- Michi michi -
Pedido de parte de Megalosaurio
Gracias por darme esta idea. ✨
Lamento la tardanza con los pedidos, ya me pondré al día. Disfruten. <3
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Las bromas de Zeus iban de mal en peor, si es que le preguntaban a Sasaki, más ahora que una de esas bromas los influenciaba a él en desmedida. No tenía nada en particular en contra de los animales, aunque en sus años de vida humana habria cazado muchos de ellos, pero era por supervivencia, así que no se sentía particularmente mal por eso. Sin embargo, en esta ocasión, sí podía decir que tenía un problema en particular con un animal.
— Mish, mish, mish... — El sonido que salió de la boca de Kojiro fue un intento tonto de llamar a ese gato, notándose en su rostro los nervios y la inquietud del anciano. Como respuesta, solo recibió un bufido largo y amenazador. — ¿Y cómo se supone que te baje de ahí? — Sasaki se rindió en querer llamarlo, buscando a su alrededor algo con lo que atraer al gato. — Poseidón, que sepas que nunca me gustaron los gatos y con esta experiencia me gustan un poco menos.
La situación era simple pero devastadora (Para Kojiro). Zeus en verdad tenía algún problema con joder la vida de su hermano mayor, quizás el Olimpo no era lo suficientemente entretenido para él, que persuadió a Hécate (La flameante diosa de la magia griega) para que hechizara al Dios del mar, transformandolo en algo que prácticamente representaba todo lo contrario a Poseidón.
— No sé porqué te molestas conmigo sino es mi culpa que Zeus ame tanto molestarte. — Kojiro seguía quejándose, levantando la mirada hacia el felino que estaba encima del enorme candelabro que colgaba del techo, decorando con simpleza y elegancia el palacio de Poseidón.
Los ojos afilados y azules del gato beige lo miraron con infinito odio, casi atravesando su alma. Poseidón entendía lo que sucedía a pesar de que su cuerpo habia sido reducido a una bola de pelos con pulgas y mal olor, pero su lado racional solo le decía que culpara a Sasaki, simplemente porque no había nadie más allí a quién culpar. Las sirvientas habían huido del palacio hace unas horas, luego de que un demonio con garras y cola esponjosa las arañara a todas cuando ellas trataron de ayudarle; pidieron auxilio a Sasaki, quién no dudó en sumergirse en el mar para ir con Poseidón (Siendo finalmente ayudado por un delfín para llegar al palacio). Eso había sido hace dos horas y media, y desde entonces Sasaki había estado corriendo por el extenso palacio buscando a Poseidón, que gruñia y corría en la dirección contraria en la que él venía, comenzando un torpe juego del gato y el ratón donde irónicamente el ratón era Poseidón. Así llegaron al presente, donde el elegante Dios de los mares salto de las encimeras hacia el candelabro, mirando desde la seguridad de la altura a Sasaki, bufando y enseñandole los dientes cada vez que hablaba.
¿Qué se suponía que debía hacer el anciano? Dejar el felino allí colgado no era una opción, sabía que los gatos caían de pie pero no quería arriesgarse y que luego Poseidón se enojara más con él por haberle dejado solo y a su suerte. Kojiro miro por la cocina algo que le pudiera servir, pero ya había intentado darle comida al gato, pero lastimosamente ese gato era Poseidón y darle comida solo hizo que el felino se ofendiera y le rasguñara la mano, indigando de que le tratara como un animal, cuando él aún no quería aceptar que efectivamente lo era.
— Vamos, Posei, colabora un poco, ya estoy viejo para esto. — Le dijo una última vez, pero el gato no le hizo caso en ningún sentido. — Bien, entonces... — Una idea repentina golpeo la mente de Kojiro, teniendo que morderse la lengua para no sonreír. — Me voy, suerte cazando ratones. — Inmediatamente como dijo eso, Poseidón dejó su posición de defensa y molestia. Las orejas del minino se alzaron y sus ojos parecieron brillar con ofensa, ¿En verdad este humano se estaba atreviendo a dejarlo allí? Imposible, Sasaki era muy bueno para eso.
