ya habían pasado quince minutos desde que cogió el computador y aún no le llegaba la inspiración y eso era algo terrible para una escritora. No tener inspiración implicaba no poder seguir con sus capítulos faltantes. Dejó a un lado el computador y le dio un sorbo a su café, se levantó del sofá y fue directo a él jardín que era muy grande para solo dos personas. Se sentó y contempló la zona verde, era simplemente hermoso, acá quizá encuentre la inspiración pensaba ella.
Pero los recuerdos de la pérdida volvieron y con ellos volvió la tristeza y la soledad, lo extrañaba demasiado, pues de verdad lo llegó a amar mucho, lo amaba más que a su vida misma. Lágrimas salían de sus ojos marrones, ella estaba muy destrozada aún por la pérdida de su esposo, su madre le decía que debía pasar página y buscar a alguien más, pero Camila eso lo miraba mal, no quería a nadie, no aún. Su madre siempre había sido sin corazón y eso lo sabía muy bien, viendo que lo amaba demasiado y que no podía estar con más nadie viene Sinuhe y le aconseja pasar página. No es tan fácil hacer tal cosa, pues no fue una pérdida cualquiera fue una pérdida de tu posible amor de tu vida. Se limpió las mejillas y le dio sorbos a su café. Ella se levantó dela banca, ya que escucho el timbre de la casa. Camino hacia la entrada y al abrir la puerta se encontró con una ojiverde muy sonriente que al notar los ojos triste de la morena su sonrisa se borro, sabía que estaba llorando y eso no le gustaba en nada.
—Buenos días, quería traerte el desayuno. —dijo la ojiverde mostrándole una caja con cuatro emparedados.
—Gracias, entra —se hizo a un lado para que ella entrará. —, pensé que estarías en el trabajo.
—Si, pues termine un poco antes para desayunar contigo —dijo con un poco de timidez. Le encantaba pasar tiempo con ella.
—Bien no hay problema, iré a poner agua para hacer café —se fue hacía la cocina donde lo hizo.
Mientras Lauren no dejaba de verla, ella estaba muy hermosa con su pijama aún puesta. Odiaba el rosa pero al verlo en el cuerpo de Camila lo amaba simplemente. Ella respetaba la pérdida de su amigo; pero no había que mentir, aún se moría por un beso de la hermosa morena que estaba en estos momentos de espaldas a ella. No podía evitar no verla así toda hermosa. Aún la amaba y eso no era un secreto, hasta el mismísimo Matt lo sabía. Camila se dio la vuelta y noto la mirada lasciva, tanto la morena como la ojiverde se sonrojaron, no había pensado en que Camila la encontrará viéndola así. Sin más sirvió las tazas de café y luego las llevó hacia la isla donde estaba la ojiverde con los emparedados ya servidos.
Mientras desayunaban se daban miradas un tanto lascivas, era cómo si algo escondían o algo querían decir y no con palabras. Entre ambas habían una gran tensión y eso se respiraba en el aire. Camila le gustaba Lauren y eso no era ninguna mentira, pero tenía miedo a engañar a su esposo fallecido, ella no quería serle infiel con nadie más que aún estando él mismo muerto. Era algo extraño y a la vez lindo, querer guardaré luto a tu difunto esposo, pero igual se puede dar una oportunidad.
—¿Tienes mucho trabajo? —preguntó Lauren, tenía en mente algo que de verdad le encantaba la idea.
—Pues no tanto, ¿por qué? —Camila sonrió, pues la ojiverde la miraba muy diferente, era como si tenía algo planeado.
—Nada, solo pensaba en ir por Kate y llevarla comer un helado y luego iría a la casa de la cultura. —ella quería pasar más tiempo con la morena y hasta la misma Camila lo notaba. Y ella no se enojaba con eso.
—Me parece genial la idea.
Se regalaron una sonrisa ambas y siguieron desayunando. Solo faltaba unos pocas horas para ir por Kate la pequeña que le gustaba pasar tiempo con sus las dos chicas. Para las tres todo estaba por cambiar ya que muy pronto la vida le tiene algo preparado, bueno... O quizá malo. Nadie sabe las vueltas estúpidas de la vida.
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