PREFACIO
«La muerte me había encontrado en cada sitio donde frecuentaba pero aún así, sobreviví todo este tiempo; con heridas profundas, de esas que se curan pero aún más de esas que son fuego intenso, quemando cada parte de mi alma. La muerte jamás había podido conmigo pero, ¿y si esta vez podía? Mis enemigos trataron por varios meses sin embargo, ¿si esta vez no se trataba de un enemigo? ¿Ni de un simple asesino?»
Todos aquellos pensamientos venían a mi mente entretanto los vampiros caían ante la ferocidad de mis dagas. Bajo la tenue luz blanca de neón algunos oscuros se desplomaban mientras otros mostraban sus colmillos y comenzaban a tomar posición de ataque. Mis zapatos se manchaban de sangre conforme avanzaba, el tiempo pesaba y parecía ir todo en cámara lenta. Cada noche, desde hace seis meses, mis días nocturnos se reducían en visitar cada «Galpón de Whistler» en busca de Luck. Los rumores dicen que ya no está aquí—y por rumores me refiero a las predicciones de Anna—que algo malo y terrible le ocurrió pero yo puedo sentirlo, se que sigue con vida o al menos lo más parecido que puede llegar a estar de ella.
Cuando terminé con el último oscuro que había allí dentro, una mente inundó la mía por completo, su aroma llegó hacia a mi al igual que su risa incomparable.
—¿Seguirás sin responder? —soltó aquel hombre tras de mi. Mi rostro al igual que mis manos se encontraba cubierto de sangre maldita. Él sonrió en el momento que levanté violentamente la cabeza para fijar mis ojos en los suyos.
—¿Tú seguirás persiguiéndome? —inquirí mientras lo observaba.
—En efecto. —sonrió y estiró su mano para ayudarme a levantarme.
—Puedo sola —espeté en el momento que desenterré mi daga del pecho de aquel vampiro. Lo observé de reojo y la comisura de su labio se transformó en una risa perversa. —Ya puedes dejar de acecharme. No seguiré cubriendo tu rastro, si ellos te descubren…
—Nada pasará —me interrumpió y se acercó aún más a mí. —¿Por qué sigues empeñada en estar con ese clan tan débil?
—¿Débil? —solté una risa —¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué sigues yendo tras de mí? —inquirí molesta entretanto buscaba alejar la conversación que llevaría directo a los Leviné.
—Tú me perteneces, rojita.
—¡Yo no le pertenezco a nadie! —dije con los dientes apretados.
—Por ahora —soltó en tono irónico.
—Jamás me tendrás, se lo dije a Gerard y te lo vuelvo a repetir a ti ¡Jamás me tendrás!
—Deja de gritar, Madison. Eso es muy grosero de tu parte.
—¿Qué deje de gritar? ¡Tú mataste a mi madre! —mi voz resonó en todo el lugar.
—¡Te hice más fuerte! —alzó la voz, enfurecido.
—¡Yo no necesitaba ser fuerte, solo necesitaba a mi madre y tú me la quitaste! —volví a gritar pero un nudo se apoderó de mi garganta.
—Ella estorbaba… —dijo simplemente.
—Ya déjame en paz, no volveré a cubrirte, Samuel. —dije mientras guardaba mis dagas a los costados de mis muslos.
—No necesito de tu protección —respondió y dio un paso hacia a mi —solo quiero ayudarte, estarías mejor conmigo que con ellos. Te ves cansada.
—Así es, Samuel. Estoy cansada por tu maldita culpa, hago siempre la misma mierda, salir y asesinar cada sobrenatural que pisa Whistler ¿con que propósito? Siguen llegando. Esto no terminará jamás. —solté mientras levantaba mi mochila del suelo para luego dirigirme hacia la salida.
—Tienes un faro dentro de ti, Rojita —respondió mientras sus ojos recorrían mi cuerpo —. Pero… ¿Por qué asesinar si los puedes gobernar? —sonrió entretanto colocaba su brazo estirado en la puerta de aquel decadente lugar para obstruirme el paso —Mi propuesta aún sigue en pie.
—Y mi respuesta siempre será la misma —dije mientras fijaba mis ojos en los suyos.
—Oh, vamos. ¿No puedes ya sacar tu bandera blanca y terminar con todo esto?
—¿Es en serio? —solté y negué con la cabeza, por un pequeño instante sus ojos tornaron un brillante color dorado, su brillo era casi humano pero se volvieron a opacar cuando solté la verdad —Sangre y luto es el color de mi bandera, gracias a ti. —refuté y él ladeó su cabeza. Quité su brazo de la puerta y emprendí camino hacia mi hogar.
—No podrás escapar por siempre y lo sabes. Necesitan mi protección. —soltó tras de mi, me paré en seco y volteé a verlo.
—No necesitamos de ti. Ya déjame en paz. —dije y di media vuelta para luego fundirme en la oscuridad. Necesitaba llegar a ellos, sentirme como antes aunque ya no sea aquella adolescente a la cual debían salvar del mundo oscuro por el cual era rodeada, esta vez solo necesitaba su apoyo incondicional porque después de todo, la familia es lo que más importa.
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