Pero los pasos del anciano se escucharon cada vez más lejos y finalmente los oídos agudos del gato no pudieron detectar más movimiento; sin darse cuenta, maullo. Fue un maullido largo y exigente, esperando que sea lo suficientemente fuerte para que el gilipollas del humano volviera y se hiciera cargo de él. Sin ninguna respuesta, volvió a hacerlo, soltando maullidos quejosos y cada vez más desesperados, haciendo que el candelabro se agitara. Estuvo al menos siete minutos allí, maullando y caminando sobre el candelabro que ya amagaba a caer y hacerse añicos contra el suelo, y fue en ese momento que Poseidón finalmente se percató de algo.
No podía bajar.
Demasiado alto, y sus nuevos instintos no le dejaron darse cuenta de que en realidad solo necesitaba saltar a la estantería por la que había subido allí en primer lugar. Sus maullidos eran más cortos pero más constantes, exigiendo que el humano volviera y lo socorriera. Para cuando Poseidón pensó en la probabilidad de romper el candelabro y dejar todo a la suerte, la voz de Kojiro volvio a llenar sus oídos.
— Volví a salvarte, deja de llorar por mí. — Poseidón juraba que hubiera preferido morir ahí arriba antes de tener que efectivamente darse cuenta que había estado casi diez minutos lloriqueando porque Sasaki volviera.
Antes de que el gato pudiera volver a bufarle, Kojiro dejó caer al suelo lo que llevaba en brazos. Una serie de cojines acabaron sobre el suelo en una especie de amortiguador para la presunta caida de Poseidón. El felino sabía cuál era la intención de Sasaki, y, antes de que el anciano volviera a burlarse de él, Poseidón dio un salto directo hacia los cojines ante la mirada asombrada de Kojiro, cayendo elegantemente de pie encima de las almohadas. Con total calma, como si no hubiera estando "llorando" Por diez minutos, el felino sacudió su cuerpo y lamio el dorso de su pata para limpiarla, pasandola luego por encima de su oreja con tanta calma que por un momento Sasaki creyó que Poseidón en verdad era tan bipolar como el propio mar.
Si el felino escucho el suspiro derrotado del humano, no le prestó atención, concentrado en dejar su pelaje reluciente. Kojiro lo miraba con total derrota, sabiendo que no aguantaría más tiempo con ese caprichoso gato, pero no podía irse ahora que ya tenía esa tarea entre manos, menos cuando sabía que Poseidón no se podría cuidar solo en ese momento. El anciano penso seriamente en meter al gato en una habitación aleatoria hasta que volviera a su forma normal, pero sabía que si hacia eso, cuando Poseidón volviera en sí, iba a asegurarse de dejarlo hecho pedazos en cuanto se lo cruzara, así que desecho la idea con inusual rapidez.
— Eres un caso perdido, Pos. — Mencionó el humano a pesar de saber que el Dios no le haría caso. — No entiendo porqué te empeñas en hacer esto más difícil de lo que es, ¿No te atrae la idea de quedarte quieto en tu sitio por solo media hora? — Mientras hablaba, Sasaki hacia ademanes y miraba el techo como buscando paciencia y un milagro, pero, dirigiendo la mirada al frente, noto que el animal había desaparecido de su vista y de la habitación también. — Pues veo que no.
Tomando todo el aire que pudo en sus pulmones y exhalandolo lenta y cuidadosamente, se repuso de valor y confianza para salir (nuevamente) en la búsqueda de Poseidón, esperando sinceramente que las pequeñas patas del felino no lo hayan llevado tan lejos aún. Noto lo equivocado que estaba luego de pasar un cuarto de hora solo buscando al pequeño animal, no lo vio en ninguna habitación, ni en el comedor, ni en los baños, ni en la entrada, ni en ninguna de las infinitas salas de té que tenía Poseidón, y menos en la biblioteca. Luego de descartar la idea de que Poseidón estuviera dentro del palacio, tuvo que reunir fuerzas de donde no tenía para ir a fijarse el jardín, que Sasaki podía jurar era tan extenso como el palacio mismo, así que eso le aseguraba al menos quince minutos más de búsqueda.
Dicho y hecho, Kojiro estuvo buscando por los alrededores del palacio con una mueca de desconcierto y preocupación instalada en el rostro, preguntándose porqué Poseidón tenía un palacio tan grande si él vivía completamente solo. ¿Por qué Zeus no pudo convertir a su hermano en algo más grande, joder? Sería más fácil buscar a una foca que a un gato, y estaba seguro que seria más divertido ver a Poseidón transformado en una foca regordeta y adorable, que tendría que dar saltos lentos para moverse de un lado a otro, en vez de tener a un gato endemoniado corriendo por todo el palacio.
Finalmente, colgado de la rama de un enorme árbol de cerezos, pudo visualizar de reojo el leve movimiento del agua de la cápsula que les envolvía y evitaba que el mar se viniera encima del palacio. Kojiro pensó que quizás algún pez había traspasado la cápsula y caído dentro, lejos del agua, y entonces él podría usar una pequeña carnada contra el gato. Sin embargo, al acercarse más, noto a la pequeña bola de pelos justo a un lado de donde comenzaba la cápsula, manoteando (Tiernamente, debía decirse) el agua con sus peludas y esponjosas patas, apenas llegando a rozar a los pequeños peces que pasaban cerca de él, totalmente atento a su labor de atrapar a alguno de ellos.
Sasaki lo miro de lejos con el corazón revolviendose en su pecho al darse cuenta que era una visión adorable, pues Poseidón parecía tan sumergido en su tarea que ni siquiera le noto, sentado en el suelo mientras observaba con atención el movimiento de los peces, esperando el momento precioso para estirar sus garras y tomar a alguno de ellos, a pesar de que no había logrado nada hasta ahora, por suerte Poseidón era demasiado terco como para no seguir intentando hasta que algún pez despistado acabará entre sus patas.
Desde esa distancia, Sasaki podía ver con facilidad lo dilatados qu estaban los ojos del gato, dándole un aspecto tierno, sumado al movimiento lento de su cola tras él. Kojiro lo miro durante quizás diez minutos, donde el felino no logró atrapar ni un mísero pez. El humano conocía lo suficiente a Poseidón para haberse aprendido sus reacciones, movimientos y muecas, y, a pesar de que fuera un gato en ese momento, pudo darse cuenta por ello que Poseidón estaba cada vez más cabreado, dando manotazos llenos de rabia cada vez que un pez pasaba cerca. Si Sasaki escuchaba con atención, podía notar los gruñidos que soltaba el Dios.
Los labios de Sasaki se torcieron en una sonrisa, acercándose a la cápsula también, algo alejado de Poseidón para que él no lo tomara como una amenaza. El felino finalmente noto su existencia y le miro con todo el odio que sus adorables ojos podían transmitir. Kojiro no le miro, pero una sonrisa divertida aún bailaba en sus labios, observando con total atención el movimiento del agua frente a él. Los minutos pasaron lentos y silenciosos, Poseidón no había tratado de irse ni de volver a atrapar ningún pez, mirando al humano con expectación y una ligera curiosidad.
Sin tomarlo ni contarlo, la mano de Sasaki se estiró con rapidez y confianza hacia afuera de la cápsula, haciendo al gato dar un brinquito en su sitio. Segundos después, Kojiro tenía un inquieto pez de buen tamaño entre sus dedos y Poseidón no pudo sentirse más ofendido al respecto. ¿Cómo se atrevía ese humano a ser mejor que él cazando? Inaceptable.
— Oh, vamos, no podrías haber tomado ningún pez con esas patitas que tienes. — A pesar de haberlo dicho de buena gana, a Poseidón eso le sonó como una burla y, sin pensarlo, le dio la espalda y se largo no muy lejos de allí, pero si lo suficiente para hacer notar que estaba indignado. — Ey, no seas así, ¿No vas a comerte el pez? — Luego de ser ignorado por el felino, Kojiro suspiro y devolvió el pez al agua, mirándolo irse apresuradamente hacia zonas más profundas.
Sasaki se puso de pie y buscó a Poseidón con la mirada, notando que estaba acostado cómodamente debajo del cerezo en el que él había estado colgado hace un rato. Dudando durante unos segundos, finalmente el humano se acercó y se sentó a un lado del gato. El animal lo noto rápidamente y volteo a verlo con rabia inyectada en su rostro. Sasaki no lo miro, atento a la forma lenta y elegante en que los cerezos se movían sobre ellos, pareció que sentirse ignorado hizo que el humor de Poseidón se fuera a la mierda. Kojiro lo noto gruñir a su lado y estiró lentamente su mano hacia el lomo del animal, a sabiendas de que no se iba a tomar bien que intentara acariciarlo.
Como esperaba, su mano y antebrazo acabaron envueltas entre las patas del animal, siendo arañado y mordisqueado sin piedad, a pesar de que en realidad no le estaba haciendo mucho daño, la piel del humano era resistente y había sufrido daños peores. Kojiro carcajeo felizmente, moviendo su mano, fingiendo que iba a apartarla, solo haciendo que el gato se pudiera a gruñir, sujetandolo con más firmeza y mordiendo la piel entre su pulgar y su dedo índice.
Estuvieron así unos minutos, hasta que Sasaki suspiro suavemente y apoyo bien su cabeza contra el árbol, dejando que Poseidón hiciera lo que quería. Cerro los ojos planeando quizás dormirse, a pesar de que sabía que no podía dejar a Poseidón solo, así que no iba a dormirse en verdad, solo disfrutar de la calidez y el suave arrullo del viento. No noto que su mano ya no estaba siendo atacado, pero si se percató del peso extra que ahora había en su regazo, abrió solo un ojo para bajar la vista y ver al gato acomodandose sobre él con tanta calma como si hubiera tenido permiso para ponerse allí. Cuando Poseidón se acomodo y cerro los ojos, dispuesto a dormir un rato, Sasaki siguió su ejemplo y se dejó caer entre los brazos de Morfeo.
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El pequeño peso que había tenido encima ya no se comparaba ni mínimamente con el peso que prácticamente lo aplastaba ahora. Abrió sus ojos con sorpresa, siendo recibido por las vistas de una piel blanquecina y demasiado suave a simple vista. No supo si Poseidón había vuelto a su forma humana en ese preciso momento o llevaba tiempo así, pero no le dio muchas vueltas al asunto. El Dios estaba tranquilamente recostado en su regazo, dormitando sin notar que estaba aplastando a Kojiro, la suave forma en que su pecho subía y bajaba, sumada a la lenta y tranquila forma en que respiraba, tan pacífica y también, de alguna forma, elegante, hizo que Sasaki también se relajara, ignorando que sus piernas protestaban por el dolor de soportar ese peso.
Los ojos de Sasaki recorrieron todo a su paso. Ni siquiera debía fijarse con mucha atención para notar las cicatrices en su cuerpo. Solo tenía tres, y cada una de ellas había sido provocadas por Sasaki. Saber eso le hizo dar una mueca casi de asco e incomodidad, casi podía saborear aún el empalagoso sabor que traía la victoria, pero en ese momento no pudo saberle más amargo. Sus ojos bajaron lentamente y se encontró mirando casi con incredulidad un hecho que había sido evidente desde que abrió los ojos. Sus músculos se tensaron y su rostro estuvo a nada de encenderse en llamas por su bochorno. Agradecio a los cielos que Poseidón siguiera dormido o hubiera notado muy fácilmente la forma en que su cuerpo reaccionaba ante la idea de tener al Dios encima de él, calmado y jodidamente desnudo.
Quizás las bromas de Zeus ya no le molestarian tanto si podían acabar siempre así.
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